Sin hablar
Deja que te hable sin hablar. Si entiendes, si llego a ti y penetro tu corteza, si consigo extenderme a la cabeza, y luego al corazón, y te desprendes
de pasados equívocos, si enciendes de nuevo el viejo fuego y tu tibieza comienza a caldearse, y la aspereza de tu actitud se lima y la desprendes;
si al fin tus ojos tornan a los míos con cierto arrobamiento, y los desvíos de ayer son hielo al sol, telón de viento;
las palabras serán innecesarias; dos concéntricas almas solidarias dialogan en su propio acoplamiento.
Francisco Alvarez Hidalgo
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