Si somos capaces de ir a la iglesia, de glorificar su
nombre, de leer su Palabra y conversar con el Señor en
oración, ¿por qué no colocamos en práctica nuestra fe?
Necesitamos dar un basta en la incredulidad y saltar sobre
las piedras de las decepciones. Ellas no deben tener poder
para hacernos desistir. Ellas no pueden sacar nuestra
motivación. Ellas no pueden apagar nuestra sonrisa. Ellas no
conseguirán evitar nuestras conquistas.
Cuando estemos enfrentando grandes crisis, necesitamos
recordar que grande no es nuestro problema y sí nuestro Dios
que a todo soluciona.
¡Todo es posible para el Señor! ¡Todo es posible para
nosotros que creemos en el Señor! ¡Somos vencedores...
siempre... sea cual ¡sea la circunstancia!