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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: MARILU9268  (Mensaje original) Enviado: 27/07/2011 13:49
 

 


En un oasis escondido entre los más lejanos paisajes del desierto, se encontraba el viejo Eliahu de rodillas, a un costado de algunas

palmeras datileras.


Su vecino Hakim, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus camellos y vio a Eliahu transpirando, mientras parecía cavar en la arena.

                                                                                  

-Que tal anciano? La paz sea contigo.


- Contigo -contestó Eliahu sin dejar su tarea.


-¿Qué haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?


-Siembro -contestó el viejo.


-Qué siembras aquí, Eliahu?


-Dátiles -respondió Eliahu mientras señalaba a su alrededor el palmar.


-¡Dátiles!! -repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez.


-El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.


- No, debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...


-Dime, amigo: ¿cuántos años tienes?


-No sé... sesenta, setenta, ochenta, no sé.. lo he olvidado... pero eso, ¿qué importa?


-Mira, amigo, los datileros tardan más de cincuenta años en crecer y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los ciento un años, pero tú sabes que difícilmente puedas llegar a

cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.


-Mira, Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... y aunque solo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.


-Me has dado una gran lección, Eliahu, déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me diste - y diciendo esto, Hakim le puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.


-Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves, a veces pasa esto: tu me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. Parecía cierto y sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseché una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.


-Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me das hoy y es quizás más importante que la primera. Déjame pues que pague también esta lección con otra bolsa de monedas.


-Y a veces pasa esto -siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de monedas-: sembré para no cosechar y antes de terminar de sembrar ya coseché no solo una, sino dos veces.


-Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte...

 

                                            Jorge Bucay


 

 

 


 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: yanely Enviado: 02/08/2011 13:48


 
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