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General: EVANGELIO DE HOY LUNES 29 DE JULIO DE 2013
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Da: campitos0  (Messaggio originale) Inviato: 29/07/2013 13:35
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 Memoria de santa Marta

Epístola I de San Juan 4,7-16. 
Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. 
El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. 
Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él. 
Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. 
Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. 
Nadie ha visto nunca a Dios: si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. 
La señal de que permanecemos en él y él permanece en nosotros, es que nos ha comunicado su Espíritu. 
Y nosotros hemos visto y atestiguamos que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo. 
El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios, y Dios permanece en él. 
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él. 


Salmo 34(33),2-11. 
Bendeciré al Señor en todo tiempo, 
no cesará mi boca de alabarlo.
Mi alma se gloría en el Señor: 
que lo oigan los humildes y se alegren.

Engrandezcan conmigo al Señor 
y ensalcemos a una su nombre.
Busqué al Señor y me dio una respuesta 
y me libró de todos mis temores.

Mírenlo a él y serán iluminados 
y no tendrán más cara de frustrados.
Este pobre gritó y el Señor lo escuchó, 
y lo salvó de todas sus angustias.

El ángel del Señor hace sus rondas 
junto a los que le temen y los guarda.
Gusten y vean cuán bueno es el Señor 
¡dichoso aquel que busca en él asilo!

Teme al Señor, pueblo de los santos, 
pues nada les falta a los que le temen.
Los ricos se han quedado pobres y con hambre, 
pero a los que buscan al Señor nada les falta.



Evangelio según San Juan 11,19-27. 
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano.
Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. 
Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 
Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas". 
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará". 
Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día". 
Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; 
y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?". 
Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo". 



 

 

 

 

silvia6.png picture by silvygilbert

 



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Da: campitos0 Inviato: 29/07/2013 13:36

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola

Hoy, también nosotros —atareados como vamos a veces por muchas cosas— hemos de escuchar cómo el Señor nos recuerda que «hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola» (Lc 10,42): el amor, la santidad. Es el punto de mira, el horizonte que no hemos de perder nunca de vista en medio de nuestras ocupaciones cotidianas.

Porque “ocupados” lo estaremos si obedecemos a la indicación del Creador: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla» (Gn 1,28). ¡La tierra!, ¡el mundo!: he aquí nuestro lugar de encuentro con el Señor. «No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno» (Jn 17,15). Sí, el mundo es “altar” para nosotros y para nuestra entrega a Dios y a los otros.

Somos del mundo, pero no hemos de ser mundanos. Bien al contrario, estamos llamados a ser —en bella expresión de Juan Pablo II— “sacerdotes de la creación”, “sacerdotes” de nuestro mundo, de un mundo que amamos apasionadamente.

He aquí la cuestión: el mundo y la santidad; el tráfico diario y la única cosa necesaria. No son dos realidades opuestas: hemos de procurar la confluencia de ambas. Y esta confluencia se ha de producir —en primer lugar y sobre todo— en nuestro corazón, que es donde se pueden unir cielo y tierra. Porque en el corazón humano es donde puede nacer el diálogo entre el Creador y la criatura.

Es necesaria, por tanto, la oración. «El nuestro es un tiempo de continuo movimiento, que a menudo desemboca en el activismo, con el riesgo fácil del “hacer por hacer”. Tenemos que resistir a esta tentación, buscando “ser” antes que “hacer”. Recordemos a este respecto el reproche de Jesús a Marta: ‘Tú te afanas y te preocupas por muchas cosas y sin embargo sólo una es necesaria’ (Lc 10,41-42)» (Juan Pablo II). 

No hay oposición entre el ser y el hacer, pero sí que hay un orden de prioridad, de precedencia: «María ha elegido la parte buena, que no le será quitada» (Lc 10,42).

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