Los experimentos comenzaron en julio de 1961, tres meses después de que Adolf Eichmann fuera juzgado y sentenciado a muerte en Jerusalén por crímenes contra la humanidad durante el régimen nazi en Alemania. Milgram ideó estos experimentos para responder a la pregunta: ¿Podría ser que Eichmann y su millón de cómplices en el Holocausto sólo estuvieran siguiendo órdenes? ¿Podríamos llamarlos a todos cómplices?
Milgram resumiría el experimento en su artículo
"Los peligros de la obediencia" en 1974 escribiendo:
UN POCO MAS DE LA HITORIA
USA. 1960. Un joven psicólogo pone un anuncio en el periódico, pidiendo voluntarios para un experimento, a los que pagará 4 dólares.
A cada voluntario lo empareja con otro y uno se convierte en profesor y otro en aprendiz.
Después les pone en habitaciones separadas.
El que tiene el rol de profesor debe hacer una pregunta al aprendiz.
Si éste la falla, le castigará con una descarga eléctrica.
Con cada respuesta errada, la descarga debe aumentar de intensidad.
El psicólogo ha hecho probar al profesor la descarga de mínima potencia, para que sepa qué castigo infligirá al aprendiz.
El psicólogo da instrucciones a los profesores.
Les insta a aumentar las descargas ante los constantes fallos de los aprendices.
Algunos voluntarios-profesores dudan, les aterra causar dolor.
Pero el psicólogo les ordena que sigan.
El 65% de los participantes lo hizo. A pesar de que ignoraban que todo era una farsa, ya que los aprendices no recibían las descargas, sino que las fingían. Eso no impidió a dos de cada tres voluntarios castigar al aprendiz con la máxima descarga. Sólo uno de cada tres se negó a hacerlo.
Es una de las historias reales que cuenta Eduard Punset en El alma está en el cerebro, su último libro. Y concluye que
"El secreto para entregarse a la crueldad es desprenderse de la responsabilidad: libres del sentido de culpa, aparece el lado más oscuro de la naturaleza humana".
Obtenido en la Red