MURILLO, BARTOLOMÉ ESTEBAN (1617-1682)
El pintor Murillo es uno de los principales representantes del barroco de la escuela sevillana. Conoció las obras de los pintores flamencos y venecianos de la época y también las de Ribera y Zurbarán. En 1645 consiguió su primer éxito con sus once cuadros para el convento de franciscanos de Sevilla. Estos cuadros presentan influencias de Ribera, Velázquez y Zurbarán. A este periodo, en el que todavía se percibe la influencia del claroscurismo de Zurbararán, pertenecen obras como La Sagrada Familia del pajarito, La Virgen del Rosario, o las representaciones de niños como Niños comiendo fruta y Niño mendigo. Los fondos de estas pinturas son oscuros, no tienen apenas detalles y las figuras destacan vivaces y amables.
Hacia 1650 comienza para el pintor su periodo de plenitud, en el que sobre todo se recrea en el tema de la Inmaculada Concepción de María. En una época de tan acentuada religiosidad fue muy apreciado y Murillo obtuvo un gran reconocimiento. Sus excelentes representaciones de carácter religioso, incluso de santos mártires, carecen del tremendismo de Ribera o del misticismo de Zurbarán; se trata de retratos de gentes de la época, vestidos a la usanza del momento y situados en ambientes tranquilos: Santa Justa y Rufina y San Leandro y San Buenaventura.
Entre 1660 y 1670 ejecutó una serie de pinturas para la iglesia de Santa María la Blanca de Sevilla con la que consiguió hermoso efectos lumínicos, que realzan el realismo de lo cotidiano y recuerdan las pinturas de tema bíblico de Rembrant, de esta serie que tiene como tema la fundación de Santa María la Mayor de Roma, podemos citar El sueño del Patricio, El Patricio revela su sueño al Pontífice. Entre 1670 y 1674 pintó una importante serie de cuadros para la iglesia del Hospital de la Caridad de Sevilla: San Juan de Dios, Santa Isabel de Hungría, Milagro de los panes y los peces.
Murillo destacó como retratista, sus personajes no llevan lujosas ropas cortesanas. Pertenecen a la aristocracia sevillana o son miembros de la clerecía, y son representados en actitudes de elegante dignidad. También es importante Murillo en la pintura de género: se trata de pinturas de fuerte naturalismo en la que aparecen pícaros, mendigos, pilluelos, protagonistas de la novela picaresca española del siglo XVII: Pícaros comiendo melón, Los niños fruteros, Mendigo, entre otros.