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Según la leyenda, los árabes derrotados en Covadonga se refugiaron por esta zona. Sus mujeres bajaban los domingos a los pueblos, mientras el vecindario oía misa y se llevaban las boronas que cocían en el lar.
Como escarmiento, las aldeanas pusieron, en vez de tortas, piedras redondas cubiertas de ascuas. Las Moras se abrasaban con las losas, gritando en su huída:
"¡Peldá, peldá, peldá...!" ( ¡Piedad!, ¡piedad!... )
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