La paciencia es una virtud que se alcanza con la madurez.
Es la virtud de quienes... saben sufrir y tolerar las contrariedades y adversidades con fortaleza y sin lamentarse. 
Es bien sabido que sin paciencia es imposible alcanzar la mayoría de los proyectos importantes de nuestra vida. La paciencia se puede desarrollar ejercitándola.
Tener paciencia tiene mucho que ver con saber autocontrolarse. Respirar profundo, contar hasta diez, aprender a relajarse, etc. Son soluciones válidas para enfrentarnos a las distintas situaciones que nos exigen paciencia.
Intenta, por tanto, parar, relajarte y disfrutar de cada momento. Para ello elige algo que quieras experimentar plenamente: tomar un café tranquila, escuchar un tema musical, dar un paseo por un lugar que te guste, y dedícales un tiempo, donde la impaciencia y el estrés diario no te influyan. Centra toda tu atención en ese momento y olvídate por un instante de ti, y disfruta plenamente de esta pequeña experiencia.
Intenta hacer una lista de las cosas que te impacientan. Anótalo todo por muy ridículo o insignificante que te parezca. Ordénalas según su importancia en tu vida. Identifica cuáles dependen de ti, cuáles de alguien cercano y cuáles están fuera de tu alcance. Actúa sólo en los casos que dependan de ti. No importa que los demás vayan a otro ritmo.
Puedes realizar ejercicios como adelantarte a una cita y esperar unos cinco o diez minutos, demora algo que desees realizar de inmediato, no abandones una tarea sin haberla acabado, espera unos segundos antes de descubrir el resultado de algo, etc.
Piensa en los beneficios de no perder la calma. A veces exageramos las reacciones cuando en realidad lo único que hacemos es nadar contra corriente, perder el tiempo. Gran parte de las cosas ante las que desesperamos acabarán dando frutos. Vale la pena afrontar las dificultades para alcanzar beneficios con serenidad, optimismo y paciencia.