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Mensajes del General: La Muerte de la Conversación
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De: Dulzura  (Mensagem original) Enviado: 07/11/2011 10:11


La Muerte de la Conversación
Acabo de leer en internet que a la entrada de algunos

restaurantes europeos les decomisan a los clientes

sus teléfonos celulares.


Según la nota, se trata de una corriente de personas que busca

recobrar el placer de comer, beber y conversar sin que los ring tones

interrumpan, ni los comensales den vueltas como gatos entre las mesas

mientras hablan a gritos.

La noticia me produjo envidia de la buena. Personalmente, ya no

recuerdo lo que es sostener una conversación de corrido, larga

y profunda, bebiendo café o chocolate, sin que mi interlocutor

me deje con la palabra en la boca, porque suena su celular

(que tal los que mantienen el auricular y el micrófono puestos y no

se sabe si hablan con uno o con el que esta al otro lado de la linea!!).

En ocasiones es peor. Hace poco estaba en una reunión de trabajo que

simplemente se disolvió porque tres de las cinco personas que estábamos

en la mesa empezaron a atender sus llamadas urgentes por celular.

Era un caos indescriptible de conversaciones al mismo tiempo.

Gracias al celular, la conversación se está convirtiendo en un esbozo

telegráfico que no llega a ningún lado. El teléfono se ha convertido

en un verdadero intruso. Cada vez es peor. Antes, la gente solía

buscar un rincón para hablar. Ahora se ha perdido el pudor.

Todo el mundo grita por su móvil, desde el lugar mismo en que se encuentra.

No niego las virtudes de la comunicación por celular. La velocidad,

el don de la ubicuidad que produce y por supuesto, la integración

que ha propiciado para muchos sectores antes al margen de la telefonía.

Pero me preocupa que mientras más nos comunicamos en la distancia,

menos nos hablamos cuando estamos cerca.

Me impresiona la dependencia que tenemos del teléfono.

Preferimos perder la cédula profesional que el móvil, pues con

frecuencia, la tarjeta sim funciona más que nuestra propia memoria.

El celular más que un instrumento, parece una extensión del cuerpo,

y casi nadie puede resistir la sensación de abandono y soledad

cuando pasan las horas y este no suena. Por eso quizá algunos

nunca lo apagan. ¡Ni en cine! He visto a más de uno contestar

en voz baja para decir: 'Estoy en cine, ahora te llamo'.

Es algo que por más que intento, no puedo entender.

También puedo percibir la sensación de desamparo que se produce

en muchas personas cuando las azafatas dicen en el avión que está

a punto de despegar que es hora de apagar los celulares.

También he sido testigo de la inquietud que se desata cuando suena

uno de los timbres más populares y todos en acto reflejo nos llevamos

la mano al bolsillo o la cartera, buscando el propio aparato.

Pero de todos, los Blackberry merecen capítulo aparte.

Enajenados y autistas. Así he visto a muchos de mis colegas,

absortos en el chat de este nuevo invento. La escena suele repetirse.

El Blackberry en el escritorio. Un pitido que anuncia la llegada

de un mensaje, y el personaje que tengo en frente se lanza sobre

el teléfono. Casi nunca pueden abstenerse de contestar de inmediato.

Lo veo teclear un rato, masajear la bolita, y sonreír; luego mirarme

y decir: '¿En qué íbamos?'. Pero ya la conversación se ha ido al traste.

No conozco a nadie que tenga Blackberry y no sea adicto a éste.

Alguien me decía que antes, en las mañanas al levantarse, su primer

instinto era tomarse un buen café. Ahora su primer acto cotidiano

es tomar su aparato y responder al instante todos sus mensajes.

Es la tiranía de lo instantáneo, de lo simultáneo, de lo disperso,

de la sobredosis de información y de la conexión con un mundo

virtual que terminará acabando con el otrora delicioso placer

de conversar con el otro, frente a frente.

VidaPositiva.com



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