El significado de la palabra yoga es “unión” y se refiere al lazo de la persona con el universo, es una práctica milenaria proveniente de la India, cuya popularidad en occidente ha emergido gracias al Hatha Yoga, el que se refiere a la armonía física de la respiración, pensamiento y diversos aspectos de la vida. 

“Existen una infinidad de definiciones y casi todas apelan a algún aspecto del desarrollo del yoga, por ejemplo “un sistema psicofísico para el bienestar y la salud” o “una forma de unirse al Dios-Creador”, entre otras. Cualquiera de estas definiciones da cuenta de una necesidad que vive en todo ser humano como criatura que anhela, que necesita ir en pos de algo, andar un camino y construir un destino luminoso.”

Existen diversos tipos de yoga, el más popular en occidente es el Hatha Yoga, pero hay muchos más; los más conocidos en el mundo occidental.

Cada uno de ellos emplea diversos métodos y trabaja de distinta forma con los chrakas (centros de energía localizados en diversas partes de nuestro cuerpo) para equilibrarlos.

Así mismo, el yoga ve al ser humano como una totalidad, ser que actúa, piensa y emociona, unión que existe naturalmente, pues siempre actuamos, pensamos, sentimos y somos. De esta forma, por medio de ejercicios físicos se lograr actuar en una zona más profunda del sujeto e influir en su campo psíquico. 

En general los movimientos que realizan en una sesión de yoga apelan al equilibrio energético del cuerpo, para que sea liviano, fuerte, ágil y mantenga una correcta respiración, además de mantener un mundo emocional sereno y una mente con poder reflexivo.

"La práctica regular de yoga afecta positivamente cada uno de los sistemas orgánicos que componen el cuerpo, lo que contribuye a una mejor calidad de vida. La musculatura se fortalece y se hace más flexible, manteniendo sanos huesos y articulaciones, ayudando a prevenir o a paliar el impacto de enfermedades degenerativas".

Realizar yoga de forma regular e incluirlo en nuestra rutina diaria sirve para conocer nuestro cuerpo, este trabajo permite desarrollar nuestro mundo psicológico-emocional, de manera de conocernos integralmente. Así, es posible decir que esta práctica permite no sólo a fortalecernos, sino también a equilibrar nuestro cuerpo, mente y espíritu.