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Buen Dia Aida
Piensa en una persona que desearías poder empujar en el camino de su fe, alguien cuya visión espiritual es pobre. La lectura del Evangelio de hoy nos enseña cómo ser como Cristo cuando tratamos de ayudar.
Una persona ciega, en la analogía que Jesús hace, es alguien que no puede ver las cosas a la luz de la verdad. La ceguera espiritual puede ser debida al pecado o a la ignorancia, pero siempre es peligrosa. Hay muchas, muchas, decisiones equivocadas con las que podemos chocar, errores que causan más heridas, y tentaciones que llevan a la persona ciega más lejos de Dios.
Porque nos importa, queremos ayudar a las personas que están espiritualmente ciegas. ¿A quién has estado tratando de llevar a los brazos del perdón y la sanación de Dios?
Sin embargo, cuando utilizamos métodos que no son los de Cristo, somos guías ciegos y nos tropezamos con dificultades, a menudo arrastrando a otros con nosotros. Nuestro camino está lleno de baches viejos que se han profundizado por el uso prolongado, es decir, los viejos comportamientos y hábitos que hemos forjado, nos apartan de Jesús.
Tenemos que hacer un esfuerzo consciente para estar cerca de Jesús, pidiéndole que nos señale esos baches, mientras forjamos un nuevo camino santo con Él. Si descuidamos esto, naturalmente caeremos en las viejas formas de reaccionar, pensar, asumir, y manejo de las cegueras de los demás.
En nuestra ceguera, no podemos ver el daño de nuestros viejos baches, y eso es lo que los hace peligrosos - no sólo para nosotros, sino para los que estamos tratando de ayudar. Llegar a ser como Cristo significa caminar con Él, el tiempo suficiente y de manera suficientemente ferviente como para construir un nuevo camino, mientras los viejos baches se llenan por falta de uso.
He aquí un viejo bache muy común, que estamos por lo general demasiado ciegos como para ver: como discípulos de Cristo, nunca seremos superiores al maestro, pero a menudo pensamos que lo somos. Nos comportamos como si supiéramos mejor que Dios cómo resolver nuestros problemas, cómo ayudar a otros a cambiar, y la rapidez con que todo debería suceder.
Llegar a ser como nuestro maestro significa estar plenamente entrenado. ¡Eso es mucha disciplina! Recuerda que incluso Jesús tuvo que aprender antes de poder servir. ¿Qué estuvo haciendo durante todos esos años ocultos, antes de comenzar con su ministerio de salvación? ¿Sólo aserrando madera?
¡Ciertamente aprendió de las astillas y del aserrín! ¿Lo haríamos? Siempre hay algo que bloquea nuestra visión de la verdad acerca de la gente que nos gustaría ayudar. ¿Qué está cegándote para ver la imagen de Dios en ellos? ¿Qué antiguo bache está haciéndote caer ciegamente, cada vez que tratas con ellos?
Cuando abrimos nuestros ojos para ver nuestros propios baches, estamos eliminando las vigas de madera sobre las que Jesús advirtió. Una vez que hemos sido entrenados en el nuevo camino el tiempo suficiente para mantenerse alejados de los viejos baches, entendemos cómo imitar a Jesús en la conducción de los demás hacia su luz. Entonces es cuando sabemos cómo quitar las astillas que les hacen cerrar los ojos.
Mientras tanto, cualquier bien que hagamos por los demás es milagroso. Es Dios que hace brillar su luz a través de nosotros, a pesar de nosotros.
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