Para mi querida mamá:
Todavía no me acostumbro
a tu ausencia, dejaste un vacío que jamás volverá a llenarse. La vida me
arrebató tu amor y tu sonrisa, y todavía no puedo hacerme a la idea de que no
volveré a sentir tu abrazo, ni a escuchar tu voz llamándome.
Eras una guerrera, una
mujer que luchó contra su enfermedad hasta el último minuto, siempre con una
sonrisa en el rostro. Eres un ejemplo de valentía, de fortaleza y de decisión.
Ojalá pudiera yo ser tan fuerte como tú lo fuiste, mamá. Aunque no estés, con
tu ejemplo me sigues enseñando y siempre serás mi guía.
Sé que ahora estás en el
cielo, el único lugar que se merece un alma tan bondadosa como la tuya, y que
desde ahí tú y papa y mi hermanita que no conocí me cuidáis, y me sigues a
donde quiera que voy. A veces te siento muy cerca de mí aunque no estés.
Siempre te tendré en mi
corazón. Nos veremos en la otra vida.
Te ama, tu hijo
PEDRO LUIS DANSO SANZ
