Un día como el de hoy, pero del año 2003, veintisiete pilotos israelíes, entre los que se encontraba Yonatan Shapira, firman un manifiesto donde, públicamente, se niegan por razones morales a continuar protagonizando la campaña de “asesinatos selectivos” ordenada por el Gobierno de Ariel Sharon contra los líderes de los movimientos palestinos. No se negaban a combatir. Se negaban a causar lo que eufemísticamente se denomina “daños colaterales”. Es decir, se negaban a provocar la muerte indiscriminada de civiles inocentes en la intención de eliminar a un enemigo. Salvo contadas excepciones, como la del ex Presidente del partido izquierdista Meretz, Shoulamit Aloni, que afirmó que esta agrupación había “salvado el honor de Israel”, la reacción de militares, políticos y medios de prensa fue extremadamente dura, demostrando, una vez más su insensatez y brutalidad. Los valientes pilotos (que muchos señalaron como traidores) expresaban en algunos pasajes del documento: “ Nosotros, Pilotos activos y veteranos, que hemos servido y todavía servimos al Estado de Israel, nos oponemos a llevar adelante órdenes de ataque ilegales e inmorales del tipo que Israel desarrolla en los territorios …Nosotros, para quienes las Fuerzas Israelíes de Defensa y la Fuerza Aérea son parte integral de nuestro ser, rehusamos continuar golpeando a civiles inocentes… La continuada ocupación (de los territorios palestinos) está dañando críticamente la seguridad del país y su fibra moral". Esta decisión les costó la inmediata expulsión de las Fuerzas Armadas y el rechazo de gran parte de la población de Israel.