Un día como el de hoy, pero del año 2005, la Conferencia General de la UNESCO, reunida en París, aprobó la Convención sobre la Protección y promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales. Este instrumento se constituyó como un paso necesario para establecer un equilibrio entre las diversas perspectivas del quehacer humano. La diversidad cultural debe considerarse como patrimonio común de la Humanidad y su defensa como un imperativo ético. La Convención se propuso reafirmar los vínculos que unen cultura, desarrollo y diálogo y crear una plataforma innovadora de cooperación cultural internacional. Con este fin, el texto aprobado por 148 votos a favor, 4 abstenciones y 2 votos en contra (EEUU e Israel) reafirmó el derecho soberano de los Estados a elaborar políticas con miras a proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales, por una parte, y a crear las condiciones para que las culturas puedan prosperar y mantener libremente interacciones de forma mutuamente provechosa. Defender y estimular la Diversidad cultural es una tarea tan necesaria como urgente, ya que la extinción de las expresiones culturales de los países, atenta contra la existencia misma de éstos como Naciones. El comercio y la cultura del cálculo deben ser complementados con una cultura de diversidad que fortalezca el diálogo y el encuentro entre las diversas expresiones culturales para evitar, de esta manera, la imposición de un modo de vida por sobre los otros.