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El pasado 
  
  
El día nostálgico en el cenit del año, 
 el verano, supo  
encontrar las riendas apropiadas 
 para retumbar en mi  
intelecto y obligarme a evaluar 
 mi personalidad más  
profunda. 
 Me cabe la credulidad de la existencia  
de un ente que en mis entrañas 
 me perfora el corazón  
con el punzante más doloroso, el pasado.  
Esas heridas,  
a las que asemejo a túneles, 
 son tan largas, oscuras y  
tórridas que me impiden encontrar la luz,  
ese final victorioso.  
“Lo pasado, pasado está”  
que alucinante belleza desprende  
la frase, tan sorprendente como la certeza 
 de la que carece.  
Así es, el pasado retoma el presente 
 y se asienta de nuevo  
en tu mente con el objeto de rememorar 
 todo en lo que no  
acertaste, de hacer hincapié 
 en lo mal que hiciste. Hallo  
la causa del estribillo que radica 
 en mi parte más preciada,  
mi interior, con las numerosas  
puertas que poseo para que me  
abandone y me permita ser.  
Si la ficción dejara de ser ficción 
 y se adueñara de la  
realidad...  
¡Cuántos saltos temporales haría 
 para remendar lo anterior!  
Cuando tu credibilidad te invade 
  
y piensas que lo has  
conseguido, que ya es imposible  
que se tuerza el rumbo,  
pena de nosotros, pues la marcha cambia. 
 Si supiéramos  
valorar lo que es nuestro, si lo defendiéra 
mos a capa  
y espada, esto desistiría en sorprender. 
  
  
 
  
  
Estrellita  
  
   
  
  
  
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