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General: HISTORIA DE ABRÁM “ABRAHÁN”, HIJO DE TARÉ
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De: GOYOBRITO  (Mensaje original) Enviado: 24/01/2014 21:20

HISTORIA DE ABRÁM “ABRAHÁN”, HIJO DE TARÉ:

Abrám de la descendencia de sus ancestros Noé, Sem, Arfaxad, Sala, Heber, Peleg, Reu, Serug y Nacor, fue el primer hijo nacido a Taré, en la Ciudad de Ur de los caldeos, donde habitaba con todos sus hermanos y demás familiares (Gn. 11:27, Septg. LXX).

Idioma hablado por Abrám:

El idioma hablado por Abrám, lo más probable fue el arameo, cuando lo adquirió de sus padres en su tierra nativa Ur de los caldeos. Esta probabilidad muy bien puede ser sostenida, tanto en la lengua aramea empleada por los caldeos para hablar con el Rey de Babilonia en tiempos del Profeta Daniel, como en lo ordenado por Dios al Pueblo de Israel, con relación a Jacob nieto de Abrahán, y con ocasión de la tierra de Kenaan diciendo: “Un arameo a punto de morir fue mi padre, el cual fue a Egipto, para morar con pocos hombres. Allí prosperó llegando a ser un pueblo grande, fuerte y numeroso; pero los egipcios al maltratarnos, nos afligieron poniendo sobre nosotros dura servidumbre. Por lo tanto clamando a IEUE, Dios de nuestros padres, El oyó nuestra voz, viendo nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión. Entonces IEUE sacándonos de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con grande espanto, con señales y con milagros, nos trajo a este lugar, dándonos esta tierra, tierra que fluye leche y miel. Ahora he aquí, he traído los primeros frutos de la tierra que me diste, oh IEUE” (Dt. 26:5).

Cuyo idioma es considerado, como uno de los más antiguos de la tierra, que fue conservado por los descendientes de Set, tercer hijo varón de Adán y Eva, y mantenido por quienes lo entendían, luego de haber Dios confundido la única lengua existente en el mundo, momento cuando se edificaba la torre de babel, en tierra de Sennaar (Gn. 11:1-9, Septg. LXX).

Llamado de Dios a Abrám:

En Ur de los caldeos, el Dios Omnipotente le hizo el llamado a Abrám, para que saliera de su territorio y de su parentela, y de la casa de su padre, con la promesa de darle la tierra que le mostraría, para hacer de él una multitud muy grande, bendecirlo, engrandecerlo en su nombre, y en él bendecir a todos los linajes de la tierra. El llamado pues de Dios a Abrám no se hizo esperar, porque ya teniendo los 75 años de edad y estando en Harán con Lot y Sarai su mujer, con ellos salió, llevándose los bienes y los siervos que aquí obtuvo, y llegó a Kenaan (Canaán), en un lugar llamado Siquem, hasta el valle ilustre, donde aún moraban allí los kenaneos (Gn, 11:27-32; y 12:1-6, Septg. LXX); y de aquí salido y habiéndose trasladado del oriente al occidente de Bet-el, para plantar su tienda y edificarle altar a Dios, e invocar su nombre, avanzó hacia la tierra del medio día “Neguev” (Gn. 12:7-9, Septg. LXX, y C.D.R 1569).

Temor de Abrám, a causa de la hermosura de Sarai:

Habiendo hambre sobre la tierra del medio día (Neguev), salió Abrám con destino a Mitzraim "Egipto", y a causa de la hermosura de Sarai su mujer, tuvo temor de ser muerto a manos de los egipcios. Por tanto a ella le sugirió, que llegando a Egipto, a todos les digiera ser su hermana. En efecto los príncipes de Egipto viendo a la mujer muy bella sobre modo, la llevaron a casa de Faraón, y por ella trataron bien a Abrám, dándole ovejas, bueyes, asnos, siervos, siervas, asnas y camellos. Pero Dios azotando grandemente a Faraón, para obligarlo a devolvérsela de prisa a Abrám, él así los despidió con todo cuanto tenían (Gn. 12:10-20, Septg. LXX).

Abrám se separa de su hermano Lot:

Abrám ya de regreso a la tierra del medio oriente con Sarai y con Lot, marchó de nuevo con ellos al occidente de Bet-el, lugar donde antes tenía tendida su tienda y le había hecho altar a Dios, para invocar su nombre. No obstante las propiedades cambiaron el rumbo de las vidas de Abrám y su hermano Lot, porque por la abundancia de manadas que afectó el espacio de la tierra por ellos ocupada, e hizo suscitar pugnas entre todos sus pastores, ya no podían cohabitar juntos. Entonces Abrám haciendo reflexionar a su hermano Lot sobre esta situación, le sugirió separarse de él, si bien uno iba a la derecha, el otro se iría a la izquierda; y en esto ambos convinieron, que yéndose Abrám a tierra de Canaán, Lot se fue al Jordán y ciudades circunvecinas, entrelas que incluyó a Sodoma, pues todavía no había sido destruida, por la desbordada maldad de los hombres que la habitaban. Pero luego Dios habló bien claro con Abrám, ya que desde se encontraba, el alquilón, y todo cuanto de oriente y occidente podía alcanzar con la vista levantada, a él y a su simiente se la daría por el siglo, pues esta sería como el polvo de la arena del mar, cual si alguien lo podía contar, ella también se contaría. Abrám empero moviendo tienda, habitó en el valle de Mambré, el de Hebrón, donde edificó altar al Señor (Gn. 13:1-18, Septg. LXX).

Abram rescata a Lot, y da diezmos a Melquisedec

Codorlahomor, rey de Elam, cuando siendo el decimocuarto año de su reinado, se juntó con los tres reyes: “Tadal el de las gentes; Amrafel de Sennaar; y Arioc de Ponto”, para pelear en el valle silvestre contra otros cinco reyes y vencieron. Fueron por tanto con sus tropas a Gomorra para apoderarse de todo cuanto podían cargar, y ellos tomando además de los bienes de Sodoma, se llevaron a Lot con sus propiedades y se marcharon. Esto que luego de saberlo Abrám en el valle de Mambré, mediante uno de los que se pudieron salvar y evadirse de ellos, reunió a 318 de sus vernáculos ejercitados, y se lanzó tras quienes se lo habían llevado cautivo, dándoles alcance en Hobá, al lado izquierdo de Damasco, y le recobró todos los bienes a su hermano Lot, todos sus haberes, las mujeres y el pueblo. Por esto en tanto el rey de Sodoma, salió al encuentro de Abrám en el valle de Savé, donde Melquisedec rey de Salem y Sacerdote del Dios Altísimo, les dio pan y vino. También bendijo al patriarca Abrám, diciendo: “Bendito Abrám para Dios, el Altísimo; quien creó el cielo y la tierra; Y bendito Dios el Altísimo, quien entregó tus enemigos en tus manos”. Por su lado Abrám le dio a Melquisedec, diezmo de todo, y al rey de Sodoma le entregó todo cuanto le correspondía, sin quedarse con nada, para cuidarse de que llegara a decir, que por medio de ello Abrám había enriquecido. Salvo lo comido por los jóvenes, y la parte de los varones que con él vinieron: Aner, Escol y Mambré; éstos recibirían sus partes (Gn. 14:5-24, Septg. LXX).

Pacto de Dios con Abrám:

Luego de esos eventos, Dios en visión dijo a Abrám, que no temiera porque él es su escudo, y grande sobre manera sería su galardón. Pero por la pregunta de Abrám ¿Qué me darás?, e inferirle que a falta de no darle simiente, Eliezer su vernáculo sería el heredero de todo cuanto poseía, voz del Omnipotente le dijo, este a ti no te heredará, sino el salido de tu vientre, ya que sacándolo fuera le declaró: “Mira al cielo, y cuenta las estrellas si puedes acabarlas de contar, pues así será tu simiente”. Así que Abrámcreyéndole a Dios, por justicia le fue imputado (Gn. 15:1-6, Septg. LXX).

Abrám además de la pregunta al Eterno, en que conocería que ha de heredar la tierra prometida, tuvo que a requerimiento de Dios, tomarse una becerra de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un palomino para que a excepción de estas aves, partirlos en dos y poner frente a frente, la una de la otra, y que venido sobre ellas aves de rapiña, él las separaba.

Aún Abrám, tuvo que ver en éxtasis cosas temibles y grandiosas, y escuchar lo que le fue dicho así: “Conociendo conocerás que peregrina será tu simiente en tierra no propia, y la maltratarán, esclavizarán y humillarán cuatrocientos años. Y la gente a quien sirvieren, juzgaré yo; y, después de esto, saldrán con hacienda grande. Y tú irás a tus padres en paz, sepultado en ancianidad hermosa. Y en la generación cuarta volverán acá; pues aún no se llenan los pecados de los amorreos hasta el día de hoy” (Gn. 15:7-16, Septg. LXX). Finalmente cuando llegó el sol a poniente, y haciendo tiniebla espesa, que he aquí horno humeante y llama de fuego atravesando por en medio de estas particiones, pactó Dios pacto con Abrám, diciendo: “A la simiente tuya daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande “Éufrates”, en que a sus riveras y contorno: cineo, cenezeo, cedmoneo, heteo ferezeo, los rafaítas; el amorreo, el cananeo, gergeseo y gebuseo” (Gn. 15:17-21, Septg. LXX).

Primer descendiente de Abrám y señal de la alianza:

La descendencia de Abrám era escasa, puesto que Sarai al no poderle darle hijos por su esterilidad, tan sólo había obtenido a Ismael de su sierva Agar (Gn. 16.1-16, Septg. LXX). Sin embargo cuando Abrám era de 99 años, el Eterno se le apareció, y le dijo, ser el Dios Omnipotente, y perfecto fuera andando delante de él, y a ellos les cambió el nombre para ser llamados Sara y Abrahán, y en condición de alianza le ordenó circuncidarse y a todo cuanto varón poseyera. Todo esto se aviene, en cumplimiento a la tierra que Dios le daría, y en lo que lehabía predeterminado de instituirlo como padre de muchas gentes, pues sobre manera lo engrandecería, y reyes por esto le habían de sobre venir.

Dicha alianza sempiterna por generaciones, Dios la concertó entre ambos con la extensión a la simiente de Abrahán, por cuanto mediante su hijo con Sara, llamado Isaac, reyes entre otros le descenderían, para que sucesivamente la guardaran eternamente, con la circuncisión de la carne del prepucio de todo lo masculino, que en cuanto a los infantes debería cumplirse, a los ocho meses de nacidos. Esto les sería en señal de la Alianza, y cualesquiera que no se circuncidare, sería su alma exterminada del pueblo, porque la disipó.

En ello cumplió Abrahán, tomando a Ismael su hijo, sus vernáculos, los comprados y todo macho de todos los varones de su casa, y circuncidó la carne del prepucio de ellos el mismo día, según le mandara Dios. Y Abrahán era de noventa y nueve años, e Ismael de 13 cuando la circuncisión en ellos se practicó.

Dios le anuncia el hijo prometido a Abrahán:

Tiempo a posterior, se hallaba Abrahán en el valle de Mambré, sentado ante la puerta de su tienda al medio día, y apareciéndosele el Señor en compañía de dos Ángeles del Cielo, le adoró sobre tierra y debajo de un árbol les asistió, dándole becerro asado, leche y tortas de harina con nata. Ellos al preguntarle por Sara su mujer, y él confesando de estarse en su tienda, Dios le anunció de que volviendo a él reviviendo este tiempo, Sara su mujer tendría un hijo. Esto le pareció risible a Sara, debido a la vejez que ambos tenían. Pero el Eterno aduciéndole a Abrahán, que para Dios nada es imposible, se lo volvió de nuevo adecir, tal como ya se lo había dicho antes (Gn. 17:1-21; y 18:1-15, Septg. LXX).

Abrahán implora a Dios, por si habiendo justos en Sodoma no mueran con los impíos:

Dios teniendo consideración de Abrahán, porque muchedumbre grande sería, y en él benditas todas las gentes de la tierra, mandando a sus hijos y a su casa, después de él, que guarden el camino del Señor a hacer juicio y justicia, para todo lo que le habló, le develó la destrucción de Sodoma y Gomorra, ya que el clamor lo multiplicaron, y el pecado de ellos sobre manera grande, y con el fin de saberlo descendiendo viendo, si ya no estaba cesado aun.

De ese lugar donde todavía Dios se hallaba, partieron los dos ángeles del cielo a Sodoma; y Abrahán se inquietó, porque a sabiendas de Lot allí, imploró al Señor por los justos, para que no perecieran por los impíos y no perdiera a la ciudad, a causa de todas sus maldades. Comenzando empero de cincuenta y terminando con 10, Dios le dijo que no la perdería si en igual equivalencia hallare a tales cantidades. Por último Dios tuvo misericordia de Lot y de su familia, que llegados los ángeles caída la tarde a Sodoma, lo encaminaron a salir de prisa, y entre tanto que comieron y bebieron, y ya venida la noche sin ninguno acostarse, llegaron todos los varones sodomitas de mozo a viejo, que luego de rodearle su casa, con él altercaron en desacuerdo juicioso del ofrecimiento de sus hijas, en vez de los allegados, y quebrantaron la puerta cerrándola tras sí, para conocer a los forasteros. No obstante los ángeles cegaron a los sodomitas, para que no vieran cómo salir por la puerta, y ya repuntando la aurora que mirando el disimulo de Lot y la duda de sus yernos al considerarlo como una burla, lo asieron de la mano y agarrando a su mujer y a sus hijas los sacaron de la ciudad, para que escaparan por sus vidas, con la advertencia de no mirar hacia atrás; y llegados a Segor, ciudad concedida por los ángeles a petición de Lot, hizo Dios desde el cielo llover fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra, y las destruyó hasta sus contornos, con todo lo que en personas, bienes y vegetación tenían. Al tiempo que por mirar la mujer de Lot hacia atrás, se convirtió en una estatua de sal. En fin, todo en cuanto a la destrucción de la ciudad pudo ver Abrahán, desde el mismo lugar donde había hablado con Dios.

Sara da a Luz, el hijo anunciado por Dios a Abrahán:

Tal como el Omnipotente dijo llegó a ocurrir, pues llegado el  momento oportuno, Sara cayó en estado, y luego dio a luz un hijo varón, que puso por nombre Isaac, mediante al patriarca Abrahán, le sería llamada su simiente (21:1-12, Septg. LXX).

No obstante, algo muy curioso le acaeció más tarde al patriarca Abrahán, ya que cuando Dios quiso ponerlo a prueba, para evaluarlo en la obediencia con respecto a su hijo Isaac, le exigió su ofrecimiento en holocausto sobre la tierra vista en visión, sobre uno de los montes que por tanto le mostraría. Esto es a saber el Monte Moriah, donde siglos después fue construido bajo el reinado de Salomón, el templo de Dios en Jerusalén. Hecho ese de Abrahán, que contribuyó a ser provisto de carnero en lugar de su hijo Isaac, y a ratificarle además de ser en su simiente benditos todos los linajes de la tierra, la promesa de bendecirlo y multiplicarle su descendencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar (Gn. 22:1-18, Septg. LXX; y C.D.R 1569).

Otros hijos de Abrahán con Cetura fueron: Zamram, Jecsan, Madán, Madían, Yesboc y Sué (Gn. 25:1-2, Septg. LXX).

Bienes y muerte de Abrahán:

En cuanto a las propiedades o bienes de oro, plata, tienda, manadas y servidores entre otros que poseía Abrahán, se los entregó a Isaac, su hijo. Pero a los hijos de su concubina, tan sólo dio dones y los envió lejos de Isaac, para luego morir a la edad de 175 años, y ser sepultado por todos sus hijos junto a Sara, en la doble caverna del campo de Efrón hijo de Seor, que en presencia del pueblo de la ciudad de Arbé, le compró por cuatrocientas didracmas de plata valederas ante el mercader (Gn. 23.12-18; y 25:5-10, Septg. LXX).



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