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General: Los hombres son dioses e hijo del Altísimo
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: GOYOBRITO  (Mensaje original) Enviado: 05/08/2014 19:29
  Los hombres son dioses e hijo del Altísimo:

 

En Génesis y en Salmos respectivamente se lee:

“Y el Altísimo plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y todavía produjo de la tierra todo árbol gracioso de ver, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal” Génesis 2.8-9.

“Y mandó Él Altísimo al hombre, diciendo: De todo árbol del Huerto podrás comer, más del árbol de conocer el bien y el  mal no has de comer, porque el día que comas, ciertamente moriréis” Génesis 2:16-17.

“Pero serpiente era más sagaz que todo viviente sobre tierra, que hizo El Altísimo. Y serpiente dijo a mujer: ¿Pues qué? ¿Ha dicho Dios: No comáis de todo Árbol del paraíso?  Y mujer dijo a serpiente: «fruto de Árboles del paraíso hemos de comer; pero fruto del que está en medio de paraíso, dijo Dios: «No comeréis ni lo toquéis, para que no muráis».  Y serpiente dijo a mujer: «No de muerte moriréis;  pues sabía Dios que si día comieres de él, se abrirán vuestros ojos y seréis como dioses conociendo el bien y el mal». Y vio mujer qué árbol bueno de comer, y qué agradable a los ojos de ver y qué gracioso de contemplar, y tomando el fruto de él, comió; y dio también al varón de ella, y comió. Y los ojos de ambos se abrieron, y conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera, y se hicieron cinturones” Génesis 3:1.7.

“Yo dije: dioses son, y todos ustedes hijos del Altísimo; pero como hombres morareis, y como cualquiera de los tiranos caeréis” Salmos 82.6-7.

El Altísimo ciertísimamente dijo: “Yo dije: dioses son, y todos ustedes hijo del Altísimo”; pero aunque seamos dioses, ciertamente debemos morir como hombres, y caer como cualquiera de los tiranos. Esta aseveración Él la hizo por lo acaecido en el Huerto del Edén, porque con mucha anticipación, Él fue muy claro con Adán en decirle y advertirle, que de otros árboles podía comer, pero del Árbol de conocer el bien y el mal no, para no morir. Por esto entró en escena el Querubín Lucero o Lucifer, para perpetrar su intención de muerte contra los primeros especímenes humanos. Lucero sabía que Adán y Eva morirían si comían del árbol de conocer el bien y el mal; y aunque las Sagradas Escrituras no relatan las causas que lo indujeron a causarles la muerte a los pioneros de la raza humana, sin embargo es probable por el privilegio y facultades que Él Altísimo le concedió al hombre (Adán), pues aún de someter a sus pies muchas cosas, le permitió señorear sobre ellas, y le dio una fémina de compañera. Lo cual no fue lo mismo con los seres celestes o de luz que creó, y entonces Lucero o Lucifer se sintió ofendido e intrigante de ello.

La astucia o sagacidad de Lucero mediante serpiente, fue engañar a Eva de que no morirían, y convencerla de llegar a ser dioses conociendo el bien y el mal. Precisamente, aún de la mentira Lucero dice la verdad, de que ellos serían como dioses conociendo el bien y el mal; pero la falta de conocimiento no le permitió a Eva de percatarse que al comer no serían igual a Dios como Ser Supremo y con inmortalidad, Altísimo, extremado Poder, Padre Creador del firmamento y de las cosas animadas. Dios enseguida le quitó al hombre, la posibilidad de comer del árbol de la Vida, porque comiéndolo podía vivir para siempre haciendo el mal. Se hizo necesario expulsarlo del Huerto del Edén, tal como así se corrobora en el Génesis:

“Y dijo Dios: «He aquí Adán hecho está, cual uno de entre nosotros para conocer el bien y el mal. Y ahora no sea que extienda su mano y coja del árbol de la vida, y viva por siempre. Y le envió Dios fuera del paraíso de las delicias a trabajar la tierra; de que se le tomó. Y echó fuera a Adán y le aposentó frente a frente del paraíso de las delicias; y ordenó a los querubines y la llameante espada la que se volvía, a guardar el camino del árbol de la vida” Génesis 3.22-24.

Así terminó, la buena vida y la felicidad de un hombre que sabía lo de la muerte, si comía del árbol de la cognición del bien y el mal. ¿De qué entonces le valió hacerse como dios conociendo todo el bien y el mal, si desgraciadamente tenía que morir?  Sin embargo a esta desdicha, que por ende la muerte sobreviene a todo hombre, vino uno que fue diferente, porque al tercer día se pudo levantar de entre los muertos, y su alma no fue dejada en el hades, ni su carne tuvo la corrupción (Slm. 16:10; Hch. 2.27; y 13:35). Este hombre previamente a su desgracia en la Cruz del Calvario, he aquí el término que por ello expresó: “Yo dije dioses son, y todos ustedes hijos del Altísimo, pero como hombres morirán y como cualquiera de los tiranos caerán”. Y en efecto, Cristo así lo dijo para demostrarle con las Escrituras a los mediocres que le acechaban, de que él si era dios e hijo del Altísimo, al igual como lo eran ellos, pero del mismo modo prediciendo a la vez su muerte, con lo que por ello a todos dijo: “Pero como hombres moriréis”.

Un poco más de lo ya comentado, es que de hecho por la maldición de muerte sobre Adán y así sobre todos los seres humanos, Cristo como hombre debía morir, y aunque haya muchos dioses mortales sabiendo el bien y el mal, sólo hay un Dios Altísimo, Verdadero y Eterno "JESUCRISTO”, quien con su Espíritu Divino pudo levantar su cuerpo humano de entre los muertos, dejando un precedente importante, para que así como Él resucitó, también nosotros sus escogidos resucitaremos. Es por tanto que en los siguientes textos sagrados, escrito está:

“El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo” Ef. 4.10.

Pero sabemos que el Hijo de Dios es venido, y nos ha dado entendimiento; para conocer al que es Verdadero; y estamos en el Verdadero, en su Hijo IESUE, el Cristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna”. 1 Jn. 5:20.

“Porque por cuanto la muerte entro por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” 1 Co. 15:21-22.

“Yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; más he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén” Ap. 1:17-18.

Sólo hay un Dios Altísimo, Verdadero y Eterno, quien se hizo carne y habitó entre nosotros (Jesucristo Hombre), Dios y Hombre a la vez. Los demás dioses son mortales, y tan solo son dioses en saber el bien y el mal, y por tanto están en una condición de inferioridad al Ser Supremo “JESUCRISTO”. 

Así que todo lo anteriormente expresado, es para que se entienda, que IESUE fue explícito en decir: “Yo dije todos Ustedes son dioses e hijos del Altísimo, pero como hombres moriréis”. Él Fue clarísimo con tales palabras, y estas se concatenan con Génesis, en el sentido de que el hombre por comer la fruta prohibida, se hizo como dios conociendo el bien y el mal, pero fue echado del Edén, para que no extendiendo su mano sobre el árbol de la vida, no pudiera vivir para siempre haciendo el bien y el mal.

Irremediablemente el hombre tenía que morir; y tan sólo sería como dios sabiendo el bien y el mal, como lo dijo Lucero o Lucifer a Eva: “seréis como dioses conociendo el bien y el mal” Génesis 3:5. De hecho, Lucero sabía lo que Dios también acerca de todo el bien y el mal, y que generalmente estos conocimientos al hombre no le era permitido saber, para que no muriera. El hombre no debía saber muchísimas cosas, entre las que por su naturaleza humana forjada del polvo de la tierra, era inferior a los seres celestes o de luz, y que no tenían hueso y carne como él, ni le es ningún impedimento lo que a la materia sí lo es.

Lo cierto es, que lo contradictorio del asunto lo vino hacer Jesucristo, ya que pese de su muerte devenida por lo acaecido con Adán en el Huerto del Edén, tuvo éxito en vencer las circunstancias adversas del ser humano, al resucitar de entre los muertos y vivir por siempre, sin tener llegado el momento oportuno de necesitar lo defectuoso que representa poseer un cuerpo humano, cual ha de desaparecer en función de solamente lo espiritual eternamente.



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