*”Así que ya llegaron hasta aquí” pensamiento de una figura que avanza con decisión y gran porte, siendo esta figura recubierta de una serie de componentes metálicos, unos que parecen para recubrir y otros para atacar, así pues deambula al interior del Templo Zodiacal de Libra el portador de dicho ropaje Dohko Santo Dorado de Libra. “No tengo tiempo… Puedo sentir al mismísimo Hades y a otro dios cerca de Athena… Asmita, Sisifo no permitan que Athena sea dañada!” último fragmento cuya intención es que sea escuchado por aquellos compañeros combatientes. Entonces la postura del Librano demuestra una evidente variación en su postura, como si todo su cuerpo despidiera esa determinación, ese poder de su lealtad y de su energía interna y con esa aura potente hace presencia frente al invasor. – Tú… Esa armadura, debes ser uno de los Guerreros de Asgard que han entrado en la Guerra… No puedo entender que motivos te mueven ni que es lo que quieres ganar, pero nuestros pueblos nunca han estado enemistados, sin embargo la situación es apremiante y a menos que decidas marcharte deberé luchar con todas mis fuerzas… Aunque lamente atacar a un hermano. – Palabras que demuestran las opciones producto de las concepciones del Dorado con intención de evitar no sólo el desgaste seguro que implicaría este combate, sino la lucha como tal entre pueblos cuyos Dioses no han levantado nunca la mano uno contra otro. Aguardando la respuesta del invasor, expectante e irresoluto se yergue el protector de Athena*

*Con un cierto reflujo inquisitivo, como si la sorpresa se posara en la mirada del Librano, así este observa al Asgardiano. – Acaso dices que nadie sobre el planeta merece vivir?... Ese pensamiento no es de los Guerreros de los que había escuchado, Guerreros que resistían las inclemencias de la gélida Asgard al servicio del benefactor Odin… - palabras que responden en principio a lo comentado por aquel rojo azul, mientras que un paso casi autómata se produce en el Atheniense, paso que lo acerca y más que eso lo perfila ante el Asgardiano. – Nunca la fuerza determinará quien tiene la razón, la verdad no puede establecerse de esa forma… Sin embargo es deshonroso escucharte así que impediré tu paso Guerrero! – y con esto último el Santo de Libra parece elevar sus brazos y flexionar muy levemente las rodillas de forma que toda su postura es ahora una entre defensa y ataque y más que eso una postura premeditada que sirve además como un camino a la evaluación y razonamiento. “No puedo creer aun que puedas estar seguro de lo que dices, debe haber algo en ti o en tu pueblo que esté causando toda esta barbarie… Debe haber una razón…” y con ese pensamiento la mirada atenta se fija sobre la silueta del nórdico, mirada inquisitiva, profunda y determinante, de la cuál parece que surge una señal a su cuerpo, mismo que produce unos ligeros brillos esmeraldas y dorados que forman una ligera y semitransparente aura de energía que rodea y resalta la Armadura Dorada de Libra y que parece generar un casi imperceptible efecto sobre el ambiente, notándose como un levísimo aumento del flujo eólico el que produce un ligero vaivén a los mechones marrones de su cabello*

*- Tsk – expresión de la garganta del Librano cuando capta la presencia del Kyoto y escucha aquellas palabras llenas de sorna y prepotencia. “Han llegado hasta este sitio, y los demás Santos Dorados están con Athena… No puedo dejar pasar a este sujeto” razonamiento válido producto de la situación determinante y cargada de premura y urgencia en que no sólo están los Athenienses sino la misma Reencarnación de la Diosa de la Sabiduría.  “Pero… Este Guerrero se nota muy convincente… Aunque no logra convencerme con sus palabras, no puedo pensar realmente que la gente sabia y tranquila de Asgard se haya inmiscuido en esta Guerra…” siguiente razonamiento que hace dirigir sus ojos hacia el mentado guerrero. Y cuando la figura del Librano se muestra erguida y determinada, ilustrándose en su propia energía, el antagonista inmediato se lanza con fuerza. – Acaso… Acaso se mueve tan rápido como nosotros? – interrogante que se expresa acompañado de una expresión de sorpresa en su faz, más sin embargo las piernas férreas de este Oriental se flexionan un tanto, lo suficiente para aumentar notablemente la energía potencial en estas, movimiento que causa un ligero crecimiento en el fulgor de su brillo interno, acompañado este movimiento de la mano derecha que parece sujetar algo tras el escudo mayor de la Armadura de Libra, y cuando los dedos de esta mano aprietan con fuerza este instrumento las piernas del Dorado generan un fuerte rechazo sobre el sustrato, lo suficiente para lanzarse hacia la derecha de su posición, en una dirección ligeramente diagonal de forma tal que logra evadir el despliegue del Nórdico más una cierta sensación de quemazón surge desde la pierna izquierda del Atheniense “Acaso su cosmos es tan ardiente?” razona, más aun en el aire este Santo aprovechando la inercia del salto desata su brazo derecho con gran potencia en un movimiento semicircular notándose en esa mano como sujeta un extremo de una barra gemela o nunchakus y con ese movimiento un ligero resplandor y una cantidad de partículas doradas fluyen de esta arma cuando se separa para que acto seguido el segundo extremo de la misma parta con grandísima potencia y precisión, causando un silbido casi sordo en su camino iluminando todo su recorrido con esas chispas doradas, para que con gran experticia el Dorado dirija aquel peligro hacia la región del tabique y frente en el rostro de este Espectro, mientras que con gran potencia se deja ver en ese despliegue cada uno de los músculos del tenaz brazo diestro del Santo de Libra haciendo correr a velocidad lumínica el artefacto de oro macizo que distalmente posee 3 pirámides cuyo objetivo es causar mayor destrozo en su impacto y de esa manera detener el avance de este esbirro de Hades*

* Entonces la silueta del Santo de Libra parece detenerse en el sustrato con sus piernas firmes, recias más un ligero olor a humo parece notarse en sus vestiduras, especialmente en aquella capa alba que desciende por su espalda, producto de la previa actuación del Nórdico. Más en ese momento los ojos fijos y atentos del Oriental están fijos en la Dama que ha arribado a su Templo “Así que también has llegado hasta aquí…” menta con cierta rabia, como una sensación de sobrecarga, más esta es completamente efímera pues el Librano inmediatamente parece sobrepasar esta sensación – Pandora! – exclama con cierta vehemencia al direccionar su mirada hacia aquél tridente potente de la mencionada Dama, y con sólo un brevísimo instante la muñeca diestra de este Atheniense parece girar sólo un instante para que a través de la cadena y a todo lo largo del Nunchaku un ligero movimiento se dé lugar y así el extremo que amenazaba al Kyoto variara un tanto la dirección para que ahora pretendiera impactar en el sitio en donde el mango del Tridente se une a las puntas metálicas del mismo, con la clara intención de causar una fractura en ese mismo espacio y de esta manera dejar inútil aquella arma diabólica. Más ese ligero movimiento parece ser opacado cuando la mirada del Santo de Libra torna de pos en pos hacia cada uno de los 3 personajes contrarios a la Diosa Athena. – No puedo dejarlos pasar… - exclama casi en un susurro, más para sí mismo, al recordar y vislumbrar más que todo, el escenario que se desarrolla en lo alto del Santuario, donde la regente de la Justicia aborda con valentía a su némesis, y junto a estos Dioses se encuentran seguidores de aquellas estirpes combatientes. “No debo dejarlos… Aun si aquí morimos todos, no los dejaré continuar!!” Y con ese pensamiento un zumbido parece recorrer el entorno para que e un momento a otro un pulso dorado fluya desde la silueta del Atheniense, como si fuera una onda de energía, misma que proyecta aquél matiz precioso en la estancia y continuo a esta onda un cúmulo energético se hace presente rodeando al Oriental en un halo dorado de energía, mismo que causa un levitar y arremolinamiento no solo de su capa sino de sus marrones cabellos, y así dicho halo parece hervir con tenacidad desplazando granes cuerpos de energía por toda la figura del Santo conformando una flamígera exposición y manifestación de cosmos, manifestación que genera no sólo un brillo potente sino una sensación cálida y determinante que inunda aquel Templo, sensación que va acompañada por el flujo de algunos corpúsculos que parecen desprenderse de la imagen energética del aura del Librano, corpúsculos que chocan y expanden un brillo dorado en las columnas y paredes cercanas. – Mi misión es proteger a Athena… Esa es la razón de mi actividad y aun si no logro sobrevivir, no permitiré que Ustedes pongan en riesgo a mi Diosa!... Sólo por esa esperanza, por esa idea de que Athena no perezca y de que el mundo no caiga en la muerte eterna que proclama Hades… Por eso estoy dispuesto a emplear cualquier recurso! Y expandir mi cosmos hasta el infinito, aun si de este Templo no sale nadie con vida!! – y de esta forma efusiva y decidida el Santo de Libra adopta una evidente postura de combate más la siniestra parece acercarse a la pierna de ese mismo perfil y así se vislumbra la figura potente del Santo Dorado de la Constelación de Libra*  *

Pdt: Pandora! Tan chévere mirarte por acá, nunca creí que daria un giro así esta escena n.n

*De pie con gran potencia y enarbolando aquella aura que parece ser un ser viviente dejando notar como altera su configuración a través del cambio de tamaño y de la intensidad del brillo que reflejan. Entre esa flama dorada los ojos marrones del Librano siguen al Nórdico hasta notar como ahora es ausente del Séptimo Partenón. “Alcalad… No eres un guerrero como estos otros… A pesar de lo que dices dudo seriamente que tengas en tu corazón esos pensamientos cargados de rencor y de tanto despojo de la humanidad característica de tu región… Sin embargo te alcanzaré en breve… Te lo prometo” Especialmente las últimas palabras pretenden comunicarse con el mentado Guerrero de Asgard, procurando así que el Librano no deje duda alguna de las intensiones de parlkamento y combate con este que parece ser diferente a todos los demás. Y finalizada esta reflexión, los ojos del Atheniense vuelven a fijarse en las dos efigies oscuras. – Ustedes… Pueden despedirse de toda intención de combate y mucho más de llegar hasta Athena, no permitiré que siquiera salgan de esta Casa… Han mancillado con su presencia los dominios de Athena y su amenaza será pagada con su derrota! Y la de Hades!! – Vocablos fuertes y potentes, de gran decisión y autodeterminación, dando lugar a un nuevo brillo dorado, mismo que recorre el interior de aquella edificación, iluminando y tiñendo de dorado aquel espacio, mientras que su mano izquierda ahora sujeta un objeto tras el escudo del perfil derecho, agarrando el extremo de la otra barra gemela o Nunchaku, y paralelo a esto la diestra retrae el primer Nunchaku siendo así que ahora los dos gracias a leves movimientos giran a los lados del Librano, sujetos con gran fuerza cuando cada giro, cada pequeño vaivén de estos Nunchakus desprende un ruido sordo, como un silbido, que representa la ruptura del flujo de aire y del sonido mismo, a la par que varias chispas doradas cual átomos termolumínicos surgen de estos agregando así el fulgor de estas chispas a toda el aura flamígera del Atheniense. – Ahora!!! Nunchakus!! – Exclama con vehemencia azotando el aire con gran fuerza cuando cada Nunchaku se estira causando una rasgadura en el aire, llenándolo de esas chispas doradas para que en su camino certero, preciso y a la velocidad característica del flujo lumínico, avancen uno hacia el centro del peto del Kyoto y el otro Nunchaku hacia el punto donde las clavículas se unen, justo encima del esternón de la Dama presente, acción acompañada de una fuerte presión que se representa por el fulgor energético del cosmos del Oriental*