** Las arenas del tiempo continúan cayendo de la palma inclemente de Chronos, y con ello  la tarde se extingue lentamente en el crepúsculo,  en medio de cálidos rojizos  y  siniestros azures que tiñen el cortinaje de nubes que se apodera del cielo, amenazantes de lluvia. El fragante aroma  a humedad en la tierra es arrastrado por el viento susurrante que  recorre  el greco paraje  cobijado por la  mano benevolente de la diosa virgen, acariciando  los bloques marmóreos que sostienen la majestuosa extensión  de aquel anfiteatro, destilando a través de sus fisuras, su historia. Muy lentamente  entre el murmullo de la brisa un regular eco metálico se extiende y con el las corrientes eólicas  se tornan álgidas arrastrando un hechizante aroma a edelweiss. Es entonces que bajo la luz de dudosos rosáceos y azures  se adivina  una  sinuosa figura que se detiene al filo de la primera grada. La capa  de crudo lino  ondea trepidante pendiendo de los sobrehombros metálicos de aquel mítico blindaje áureo  que atavía la exquisita silueta de gesto inerte cincelado en oro que recubre  su fas verdadero.

Absorbiendo los matices del atardecer menguante, la armadura resplandece orgullosa y exultante rodeada en mechones turquesas que se remolinan  ostentando  la marca  inherente de acuario estructurando su vertiente azulada de garbo acuático. Sus fríos ojos  escrutan con taciturno escrutinio la arena desolada del coliseo desde las alturas mientras se dispone a tomar asiento extrayendo un libro de  cubierta marrón con letras doradas grabadas sobre su lomo, lo abre exponiendo las letras a sus ojos celosos, reposa el objeto sobre los muslos de sus piernas  cruzadas con insigne elegancia de aire aristócrata . Emitiendo dulces destellos, irónico de su naturaleza glaciar, copos de nieve de complejas formas,  grandes  y pequeños danzan en un hipnótico vals enmudecido en torno a la doncella  acuariana que con avidez recorre las letras impresas sobre las hojas de pergamino. Sin embargo algo merma su atención en aquel momento de taciturna privacidad,  las brisas gimientes  se alebrestan, desatando una mínima sensación de alerta, pequeña pero ciertamente incisiva « Tengo un mal presentimiento… » La idea surca el pensamiento de la  valkiria  glaciar que descendió  desde la catedral acuariana hasta aquel anfiteatro.**

** Aquellos nubarrones terminan por tornarse de fríos matices ensombrecidos por oscuros grises tras el partir de Apolo en el firmamento, aislados sonidos se elevan alrededor, producto de solitarias  gotas que comienzan a precipitarse, muriendo absorbidas al estrellarse contra la aridez del terreno. Para ese momento el exterminio ya había comenzado… La incisiva  mirada oculta tras la careta dorada se eleva con desaprobación hacia una dirección que parece al azar, sus manos cierran abruptamente el libro, dentro del mapa estelar que percibe su cosmo, pequeños puntos se extinguen sin más, después  de cada uno solo percibe un atisbo impregnado de horror marcando sus fatídicos finales. Sin más tiempo a derrochar, dejando aquel objeto bajo el resguardo de una roca, se incorpora en un grácil salto  precipitándose hacia la arena, emergiendo entre la polvareda que se alza, en firme carrera apenas a mitad de las gradas marmóreas se detiene de golpe - ¡Pero…! – Exclama sin reparo en su propio asombro, por inercia  se lleva el dorso de su brazo hacia el rostro en un claro gesto de asco ante la nauseabunda  masa que se arrastra por el suelo pétreo, mancillando  el territorio ateniense – que diablos es eso… -  se cuestiona apenas en un susurro para sí, algo no muy frecuente el la onceava guerrera. Recobrando su postura original, relega a un segundo plano su mirada terrenal  y da paso a los ojos del cosmo con toda su vasta generosidad, leyendo en la exoticidad de la entidad descifrando los bríos que nacen de las profundidades del Tártaro « Un espectro… »  reclamándose internamente de no haber caído en cuenta antes se yergue con aire de tenue arrogancia -  tu atrevimiento al mancillar con tu presencia el Santuario de Athena  Victoriosa  ya es suficiente, será mejor que te retires antes de empeorar tu situación… - lanza con severidad aquel ultimátum viendo la penosa escena que había dejado a su paso el infausto  visitante . En un fugaz gesto de su rostro  invita a los refugiados a retirarse de ahí, tomando así, las riendas de la situación-  esta será  mi única y última advertencia espectro, o acepta las consecuencias de tu error… -  sentencia agitando la capa en un galante ademán  revelando la joya de Acuario afincada a las formas de su cuerpo, reverbera silenciosamente ante la desagradable presencia.  Entretanto las gotas se multiplican muy lentamente… interpretando su  taciturna sinfonía mientras llega el desboque de la tormenta que se avecina**

**  El crepúsculo avanza con rápida quietud, el astro rey al fin ha desaparecido de la vista  y la oscuridad azur del firmamento se resguarda tras las nubes que  apenas dejan vislumbrar alguna estrella, el paraje se torna  más difuso  en el momento preciso que las gotas se precipitan  torrencialmente produciendo un hechizante siseo. Una  mezquina sonrisa se traza el decoro de sus labios en aquel rostro furtivo ante la demostración de tal osadía por parte de la indeseable visita – la cuestión es en sí absurda, la respuesta creo que es evidente… -  espeta con notas de terciopelo. Es entonces que los vientos se arremolinan trepidantes emitiendo su dulce silbido sobrecogedor cuando una generosa onda expansiva imbuye el ambiente con aire frío, derribando la temperatura hasta los  -80° para seguir su camino hacia el descenso helado emitiendo periódicamente aquellas ondas alimentando la algidez  naciente. Dentro de aquel  despliegue magistral digno de una hechicera, pequeños cuerpos astrales emergen de la doncella glacial, irradiando un gentil resplandor áureo, los cuales se estrechan a su alrededor  edificando una bruma etérea que torna cada vez más densa en la campaña de magnificar  sus estrellas. En consecuencia, el aura lacónica que exuda su cosmoenergía crea un breve  diámetro  de inhóspita temperatura ideal para la valkiria acuariana, apenas las gotas de lluvia intentan rozarla se congelan,  uniéndose a la danza de cuerpos  gélidos entre copos y perlas de hielo danzantes embriagados en su energía magistral – Mi misión como fiel guerrera al servicio de Athena, es impedir que perpetren los límites del santuario, y tú… - volviendo su rostro  por encima de su hombro le contempla en la prudente  distancia que les separa, envolviéndose de brío inquisidor – ya has ido demasiado lejos -  finaliza  mientras esporádicos copos de nieve en su entorno comienzan a hincharse , absorbiendo las partículas de agua evaporada en el aire  adquiriendo un tamaño anti natural  y un generoso grosor, girando  y danzando oscilantes lanzando fugaces ases de luz ante la tenue iluminación que confiere la noche que apenas comienza**

**Su gesto tras la máscara se frunce con desagrado furtivo contemplando la  supuración de lo que califica de “pústulas” en aquel cuerpo de indefinida forma, aunque paulatinamente comenzaba a acostumbrarse a la nauseabunda imagen. La valkiria glaciar  gira sobre sus tacones emitiendo su metálico sonido  siguiendo la entidad, envuelta en aquel  aire de misticismo  magnético, digno de la maga del agua y el hielo,  las ondas que su cosmos continua emitiendo comienzan  a recubrir la  superficie humedecida de la  arena en una generosa capa de escarcha sólida y deslumbrante que permanece  cohesionándose con las gotas de agua que siguen precipitándose. Consecuentemente la temperatura continua bajando e intentando mitigar la fétida podredumbre  proveniente de aquella “larva”,  la sensación térmica rasguña  los  -100°.  Es entonces que la doncella acuariana  larga la diestra, entre los tensos y largos dedos albos de su mano  escamas de hielo ejecutan su danza privada acompañados de perlas de hielo y esporas de cosmos  que se sintetizan en comunión  con el aire frio que se condensa en un orbe que encarcela aquel magnifico aire frío capaz de congelarlo todo – Si ese es tu capricho más que tu deseo, así será… mientras veremos hasta donde llega tu mal gusto… -  espeta  con sutileza  mientras los  generosos copos a su alrededor acatan a la indicación de su siniestra , huyendo disparados de su creadora en  múltiples direcciones, deteniéndose en ubicaciones que parecieran aleatorias , estos permanecen estáticos suspendidos en el aire impregnados de la abrazadora energía de  la acuariana, quien permanece alimentando aquella orbe  a la par dominio sobre la  creciente lluvia convirtiendo la locación en su medio natural. **

**Pasa por alto la descarada risotada de su antagonista, para aquel momento, con la creciente lluvia, incontables gotas cristalizadas en perlas de hielo se unen a la danzan su esencia astral, remolinándose en torno a su cuerpo en una ascendente vertiente inmersa en el aquel delta cósmico que exhala su aliento helado brindándole impulso, el orbe que sostiene en la diestra termina de hincharse convulsionándose estrepitosamente  en el breve espacio conferido por los dedos de la amazona a la par que los copos exiliados momentos atrás cesan su curso en los limites de la arena , al filo de la primera grada, cubriendo el diámetro, incluso algunos permanecen suspendidos por encima  de las contendientes en aquel escenario que poco a poco era dominado por la acuariana, cubriéndolo todo en escarcha y formaciones  de hielo.  – Esas son unas acertadas y sabias palabras… espectro -  espeta con sobriedad al tiempo que vislumbra  el ataque dentro de su campo visual, un estridente eco metálico perfora  en los sonidos emergentes cuando golpea el suelo con la bota en un despliegue de agilidad, retrocediendo  una distancia prudente , intentando ganar espacio lejos de evadir la ofensiva – deberías tomarlo en cuenta también- sentencia  girando su torso deliciosamente, contrae  el brazo, reventando con arrebato el orbe encarcelado entre sus dedos, encerrando todo su poder inhóspito que pronto se vislumbra tratando de impregnarse al resto de su mano lenta y progresivamente -¡DiamondDustRay! – en una  cienmilésima de segundo, impulsa con su brazo aquella energía abrasadora, empujando finos y puntiagudos  cristales  viajan en una rauda  corriente de aire frío a – 180°, sintetizados  en un rayo deslumbrante  y cegador capaz de herir la visión. Sorpresivamente el blanco directo no se trata en origen de la entidad tartárica, la trepidante energía avanza frenética hacia el copo de hielo más cercano, apenas roza la superficie reflejante, le proyecta al siguiente en el extremo opuesto emitiendo el dulce susurro de los cristales cortando el aire al atravesar el anfiteatro, repitiendo el patrón múltiples veces en una fracción de segundo  implicando cada cuerpo cristalino posicionado con antelación tejiendo una red, congelando todo lo que acaricia si su composición atómica así lo permite con naturalidad, ralentizando su movimiento  nuclear al imbuirle con su cruel ventisca glaciar, intentando golpear al espectro en el proceso mientras que ávidamente   la luz devora la escena en un suspiro. De así lograrlo, la acuariana “mataría dos aves de un tiro”, si los cálculos  de la pragmática doncella no fallan la rutilante luz en la técnica mancillaría la visión de la larva espectral, en segunda instancia, trata de disminuir la  cantidad de fluido venenoso que se avecina, congelándolo con aquel tejido de polvo de diamante, al no estar contemplado inicialmente, una pequeña parte de la sustancia se filtra alcanzando la valquiria glaciar mancillando la pureza alba de la capa de lino, la máscara y la tiara, transgrediendo la belleza de la onceava joya dorada con su veneno superficialmente, pues envuelta en aquel cosmo gélido su temperatura  es invertida abruptamente reduciéndole a sus efectos nocivos.**

** - Hablas demasiado…- espeta con tenue hastío furtivo poniendo una mala cara tras la careta dorada ,  sumando a ello el fallo de su primer movimiento, traduciéndolo en un evidente desperdicio en cierta medida. Un sonido reprobatorio emerge discreto mientras en un gesto agreste  arranca  de los sobrehombros la  capa contaminada  que cae al suelo pasando a formar parte de las estructuras gélidas en apenas un suspiro fugaz.  La álgida mirada de la valquiria acuariana divisa de soslayo  los movimientos  de su antagonista antojándosele completamente fútil mientras aquellas vertientes de fluido nauseabundo  se acercan en una nueva acometida de la exótica entidad.

– Es inútil… -  las palabras emergen en el perfecto momento que los núcleos astrales de su cosmos se cohesionan, deslizándose acariciando con su gélido aliento besando la superficie aura de la armadura dorada  ostentando su contrastante fulgor argento; convirtiéndose en el ánfora humana de la cual fluyen las aguas  del norte tras comenzar a evocar las estrellas de la onceava constelación  en consecuencia cubriendo sus pies en las aguas de inclemente y punzante frío de su energía cósmica, los puntos estrellados reverberan en su espigada efigie y la primera de las afortunadas se  traza   deslumbrante y orgullosa.

Con magistral gracia  una generosa porción de cosmo se desliza en su espigada figura  de belleza aristócrata, engastándose  a su diestra  que se alza  imbuida en la palpitante energía empujándola rauda y vertiginosamente en una ventisca  de efecto de cono; transportando miles de finos cristales en cada fracción de segundo embriagados en la energía magistral de la hechicera glacial  congelando  aquel fluido  reduciendo su cinética molecular  creando  una escultura deforme que colapsa en polvo  de hielo… - No lo entiendes…  quien comete un error eres tú – replica  mientras las cifras en la temperatura siguen descendiendo una a  una, convirtiendo el greco paraje en su medio natural incluso en aquel alarmante -200° - Mira que realizar la misma técnica dos veces frente a un caballero de la orden de oro es algo realmente imprudente… -  concluye con un deje que se antoja  de mezquina arrogancia mientras  las aguas de su cosmos se arremolinan estremeciéndose  danzando con arrebato  y la segunda de las afortunadas  brilla en la doncella ateniense evocando los vientos  del norte que poco a poco se reúnen a su alrededor, el verdadero aire frío aun no arrasa aquella arena. Apenas y se trata de la punta del Iceberg. **