*Con una sorpresa que se traduce rápidamente en una incomodidad manifiesta, la expresión de una figura revestida por una coraza oscura, que se compone entre sus elementos más llamativos de unas alas de envergadura notable y todo en conjunto de apariencia en extremo resistente y peligrosa. La mirada de este, no menos atemorizante que su misma presencia, irradia pues, la determinación en su mente y que late con vigor y pujanza en su espíritu. “Algo extraño ocurre, estos muros y piedras, muestran un desgaste evidente de 200 años… Pero aun sigo en el Santuario de Athena” razona raudo en pos de su visión y el horizonte que se abre ante él, mientras se mantiene algo alejado de una construcción semi concéntrica que tiende a dirigirse hacia una arena, vista esta edificación desde lo alto de un pilar, sobre el cual con garbo y control se detiene en su marcha dicha figura de monstruosa apariencia.*

*”Vaya. Un nuevo Caballero… Pero que…” de repente el flujo de ideas, de quien en el pilar observa la escena, se detienen, mientras tal como mencionara su pensamiento, observa una figura que se acerca a la edificación donde las marcas y la disposición de graderías y de la arena, hacen pensar en un Coliseo. “Acaso, esta ciego?...” La mirada de este aun más violenta se fija sobre ese mentado. – Quién eres? – Interroga, cuando con fluidez y precisión se aleja del pilar que lo sostenía, aterrizando veloz en un sector distante al interpelado. “No puede ser… Acaso este sujeto es un Caballero de Athena y además tiene algo que ver en toda esta confabulación contra Alone?” Muestra de esta idea un destello rojizo hace aparición, destello en la orbita ocular, dotando de mayor cariz rojizo a su mirada, que ahora hace completo objetivo a este sujeto mencionado. La sombra que proyecta el yelmo, cambia por efecto del último salto, dejando ver su rostro, severo y trastocado por una animosidad, sólo sometida por su gran fuerza de control, evidente en el poderío físico que manifiesta este, con su envergadura alar replegada sobre unos metales oscuros, que reflejan gran orgullo y jerarquía.*

*Con cierta gracia el de las alas, recompone su postura, erguida por completo, observando sin desazón al esquivo Santo. – Jum – expresa sin mayor noticia ni matiz en su voz, en tanto que el puño vuelve a su lateral y su frente erguida, tanto como su cuerpo entero, dejando que los rayos solares restallen, casi sin reflejase de sus ropajes tan oscuros, más su mirada refleja mayor empuje que la misma rudeza de su Sapuri. “Es definitivo, he sido transportado de nuevo en el tiempo. No entiendo que ocurre, ni quién está detrás de esto. Pero entonces debo irme cuanto antes, y este muchacho no puede detenerme demasiado” Con esta idea en claro, la vanagloria de su energía se hace expresa en destellos rojizos, cual núcleo solar, mismos que trascienden la barrera dérmica y recorren la superficie exterior de su coraza metálica, anunciando un fulgor casi inusitado, con preclara potencia, misma que parece ocasionar cierto calcinamiento exotérmico sobre los gránulos de polvo a sus pies. – No me interesa si tus otros sentidos se han mejorado, y tampoco tendré piedad de que estés ciego. Eres un estorbo. – Fiero y desmesurado, el garbo y determinación emancipan su propia presencia entre los albores de fuego y venganza.*

*Augusto y arrogante el Espectro observa con denodada sorpresa al joven ateniense. “Está loco, aun si sus otros sentidos pueden reemplazar a su vista, no puede creer verdaderamente que puede ser un guerreo útil en cualquier ejército” Con férrea expresión, este recalcitrante alado somete a su visión adusta a este que corre hacia él. “Sin embargo es esta la defensa que me ofrece el Santuario, un chiquillo minusválido… Acaso no soy el Protector de Alone?!” meditando esto la fuerza flamígera de su energía restalla en su propia cercanía, elevando nuevos trazos y despojos de polvo y algunas láminas superficiales de las piedras que adosan el sustrato del Coliseo. El puño diestro concurre en una masa casi gelatinosa de fuego, denso, brillante, mortal. Esta mano ensalza su poder, en tanto que miles de partículas de energía se fijan en tal iridiscencia, en tanto que todo su cuerpo se ve presa de aquella energía, que cual fuego extintor, arremete contra el aire que lo circunda, elevando rastros de este en tanto que es sometido por el azar de su tránsito a la presencia del Espectro Alado. – Inconsciente! – Con esta palabra, que fluye con fuerza y estrépito, la figura inclina por completo su tórax, alcanzando un grado justo de inclinación, que sirve de ángulo de lanzamiento a su cuerpo, mismo que es despedido a una velocidad increíble, trazando en cada pisada algún rastro de fisuras sobre el sustrato, mientras que el puño acrecienta en tanto su envergadura, que la diestra casi se pierde, dejando que aquel ahora aparentemente sólido, fuego se transporte, en movimientos de zigzag, en cuanto la figura del Bennu, cuál ave rapaz, se mueve en saltos en diagonal, el último de los cuales lo acerca por el lado izquierdo del Bronceado, y en ese momento que la figura de este está muy cerca, la pierna derecha se afianza con tal fragor en el sustrato que algunos delgados fragmentos se desprenden, mientras que cada músculo se contrae, aunando en el impulso del golpe, el cuál se abalanza como un ariete incinerador, entre un lúgubre rugido que se acompaña por una fiereza característica del espíritu destructivo del Fénix Oscuro.*

*Severo y potente, la diestra se hunde un tanto sobre el peto del Bronceado, sintiendo el percance que causa en este, observando además aquellas ligeras grietas. “Jummm, creí que se rompería su Armadura..." el pensamiento se corta en este momento, girando la mirada rojiza hacia el movimiento del Dragón, sintiendo por efecto de aquel movimiento el impacto sobre él. – Acaso deseas perder las manos?... – Un ligero brillo cruza los ojos del Espectro, un brillo mortal que aligera por un instante el revuelto polvo, dejando por un instante que dicho calcinamiento ceda a la calma de la atracción de la gravedad, iniciando una caída suave, hasta depositarse en el sustrato pedregoso. – Insolente! No podrás detenerme! Aun no comprendes que tú y yo, pertenecemos a categorías diferentes?... Caerás convertido en Cenizas Santo de Athena! – Pronuncia casi rugiendo esto que menciona a la cara del oponente. En ese punto un diminuto fulgor en el centro de su cuerpo parece actuar como mecha, causando por un instante, una especie de convulsión energética, desatando una conflagración que se debate desde su centro y se transmite al unísono en cada parte de su cuerpo, restallando sobre su coraza el destructivo fragor del fuego, la combustión de aire y polvo, causan ciertas brumos de gases opacos y grisáceos, mientras que los cabellos se someten a este vaivén de energía. En un instante los músculos de piernas y de la espalda, hacen contraer su estatura, tensionando con gravedad esta parte de su cuerpo. – Déjame! – Al instante siguiente, piernas, tórax y básicamente todo el cuerpo se contorsiona en un impulso directo y ascendente, mientras que la pierna derecha se mueve con violenta velocidad, causando un zumbido como un látigo incandescente, mismo que busca con el talón, alcanzar la mandíbula inferior del Atheniense, en tanto que los brazos procuran agrandar el impulso en dicha arremetida.*

Kagaho de Bennu - Estrella Celeste de la Violencia