*De forma casi instintiva gira su mirada hacia el látigo, captando al totalidad del mensaje emitido por la Amazona, y las intenciones. “Shun, en realidad has hecho algo terrible al parecer, pero es imposible, tal vez sea el afecto especial de ella hacia ti…” Observándola con atención, eleva sus brazos de forma casi automática. – Juné, entiendo lo que sientes, pero debes entender que la misión de un Santo de Atenea es seguir los deseos de su Diosa, no puedo hacer nada por ti. – Acompañando estas palabras, una expresión de determinación y audacia se fija en su rostro, para que posterior a ello, realice un salto bastante preciso, aterrizando en una rama de uno de los árboles de aquel jardín, adoptando en ella y con gran equilibrio y maestría, postura de combate, adelantando su brazo derecho y dejando el izquierdo pegado al abdomen. “Esta pelea tiene que suceder de cualquier manera, ahora o en otra ocasión, así que es mejor para ambos, que no luchen entre sí.” Templando un tanto sus músculos una ligera onda de energía esmeralda fluye desde su cuerpo, iluminando tímidamente su faz y su apariencia.*

*Un ligero brillo en los ojos del joven, manteniendo perfecto equilibrio en aquella rama, mientras observa con atención los movimientos de la Amazona. “Así que estás decidida Juné…” De un momento a  otro, todo su conjunto se tensa con gran fuerza, justo cuando su tobillo es apresado por aquel látigo. – Tal como lo pensaba… Usas ese látigo como ataque y probablemente… - Interrumpe sus palabras con una mueca de dolor ante la presión de ese instrumento enroscado en su pierna, y como respuesta a esto, antecede su pierna, al punto que estira sus brazos para mantener el equilibrio, y luego ubica el empeine justo detrás de la rama sobre la cual se apoya. – Tsk.. – Se oye pronunciar de boca del Bronceado, cerrando sus ojos, inspirando profundamente varias veces, ganando cierta calma, que gradualmente se traduce en la expresión calmada y de auto control en su rostro, mismo que permanece aparentemente inmutable, cual si la meditación fuese tan profunda que anulara su percepción del exterior, más sin embargo la tensión muscular continua estable y aquella luminiscencia esmeralda se mantiene rodeando suavemente su figura, aunque cierta excitación energética aumenta el brillo tenuemente de este recubrimiento inmaterial.*

*La presión sobre el tobillo se hace insoportable, sin embargo el joven pelinegro mantiene su postura y resistencia en aquella rama, sujetándose con sus manos a otras cercanas en cuanto el amarre exige mayor esfuerzo por parte de este. – Juné! Aun no entiendes? Nadie puede cambiar esto que debe suceder! Debemos ir al Santuario, y aun si morimos es nuestro deber!.. – De repente las palabras se cortan y gotas de sangre fluyen desde el tobillo de este, ensuciando al parte terminal de su kimono y sus zapatos, entonces perdiendo agarre sobre las ramas, y fracturando esa que el servía como anclaje de su pie derecho, la figura es despedida, más con su brazos protegiendo su rostro, logra defenderse del impacto de ramas y hojas, aunque en tales giros, pierde estabilidad para que de un momento a otro impacte su cuerpo de espaldas contra le tronco de un árbol, logrando al instante siguiente agazaparse sobre una rama, mientras se inclina sobre su pie afectado, respirando agitadamente, levantando su mirada con un ojo cerrado por algún escozor, más las manos aruñadas del Dragón se aprestan con firmeza sobre el extremo de ese látigo. “Es muy fuerte y está muy decidida… Sólo me queda inutilizar su arma y tal vez pueda entrar en razón…” Razona, recuperando lentamente el control sobre su respiración, a la par que el látigo se mezcla con gotas de sangre que provienen desde sus manos y tobillo, más estas gotas parecen difuminar su color, en cuanto la albura verdosa que antes creciera, pareciera cobrar mayor notoriedad.*

Shiryu de Dragón - Santo de Bronce de Atenea

*La tensión se fija con gran fuerza tanto en la mirada, como en las manos del joven pelinegro, en tanto que sus manos desnudas pretenden sujetar con fuerza ese látigo, procurando en primera instancia sacudir este, liberando su tobillo de tal amarre. – Bien! – Exclama sin premeditación, sintiendo nuevamente la movilidad en su pie, refrescando de tal dolor aquella articulación y en ese preciso momento eleva su faz, apuntando su mirada al rostro de la Amazona. “Tal como lo creí… Ustedes dos deben tener una conexión muy cercana…” La sujeción sobre el látigo no se reduce en absoluto, por el contrario aumenta la presión de sus dedos y palmas sobre la mencionada arma. En un momento, un movimiento preciso, ejerce presión sobre la rama en que se apoyara, con gran fuerza, aprovechando su propio impulso y el jalonamiento de la Amazona. En la mirada del joven, se encuentra grabada la ubicación y postura de la Amazona. En ese viaje su cuerpo se balancea con gran argucia y habilidad, sin liberar aquél látigo, cayendo más allá de la Amazona y apenas tocando la rama de caída, realiza un par de saltos más alrededor de ella y entre algunas ramas, de forma que al final se encuentra el oriental entre una red que se va constriñendo en dirección de la Amazona en el centro de la misma, con el fin de reducir su movilidad. “No podría atacarla directamente, sin embargo debo inutilizar este látigo.” Razonando de esta manera, increpa sus brazos y cuerpo, ejerciendo mayor fuerza sobre el agarre y aumentando la potencia del impulso de halar aquel extremo del látigo de la fémina.*

*Apretando con fuerza aquél látigo, el joven pelinegro detiene sus saltos un instante, observando atentamente a la Amazona. “Parece confundida… Pero es lo mejor que puedo hacer”. Razonando así, el joven tensa una vez más y con gran fuerza sus brazos, tal presión que pareciera que las ramas por entre las cuales pasó el látigo fueran a quebrarse y del mismo látigo se oye una especie tirantez, entonces volviendo un par de saltos, el Dragón avanza en línea recta hacia la Amazona, observándola entre aquellas vueltas del látigo, para entonces en un rápido giro, deslizar esa arma entre las ramas más cercanas a ella y en un último salto, supera una rama de considerable dimensión muy cercana, haciendo una especie de polea, aunando su propio peso con la presión enorme de sus brazos y manos sobre el extremo del látigo, para ejercer el último amarre hacia la Amazona, amarre que junto a los anteriores giros, rodea ramas cercanas a la Amazona, ramas que ceden ante aquella potencia, dejando libre el látigo que se abalanza en todas direcciones hacia la corporalidad de esta. – Debemos partir! - *

Shiryu de Dragón - Santo de Bronce de Dragón

*”Perfecto!” razona observando el ascenso de la Amazona, para que con un tirón preciso, la punta del látigo quede enredada gravemente con el entrelazado mismo de esa arma. Conjunto a esto el brazo diestro del Dragón se tensa fuertemente, mientras que realiza un salto preciso yendo a caer justo entre la parte superior de aquel látigo, erguido sobre este y observando el mango de dicha herramienta. – Lo siento Juné…  - Exclama en última visión de ella, cuando desciende su vista al agarre del mencionado látigo, cuando su mano diestra se eleva, tensando fuertemente su brazo y todo el torso. El brazo parece el filo de una hoja cortante, recordando la capacidad de artes marciales de este guerrero y la habilidad aprendida. La respiración y mirada perfectamente sincronizadas, no apartan al concentración del joven de otro objeto que el mango, cuando en una última exhalación el torso se dobla y el brazo desciende con fuerza y potencia, apuntando a la parte superior del mango, donde va a estrellarse con violencia su mano entre un silbido de aire producto del trazo de su brazo.*