Acuario

Nombre: Reginleif  Élise Desrosier Nidelven.

 Edad: 20 años.

Lugar y fecha de Nacimiento: Orleans, Francia; 14 de Febrero.

Lugar de Entrenamiento:  Gällivare, Suecia.

 Perfil Psicológico.

                Según la opinión general de quienes le conocen resulta solemne, un rasgo acentuado por su postura siempre impasible aunque llena de garbo. Generalmente se le ve seria y como su compañero de armas en la onceava casa casi siempre se le ve con un libro en mano que suele extraer de la biblioteca de Acuario, de aspecto intelectual y severo a juego con el cosmos frío que la acompaña en todo momento. Lo que la máscara no revela es que realmente no hay gran diferencia entre el rictus inexpresivo de la pieza metálica y su rostro, pocas veces se permite una expresión abierta a menos de que se encuentre con alguien entrañable pues sobre toda su fas, dentro resguarda una cálida humanidad que suele resultar contraproducente mermando con cierta frecuencia su agudo raciocinio.

Biografía.

                 Nació en el seno de una familia de clase media superior gracias a cierto reconocimiento que ostentaban sus padres. La más pequeña de cuatro hermanos, hija de una prodigiosa y prometedora pianista que al entregarse a la vida familiar relegó su pasión musical a último plano; a pesar de ello Reginleif pudo disfrutar de sus dotes musicales recibiendo clases de ella como era costumbre en las mujeres de la época. Su padre en cambio había muerto un par de años después de su nacimiento, fue tras abandonar Orleans y establecerse en Throndheim, Noruega; ahí ocurrió el fatal accidente que fue sólo el inicio de una serie de lamentables sucesos; él formaba parte del grupo del equipo a cargo de la restauración de la Catedral de Nidaros, en uno de los múltiples siniestros que sufrió la construcción el hombre pereció bajo los escombros y las llamas.

Después del incidente, la familia era sostenida por su madre que retomando su talento musical logró sacarles adelante de manera formidable gracias a sus bien remuneradas presentaciones ocasionales y composiciones.  Los años transcurrieron con aparente normalidad, durante este tiempo su madre empezó a dar señales de insalubridad mental que al principio Reginleif no alcanzaba a notar y mucho menos a comprender.

En el corazón de su octavo invierno, su madre y ella volvían de un viaje relámpago a Uppsala, Suecia; la primera había ofrecido un exitoso concierto y Reginleif había aprovechado el viaje para visitar la Universidad de la ciudad, impulsada por su temprano amor a los libros, ambas no escondían la plenitud con la reciente bonanza. Pero eso sería por vez última.

La noche de su arribo en Throdheim las calles ostentaban una lúgubre atmósfera, los elementos de la guardia monarca se movilizaban sin orden aparente, se escuchaban gritos desconsolados y llantos sin sosiego por doquier… Y ellas sólo eran parte de la tragedia. Una serie de asesinatos inmisericordes se dieron esa noche, deliberados, rin razón, sin patrón.

Al llegar a casa ambas observaron con horror  la funesta escena de los niños sin vida junto a la nana, ingresando a Reginleif y a su madre en las cifras de las decenas de familias que fueron víctimas de homicidio.

Su madre no reaccionaba víctima del colapso nervioso, sólo las lágrimas emergiendo de sus ojos, rodando por aquel precioso rostro desencajado fue la última imagen que tuvo de ella antes de ir en busca de auxilio. Pero su campaña poco tiempo duró,  inmersa en la incertidumbre corriendo a través de las empedradas de la ciudad,  creyendo “sentir” sombras arremolinándose en todos lados y al mismo tiempo en ninguna parte, como si fuesen y viniesen dentro de una percepción sobre natura.

Una pareció aterrizar como un bólido frente a ella obstruyéndole el paso, en su fas percibió la violencia de su presencia imponente, pero lo pasó por alto, estaba sofocada en su necesidad de resoluciones, no le importó la túnica negra que lo ocultaba, ni los intensos granates que la observaban, apenas y reparó en las extrañas alas de oscuro fulgor que sobresalían en su espalda.

Sólo importó el golpe que la confinó a la oscura inconciencia mientras maldecía su incapacidad de lograr nada.

Volvió en sí horas después, cuando el infortunio cesó, en la madrugada gris y azul caminaba de regreso junto al canal, un impulso desconocido la hizo mirar hacia las aguas inertes del río, fue entonces que justo como las aguas, su madre reposaba tras la gruesa superficie congelada, sosteniendo en brazos el cadáver de unos de sus hermanos.

Al final en su locura, la mujer se había lanzado al río perdiendo la vida en el proceso. Reginleif golpeaba el hielo frenética, por un instante sus manos refulgieron disolviendo el hielo alcanzando el cuerpo de su madre.

Ese día los cuerpos de su familia junto al resto de las víctimas fueron velados en la Catedral de Nidaros, donde todo había comenzado –aunque ella no tuviese conocimiento de ello- tras el incendio de años atrás la nave y el presbiterio ya habían sido reconstruidos dando alojo para los funerales del trágico  acontecimiento.

Nunca había profesado devoción hacia la creciente fe de la iglesia, tampoco tenía deseos de acercarse a los féretros, limitándose a contemplar el ritual desde el umbral de Nidaros.  Misteriosamente durante la misa de réquiem una nevada intensa se posó sobre la ciudad, al mismo tiempo que un hombre ostentando más edad de lo que se podía aceptar se postraba a su lado como si viniese con la ventisca, un aura antigua y longeva rodeaba al extraño envuelto en austeras y  envejecidas prendas muy acorde para con su personificación, la miraba con ojos llenos de una sabiduría que el precario y joven entendimiento de Reginleif sólo rasguño a percibir.

« ¿Entregarías tu vida al conocimiento?...»

El extraño anciano había dado al clavo, ya no le restaba nada más que la atara terrenalmente al todo, y lo que le deparaba el futuro en ese lugar no podía ser muy prometedor. Al final ella solo asintió.

«Haces bien niña, por que solo el saber perdura… el resto es efímero»

Un aura helada lo rodeaba, en aquel entonces apenas y vislumbro la superficie del significado de sus palabras, pero si el conocimiento le era entregado, probablemente podría evitar que algo semejante volviese ocurrir. De esa manera aquel hombre  la llevó a la orden de Athena, bajo la doctrina de la casa del aguador ejecuto su entrenamiento en las álgidas tierras de los límites australes de Suecia en Gällivare.

 Técnicas.

 Diamond Dust (Polvo de Diamante): Es la técnica básica de aquellos denominados "santos de los hielos" una versión más débil de Aurora Execution (Ejecución Aurora). El caballero reúne/crea aire frío ralentizando drásticamente el movimiento atómico de la humedad que flota en el ambiente, manifestándose en numerosos cristales de hielo afilados y cortantes que son lanzados a través de un poderoso y raudo viento frío que puede alcanzar el Cero absoluto (-273.15°C).La técnica tiene doble efecto, ya que, más allá del impacto de los cristales, el aire frío de la técnica al golpea al objetivo, este congela todo a su paso recubriendo incluso las armaduras de un capa de hielo endurecido.

 El aspecto visual de la técnica varia, en ocasiones como una fuerte ventisca y cristales, en otras como un orbe que flote por encima de la mano del santo, este la agarra, la revienta y lanza el poder que contiene en forma de finos cristales.

Diamond Dust Ray: La metafísica de la técnica de manera intrínseca es la misma que el Polvo de Diamantes en teoría, sin embargo, se sintetiza en un rayo de gran resplandor con todo su poder congelante.

Kol'tso (Anillo): Una técnica que consiste básicamente en inmovilizar al objetivo, se manifiesta primero en una nube de cristales de hielo que salen del dedo índice del ejecutor, que al alcanzar al objetivo, se estructura un anillo al rededor del mismo, incapacitando su movimiento, este se ajusta y se multiplica al rededor del blanco.

Grand Kol'tso (Gran Anillo): Su metafísica es la misma que Kol'tso, la diferencia reside en su temperatura cercana al Cero Absoluto, ya que el Kol'tso tiene una débil temperatura y resulta relativamente fácil destruirla.

Frezzing Shield (Escudo Congelante o Escudo de hielo): Técnica que usa la base del Frezzing Coffing (Ataúd Congelante o Ataúd de Hielo), el santo congela la humedad en el ambiente creando un enorme bloque de hielo, este actúa como una barrera de hielo sólido en vez de capturar al blanco, en pocas palabras solo varía la aplicación. Tiene una temperatura estrecha al Cero Absoluto, por ende, imposible de romper desde adentro y desde afuera con escasas excepciones. De tardía ejecución así que es ineficaz contra blancos móviles.

Aurora Execution (Ejecución Aurora - Técnica final): La técnica más poderosa y que mejor emplea el aire frío por excelencia, capaz de congelar cualquier cosa. De manera interna consiste en una descarga de aire gélido impulsado por el séptimo sentido y el cosmos en comunión, a una temperatura que rasguña el cero absoluto, temperatura a la cual se congelan las Armaduras de Oro. Visualmente, el santo crea una urna con sus manos, elevándolas por encima de su cabeza, a lo cual la imagen de Ganimedes se manifiesta a sus espaldas, teóricamente, la urna que sostiene la figura mítica va absorbiendo los llamados " vientos del norte" hasta que se llena, el entorno del taumaturgo se enfría considerablemente, esta reproduce fielmente los movimientos del caballero y vacía su contenido cuando este desciende sus manos frente a sí. El rayo del ánfora se fusiona con el expulsado por el santo, al momento del impacto, el movimiento atómico de todo lo que toca, se detiene, provocando la muerte.

Habilidades.

Velocidad: Velocidad luz.

Séptimo Sentido: Dominado.

Cero Absoluto: -273.15°C, no domina esta temperatura, pero se mantiene muy cerca de ella, y la alcanza a voluntad.

Sabiduría: Gracias a su afición a la lectura, junto a su personalidad, es capaz de desarrollar estrategias impecables aunque esto se verá afectado si el oponente es una persona que ella conoce limitándose a su fuerza, dejando de lado su intelecto.

 Rol.

 -Presentación.

                **Sigue su descenso a través de la escalinata que cruza los doce templos zodiacales, la brisa cálida que sopla desde el mediterráneo  tiene bríos desolados mientras remolina largos mechones de filamentos turquesa, hacía apenas unos instantes había dejado atrás el recinto patriarcal y el percutir de sus botas contra el suelo pétreo ya se escucha a las faldas de Acuario tras abandonar los recintos previos con cierta premura.

 Los muros del templo bajo la estrella del aguador divino reverberan su dulce susurro, desnudos y expuestos al cosmos de uno de sus moradores; un cosmos de gentil algidez, combado como nunca, corrompido por la expectación de las circunstancias que se antojan casi inverosímiles. Había salido de los aposentos del Patriarca con una habilidad digna de un actor magistral, manteniendo su usual portento solemne frente a cualquier presente.

 Bajo la careta adosada a su fas, sus ojos de plata ruedan por la imagen de la Acrópolis a sus pies, bañada en los tonos de dulce naranja que anuncian la transición del crepúsculo precediendo a las noches atenienses. Vulnerable a las brisas que perpetran las doce casas, esta vez la sensación de lejanía entre ellas desaparece totalmente y deja la idea de que en un suspiro podría estar saliendo de Rodorio.

 Ni en sus sueños más retorcidos, ni en una de sus aisladas y más desacertadas conjeturas hubiese sido capaz de generar aquel escenario; la idea circunda en su mente en atroz cacofonía atravesando Sagitario envuelta en la capa de lino impoluta, resguardando el ostentoso brillo áureo de la joya acuariana.

 En un pasado distante había entregado su vida a la orden de la diosa en gran parte para evitar una circunstancia semejante, ahora la misma orden y sus dogmas la empujan lanzándola a llevar a cabo aquello que a fuego siempre intentó evitar. Tomando en sus propias manos aquello que supone debe proteger tanto como a la misma diosa.

 Sus pasos sistemáticos llenos de una convincente seguridad la conducen al pórtico de la octava casa entre balaustradas sublimes de antiguo mármol. Es mandato del Santuario segar la vida del traidor entre las filas de la orden, su misión es cumplir la campaña a como diese lugar. Bajo el cobijo del escorpión celeste llevaría a cabo la tarea que pesa sobre sus hombros espigados, esta vez la amazona que protege la onceava casa perpetra la casa del escorpión no como hermana de armas, sino como verdugo.

 -Kardia…- musitó más para sí que para invocarle, Escorpio es el lugar que emplearía como camposanto para el regente, mejor en sus manos que en las de alguien más; así se ganase el desprecio de Dégel en el camino.**

 -Elevación

                **En absoluto se trata de un juego, no le sorprende que la percepción del greco evoque tales ideas, muy a pesar de las convicciones del heraldo de Ganimedes las cosas iban en cruda seriedad. Un estruendo metálico percute entre los muros de la octava catedral cuando ella golpea el suelo pétreo con el tacón de la greba aseverando la realidad de las circunstancias.

 Pronto la temperatura natural de la casa del escorpión pierde su usual  calidez, los números van en alarmante deceso derribados por la onda de aire frío que emana la espigada figura nívea de la maga acuariana; una segunda onda recorre la estancia hasta sus recovecos, después de esta muchas más y con cada una la fina capa de escarcha que comienza a generarse sobre los suelos se engrosa.

 Gentiles destellos refulgen albos entorno a la gran maga glaciar, entretejiendo el imponente fulgor de su aura cósmica danzante en enigmático vaivén de gélidas vertientes astrales, aniquilando poco a poco cualquier remanente de calor próximo a ella. Pequeños copos de nieve oscilan inmersos en aquella marea de energía impoluta, reflejando el resplandor inherente de los ropajes dorados que se exultan imbuidos en la esencia de su energía.

 Lentamente abre los ojos tras la máscara, a sabiendas de que la empresa que lleva a cabo requiere de completa consciencia, lo cual en muchos niveles podría resultar contraproducente dentro de la brevedad de la guerra milenaria que apenas comienza a cobrar forma, cuando el escorpión celeste se sepa conocedor de la realidad, las cosas probablemente adquirirían una magnitud que ella apenas y desea calcular.**

 -Ataque

                **La vertiente turquesa de cabellos danza estrepitosamente víctima de la corriente dominante de aquel cosmos vibrante e intempestivo convertido en una ventisca astral, entre la estructura de la careta dorada que deja al descubierto la mitad inferior de su rostro alabastrino, se adivina el trazo carmín de un hilillo de sangre que se desliza lentamente por la comisura de sus labios congelándose al instante expuesto al inhóspito aliento de su cosmo.

 Las benevolentes propiedades de su esencia apenas y logran contener hasta ese momento los efectos inminentes de las técnicas del octavo caballero, someter su humanidad a los efectos de su propio cosmos helado ayudan apenas a ralentizar las consecuencias de la aguja escarlata, retrasando su inevitable descenso hacia una dolorosa locura, evitando ceder hacia el ardor de la técnica escociéndola desde adentro.

 Cinco estrellas ya están trazadas sobre su cuerpo en horribles perforaciones sobre la  preciosa armadura del aguador, la sangre que alcanzó a manar de las heridas se congelo sobre la dorada superficie. Nadie era capaz de escapar a la velocidad certera e incisiva de la técnica carmesí, en verdad temible en aquel duelo elemental más allá incluso de su naturaleza como santos.

 Pero ya no podía mantener más la zanja en aquel encuentro de hielo y calor, tenía que poner la balanza a su favor. Una de las afortunadas aparece brillando presuntuosa sobre su cuerpo diáfano evocando la protección de su estrella guardiana, los vientos que la circundan se remolinan con galante violencia removiendo las esporas de hielo flotantes, un nubarrón albo se cierne sobre sus pies arrastrado por aquella ventisca ascendiente concentrándose en su mano que se alza imponente apuntando inquisidor hacia el cielo raso – Grand…Koltso-  dicta solemnemente, el eco de su voz es tragado en el dominante sonido cristalino de los copos de nieve proyectándose con presteza hacia el greco en un denso cúmulo gélido ,donde los núcleos cósmicos proveen generosamente su inclemente temperatura glaciar cercana al cero absoluto, buscando vehementes con su siniestra velocidad alcanzar su objetivo y engullirlo con su aliento helado en hermosos anillos de cosmo y hielo para restringir sus letales movimientos.

 Es preciso, indispensable; si logra sellar sus movimientos  el tiempo suficiente en el gran anillo, abriría la brecha necesaria para colocar el fatal epílogo de la funesta tragedia.**