** Para aquel instante parece como si los susurros de la guerra  ulularan a su oído, incluso para la aparentemente infranqueable templanza y autocontrol que ostenta parecen perpetrados por un febril deseo de combate que no le es posible mesurar.  Su gesto se cohesiona con la inerte máscara que deja al descubierto parte de su rostro, bajo la careta los ojos cenicientos pierden  su fulgor adivinando la carrera que siguen los pasos de la amazona; el compás de sus piernas se abre  y adopta una postura que le sirva de  aplomo mientras  eleva la diestra anteponiéndose  a la trayectoria de su acometida frustrándola, entretanto su pensamiento se dedica a la tarea de descifrar en el escenario de tan  improbable conducta pues bien sabido es que las luchas entre los santos dorados  no son bien vistas por la diosa virgen. Y el dogma Ateniense es sagrado para la novena casa casi por encima de las otras once lo cual postula las circunstancias en un punto casi inverosímil.

 Pero a pesar de que su pensamiento intenta  revocar sus acciones, apenas la arquera entra en el rango de su atmósfera helada adornada en copos de nieve que siempre la acompaña,  este parece reaccionar  de una forma tan llana  y puramente básica de supervivencia viéndose amenazada. De inmediato brillantes esporas ascienden manando de su figura y con ellas  se anuncia el fulgor albo cristalino que la delinea, agudizando la inclemente algidez que exhala  su presencia  los cuales comienzan a castigar la tierra bajo sus pies; la diestra, responsable de detener el golpe  pretende cerrarse en ese mismo lugar imprimiendo  especial fuerza  empujando tal cual un ariete  con todo su brazo y rechazarla, exhibe movimientos lacónicos  producto de la supresión de sus inhibiciones , con presteza se prepara ,en un salto  girando sobre su propio eje  y con una pierna plegada  con la firme esperanza  de que, aun teniéndola cerca ,  intentar propinarle  una patada  sobre su humanidad al azar  y desterrarla aún más lejos.**

** - Hm…- En la parte inferior de su faz al descubierto se adivina lánguida la mezquina sonrisa de  breve satisfacción que le ofrece  la eficiente respuesta  de  su compañera de armas, un gesto menguado en la aparente dominante naturaleza bélica imbuida en su sistema – Cuando lo amerite la situación…- profiere solemne  retomando consecuentemente  su galante postura de genuina ofensiva. La onceava armadura se engalana  cetrina bajo la luz del sol en el firmamento, exultada en la radiación luminosa de su energía astral donde  los breves  núcleos  cósmicos danzan tímidos inmersos entre cuerpos cristalinos en torno a la gran maga, quien, se abstrae un escaso momento en su propio escrutinio siendo observada por la arquera.

 -Vamos… sé que tú también lo has notado Scarlette –  haciendo alusión a los extraños movimientos en la cercanía que venía  percibiendo desde su arribo; espeta sin propia intención, apenas amortiguando su hosca posición frente a ella, agradeciendo para sus adentros  al menos el dominio de su propio pensamiento en tan abominable situación.  Por inercia, empujada nuevamente  por lo que parece  ser  más bien un instinto de preservación se hace de aplomo observando la nueva estrategia « Vaya, recurriendo a los clásicos…» parece presuntuosa  incluso dándose tiempo  para admirar la secuencia; entretanto, sus brazos yacen antepuestos y cruzados  frente  al plexo solar  mientras sus manos convocan silenciosamente a la congregación de los cuerpos  glaciares que se fragmentan en polvo álgido  impregnado con su esencia cósmica,  nadando taciturnos entre sus dedos a la espera de su rival.**

** La mirada cenicienta oculta bajo la careta apenas  y logra trazar  la  ruta que venía anticipando desde hacía unos segundos contemplando a la guerrera arquera; su atención desviada ínfimamente  intenta  enfocar diáfanamente el siniestro sendero que conduce  a través de las estacas de piedra, un  verdadero campo santo.  Sólo un mezquino suspiro es  suficiente  para hacerle perder el hilo que entreteje la secuencia. La hechicera glacial  se muestra  impasible a la voz que resuena entre las paredes de su mente, complacida de que  aún sean dueñas de esa parte de su conciencia « Sólo  intentemos no matarnos… esto de por sí  no es apropiado. Por más que esté fuera de nuestras manos… No preocupemos a la señorita Athena».

 Cuando intenta recuperar terreno sobre la situación  sólo la defensa que interponen sus brazos cruzados con antelación, logra amortiguar una parte mínima de la arremetida que comete la novena; antes del impacto, la energía concentrada inmersa en afinidad  con la esencia de su cosmos helado ya ha derribado la temperatura  a su alrededor ( -200° ). Sería  un total desatino seguir acumulando energía  o algo podría lamentarse. Aquella vertiente astral  sale proyectada de sus manos buscando congelar  las grebas al piso en un intento por inmovilizarla, al mismo tiempo, su cuerpo es rechazado varios metros hacia atrás, antes de que su cuerpo impactase  aparatosamente  sobre el suelo las botas derrapan sobre el suelo, después  no son suficientes  y ahora la  defensa sobre la rótula  también emite un eco metálico  amortiguando la fuerza de empuje hasta que cesa.  Intenta permanecer  ahí,  con una rodilla clavada al suelo, nuevamente el cuerpo no le responde incorporándose en ese instante, ahora  el resplandor que irradiaba momentos atrás reviste ataviando  intensamente  la figura de la dama del hielo, emitiendo un aliento  inclemente, álgido.**