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Siegfried Dubhe Alfa
Introducción
Hábiles bandidos se han internado en el Palacio del Valhalla sin encontrar a su paso resistencia alguna , aquellos sujetos se dirigen hacia la majestuosa Estatua de Odín la cual resguarda la reliquia más preciada del mundo del norte...La espada de Odín.
Presentación
*Ahí en aquella planicie de sólida roca construida por los antepasados de la tierra nórdica se alza una figura entre la nieve que hace un contraste singular con el blanco paisaje vistiendo la armadura de Dios Guerrero, negra como las más oscura noche que se encuentra adornada por dos cabezas de Dragón, una en su hombro derecho y otra tomando la forma de su yelmo. Sin lugar a duda se trata del mítico héroe Siegfried, aquel quien fuera descendiente del asesino del Dragón Fafnir y quien se bañara en su sangre convirtiéndole en el invencible guerrero. Y es Siegfried quien observa a los sucios y bárbaros guerreros que osan desafiar la autoridad total de Hilda de Polaris a quienes fija su mirada, uno a uno con aquellos ojos de azul claro que parecen tan fijos y llenos de tranquilidad hasta que los labios del guerrero se despegan unos de otros lentamente para dejar así que su voz suene con resonancia y firmeza sobre aquellas montañosas tierras, opacando incluso el eterno sonido de los vientos soplando con fuerza castigando la tierra del norte - ¡Ustedes sucios bárbaros!, No pongo en duda su salvajismo, pero si su honor...Han insultado a esta tierra de Asgard, a este Palacio Sagrado y la Señorita Hilda...¡Lo pagarán con sus vidas! - Culmina con un enérgico grito de lucha que enciende su cosmos alzándose por encima de aquellos saqueadores provocando que los vientos de aquel lugar corran en todas direcciones como si escaparan del rugido del Dragón que abre sus fauces furioso y se dispone a atacar con aquel poder tan agresivo que le envuelve de pies a cabeza. Siegfried está listo para atacar*
Ejecución
*Así el Dios Guerrero de Dubhe Alfa deja que su cosmos fluya por su sangre santa que se enciende con la cólera de cien dragones, dejando ver como la armadura desliza un protector frente a la barbilla de Siegfried cubriéndolo para dejarlo listo a ejecutar su terrible técnica mientras obstruye el paso hacia la estatua de Odín la cual se alza a lo alto detrás del defensor; mismo quien conduce su brazo derecho hacia la altura de su corazón, desprendiendo luego su dedo índice apuntando hacia los pies de aquellos intrusos al sagrado recinto. Es en ese momento cuando una luz destellante, hermosa y blanquecina brilla en la punta del dedo de Siegfried quien con voz firme nuevamente deja salir un una exclamación a los cuatro vientos provocando nuevamente el efecto que hace parecer que los vientos se silencian ante los vocablos del Dios Guerrero – ¡Espada de Odín! – dice al instante en que su dedo libera una cortante y veloz luz que rápidamente alcanza el suelo a pocos centímetros de distancia de aquellos bandidos, dejando luego que aquel rayo de luz corte y desgarre los bloques de piedra dibujando un círculo perfecto que encierra a todos y cada uno de ellos dando paso a un breve segundo de silencio que es después seguido por el estruendoso sonido del viento dirigido desde debajo de los pies de aquel grupo de hombres arrastrando a todos ellos en dirección al cielo dónde pudieran observar debajo de si mismos como el suelo se abre y se parte tomando como límite el circulo dibujado por Siegfried, quien finalmente observa con una expresión seria el próximo efecto de su letal técnica que, al desquebrajar las rocas, el efecto de la Espada de Odín lanza una nueva oleada de viento frío que esta vez arrastra todos aquellos fragmentos de roca con forma puntiaguda y filosa, todos ellos tan mortales como la más afilada de las espadas se dirigen como una mortal lluvia de espinas hacia los cuerpos indefensos de los pecadores que insultaro y ensusiaron el Palacio Valhalla, sus vidas se verán extintas por el un sáido espectaculo donde sus cuerpos terminanar penetrados en todos ángulos y direcciónes por tantas y tantas espadas*
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