**El cielo de una hermosa tierra al sur de Europa se ilumina por los abrasadores rayos que emana el astro diurno, a la par que acariciando todo el terreno leves brisas se mueven con lentitud. Bajo el mismo cielo un hombre camina apresurado hacia lo que parece ser un recinto de guerreros devotos a la antigua deidad del conocimiento y la estrategia griega, su azulada cabellera se mece con calma y su rostro se muestra inexpresivo frente al hermoso clima que acontece o al incierto destino que se le aproxima. Un eco metálico se escucha con levedad y el polvo se levanta en su avance, más fuerte al detenerse frente a un gigantesco campo exaltado de bellas rosas con rojizos matices parecidos a la esencia misma de la vida más bien rociadas con una solitaria fragancia**

**Los pétalos se mueven cual danza llena de armonía, revelando al serio chico la presencia del dorado guardián. Efímeros segundos su vista se centra en aquel hombre pasivo a pesar de su acercamiento inconsciente al santuario de la diosa Athena, sin mayor preocupación sus pasos retumban nuevamente rompiendo el silencio del cálido y fresco paisaje, adentrándose en el bello campo de solitarias flores carmesí, acallando el resonar metálico de sus botas las rosas clavan sus espinas en la humanidad del joven de azules cabellos, de vez en cuando incluso a las partes de esta que no contacta con los tallos directamente. La fragancia inunda el aire, amenazando con matar a quien la olfatee, dándoles un último placer antes de caer ante su veneno, el joven comienza a decaer en velocidad a medida que avanza, mas sigue caminando con seguridad motivado por la energía existente en cada ser vivo aun mas fuerte en su ser, poco a poco siendo consumido por el mortal perfume así como busca alejarse del origen del mismo. Inexpresivo con el hombre de alargada y fina cabellera que parece ser inmune frente a los efectos de estas solitarias y hermosas rosas pintadas con el color de la vida**

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 Esta bien, espero que cumplas tu palabra

**La voz del santo de oro se adentra hasta la mente del joven, sin embargo no perturba en lo absoluto su juicio, a la vez que camina orgulloso por el mortal sendero de rosas. Detenidos quedan sus pies al momento de voltear nuevamente para dirigir su seria mirada al dorado guardián del veneno –entonces…- pronuncia con un frio tono a la vez que su diestra se cierra con furia y su energía cósmica se hace palpable en el aire, aun refrescante en medio del calor -simplemente mi presencia es injustificable- clama con seriedad al momento que su puño parece encenderse en llamas de vivaces tonos naranjas, imitando el resplandor del sol que se alza sobre el claro cielo celestino y opacando la belleza carmesí de las flores espinadas, cada una mas carbonizada a medida que se encuentra cerca al hombre ya infectado con su fragancia asesina y cubierto con sus afiladas espinas**

**El aire no cesa al ocupar los breves momentos de silencio favoreciendo el venenoso perfume de las rosas para inundar cada vez más los pulmones del joven santo y sellar su destino con una lamentable muerte llena de dolor. El puño del hombre parece iluminar cada vez con más fuerza a las flores que con prontitud se marchitan y las palabras de su retenedor le llevan a cerrar sus parpados con prontitud y mostrar una sonrisa segura –ja- emite de su boca con cierto desinterés por las advertencias sabias que le comunico anteriormente el dorado, tras esto sus ojos se develan nuevamente para seguir a la figura de larga y sedosa cabellera de nuevo con un firme rostro de seriedad –yo soy un santo de Athena y no hay nada en este ni en el otro mundo que me impida protegerla- clama con seguridad al momento de que su diestra se relaja y su puño desaparece, dejando sus dedos relajados y una palma descubierta que parecen no tener intención alguna de luchar –¡y no me detendrá en mi misión algo tan vano como una simple flor!- exclama con seriedad al momento de que su diestra vuelve a cerrarse junto a su zurda, esta vez mas impulsivamente y trayendo consigo no solo un pequeño resplandor de llamas sino una potente aurora de fuego que rodea su cuerpo, semejante a la explosión infinita que emana el astro diurno a toda la galaxia, a su vez marchitando en su totalidad las flores que le rodeaban en las cercanías**

**Las llamas se intensifican sobre la marcha en que ambos guerreros ponen a prueba sus voluntades. El fénix, explosivo, pronto es atacado más directamente con aquella rosa de intenso color y acompañada por tales pétalos de frágiles y peligrosas propiedades. El camino impregnado de llamas que atraviesa la rosa no parece seguro para su prospero impacto en contra del santo, mas a su acercamiento la flor parece inmutable frente al aura del joven caballero. Ala vez que esta se acerca al muchacho, el mismo objetivo actúa a manera de defenderse, elevando su diestra extendida frente a la rosa y evitando el contacto directo de esta con sus órganos vitales. Sin embargo su fuerza y efectos no pueden ser detenidos con solo una mano, el veneno pronto circula por sus venas aun más fuerte que el aroma que emanaban las demás gemas silvestres, doblegando con prontitud al santo de bronce, quien se tiende con su rodilla derecha tocando el suelo y con su pierna izquierda apoyándose inclinada con fuerza frente al veneno, sin dejar de lado la rosa, a la que su mano sostiene presionando como si quisiera destrozar pétalos tan duros como el acero, pero solo resultando en un continuo derramamiento de sangre y entrada del veneno a su organismo**

**El veneno sucede exitosamente sobre el joven santo, cada vez mas afectado por el expansivo efecto venenoso de la hermosa flor rojiza. Su cabeza se mantiene baja, ocultando su mirada, actualmente adolorida y nerviosa, a la vez que su cuerpo resiste para no caer en el campo floreado por el dulce aroma de la muerte –yo…- susurra en un esfuerzo sobrehumano por platicar con el hombre de larga cabellera que le arrojo a tan compleja situación, mientras sus piernas con lentitud se vigorizan y tratan con aun mas fuerza de levantar nuevamente en pie al joven de ardiente cosmos. Su diestra no suelta ni por un instante aquella mensajera de la muerte y al momento de enderezarse su brazo se extiende por sobre su cabeza agachada en dirección al dorado guardián de las rosas, mostrando en un breve y fugaz destello naranja el como sus dedos presionan y destrozan con ferocidad los pétalos que hace un momento le dejaron la mano sangrando –veo a la muerte repugnante- exclama con mas fuerza y seguridad al caballero de elite a la vez que su mirada nuevamente se alza desafiante y amenazadora hacia el guerrero que usa a las rosas como armas pese a la poca o nula visión que tiene de él, dejando en claro una vez mas su intención de avanzar por los terrenos bajo su cuidado**