LAS TRES GRACIAS.
¿Quién nos iba a decir que estas tres gordas,
con cuerpos excedidos de volumen,
redondas y matronas,
virginales pergaminos en cueros
de otros tiempos,
tres hijas del gran Zeus, conquistadoras de júbilo,
intuiciones y abundancia,
provocarían asombro
por lo bellas?
¿Quién nos iba a decir que convulsivas
las crestas del Simún
entre sus flancos,
cubiertos con un velo transparente,
silvestres lencerías perturbaran?
¿Quién acaso sabía que el poema,
los cuadros más hermosos, los descuentos
de diletante pírrica apiadaran
los caprichos del hombre arrebatado?
Quizás un día logren las tres Gracias:
Aglaya joven,
Talía coronada,
Eufrósine reinante,
presidiendo banquetes con sus formas
la incólume elegancia de modelos,
y de consuno en una danza fértil,
vencer la mala prensa
y destronarla.