Eran las 2 de la tarde. Estaba de vacaciones con mi novia. Yo había ido a visitar a mi progenitor después de tanto insistirme. Después de una mañana de playa en Tumaco, al sur de Colombia, regresábamos a casa en motocicleta. A mitad de camino la llanta trasera se pinchó lentamente. La tarde estaba fresca y afortunadamente nos detuvimos frente al único montallantas de la carretera. Mientras esperaba mi turno, los niños jugaban de un lado para otro de la carretera, era unos 8 o 10, y se gritaban sus nombres y apodos. Uno de esos, me causó gracia. Le decían quemasanto. De inmediato le pregunté al dueño del pequeño despinchadero, el porqué de ese apodo. Me dijo, ahh, ese es mi hijo menor, quiere que le cuente la historia. Le dije, tengo todo el tiempo. Resulta que en toda esta región es muy milagroso el Jesucristo negro de paya, es un Cristo normal, pero de color negro. La gente dice que es muy milagroso. Mi hijo escuchó las historias de los supuestos milagros y el pasado mes de diciembre, antes de navidad, en secreto le pidió una bicicleta al Cristo negro de paya. Para esa época las mujeres del pueblo se reúnen para hacerle vestidos nuevos a la imagen y tenerlo bien bonito para las fiestas. Todo transcurría normal, y resulta que ese mocoso, estaba esperando que el 25 de diciembre en la mañana, hubiese una bicicleta esperándolo en la puerta de la casa. Esperó hasta medio día y se desapareció. Eran las dos de la tarde del 25 de diciembre, y nos asombramos al ver salir humo de la iglesia. De inmediato llegó el pueblo entero a ver lo que pasaba. Y allí estaba la estatua del Cristo negro de paya quemándose como vela; frente a ella estaba mi hijo sentado viendo el espectáculo. Todos comenzaron a traer vasijas y baldes de agua para apagar el incendio, que afortunadamente solo consumió las ropas nuevas de la imagen. Cuando las llamas fueron sofocadas, la mirada de los vecinos se volcó hacia mi hijo. Porqué lo hizo le preguntaron. Él respondió, pa´que sea serio, porque no me cumplió el milagrito. Desde ese día todos en el pueblo le dicen el quemasanto.
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