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GUERRA ESPIRITUAL: LA GUERRA ESPIRITUAL
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De: Alondra bat Yeshúa  (Mensagem original) Enviado: 28/10/2009 01:20
Examinadlo todo; retened lo bueno 1 Tes 5:21
GUERRA ESPIRITUAL
Autor desconocido
 
 
 La Biblia dice: “Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne (Humanos), sino contra principados, contra potestades, contra (los espíritus dominantes que son) los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. (Ef. 6:12)
Este texto nos muestra que estamos en una lucha, no contra carne ni sangre (humanos) sino contra el diablo y sus demonios. Muchos viven realmente asustados de lo que el diablo les haría a ellos, a su familia y a su iglesia.

   Cierto pastor dijo: “Me preocupa que enseñen tanto sobre guerra espiritual. ¡La gente no se da cuenta en lo que se está metiendo!  Continúo diciendo: Como su iglesia se había puesto a ministrar a antiguos brujos y brujas. Repentinamente, uno de los ancianos de su iglesia sufrió la ruptura de su matrimonio, otro tuvo un ataque del corazón, y otro casi tiene un colapso nervioso. Están animando a la gente a meterse en una dimensión muy peligrosa”. Dijo el pastor.

   Satanás disfruta atemorizando a la gente. El miedo crece en la ausencia del conocimiento de quien es Dios. Dios dijo: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” (Os. 4:6.) Es importante que escudriñemos Las Escrituras y conozcamos de Dios y de nuestra posición en Cristo. Satanás se aprovecha cuando desconocemos estas cosas. Decir que somos creyente no es suficiente. Debemos saber y creer lo que dice la Biblia respecto de Dios y de nosotros para vivir esa realidad y caminar con autoridad.

   En Efesios los capítulos del 1 al 3 fija nuestra atención en nuestra posición en Cristo y nuestra relación con Dios. Estos capítulos están llenos de declaraciones de “quienes somos basado en lo que Dios ha hecho.”  Cuando conozcamos lo que es estar sentado en los lugares celestiales en Cristo” (Ef. 1:3). Andar “…andéis como es digno de la vocación con que fuiste llamados” (Ef. 4:1-9). Y estar firmes;  Entonces podremos salir victorioso.

   Nunca podremos estar firmes confiada y resueltamente contra los poderes de las tinieblas, si primero no estamos seguros de nuestra salvación. A menos que estemos “sentados” y descansando delante del Señor, sabiendo quienes somos en cristo y confiando en la maravillosa gracia de Dios que es poderosa para guardarnos sin caer; y a menos que “andemos” con una conciencia limpia; no podremos “estar firmes” contra los poderes del mal.

.   Veamos los tres campos de batalla en esta guerra espiritual.

   En toda guerra, hay zonas estratégicas que son fuertemente fortificadas para defenderla del enemigo. Como: los puentes, caminos, pista de aterrizaje, estaciones de radio y televisión. Quien ocupe los lugares claves probablemente gane la batalla.

   Nuestra vida hay tres zonas estratégicas que tenemos que fortificar contra todo ataque del enemigo. Que son: “La Mente”, “El Corazón” y “La Boca”. Así como en la guerra, lucha hasta lo ultimo por defender los puntos estratégicos, También debemos proteger hasta el último aliento la nuestras.

   LA MENTE

   Todo pensamiento que penetra en nuestra mente tiene tres posibles fuentes.

    1- Se puede originar en nosotros mismos. Dios nos creo con la capacidad de producir pensamientos independientes de cualquier otra fuente. Son nuestros pensamientos.

    2- Pueden venir de Dios. Dios puede hablar a nuestra mente.

    3- Pueden venir del enemigo. Las fuerzas de las tinieblas también nos hablan.

   Aunque las fuerzas de las tinieblas no pueden leer nuestra mente sólo Dios puede hacerlo (Salmo 7:9). Si puede poner sugerencias en ella (mente). ¿Recuerda la ocasión en que Pedro reconvino a Jesús cuando el Señor dijo que era necesario morir, y resucitar al tercer día? Jesús le respondió a Pedro: “¡Quítate de delante de mi Satanás!” (Mateo 16:23). Jesús no estaba diciendo que Pedro estaba poseído de un demonio. Pedro expreso el pensamiento que Satanás acababa de susurrar en su mente.

   Derribemos las Fortalezas.

“Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosa en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos, y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:3-5).

   El termino “fortaleza” literalmente se refieren principalmente a una parte de la ciudad mas fuertemente fortificada que por los meros muros. Una fortaleza es un área en la cual nos mantiene en atadura (en prisión) debido a cierta forma de pensar como: pensamientos malos, de incredulidad, de depresión y pensamientos negativos.

   Dos fortalezas muy comunes entre los creyentes y los inconversos hoy en día son los pensamientos de inferioridad y de condenación.

Los pensamientos de inferioridad nos dicen constantemente “No vale nada” “No estas logrando nada en la vida”. Estos dardos nos tienen compitiendo con otros y envidiándolos.

   Los pensamientos de condenación donde Satán nos acusa: “No estas agradando a Dios, No eres suficiente espiritual, no lee la Biblia”. Estos pensamientos nos hacen sentir como si nunca pudiésemos llegar a obtener la aprobación de Dios. Estas dos fortalezas tienen que ser destruidas mediante la guerra espiritual, rechazándolas y aceptando en su lugar lo que Dios dice de nosotros en la Biblia.

   Todo puesto militar tiene guardias. Nosotros también necesitamos situar un guardia en la puerta de nuestra mente para comprobar las credenciales de todo pensamiento e imaginación, listos para derribar lo que no sea verdadero, recto o de Dios. Si no pertenece debe salir. Esto es guerra espiritual: estar alertas a todo pensamiento.

  EL CORAZÓN

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23)

   Cuando la Biblia se refiere al corazón quiere decir muchas cosas. Referente a la guerra espiritual, estoy tomando dos de sus significados: las actitudes y las emociones. Tanto en lo físico como en lo espiritual, la cabeza y corazón son los mas vitales y vulnerables. En sentido espiritual, nuestra cabeza y corazón son igualmente vulnerables y exigen igual protección.

   Como creyentes estamos firmes contra los pecados de acción, pero no cuidamos nuestras actitudes con igual diligencia. Demasiadas veces permitimos que las malas actitudes echen raíces y se manifiesten sin frenarlas. Para mantener al enemigo alejado de nuestro corazón, tenemos que tratar inmediatamente con las malas actitudes que afloran. “No se ponga el sol sobre vuestro enojo”, no dice que no nos enojemos; dice que tratemos con el enojo.

   No podemos pensar que todas nuestras actitudes malas desaparecieron cuando fuimos salvos. La Biblia es clara acerca de nuestras responsabilidades diarias para disponer la vida, tomar decisiones y rectificar las malas actitudes. Vivir responsable y consecuentemente es muy importante porque los poderes de las tinieblas pueden manifestarse de acuerdo a nuestras actitudes.

   Es fácil reconocer al hombre que ha permitido que una “raíz de amargura” brote en su vida (He.12:14-15) . Todo le molesta, y convierte en una persona enfadada y criticona, que contamina a todos los que la rodean. Tenemos que tratar con una raíz de amargura al instante en que brota. Cristo alcanzo una victoria total derramando su sangre en la cruz por nosotros. Pero no conoceremos esa victoria en nuestro andar diario sino tratamos con las malas actitudes del corazón. Dios no nos hace responsables de lo que no sabemos. Sin embargo cuando él revela malas actitudes, tenemos que tratar con ellos rápida y completamente.

   Es tan importante tratar con las emociones negativas como con las malas actitudes. Las emociones no son malas. Dios tiene emociones y él nos dotó de ellas. Son un componente importante de la vida. El diablo, no obstante gusta de inspirar emociones negativas. El ejerce influencia sobre las emociones de la gente en un grado tremendo.

   Hay tres cosas, que son el fundamento de todo lo que hace Satanás en nuestra vida. Si no las permitimos en nuestra vida, habremos desarmados eficazmente a Satanás y anulando sus esfuerzos en nuestra vida. Estas son: el orgullo, la incredulidad y el miedo. Todo lo que hace Satanás, su reino y su naturaleza entera emanan del orgullo, la incredulidad y el miedo. Pero podemos combatir el orgullo “humillándonos” “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1Pedro 5:6).

Y de la incredulidad y el miedo “echando toda vuestra ansiedad sobre él” (Dios) 1Pedro 5:7).

   Cuando se trata de la guerra espiritual “ser sobrio” (1Pedro 5:8) significa estar constantemente consciente. Es no permitir estar bajo la influencia de nada que nos impida estar conscientes de todo lo que nos rodean.

   El siguiente paso en 1 Pedro5:8 es “velad” tenemos que mantener los ojos abiertos siempre vigilantes, para reconocer las obras del diablo.

   También es importante que cuando tomemos decisiones no lo hagamos basados sólo en emociones, como: “cambiamos de trabajo porque necesitamos mas dinero”, “Dejamos la iglesia porque estamos enojados y molestos o porque dudamos que lleguen a mejorar. Entonces Dios no es nuestro guía.

   Lo que sentimos no debiera tener nada que ver con nuestras decisiones. Sin embargo, lo que escogemos tendrá un efecto tremendo en la manera que nos sintamos. Debemos obedecer la verdad no importando como nos sintamos. Si obedecemos a Dios, el sentirse bien vendrá finalmente. 

   LA BOCA

   Las palabras pueden ser herramienta para vida o armas para muerte. “La muerte y la vida están en el poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos” (Proverbios 18:21). Nuestras palabras pueden ser vehículos del Espíritu Santo para la verdad, la rectitud y la vida, o vehículos de Satanás para el engaño, la acusación y la muerte.

   La oración de David debe ser la nuestra. “Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios” (Salmo 141:3). La importancia de guardar la boca se demuestra en la historia de Job. No quiere decir que debamos mantener silencio y reprimir todo nuestro dolor y enojo. En medio de increíble sufrimiento, Job mantuvo todo menos silencio. Sin embargo, la Biblia declara que Job no atribuyo a Dios despropósito alguno, ni peco con sus labios (Job 1:22; 2:10). Satanás nunca gano acceso a su vida porque Job nunca peco con sus labios. ¿Somos cuidadosos con nuestros labios, cuando todo se nos viene encima, cuando estamos confundidos o sufriendo?

   Hay muchas maneras de pecar con nuestra boca, y Satanás se deleita en inspirar nuestras palabras. Sucede a menudo cuando nos reunimos con amigos. Comienza cuando alguno hace un comentario inocente acerca de alguien ausente. Los comentarios se vuelven observaciones, después las observaciones se hacen preocupaciones. Las preocupaciones se tornan en críticas, y las críticas en acusaciones. Claro que podemos disimular nuestras ásperas palabras en “palabras de amor”:

    “Realmente necesitamos orar por Juan porque…”

    “Comparto esto sólo para que sepan cómo orar por…”

    “No la juzgo. PERO…”

    “El es un líder maravilloso, PERO…”

   Santiago 3:10 dice: “De una misma boca proceden bendición y maldición.” Podemos dejar salir bendiciones sobrenaturales de nuestra boca, o podemos cooperar con el ataque del enemigo contra la gente. Debemos cuidar la boca. Se requiere de disciplina; la disciplina de mantener los labios apretados. Cuando nuestro corazón arde por decir lo que no debemos.

   Si constantemente cuidamos nuestra mente, nuestro corazón y nuestra boca, negaremos al diablo el acceso a nuestra vida y verdaderamente obtendremos la victoria. Estaremos listos para entrar en la ofensiva.



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De: Alondra bat Yeshúa Enviado: 28/10/2009 01:21

La guerra espiritual 

Autor desconocido 

A. ¿En qué consiste?

1. Consiste en:

• El conflicto entre el Reino de la Luz y el reino de las tinieblas
• La batalla por el objetivo máximo: el hombre y la mujer
• El dilema es: ¿Quién controla la vida humana?

2. El conflicto:

• Someter al hombre y a la mujer a las tinieblas o trasladarlos a la Luz (2 Co. 4:4; Col. 1:13).
• Arrancar al creyente de su estado de bendición (Job 1:10-11; 1 P. 3:9)

3. Niveles de esa guerra espiritual:

Hay tres niveles:
• Humano: echar fuera demonios de un individuo
• Ocultismo: lucha contra los poderes de la hechicería, idolatría, etc.
• Guerra estratégica: lucha contra principados, potestades, espíritus territoriales, etc.

B. ¿Quiénes intervienen en la guerra espiritual?

1. De parte de las tinieblas:

• Principados, potestades, gobernadores de las tinieblas, huestes espirituales de maldad (Ef. 6:12)
• Tronos, dominios (Col. 1:16)
• Autoridades, poderes, señoríos, nombres (Ef. 1:21). Debemos prestarle mucha atención a nombres de procedencia dudosa.

2. De parte del Reino de a Luz:

• Dios: Su reino domina sobre todo (Sal. 103:19)
• Jesucristo: Hizo Su parte—¡Venció! (Col. 2:14-15; Ef. 1:20-22)
• Los ángeles: Pelean activamente la batalla, obedeciendo a la Palabra y al precepto y la voluntad de Dios (Sal. 103:20-21; Dn. 10:12-13, 20)
• La Iglesia: Proclamando con autoridad la Palabra, el precepto y la voluntad de Dios (Sal. 103:20; Ef. 3:10, Ap. 12:7-11)

C. ¿Cómo hacer guerra espiritual?

1. Hay que arrancar, derribar, arruinar y destruir lo que el enemigo ha sembrado (Gá. 6:7; Jer. 1:10)
2. Hay que reparar las brechas de la historia (de una familia, iglesia o nación) (Is. 58:12)

La historia tiene brechas (portillos, aperturas, agujeros) que reparar:

• Pecado de quienes forjaron y forjan la historia
• Maldiciones que atan la historia
• Ciclos de destrucción
• Prácticas ocultas
• Traumas que traen opresión

3. Hay que atar al hombre fuerte (Lc. 11:21-22)

Ese hombre fuerte puede ser un espíritu maligno que oprime a una población, familia y hasta a una congregación. Ejemplos: narcotráfico, depresión, alcoholismo, hechicería, adulterio, etc.

4. Decretar el juicio de Dios sobre las obras de las tinieblas. (Sal. 148:5-9; Ef. 5:11; Col. 2:15)

5. Confundir los planes y artimañas del enemigo (2 Co. 10:4; He. 11:32-34, Dn. 4:17)

6. Enviar la Palabra de bendición sobre nuestra vida, familia, iglesia o nación (1 P. 3:9; Gn. 12:2-3; He. 11:20-22)

7. Proclamar la alabanza como arma de guerra (Is. 30:32; 2 Cr. 20:14-15, 22)


 
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