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ALEJANDRA STAMATEAS: DIOS BUSCA A TUS HIJOS
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De: Alondra bat Yeshúa  (Mensaje original) Enviado: 21/11/2009 01:48

Dios busca a tus hijos

Alejandra Stamateas

 

Pasaje bíblico: Deuteronomio 3: 23-28

Alguien dijo que estamos formando, educando, hijos psicópatas. Hay una preocupación muy grande, especialmente en España, por la calidad de educación que estamos dando a nuestros hijos.

Un psicópata es una persona que no tiene ni culpa, ni angustia, hace cualquier cosa sin remordimiento, puede matar a una persona y es como si hubiese matado a un mosquito. Se dice que la educación que los padres estamos dando a nuestros hijos los terminará transformando en psicópatas, que después terminarán presos, en la cárcel, matando a alguien o drogándose. Para evitar eso, dicen que tenemos que aprender a ponerles límites y hacerlos sentir, por algunos momentos, culpables.

A nuestros hijos les cuesta pedir perdón . Uno de los psicólogos que habla de los hijos que están volviéndose tiranos, dice que cuando hacen algo mal, debemos decirles: "Esto que hiciste está mal y tiene sus consecuencias". Enseñarles que en la vida no puede hacer lo que quiere, y es algo que tenemos que aprender porque, como a nosotras nos metieron tantas culpas, no queremos hacer lo mismo con ellos, pero tampoco tener hijos psicópatas.

Deben aprender a reconocer sus errores.

Los chicos de hoy, tienen más problemas de conducta que dificultades escolares. Antes citaban a los padres en la escuela porque el chico no aprendía matemática, lengua u otra materia; en cambio hoy, los citan por mala conducta; o sea la mala conducta es superior a los problemas intelectuales, porque son inteligentísimos, toman una computadora y saben manejarlas como nadie - aún desde bien chiquitos-, y sus problemas no pasan por el intelecto sino por no saber respetar normas: nunca tienen culpa de nada, hacen lo que les da la gana.

Tipos de hijos :

1-Oveja negra: es el que no sigue el mandato familiar, que se opone a todo siempre. Es ese hijo o hija que lleva la contra siempre con alguna situación diferente.

2-La mosca blanca : es el que responde a todo que sí cuando sus padres le dicen algo. En definitiva, cuando pasa el tiempo, no quiere decir todo que "sí" pero lo hacen por miedo. Con los años, de alguna manera, se va a revelar en contra de esos padres.

3-La manzana podrida: es el que "pudre a todo el mundo", es el que no querés que se acerque a tu hijo porque si lo toca le quema la cabeza, le pudre el cerebro.

4-La estrella : es el mejor, saca todo diez, le va espectacularmente bien y la madre dice: "¡Este es mi nene!" (aunque tiene otros) pero ese es la estrella y, con el tiempo, también se va a revelar porque no quiere ser ni el peor ni el mejor, no soporta que lo hayan puesto en ese lugar, y eso lo lastima.

5-El estrellado : es al que le sale todo mal: en la escuela, con los amigos, le mandás a hacer una compra y trae cualquier cosa.

Tipos de padres:

1-Los colgados: son esos padres que nunca están, que prometen pero no pueden cumplir, esa mamá que dice: "Te voy a buscar a las ocho en la escuela de fútbol" y el chico se queda esperando, son las ocho y media y se olvidó y tiene que llamar por teléfono para recordárselo.

2-Los cómodos : los que usan a los hijos de sirviente: "¡Nene traeme esto!"; "Nena: ¡Andá a pagar tal cosa!"; nene tal otra; y los chicos sienten que sus padres los están usando.

3-El padre tipo Papa : es el padre o madre autoritaria "Acá se hace lo que yo digo, nadie cuestiona nada, se hace de esta manera, y a mí no me digas ni me preguntes porque así se hace porque yo soy el padre".

4-El represor, tipo "a" : es el miedoso: "¡No hagas esto!"; "¡Cuidado con aquellos!"; "¡No vayas allá!". Está todo el día con miedo y lo trasmite a sus hijos que crecen con temor por cualquier cosa. (Hablé con una chica que decía que sus padres le prohibieron todo por miedo y cuanto más le prohibían, más ganas le daba de hacerlo; así que hizo todo lo que le prohibieron y todo junto).

5-El represor, tipo "b": es el que revisa todo: entra al cuarto con una lupa controlando todas las cosas, le huele la ropa, lee las cartas y el diario personal, llama a la escuela a ver si llegó a horario, llama a la mamá de las amigas, la espera a la salida, controla qué amigas tiene.

6-El padre violento : tema que todos conocemos.

7-El padre sobornador : "S i hacés esto u aquello te doy...", "Si estás acá, te dejo salir", "Si volvés a tal hora, te dejo salir". y esos chicos siempre viven a través del intercambio. No está mal cada tanto hacerlo, el problema es cuando el soborno es constante.

8-El decepcionado: "E ste no es el hijo que yo quería", "Esta no es la hija que soñé tener".

9-El catedrático : se lo pasa enseñando, en vez de tratar a sus hijos con afecto, todo el tiempo dicta clase: "Yo te quiero explicar, que si hacés esto, de esta manera..."

10-El mimo : son los que no hablan, hacen gestos a sus hijos y ellos tienen que entender todo. Es el que, con solo mirarlo, saben si está enojado o qué es lo que quiere.

11-El histérico : son los que hacen escenas por todo, dramáticamente.

12-Los ausentes : no están nunca, sus hijos nunca pueden contar con ellos.

13-Los chiquilines : parecen un nene más, en vez de ayudarlos, viven lo mismo que sus hijos: "Vamos a bailar juntos". Los chicos terminan siendo co-dependientes porque tienen que cuidar de sus padres en lugar de sus padres de ellos.

14-Los ping pong : son los "Preguntale a mamá", "No, preguntale a papá". Se tiran la pelotita de uno a otro porque ninguno quiere hacerse cargo de tomar decisiones. Los hijos aprovechan de esa situación.

15-Los perfectos : no existen .

En el pasaje que leímos, Dios le dice a Moisés que no entraría a la tierra prometida, pero le dice: "Tomá a Josué (que representa la nueva generación) y alentalo y fortalecelo".

Moisés sería el encargado de tomar de la mano a esa nueva generación y ayudarlos a cruzar la frontera, a mirar el futuro, alentándolos, fortaleciéndolos, para que entren en la libertad."

Hoy tenemos ese desafío: tomar a nuestros hijos de la mano y enseñarle a vivir en libertad.

Tal vez nunca hayamos podido entrar en la libertad o nos ha costado mucho, pero tenemos el desafío de tomar la mano de nuestros hijos y hacerles ver que su fututo es glorioso.

Podríamos dar charlas y conferencias sobre cómo criar hijos, cómo poner límites y muchas cosas podrían servirnos y otras no servirían de nada porque -con lo que están viviendo nuestros hijos en estos tiempos- necesitamos usar herramientas espirituales.

Si no batallamos en el ámbito espiritual por nuestros hijos, se van a perder , y hoy más que nunca debemos batallar por ellos para que inicien cosas en lo natural.

Como la generación del desierto, así nuestros hijos tienen algunas características comunes:

•  Nuestros hijos no tienen identidad espiritual: no tienen pasado espiritual, por eso es tan importante que le contemos nuestro testimonio de vida.

Hay hijos que no saben cómo sus padres conocieron al Señor y las cosas que han pasado, y ellos tienen que saber qué milagros hizo Dios en nuestras vidas. Sentate a contarles a tus hijos, lo más ameno posible, qué obras Dios hizo en vos. Tal vez le contamos historias bíblicas, pero ellos necesitan testimonios concretos, ver qué es lo que Dios hizo en mamá o en papá, en su matrimonio.

La generación de niños que entraría a la Tierra Prometida no tenían un pasado espiritual, no sabían cómo Dios los habían sacado de Egipto, ni lo que habían vivido porque ellos nacieron en el desierto.

Quizás tus hijos nacieron en un nivel económico, dentro de todo, bueno y no saben de las luchas que tuviste antes de tenerlo a él y de qué manera Dios te bendijo para que ahora estén donde están.

Tal vez tus hijos te ven ahora bien pero no saben que tuviste depresión y que la pasaste muy mal y que Dios hizo la obra de sanidad.

Es importante transmitirles verdades a nuestros hijos, que conozcan tu testimonio.

Moisés le habló a la generación joven y más de quince veces le dijo: "Te acordarás, cuando entres a la tierra, te acordarás".

Decile a tus hijos: "Cuando vayas a algún lugar, te vas a acordar de lo que te estoy contando"; "Cuando estés en compañía de tus amigos, quiero que te acuerdes de esto"; "Cuando estés pasando por una situación difícil, quiero que te acuerdes"; "Cuando tengas que tomar una decisión importante en tu vida, acordate".

Hay que repetirles "te acordarás" y darles las herramientas espirituales, quieran o no debemos proveérselas, porque aunque tengan la cabeza dada vuelta, están escuchando. Decile: "Estoy sembrando esta palabra, que para vos ahora es una estupidez, tal vez no la entiendas, pero un día te acordarás".

2-Debo aprender a darle ánimo a mis hijos : ¿si no lo hacemos quién lo hará? Me contaban que en los boliches, para animarlos y que bailen, que hagan locuras y después tengan sexo grupal, les ponen droga en las bebidas. Y, aunque eso ya es conocido, una persona me decía que cuando terminó de tomar la bebida que le dieron -que pensó que era un trago cualquiera-, sintió que el diablo le hablaba, le atormentaba la cabeza y que la música que escuchaba era un látigo que la golpeaba, sentía que no podía respirar, que se estaba quemando en el fuego, literalmente.

Y no estoy hablando de una persona creyente en ese momento. ¿Se dan cuenta si como mamás no aprendemos a alentar a nuestros hijos, otros los van a animar mal con cualquier basura que terminará dañándolos?

Por eso tenemos que decirles: "Esto que hiciste está mal, pero estoy con vos y lo vas a hacer bien a partir de ahora, por que te voy a apoyar, estaré orando, tenés capacidad y Dios pensó en grande cuando te creó".

Un estudio dice que más del cincuenta y cinco por ciento de los adolescentes en Latinoamérica tiene incertidumbre en cuanto a su futuro y eso les da mucha bronca.

La generación de nuestros hijos -especialmente adolescentes y jóvenes-, están viendo morir a sus amigos: por consumo de drogas o excesivo alcohol, y por accidentes automovilísticos porque estaban alcoholizados, por SIDA, o porque se quitan la vida porque no tienen esperanzas.

Un chico que ve morir a su generación alrededor, no tiene futuro, no tiene esperanza. Me contaron que en una escuela secundaria, en una semana, hubo tres muertes por distintas causas, ¿te das cuenta lo que significa eso? Eso los desanima y dicen: "No hay esperanza que las cosas cambien"; "¿Qué voy a hacer? ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Para qué me voy a casar, para tener el matrimonio de mis padres? ¿Para qué voy a estudiar, para terminar haciendo cualquier cosa?".

Por eso debemos animar a nuestros hijos, que de nuestra boca salga ánimo todo el tiempo.

La Organización Mundial de la Salud dice que en los últimos quince años uno de cada tres bebés ha sido abortado, dice que "El mundo no conoció este tiempo de infanticidio desde los tiempos de Moisés y de Jesús"; tiempos en los que Dios estaba al borde de hacer algo grande con su pueblo.

Si el enemigo está matando esta generación, es porque hay un gran plan con ellos, y tenemos que ganar esta batalla, no la podemos perder, no podemos perder a nuestros hijos, no puede ser que se vayan de nuestras manos porque es la generación que entrará en la libertad y hará las cosas en Argentina que todavía no hemos podido lograr.

•  Debo formar hijos con carácter: no solamente con reglas. Está bien poner reglas pero nuestros hijos deben tener carácter y debemos formarlo en ellos. Que cumplan con una regla que les pongo hoy, significará que terminará siendo una regla externa porque no les quedó nada adentro.

¿Cómo hago para que mis hijos se comporten de igual manera adentro y fuera de mi casa? ¿Cómo hago para tener la seguridad que cuando salen se van a comportar bien y si alguien les ofrece droga van a decir que no?

No es poner una regla: "Vas a volver a las once de la noche". Ese chico vuelve a las once, pero el día que no estás volverá a las doce, porque no internalizó la regla, no tuvo conducta, no aprendió carácter.

Tenemos que tener hijos con carácter y eso se logra siendo mamás perseverantes. Esto significa que si le digo que haga algo, se lo explico y no me olvido a los dos días de lo que le dije; porque eso nos pasa, le decimos algo y luego lo olvidamos y a los dos días el chico está haciendo otra vez lo que hacía antes porque la regla que le diste no formó su carácter. Ese chico no tiene tiempo para que la regla forme carácter dentro de él, no hubo perseverancia de parte de los padres que tenemos tanto para hacer y nos olvidamos de lo que les dijimos.

Si no somos perseverantes nuestros hijos se vuelven tiranos. Los hijos todo el tiempo están midiendo tus fuerzas a ver hasta dónde pueden llegar y piden más y más. Ponemos reglas para compensar la poca relación que tenemos con ellos, alguien dijo: "A menor relación, más reglas; a mayor relación, menos reglas".

Cuanto más contacto tengo con mis hijos, más puedo hablar, más tiempo estoy con ellos, más puedo escucharlos, menos reglas tendré que poner porque ellos, por el contacto nuestro, van a aprender a copiar e imitar nuestro carácter.

Los discípulos no necesitaron reglamento porque aprendieron a cumplir lo que Jesús les dijo, se les impregnó el carácter de Jesús, para eso Jesús necesitó un tiempo, formarlos, tener una relación íntima con ellos.

Necesitamos tener relaciones íntimas con nuestros hijos y, aunque es difícil poder sentarnos cinco minutos a hablar con ellos, hacelo. Ayudalos a sacar de adentro las broncas que tienen, muchas cosas las dejan adentro, no las hablan y eso les hace doler, no lo pueden expresar. Hay momentos en los que como mamá, tenés que sentarlos y decirles: "Ahora me vas a hablar", y esperá -aunque él haga silencio durante dos horas- no te preocupes, en algún momento va a hablar, o se cansa y se pone a llorar pero lo va a hacer; quedate dos horas aunque sea en silencio con él pero decile: "No te vas a ir de acá hasta que hablemos juntos, necesitás sacar lo que tenés adentro, necesitás confiar en alguien, hablar de lo que te está pasando con tus amistades, esas dudas, esa angustia, ese dolor, eso que te hicimos los papás y no nos dimos cuenta, pero sacalo, no lo guardes y vas a ver que una vez que lo diga, qué bien se va a sentir y lo vas a ver transformado".

El reglamento, la ley del Antiguo Testamento, decía que no se podía mentir, pero sin embargo Jesús sabía que Pedro lo iba a negar y no le dijo: "Pedro no lo hagas, mirá que no se miente, cuando te pregunten decí: "Lo conozco, estuve con Él". Jesús sabía que lo negaría, que mentiría, pero dejó que Pedro rompiera el reglamento, así aprendería a tener carácter.

Tal vez tu hijo no cumpla y esté rompiendo el reglamento pero, es más necesario que aprenda carácter a que cumpla una regla. No estoy diciendo que lo dejes romper todas las reglas, pero hay cosas que va a tener que aprender y Jesús no lo impidió. A veces los hijos se nos van de las manos pero dejémoslo porque están aprendiendo, ¿Hizo lo que no debía hacer, ¿qué? ¿Lo vas a matar? Están aprendiendo. "Señor sé que le estás enseñando, que algo estás haciendo en su vida".

4-Debo enseñarle a mis hijos que Dios los está buscando: el evangelio es la historia de Dios buscando personas: en todo el Antiguo Testamento vemos a Dios buscando a Adán y Eva, a su pueblo, lleno de amor en Cantares siguiendo al amor de su vida, buscándolo con pasión.

Dios siempre continúa buscando. En el Nuevo Testamento nos buscó enviando a su Hijo Jesucristo.

Dios está buscando caminar con nuestros hijos, así como caminó con Enoc. Se encarga de buscarlos, pero no en la iglesia, los busca afuera, en esos lugares donde tal vez no te atreverías a entrar. Dios los busca en esos boliches donde van; en el cuarto donde se encierran cada día, Dios los está buscando y no los va a dejar. Tal vez no quieras ir donde ellos van, pero Dios sí va porque los busca adonde están sufriendo, y Dios, en su búsqueda, no tiene problema en ir a esos lugares porque quiere que caminen con Él.

Dice "Pacientemente Él los busca y los espera", la paciencia que nos falta como padres, Él la tiene y va a esperar, lo que sea necesario, porque está buscando a tus hijos.

Lucas 15: 4-7 "¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozosos; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento".

Él está buscando a tu hijo afuera y no le importa como lo encuentre, si lo encuentra herido, sucio, reacio o rebelde, Dios lo está buscando y no se le escapa ninguno. Cada sábado que sufrís porque tu hijo sale, Dios lo va a ir a buscar a ese lugar, cada día en la semana que te angustiás porque no sabés con quién está, Dios está en medio de los que están vendiendo droga, porque está buscando a tu hijo. Tal vez tu hijo esté en la cárcel, ahí lo está buscando. Dios va más allá de nuestras reglas o conceptos. No nos atreveríamos a ir a los lugares a los que Jesús va, pero lo hace por amor a tus hijos y porque te ama a vos y los encontrará dentro de poco y los atraerá hacia Él.

Te voy a contar una historia, así como deberías contar las historias de la Biblia a tus hijos, sin esquemas, fácil de contar pero con una enseñanza profunda. Dice así:

Un amigo mío, de más o menos treinta años, se enamoró profundamente de un chica que yo conocía, ella cautivó su corazón. Pasaba las noches despierto soñando con el día que se casaría con su preciosa mujer; ella no le dedicaba mucha atención a pesar de la insistencia de sus amigas y amigos que le decían "Estas oportunidades vienen una vez en la vida".

Esta chica se distraía con jóvenes de su edad que para ella aparentemente eran más apuestos, sin embargo el corazón de él palpitaba cada vez más fuerte por ella. Al fin, después de unos meses, la joven reconoció que sí lo amaba y entraron en una relación bella y maravillosa que los condujo a hacer un feliz compromiso de bodas.

Emocionado por el casamiento, él le dice que a diferencia de la tradición, quiere escogerle y comprarle el vestido de bodas, lo quería tan blanco que opacara la luna y tan hermoso que oscureciera el mar. No obstante, a pesar de su compromiso, a ella le atraía jugar al amor con otros chicos y cada vez, a pesar del genuino amor que sentía por su novio, ella se arriesgaba más. En un momento de debilidad casi intencionada, la chica empezó a juguetear con su corazón y su cuerpo; el novio lo sabía. En tristeza envolvía sus noches al tratar de dormir para no sentir la herida, pero su amor por ella pintaba cada esquina de su día y cada rincón de sus sueños, entonces con tristeza pero sin reservas, la perdonaba. Un día actuando bajo los efectos del amor, nuestro apuesto caballero perdió el dominio de sus sentidos, entonces decidió que el día que comprara el vestido de su novia se haría tatuajes declarándole su compromiso eterno, se marcaría permanentemente el cuerpo por ella. Un jueves en la noche sale a comer con sus amigos, la cena se vuelve en una fiesta triste de despedida porque les deja saber que se casa y que se hará tatuajes permanentes para mostrarle su amor a la dueña de su corazón. Esa noche no duerme nada y el viernes en la tarde, desvelado, cansado y agotado, decide ir a comprar el vestido que por meses ha estado viendo. Si fuera más blanco se perdería en el cielo y más majestuoso, sólo el rostro de Dios, piensa al imaginarse cómo su novia adornaría el vestido, la boda y el universo, así lo había soñado. No era barato, no sería fácil adquirir esa joya de tela celestial, pero estaba preparado y con gran sacrificio compra el vestido y se encamina al salón de tatuajes, acumulando el valor necesario, entra a hacerse las marcas. Ese fin de semana ella no supo de él hasta que luego de tres días llegó a buscarla a su casa con el vestido en la mano. Emocionado por enseñarle el vestido de bodas y enseñarle también lo que su amor por ella lo había llevado a hacer, no esperó y abrió la puerta de su casa; al fondo en el sofá de la sala la encontró acostada con un chico, un muchacho joven de su iglesia. La escena perforó su corazón como una afilada lanza, tapándose un poco más con la camisa de su joven amante, en total asombro, la chica se sienta en la orilla del sofá y le dice "¿Qué haces aquí?". Él con la mirada de un poeta triste, desilusionado, pone el vestido sobre la mesa y levanta a la altura de la cintura las manos, como marcas para la eternidad enseña sus tatuajes, como gotas de sangre asomándose con lentitud por los poros de un rostro herido, sus lágrimas se detienen al borde de su semblante entristecido, como esperando caer sincronía. Se levanta la camisa y le enseña otro tatuaje, una marca permanente en su costado, aun fresca, destilando amor. Con la mirada clavada al suelo, a unos cuantos metros de su amada novia pero separados por la infinita distancia de la traición, como arrastrando el tiempo, lentamente se da vuelta encarando la puerta. Sus descalzos pies acariciando el piso, en triste silencio, caminan hacia afuera. Ella aun con el corazón golpeándole el pecho, sólo puede ver que él se retira. Es señal ve que en sus pies también lleva tatuado su nombre, sintiendo la mirada a sus espaldas, él se voltea una vez más para verla, y con los ojos enmudecidos de tristeza le dice: "Te espero, estaré allá afuera". El eterno silencio en un segundo se raja y suavemente se resbalan de sus labios las palabras "Te amo, acá está tu vestido blanco, te verás maravillosa", con eso sale, cierra la puerta y sentándose en las gradas de la casa de su novia, Jesús contempla las marcas que se hizo en sus manos, se toca la herida en el costado y mirando sus pies ensangrentados, tiene la certidumbre de que sí valió la pena el sufrimiento porque hecho por amor.

Mientras escuchás estas palabras, Jesús está en la Gran Búsqueda, está buscando a tus hijos, está enamorado de ellos.

Hoy tu hijo puede estar en cualquiera cosa, tal vez hasta venga a la iglesia pero no tenga muy en claro que es, pero Dios no se va a cansar de buscarlo, porque Él se hizo tatuajes por amor en su cuerpo.

¿Cosa rara, no? Hoy a la herida le podés llamar un tatuaje para que tus hijos entiendan el amor de Jesús. El se tatuó el nombre de tu hijo en su cuerpo, tu nombre y no va a descansar hasta que puede abrazar a tus hijos y llenarlos de amor.

Hace unos días soltamos una palabra de que podemos relacionarnos con el espíritu de otra persona desde su espíritu, y quiero que ahora hagamos esto a favor de nuestros hijos, no sé donde están ahora ellos -tal vez lo sepas o tal vez no- quiero que viajes en el espíritu y comiences a profetizarle al espíritu de ellos, de cada uno de tus hijos, esto lo tenemos que hacer siempre, nunca te canses de hacerlo. Quiero que vayas donde están ellos y comiences a animarlos, porque aunque físicamente o emocionalmente no quieran, en el espíritu están clamando. Tal vez te cueste hablarles, tal vez no puedas enseñarles la Palabra, tal vez no quieran saber nada con tu fe y con tu testimonio, pero sí podés conectarte con su espíritu y desde ahí comenzar a animarlos, a alentarlos, a enseñarles. Así como Jesús los busca, buscalos en el espíritu donde ellos estén y comenzá con amor a soltarles bendición, a alentarlos.

Hay una bendición que necesitan.

Por Alejandra Stamateas

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