No voy a hablar sobre el mal, pero sí voy a hablar sobre el dolor.

Algunas actitudes equivocadas frente al dolor son las siguientes:

1. Buscar el dolor: Hay personas que buscan el dolor por masoquismo, por culpa.
   Hay gente que sufre antes de sufrir, es gente que está siempre imaginando, y generan
   
   
   los síntomas como si hubieran estado sufriendo.
   Son personas que evitan lugares y personas que les hacen bien. Hay gente que hace todo lo posible para perder gente buena y lugares positivos porque inconcientemente buscan que les vaya mal.
   

1. Acostumbrarnos al dolor: Hay personas que han sufrido tanto que se acostumbraron al dolor, y lo ven como parte de la vida.
   
   Hay parejas que sufren peleas hace años, y se acostumbraron a eso.
   
   Hay gente que hizo del dolor su amante.
   
2. Aguantar: En una oportunidad un rey se enojo con un estoico quien sostenía que había que aguantar el dolor.
   El rey le tomó la mano y  comenzó a doblársela.
   El estoico le decía: ‘la vas a romper’, y el rey se enojaba más porque no reaccionaba y le siguió doblando la mano hasta que se la rompió; y el hombre lo miró y le dijo: ‘viste… la rompiste’.
   
3. Ignorarlo: Es esa gente que se enferma y no va al médico.
   
4. Santificarlo: Hay gente que dice: ‘Hay que sufrir para que Dios purifique la fe.’
   
   Esto es como si yo le lastimara la pierna a mi hija y la llevara al médico para que la cure; y después de que el médico la cura yo le diga: ‘¡qué bueno que es papá!, ¿Viste?’
   
   Santificando el dolor se cree que el mismo Dios que quiere sanarte, te envía la enfermedad.
   

¿Qué tenemos que hacer con el dolor?

El dolor es un buen consejero y hay que oírlo.

Es una alarma que Dios ha puesto para indicarnos que hay algo en desorden.

El dolor es un centinela que nos avisa cuando algo está fuera de lugar.
Sin dolor no nos daríamos cuenta de las cosas que están mal.

El dolor avisa la falta de armonía.

El dolor es intenso para que todas nuestras fuerzas se concentren en ordenar lo desordenado.
Si el dolor no fuera intenso no le daríamos importancia.

Dice que había un hombre que había robado. El rey le dijo que el castigo era pagar 10 monedas de oro, o comer 75 cebollas, o soportar latigazos. El ladrón prefirió comer las cebollas. Cuando comió la décima, prefirió soportar los latigazos, como tampoco los soportó, tuvo que pagar. Porqué no comenzaste pagando, le dijo el rey.

Los capítulos más poderosos de la Biblia están en Génesis.
Génesis 1 dice que Dios ordenó el mundo. En el principio Dios hizo los cielos, la tierra; los materiales estaban desordenados y Dios ordenó.

En Génesis 3 cuando Adán y Eva desobedecen, se desordena todo. Cuando el hombre se alejó de Dios, la enfermedad, el dolor, los secuestros, tuvieron lugar.

Sino oigo el dolor, el dolor aumenta su voz.

1. Cuando mi dolor no tenga explicación voy a refugiarme en mi Dios.
   Cuando a David le pasaban cosas duras que nadie podía explicarle, se refugiaba en el Señor.
   Dolor nunca roba tu fe, puede taparla, pero no quitarla.
   Cuando David se refugiaba en el Señor tomaba la perspectiva eterna. Salía del tiempo y se proyectaba en la eternidad.
   
2. Voy a usar el poder de la resurrección.
   Hay dos poderes espirituales que se mueven en nosotros; el poder de la cruz y el poder de la resurrección.
   
   El poder de la cruz es todo lo que Cristo hizo en la cruz por mí. Cristo murió para darme victoria.
   
   Cuando Jesús venció al diablo en el desierto lo hizo para Él, pero cuando murió en la cruz no lo hizo para Él, venció al diablo para mí. En la cruz fuimos rescatados.  Jesús se entregó para que seamos liberados del enemigo.
   
   En California un muchacho robó y se escapó. Cuando llegó a la casa se cambió la ropa con su hermano y se escapó. La policía llegó y se llevó al hermano que no había hecho nada porque tenía la ropa. Este hombre murió en la silla eléctrica.
   
   Cuando pasaron los años, el que había matado, sintió mucha culpa y quiso entregarse; por lo que fue ante el juez y cuando le dijo toda la verdad, el juez respondió que era libre, porque alguien ya había pagado por él.
   
   Jesús en la cruz se cambió la ropa nuestra y murió, para que nosotros tengamos vida y vida en abundancia.
   La cruz nos salvó y nada más, por eso necesitamos el poder de la resurrección. Siempre que hablamos de la cruz tenemos que hablar de la resurrección.
   
   El poder de la resurrección es el que me hace prosperar.
   
   La cruz es la puerta de acceso.
   Jesús dijo que iba a darnos las llaves del reino, eso significa que tenemos el privilegio de abrir y tomar todo lo de Dios. Tenemos esas llaves por el poder de la resurrección.

¿Qué significa el poder de la resurrección?

1. Es la capacidad de esperar algo extraordinario en mi vida. Fe comienza con la razón, pero hay un momento donde la fe salta a la razón y es ahí cuando interviene Dios.
2. Es gente maravillosa que estará conmigo en mis peores momentos. Pablo nombra 6 piezas para vestirse, pero la espalda queda descubierta porque al diablo no hay que darle nunca la espalda. Con el diablo no hay que retroceder.
   
   Los soldados romanos peleaban juntos, iban pegados. Eso quiere decir que no tenés que hacer nada solo, necesitás un grupo que pelee con vos la batalla de la fe.

Un día Jacob llegó a un lugar y bajó la gloria de Dios. El tomó una piedra a la que le puso aceite, vio una escalera por la que bajaban y subían ángeles, él dijo que ese lugar era la casa de Dios.
Cuando Jacob se fue, la casa de Dios quedó en él, porque todo lo que oigas y creas se te añadirá.

1. Es el derecho al doble.
   Jesús es el primogénito; primogénito es ser primero. Jesús fue el primero que resucitó y no murió jamás.
   Jesús hizo un pueblo de primogénitos; eso significa que vamos a ser los primeros.
   
   Si vas a seguir al Señor vas a ser el primero para poder tener el doble.
   
   Tenés que reclamar tu primogenitura.
   En todo lo que hayas sido el primero tenés que saber que merecés el doble. Tenés que identificar en qué fuiste el primero.
   
   Este ministerio está bendecido porque fuimos los primeros en entrar con un mensaje distinto en la  televisión, fuimos los primeros en tener más reuniones que todas las iglesias que hay en Latinoamérica, fuimos los primeros en poner grupos de autoayuda, fuimos los primeros en pegarle al legalismo y como fuimos los primeros merecemos el doble.
   
   ¡Todos los primeros merecemos el doble!
   
2. Es la autoridad para pegar al enemigo
   Nuestra lucha no es contra la gente, es contra el diablo que está vencido; pero como miente quiere que creamos que no fue vencido.
   
   Cuando a Pedro lo apresaron para matarlo se durmió porque tiempo atrás cuando Jesús le había preguntado si lo amaba, él le preguntó por Juan a lo que Jesús le dijo que no le importaba, y que cuando era joven iba hacia donde quería, pero que cuando sea viejo lo llevarían de la mano.
   
   Entonces él se acordó de esas palabras, y supo que Dios iba a librarlo porque no había llegado a la vejez.
   
   Mantené y repetí la promesa que Dios ha hecho a tu vida cuando el diablo te meta en la cárcel del dolor.
   
   La palabra a vos te acaricia, pero al diablo le pega.
   
   Apocalipsis 16 dice que de la boca del dragón salía el falso profeta, y dice también que eran como ranas. Las ranas producen siempre el mismo sonido.
   
   Podés pegarle con la adoración. En Éxodo 15; Moisés cantó con su gente después de cruzar el Mar Rojo: “Quién como tú, majestuoso en santidad, temible en las alabanzas.
   Las alabanzas lo hacen temible.
   
   Salmo 149: “Broten de sus gargantas alabanzas a Dios y haya en sus manos una espada de dos filos.”
   David dijo que cuando cantaba tenía la espada en su mano.
   
   Jesús le dijo a Pedro que tirara las redes mar adentro porque no habían pescado nada, y al hacerlo las redes se rompieron y los botes se hundieron. Cuando Pedro llegó a la tierra se postró y le dijo: ‘Apártate de mí porque soy pecador.’
   
   Jesús no le había dicho eso, pero Él se dio cuenta de ello porque pudo ver el poder de Dios.
   
   La gente va a descubrir que necesita de Dios porque verá el poder sobrenatural del Espíritu en nosotros.

Por Bernardo Stamateas