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Niveles de intimidad:
- Opiniones: Es revelar lo que pienso o creo sobre un tema. Nadie puede lastimarme en este nivel porque todos tenemos derecho a pensar como queramos, ya que tenemos la libertad dada por Dios para pensar lo que tengamos ganas.
Las opiniones son subjetivas, nadie tiene la opinión verdadera.
Las opiniones son cambiantes.
Pensamos como pensamos porque vemos las cosas desde el lugar que las vemos.
- Sueños: Compartos mis expectativas para el futuro. Nadie puede lastimar tu intimidad porque los sueños son personales y los da Dios. Tenés derecho a soñar lo que soñás y a esperar lo que esperás porque Dios lo puso en tu corazón.
No dejes que te afecte lo que dicen de tu sueño, porque te pertenece.
- Sentimientos: Tenés derecho a sentir lo que sentís, por eso no permitas que descalifiquen tus emociones.
No hay nada más cambiante que los sentimientos.
- Miedos, fracasos y defectos: Tenés derecho a tener miedo y a fracasar.
Nunca daré el control de mí.
El problema no es la intimidad, el problema es cuando entregamos el control de nuestra vida a la gente y nos manipulan.
Voy a abrirme con gente que añada valor a mi vida.
La intimidad es con gente que nos ayuda. Nunca te abras en sueños, opinión y emociones con cualquiera. Abrazá a la gente que te ayuda a ser la mejor versión de vos mismo.
Tengo que ser como soy.
Cuando uno es como es, será más aceptado que siendo quien no es.
Una persona con miedo a ser rechazada simula, y termina siendo rechazada porque a nadie le gustan los simuladores.
Soy valioso.
Somos valiosos por creación de Dios.
Dicen que en una oportunidad encontraron un dibujo de un caballo sin terminar que se vendió 12 millones de dólares porque era de Da Vinci.
Si un papel dibujado por Da Vinci vale 12 millones de dólares, cuánto más nosotros que somos la obra de arte de Dios.
No somos valiosos solo por creación, sino que también somos valiosos por redención.
Nadie puede lastimarme porque estoy enfocado hacia la bendición.
No solo tenemos el pensamiento positivo, sino que también sabemos que todo es posible para el que cree.
Dios siempre va a mostrarte la posibilidad de bendición, porque si el Señor nos dio a Cristo nos dará todas las cosas.
La intimidad de Dios que se te revela es la gloria. Tu vida va a estar vacía hasta que no se conecte con la intimidad de Dios.
Cuando la gloria te toca, todo se transforma.
Dice que una reina millonaria llegó a donde estaba Salomón, y quedó maravillada, porque no imaginaba que la gloria existía, y así como ella, hay un montón de personas que no saben que la gloria existe.
Quiero decirte que va a venir gente que no te conoce, a traerte recursos y bendiciones; y cuando lleguen a tu vida te van a ver como esta mujer vio a ese templo lleno de la gloria de Dios.
La reina vio excelencia de comida; Dios nos va a llenar el corazón, va a alimentarnos con el pan de la revelación.
También pudo ver el lugar de los siervos; Dios te va a dar lugares de honra y va a llevarte de empleado a jefe, de jefe a dueño y de dueño a multimillonario.
Lo tercero que vio fue la excelencia de los vestidos. Dios te va a dar ropa y vas a vestir bien. La gente va a verte vestido, el vestido significa la dignidad.
Además vio las ofrendas. Los holocaustos son la muestra de prosperidad.
La reina pudo también ver la felicidad de los siervos. Nuestra cultura es la cultura de la tristeza; pero cuando la gloria baja, restaura la alegría y el gozo de saber que podemos conocer el corazón de Papá.
Cuando Salomón terminó ese santuario valuado en 500 mil millones de dólares, le dijo al Señor que ese lugar tenía un valor económico, pero no valía nada sino descendía su gloria. Salomón se arrodilló y oró para portar la gloria de Dios. Cuando Salomón terminó de orar, fuego cayó del cielo y la nube de gloria llenó el lugar.
Fue tanta la gloria que la gente se caía, se quebrantaba, se sanaba y hubo gente liberada y transformada; porque cuando conocemos la intimidad de papá nuestra vida cambia para siempre.
La vida cristiana se trata de saber vivir en la tierra, pero saber vivir lleno de la gloria de Dios. Porque cuando soy lleno de su gloria puedo transmitirlo a los demás.
Por Bernardo Stamateas
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