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FRANCISCO NÁCHER: VIVIR EN PAREJA
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De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 01/08/2009 15:35

 

VIVIR EN PAREJA

por Francisco-Manuel Nácher

Cada día es más frecuente el fracaso de los matrimonios. A tal

punto se ha llegado, que los jóvenes van prefiriendo convivir

maritalmente, como parejas de hecho, a formalizar legalmente su

relación, ante el cúmulo de inconvenientes que la separación conlleva.

De modo que ya no se juntan las parejas con el objetivo de la

convivencia feliz, sino con la separación como final probable. Y ello

lleva a separarse al menor desacuerdo, a la menor sacudida, al primer

desencuentro, al desaparecer la idealización gratuita e ilógica pero

necesaria y previa a toda unión con ciertos visos de duración.

Por supuesto, las causas de tales conductas y puntos de vista son

varias:

1ª.- La ausencia de religión ni de valores morales ni de un

más allá. Si no hay Dios ni hay unas normas éticas que cumplir y

después de la muerte no hay nada, ¿por qué poner límites a la

consecución de los propios deseos, sean de la clase que sean?

2ª.- La educación recibida, mucho más permisiva que la de

los padres y asediada, día tras día, por el consumismo, el materialismo,

y la filosofía del “a vivir que son dos días” y del “sólo se vive una

vez”.

3ª.- El egoísmo, la incapacidad para sacrificar nada por el

otro y, en cambio esperar de él o de ella el sacrificio de soportarnos a

nosotros tal y como somos, sin ningún esfuerzo por nuestra parte para

hacer la convivencia más equilibrada. Esperar siempre que sea el otro

el que dé el primer paso, el que se disculpe, el que rectifique, el que se

esfuerce, en una palabra, el que cambie, sin darnos cuenta de que el

otro ya era así cuando surgió el amor y lo que ocurrió fue que nosotros

supervaloramos sus virtudes y minusvaloramos sus defectos. Y que,

como consecuencia del egoísmo reinante en la sociedad, el espíritu de

sacrificio ha huído de ella y, consecuentemente, de su célula

elemental, la pareja.

4ª.- Pero, en el fondo, y como razón última de todas estas

conductas y de cualesquiera otras igualmente negativas, se encuentra

una causa fundamental: la ignorancia. Sólo ella es el origen de tantas

ilusiones rotas, de tantas vidas frustradas, de tantos hijos

traumatizados para siempre, de tantas oportunidades perdidas…

Ignorancia de cómo funcionan las cosas en el universo del cual

formamos parte, ignorancia de lo que nos lleva a escoger nuestra

pareja, ignorancia de por qué surgen las diferencias, ignorancia de por

qué vienen los hijos, precisamente esos hijos, o por qué no vienen,

ignorancia, en una palabra, de las leyes que rigen la vida y la muerte y

el nacimiento y el amor y los sentimientos y los deseos y las

aspiraciones y los sacrificios y los vicios y las virtudes y la naturaleza

toda, sea la que llamamos física, de la que somos más conscientes, o la

que, por percibirla menos diáfanamente, llamamos suprafísica,

superior o espiritual.

Por supuesto, en un artículo como éste es imposible exponer lo

que da sentido a todos y cada uno de los acontecimientos de nuestra

existencia, que lo tienen. Pero sí se pueden dar unas cuantas

pinceladas aclaratorias que, luego, el que resulte interesado, irá

ampliando y profundizando. Son éstas:

- Cada uno de nosotros somos espíritus inmortales en

evolución, para los cuales una vida aquí es sólo como un día de clase.

- Después de cada vida, asimilamos las lecciones que nos

ha proporcionado, tanto como consecuencia de nuestros errores como

de nuestros aciertos.

- Esa asimilación aumenta la capacidad de nuestro espíritu

para comprender el estadio de evolución en que se encuentra y, por

tanto, cuánto ha recorrido y cuánto le falta aún por recorrer; qué cosas

ha de corregir; que facultades ha de desarrollar; qué debe y a quién y

por qué, y qué le deben, quién se lo debe y por qué. Bien entendido

que, dado que la savia de la vida, la fuerza que nos hace evolucionar

es el amor, las deudas y créditos son siempre deudas o créditos de

amor. Y que la causa de esas deudas o créditos es siempre el egoísmo,

que puede adoptar múltiples formas, pero que siempre es falta de

amor: La soberbia, la ira, la envidia, la lujuria, la avaricia, la gula y la

pereza, con sus múltiples variantes.

- ¿Qué pasaría si supiésemos que, antes de nacer, conocedores de

nuestro nivel evolutivo y de nuestros créditos y deudas, elegimos,

entre otras cosas, a nuestro cónyuge, porque nos merece confianza,

porque le debemos el amor que en otra vida le negamos o porque nos

lo debe, y esperamos ayudarnos mutuamente en esa nueva oportunidad

que se nos brinda?

- ¿Qué pasaría si supiéramos que deshaciendo la pareja no

estamos sino aumentando nuestros problemas futuros en esta o en

futuras vidas, porque la deuda pendiente se verá incrementada y

tendremos que pagarla la próxima vez en peores condiciones?

- ¿Qué pasaría si supiéramos que ese cónyuge o pareja que nos

parece tan incompatible, espera de nosotros el esfuerzo necesario para

ayudarle?

- ¿Qué pasaría si supiésemos que los hijos, que son espíritus

como nosotros, con muchas vidas a sus espaldas y una larga evolución

por delante, antes de venir al mundo, nos eligieron entre millones de

posibles padres, porque pensaban que seríamos los más apropiados

para ayudarles en su evolución, y que nuestro espíritu dio su

aprobación a esa paternidad o maternidad?

- ¿Qué pasaría si supiésemos que todos somos seres creadores,

dioses en formación, y que la muerte, en realidad, no existe, que el

espíritu, nuestro yo, es inmortal y se reviste de carne cada vez que ha

de nacer para aprender cómo es el mundo y cómo funciona y qué leyes

lo rigen, porque es la única manera de convertirnos un día en

creadores de mundos?

- Y, sobre todo, y como consecuencia de lo anterior, ¿qué pasaría

si supiéramos que no nacemos para ser felices, sino para adquirir

experiencia, para aprender?

- ¿Y si, a pesar de ello, supiésemos que se puede ser feliz al

tiempo que se aprende y que todas nuestras desgracias, todas sin

excepción, son sólo las consecuencias de la falta de amor por nuestra

parte en actuaciones anteriores?

- ¿No cambiaría nuestra manera de verlo todo, de considerar a

nuestro cónyuge, a nuestros hijos, a nuestros amigos y parientes, al

saber que todos ellos están ahí para ayudarnos a aprender lecciones de

vida y para recibirlas de nosotros?

Medita, pues, sobre todo ello porque ésa es la realidad. Tú eres

importante para el universo, que espera de ti sólo una cosa: Amor. Y el

amor, por definición, es desinteresado. Es dar. Es darse. Sin esperar

nada. De otro modo ya no es amor, sino compraventa o

contraprestación. Y entonces se degrada y desciende desde el cielo al

mercado. Y, claro, todos queremos nuestro beneficio en esa

transacción, y la pareja se rompe. Y se romperán todas las que sobre

esa base se formen. Hasta que, aprendida la lección, es decir, aceptado

que las cosas son como queda expuesto, tomemos la propia evolución

en nuestras manos y dejemos de ser llevados de aquí para allá por los

acontecimientos que nos sobrevienen y de los que tanto nos quejamos,

sin saber que no son sino las consecuencias directas de nuestros

propios actos anteriores.

* * *

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