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RECOLECIONES DE UN MISTICO: CAPÍTULO X... LA EDAD FUTURA
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De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 23/05/2010 10:16

 

 

 

LA EDAD FUTURA

Cuando hablamos de la "Edad Futura", del "Nuevo Cielo" y de la "Nueva

tierra", mencionados en la Biblia y también de la Edad de Acuario, la

diferencia no aparecerá clara en las mentes de nuestros estudiantes. La

confusión de los términos es uno de los terrenos más fértiles para la falacia y

las enseñanzas Rosacruces procuran y se esfuerzan en evitarlo por medio de

una nomenclatura determinada. Algunas veces un esfuerzo extraordinario se

hace necesario para disipar la niebla engendrada por las corrientes de

concepciones nebulosas de autores tan sinceros como el que esto escribe, pero

no tan afortunados en ganar acceso a las incomparables Enseñanzas de la

Sabiduría del Occidente.

En nuestros escritos se ha dicho que cuatro grandes épocas de desarrollo han

precedido al presente estado de cosas; que la densidad de la tierra, sus

condiciones atmosféricas y las leyes de la naturaleza que prevalecieron en una

época determinada, fueron tan diferentes a las de las otras épocas, así como la

correspondiente constitución física de la raza humana en cualquier época

difería de la de las otras.

Los cuerpos de Adam (este nombre significa tierra roja), la humanidad de la

incandescente Lemuria, fueron formados "del polvo de la tierra", de aquel

barro caliente, rojo, volcánico y estaban adaptados justamente a aquel

ambiente. La carne y la sangre se hubieran sublimado con el terrible calor de

aquellos días y aunque estén ahora adaptadas a las condiciones actuales, Pablo

nos dice que ellas no pueden heredar el reino de Dios. Es, por consiguiente

natural, suponer que, antes de que un nuevo orden de cosas pueda ser

inaugurado, la constitución física de la raza humana debe ser radicalmente

cambiada, sin decir nada de las condiciones espirituales.

Millones de años serán necesarios para regenerar la totalidad de la raza

humana y adaptarla para vivir en cuerpos etéreos.

Por otra parte, tampoco un nuevo ambiente entra de golpe a la existencia, sino

que la tierra y la humanidad evolucionan al compás desde el principio y los

más primitivos comienzos. Cuando las nieblas de la Atlántida comenzaron a

densificarse, algunos de nuestros antepasados ya habían desarrollado

pulmones embrionarios y se vieron empujados a las tierras altas años y años

antes que sus contemporáneos. Estuvieron errando en "el desierto" mientras la

"tierra prometida" emergía desde las más ligeras brumas y, al mismo tiempo,

sus pulmones en crecimiento se iban habituando a la existencia bajo las

condiciones atmosféricas de entonces.

Otras dos razas nacieron en los valles de la tierra antes de que una sucesión de

diluvios les empujase hacia las tierras altas; el último diluvio tuvo lugar

durante el tiempo en que el Sol entró en el signo acuático de Cáncer, hará

aproximadamente unos diez mil años, como le dijeron a Platón los sacerdotes

egipcios. Así vemos que no hay un cambio súbito de constitución o medio

ambiente para la raza humana entera cuando una nueva época se introduce,

sino una gradual mejora de las condiciones que hacen posible que la mayor

parte de la raza, por progresivo ajustamiento, pueda entrar en la nueva

situación, aunque el cambio pueda parecer súbito al individuo, cuando en

realidad, el cambio preparatorio ha sido inconscientemente llevado a cabo. La

metamorfosis de un renacuajo, de un habitante del líquido elemento,

transformado en uno del aire, nos da una analogía del pasado y la

tranformación del gusano en mariposa elevándose por el aire, es un símil

apropiado de la edad futura. Cuando el celeste marcador del tiempo entró en

Aries por precesión, comenzó un nuevo ciclo y Cristo predicó la "Buena

Nueva". Afirmó que el nuevo cielo y la nueva tierra no estaban todavía

preparados para nosotros al decir a sus discípulos: Cuando yo me vaya ahora,

no podréis seguirme, pero me seguiréis después. Voy a preparar un sitio para

vosotros y vendré otra vez y os recibiré.

Más tarde, Juan vio en éxtasis la nueva Jerusalén descender del cielo y Pablo

enseñó a los de Tesalia, por la palabra de Dios, que aquellos que a su venida

fuesen Cristos serían citados en el aire para encontrarse con Él y estar con Él

para siempre.

Pero durante este cambio hay precursores que entran en el reino de Dios antes

que sus contemporáneos. Cristo, en Mateo, 11:12, dijo que: "El reino del cielo

es factible de ser asaltado y que los audaces lo toman a la fuerza". Esto no está

correctamente traducido. Debería ser: "El reino de los cielos ha sido invadido

(biaxetai) y los invasores se apoderan de él" Hay hombres y mujeres que han

aprendido ya, por medio de santas y misericordiosas existencias, a dejar a un

lado el cuerpo de carne y sangre, -ya intermitente, ya permanentemente- y

recorrer los cielos con alados pies, atentos a los asuntos de su Señor, provistos

de los etéreos "vestidos de boda" de la nueva dispensación. Este cambio puede

ser obtenido por una vida de simple misericordia y oración, tal y como lo

practican los cristianos, sea cual sea la iglesia a la que estén afiliados, e

igualmente por la práctica de unos ejercicios específicos dados por La

Fraternidad Rosacruz. Éstos serán, sin embargo, estériles de todo fruto si no

van acompañados de constantes actos de amor, pues el amor será la tónica y el

fundamento de la Edad Futura, como la ley lo es de la presente. La

manifestación intensa del amor aumenta la fosforescente luminosidad de los

éteres del cuerpo vital, las corrientes ígneas cortan la trabazón con la espiral

de la mortalidad y el hombre, una vez nacido del agua, en el tiempo de su

emergencia de la Atlántida, nace ahora del espíritu para el reino de Dios. La

fuerza dinámica de su amor le ha abierto un camino para la tierra del amor y es

indescriptible el regocijo entre los que ya han llegado cuando se presentan

nuevos invasores, puesto que cada nueva llegada apresura la venida de Dios y

el establecimiento definitivo de su reino.

Entre los inclinados a la religión se escucha un grito definido e incesante:

"¡Cuán largo, Señor, cuán largo...!" Y a pesar de la afirmación enfática de

Cristo de que el día y la hora son desconocidos hasta para Él mismo, hay

profetas y videntes que siguen ganando crédito, cuando anuncian Su venida

para una fecha determinada, aunque cada uno de ellos queda desconcertado al

ver que el día señalado pasa sin resultado. Esta cuestión ha sido también

debatida entre nuestros aspirantes y este capítulo no es más que un intento de

demostrar la falacia que existe en esperar el Segundo Advenimiento para

dentro de un año, de cincuenta o de quinientos. Los Hermanos Mayores

rehusan ir más lejos y se atienen a señalar lo que se ha de llevar a cabo

primeramente.

En los días de Cristo, el Sol estaba en los siete grados de Aries. Fueron

necesarios quinientos años para llevar la precesión al trigésimo grado de

Piscis. Durante aquel tiempo la nueva iglesia vivió en medio de violencias

ofensivas y defensivas que justificaron plenamente las palabras de Cristo: "Yo

no vine a traer paz sino una espada". Mil cuatrocientos años más han

trancurrido bajo la influencia negativa de Piscis , lo cual ha fomentado el

poder de la Iglesia y ha maniatado al pueblo por medio de credos y dogmas.

Sobre la mitad del siglo pasado el Sol entró en la órbita de influencia del signo

científico de Acuario y aunque serán necesarios casi seiscientos años más,

antes de que comience la Edad Acuaria, es muy significativo y de alta

instrucción, notar los cambios que aquella mera entrada ha traído al mundo. El

limitado espacio de que disponemos nos impide enumerar los maravillosos

adelantos que se han obtenido desde entonces, pero no está de más afirmar que

la ciencia, la inventiva y la industria resultante de ellas, han variado

completamente el mundo, su vida social y sus condiciones económicas. Los

grandes pasos dados por los medios de comunicación han hecho mucho para

derribar las barreras del prejuicio de raza y nos están preparando para

acondicionarnos a una Fraternidad Universal. Los medios de destrucción se

han hecho tan pavorosamente eficaces que las naciones militantes se verán

forzadas en adelante "a fundir sus espadas para hacer de ellas rejas de arado y

sus lanzas en podaderas". La espada ha tenido su reino durante la Edad de

Piscis pero la ciencia regulará la Edad Acuaria.

En la tierra de la puesta del Sol podemos esperar ver primeramente las ideales

condiciones de la Edad Acuaria: Una amalgama de religión y de ciencia, que

forme una ciencia religiosa y una científica religión, será la promotora de la

salud, la felicidad y el goce de la vida en abundante medida.

EL AZÚCAR POR ALCOHOL

En el capítulo que dilucida la ley de la Asimilación en el "Concepto Rosacruz

del Cosmos", afirmamos que los minerales no pueden ser asimilados a causa

de carecer de cuerpo vital, carencia que hace imposible al hombre elevar su

tono vibratorio a su propio grado. Las plantas tienen un cuerpo vital, pero no

conciencia propia, de aquí que sean más fácilmente asimiladas y permenezcan

dentro del hombre más que las células de carne animal, que están impregnadas

por un cuerpo de deseos. La proporción o tono vibratorio de esta última es alta

y se requiere mucha energía para su asimilación; sus células escapan también

rápidamente y hacen necesario para el comedor de carne, el alimentarse a

menudo.

Sabemos que el alcohol es un "espíritu extraño" y un "espíritu de decaimiento"

porque es generado por fermentación ajena al sistema del consumidor. Siendo

"espíritu" vibra con tal intensidad que el espíritu humano es incapaz de

regularlo y de controlarlo como hace con los alimentos y de ahí que el

metabolismo sea nulo.

Pero hay más, desgraciadamente, así como nosotros no podemos reducir su

grado de vibración al de nuestro cuerpo, este espíritu hace acelerar los

nuestros y controlarnos, como ocurre en el caso del estado de embriaguez. Así,

pues, el alcohol es un gran peligro para la raza humana y uno de los que

debemos apartar de nosotros antes de que podamos concebir nuestra

naturaleza divina.

Un espíritu estimulante es necesario mientras vivimos bajo una dieta de carne

o el progreso se estacionaría y un alimento ha sido facilitado a los precursores

del Oeste que llena todos los requisitos: su nombre es "azucar". Del azucar el

"ego" genera alcohol "dentro" de su sistema por el mismo proceso del

metabolismo. Este producto es, por consiguiente, tan alimenticio como

estimulante, acoplado perfectamente al grado vibratorio del cuerpo. Tiene

todas las buenas cualidades del alcohol en grado superlativo pero ninguno de

sus inconvenientes. Para juzgar propiamente el efecto de este alimento basta

observar los pueblos de la Europa Oriental donde se consume muy poco

azúcar. Están esclavizados; hablan de ellos mismos en términos

despreciativos; el pronombre "yo" se escribe siempre con minúscula y en

cambio con mayúscula el "Usted". Inglaterra consume cinco veces más azúcar

por habitante que Rusia. En aquélla encontramos un espíritu diferente, el

mayúsculo "Yo" y el minúsculo "usted".

En América las pastelerías son cada día rivales más peligrosos de los cafés y

tabernas, pués el hombre que come dulces, no bebe y no hay cura mejor para

el alcoholismo que inducir al que lo sufre a consumir la mayor cantidad

posible de dulces. El borracho aborrece el azúcar, sin embargo, mientras su

sistema permanece bajo la tutela del "espíritu extraño".

El movimiento de continencia fue comenzado en la tierra donde más azúcar se

consume y ha generado el espíritu del propio respeto.

 

 
 


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