Repasaba estos días lo que Elizabeth Kübler-Ross y David Kessler transmiten en su libro “Lecciones de Vida” sobre La Lección de la Rendición. Para estos autores, la rendición no significa derrota o brazos caídos, sino entregarse a Dios, rendirse a Él. Si bien el concepto que ellos tienen sobre Dios difiere ampliamente del mío, coincido con sus palabras:
“En general queremos dominar las situaciones y hacer que las cosas sucedan a nuestro modo, y consideramos que acción es igual a fortaleza y pasividad a debilidad…
Nadie sabe con certeza por qué nos suceden cosas en la vida. El problema es que creemos que deberíamos saberlo. Pero vivir requiere humildad, porque la vida es un misterio. Todo nos será revelado a su debido tiempo…
Cuando por primera vez en nuestra vida empezamos a relajarnos, aprendemos a confiar en Dios…
No siempre sabemos qué es lo mejor para nosotros… debemos dejar de lado la pretensión de que siempre sabemos lo que está bien y debemos desistir de intentar controlar lo incontrolable…
Para rendirnos sólo tenemos que levantarnos por la mañana y decir: “Hágase tu voluntad y no la mía”. Y también: “No sé lo que pasará hoy. Me he planificado el día… Pero me rindo ante el conocimiento de que mis planes son sólo un proyecto. Sé que surgirán cambios, oportunidades que no esperaba, sorpresas maravillosas o que quizá me asusten. Sé que se producirán situaciones que abrirán nuevos caminos. Tengo la absoluta confianza que todo esto me llevará en una dirección que guiará a mi ser y mi alma a su desarrollo más perfecto”…
Existe una diferencia importante entre rendirse y darse por vencido… Cuando nos damos por vencidos, negamos la vida que tenemos. Cuando nos rendimos, la aceptamos tal como es”.
Amigo, no te des por vencido. Pero sí aprende a rendirte ante Dios. Acepta el misterio y la incertidumbre de la vida. Haz lo correcto dentro de lo que puedes manejar (tus capacidades, tu conocimiento). Cuando nos rendimos ante Él, es cuando estamos en condiciones de llegar mucho más lejos y transitar los mejores caminos.
GUSTAVO BEDROSSIAN