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General: DE LA FE AL AMOR (2)
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: Néstor Barbarito  (Mensaje original) Enviado: 22/09/2016 22:53

Años después de aquellos acontecimientos y manifestaciones de Jesús que te mencionaba en el mensaje anterior, Pablo les iba a decir a los gálatas -y a nosotros: «Hemos creído en Él, para ser justificados por la fe en Cristo» (2,16). Y también: «La vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí» (2, 20).

De todos los ejemplos que he podido leer en la Escritura, concluyo que la fe es pilar fundamental de lo que Jesús nos pide: que creamos en Él, y en consecuencia guardemos su palabra. De lo contrario, ¿cómo podría yo atender y responder a la palabra de alguien en quién no creyera? Para quien tiene una fe fuerte y firme, es mucho más fácil ser fiel. No porque no cueste o cueste menos, sino porque la confianza ofrece a la gracia el corazón abierto y dispuesto para que ella actúe fortaleciendo la voluntad. Además, aún desde el punto de vista estrictamente humano; psicológico, es coherente ser fieles en la amistad, Ya que esta se halla conformada por una enorme dosis de fe en el amigo o la amiga. No existe el amor sin fe en el amado; sin confianza. Quizás haya complicidad, deseo de posesión, o algún otro vínculo, pero no amor.

Sin embargo, al final de la parábola del juez y la viuda (Lc 18, 1-8), Jesús pregunta (creo que en verdad se pregunta): «Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?». Me parece advertir en esta pregunta una cierta nostalgia, o hasta pesar. Creo que evaluaba ya las tantas y tantas traiciones que vendrían…Está claro que si no hallara fe, tampoco habría de encontrar amor. Y esa sería la tragedia del futuro del mundo. Un futuro que, desafortunadamente, ya parece insinuarse.

Todo el contexto de esos capítulos catorce y quince del evangelio de Juan, me impresionan fuertemente como un convite de Jesús a sus amigos. Casi como un ruego. Es por eso que los invita -nos invita- a vivir en su propia Casa: «En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones (…). Yo voy a prepararles un lugar. Volveré para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes» (Jn 14, 2-3). «Permanezcan en mi amor» (Jn 15, 9). «Ustedes en mí y Yo en ustedes» (Jn 14,20).

Una invitación; un ruego. Una manifestación incontenible de amor y amistad: “Quiero que compartan mi vida; mi lugar en la Casa de mi Padre, el lugar desde donde reinaré para siempre; desde donde ustedes reinarán conmigo. ¡Pero vengan. Los amo y los quiero conmigo! Sin embargo, por ahora, mientras estén en este mundo terrenal, seremos Nosotros –el Padre, el Espíritu y Yo- quienes compartamos por amor la vida de ustedes, en ustedes. Si me aman y guardan mi palabra, mi Padre y Yo anidaremos en sus corazones” (Cf Jn 14, 23). ¡Una verdadera declaración de amor a sus amigos!

Después de haber releído, rumiado y puesto por escrito estos episodios de la vida de Jesús a la luz de mis propias experiencias, y también de lo que he visto y oído, creo entender mejor –y quiera Dios que también compartirlos más fielmente- los sentimientos del Hermano Francisco, que, abrasado por el fuego de la gracia, correspondía a este reclamo de su Señor corriendo por las calles de Asís, y pregonando a gritos: «¡El Amor no es amado! ¡El Amor no es amado!», como un apasionado vendedor de esperanza.

De estas meditaciones y experiencias, saco como conclusión que el don de la fe es absolutamente personal, e intransferible mediante la enseñanza de una doctrina. No se explica; en todo caso se contagia.



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: hectorspaccarotella Enviado: 23/09/2016 03:12
Hermoso Nestor.
Y el don de la Fe, que viene de Dios dado a sus elegidos, se enriquece y crece en aquellos hambrientos y desesperados buscadores de Su Presencia. 
La respuesta a si "el HIjo del Hombre hallará fe sobre la Tierra" es ¡Si!. Porque en todo tiempo y lugar en la historia de la Iglesia hay un remanente, locos que se enamoran de la utopía y deciden creer, aún cuando los ojos no vean. Me acuerdo de aquella bellísima canción de Ignacio Larrañaga:

Creo, aunque todo se oculte a mi fe

Creo, aunque todos me griten que no, porque he basado mi fe en mi Dios inmutable, en mi Dios que no cambia, en mi Dios que es amor.

Creo, aunque todo parezca morir.

Creo, aunque yo no quisiera vivir, porque he fundado mi vida en palabras sinceras, en palabras de amigo, en palabras de Dios.

Creo, aunque todo subleve mi ser.

Creo, aunque sienta muy solo el dolor, porque un cristiano que tiene al Señor por amigo, no vacila en la duda, se mantiene en la fe.

Creo, aunque veo a los hombres matar.

Creo, aunque veo a los niños llorar, porque aprendí con certeza que Él sale al encuentro en las horas más duras, con su amor y su luz.

Creo… pero aumenta mi fe.


HÉCTOR


 

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Néstor Barbarito Enviado: 24/09/2016 00:35
Muy hermosa tu reflexión, hermano. Larrañaga me ha enriquecido mucho en mi fe, y convengo con vos en que siempre habrá "locos que se enamoran de la utopía y deciden creer" a pesar de todo, aunque no sobreabunden. ¿Será acaso un "pequeño rebaño"?
Quizás sería hora de empezar a correr ("salir a las periferias" dice Francisco) gritando ¡el amor no es amaaado!, porque creo y amo. pero... ¿para tanto?


 
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