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General: En Rio 2016 EL INMENSO RETO DE CUBA..UN PEQUEÑO GIGANTE
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 01/01/2016 12:12

El inmenso reto de un pequeño gigante

El pequeño país caribeño es uno de los gigantes del empinado contexto. Bastarían solo algunas notas para aquilatar su estatura y la magnitud de su hazaña

El tres veces campeón del mundo Lázaro Álvarez buscará obtener la medalla de oro en la división de los 60 kg durante los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Foto: AIBA

Este 2016 que hoy comienza adquiere ribetes de célebre para el movimiento deportivo internacional. Es año olímpico. Río de Janeiro desde el 5 de agosto acogerá los Juegos de la XXXI Olimpiada de la era moderna, justo a 120 años de que Atenas alumbrara, el 6 de abril de 1896 este escenario, que cada cuatro años reúne a lo más selecto del universo atlético mundial.

El bello balneario brasileño se inscribirá en la historia de estos acontecimientos como la primera urbe sudamericana en albergar la eximia cita del músculo, en la segunda ocasión en que una ciudad de América Latina servirá de anfitriona, después que la de México lo hiciera en el ya lejano 1968.

Sobre el paisaje carioca volverá a volar la mís­tica de una justa competitiva, que ha visto encumbrarse a verdaderos dioses y destrozado a otros que estaban destinados a coronarse en el pináculo del firmamento deportivo del planeta. Nada es más importante para un competidor de élite que el título bajo los cinco aros y es ese abolengo el que hace a esta competencia grande y enigmática.

A tan exigente lid llega Cuba por vigésima vez y lo hace colmada de reconocimientos. El pequeño país caribeño es uno de los gigantes del empinado contexto. Bastarían solo algunas notas para aquilatar su estatura y la magnitud de su hazaña.

Habría que comenzar por el que lo sitúa como la única nación latinoamericana que aparece entre los primeros 20 países (lugar 18) en el medallero histórico de estas citas, es decir sumando todas las tablas de preseas desde Atenas hasta la última edición en Lon­dres, hace cuatro años.

El triplista Pedro Pablo Pichardo intentará revalidar en el 2016 la excelente temporada que tuvo en el 2015. Foto: Ricardo López Hevia

Solo dos pabellones del continente americano aparecen en esa veintena vanguardista, el otro es el de Estados Unidos, que lidera el selecto grupo. La Mayor de las Antillas es una de las 94 representaciones nacionales, de las 206 con las que cuenta el Comité Olímpico Internacional (COI) que en los 120 años de es­tos Juegos ha conseguido ser medallista de oro.

Es, además, una de las 18 que han alcanzado 70 o más lauros dorados en esos conclaves y una de las 21 que acumulan más de 200 podios de premiaciones.

Como si fuera poco tanta casta, ha sido también la única del llamado Tercer Mundo que ha desafiado a los zares del medallero, al ubicarse en cinco de sus participaciones (Mon­treal-1976, 8va; Moscú-1980, 4ta; Bar­celona-1992, 5ta; Atlanta-1996, 8va; y Sydney-2000, 9na), entre las diez primeras naciones. Agre­guemos una última nota. Ocupa el lugar 20 en triunfos por edición, con 3.79 pergaminos áureos.

Se dice y escribe fácil. Pero lo difícil ha sido salir de cero hasta convertirse en una potencia mundial, lo cual ha sido obra de la medalla de oro de más brillo: haber edificado un sistema inclusivo, sobre la base de la participación, que incluyó desde la formación del capital hu­mano, expresado hoy en más de 50 000 graduados de nivel superior en Cultura Física, hasta el acceso pleno a la actividad física y deportiva de la población, pasando por la crea­ción de un conjunto de instituciones científicas y sociales, que han sostenido esas coronas de laureles.

Es esa historia, de cara a Río, la que más reta a la comitiva cubana, es la mayor exigencia de quienes emprendan el difícil sendero ha­cia la gloria, en un ámbito que en nada se parece al de 15 años atrás. La exagerada co­mercialización del deporte ha disparado el cos­to de una medalla olímpica por los accesos a tecnologías de punta, léase implementos de­portivos, suplementos nutricionales o recuperantes, aseguramiento médico e instalaciones deportivas, equipos de medición o hasta el propio vestuario del deportista o los sistemas de clasificación que de­man­dan de continuas participaciones en competencias previas al más alto nivel.

Sin embargo, los atletas y entrenadores de la Mayor de las Antillas no han renunciado al sueño olímpico y no lo hacen reposando la cabeza en una almohada de quimeras esperanzas, sino desde potencialidades reales labradas con mucho esfuerzo.

No caeremos en la trampa de los pronósticos precompetencia, sobre todo ante una confrontación que suele derrumbar las más avezadas predicciones. Además, los Juegos Pa­namericanos de Toronto están muy cerca como para caer en el mismo bache. Pero lo que sí es cierto es que la Mayor de las Antillas, pese a las dificultades, tanto objetivas como subjetivas, cuenta hoy con la fuerza para volver a ser protagonista. Solidez y calidad tiene en exponentes del atletismo, boxeo, lu­cha, judo, gimnasia y taekwondo, disciplinas en las que sus principales figuras se codean entre lo que más brilla del planeta y como otros muchos son observados con respeto y admiración.

En las camisetas de los atletas cubanos que competirán en Río de Janeiro va inscrita la impronta de la voluntad de un pueblo que en sus años de Revolución, ha enviado a es­tos Juegos 11 delegaciones cuyo palmarés de 67 doradas, 63 de plata y 66 de bronce, ha­blan por sí solos de la colosal obra social en el deporte. Si se fijan en los 20 primeros países del medallero histórico de la magna reunión multideportiva, esas cifras seguirían manteniendo al país en el puesto 18.

Este 2016 es también el año del aniversario 50 de una de las gestas más heroica y digna que el deporte, en nombre de su pueblo, protagonizara en San Juan de Puerto Rico, cuando un barco se convirtió en toda la Patria. Desde el buque Cerro Pelado desembarcaron los atletas cubanos a los X Juegos Cen­troa­mericanos y del Cari­be y más que títulos de oro llenaron de orgullo a un país. Estar en Río a la altura de aquellos héroes es subir a lo más alto del podio.

 


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