RESPUESTA A SILVIO RODRÍGUEZ Carlos Alberto Montaner
El cantautor Silvio Rodríguez me ha hecho una pregunta públicamente.
Se la voy a responder. Es un magnífico y admirado compositor al que
debe tomársele en cuenta. Dice Silvio: “Si los miles de cubanos que
perdimos familia en atentados de la CIA hiciéramos una carta denuncia
¿la firmaría Carlos Alberto Montaner?”. La pregunta forma parte de lo
que parece ser un poema o la letra de una canción inédita. El texto se
titula Preguntas de un trovador que sueña y está disponible en un
website llamado kaosenlared.net, vertedero ideológico en el que es
posible leer elogios a los narcoterroristas de las FARC o a los
asesinos de ETA, pero donde, de vez en cuando, aparecen críticas
lúcidas a la dictadura cubana. Por supuesto, Silvio: yo firmaría esa
denuncia. La CIA, como todos los servicios de inteligencia, ha hecho
cosas deplorables que merecen ser censuradas. Y las ha hecho el
ejército norteamericano cuando maltrató cruelmente a los prisioneros. Y
las sigue haciendo el Departamento de Justicia de Estados Unidos, y
hasta la Corte Suprema, cuando priva a ciertos detenidos del amparo de
la ley. Todo eso, incluida la pena de muerte, me parece abominable y
contrario a un verdadero Estado de Derecho en el que se respeten las
libertades individuales.
Ahora, Silvio, me toca preguntarte a ti: ¿firmarías una carta en la
que se denunciaran los atropellos a los presos políticos cubanos y el
acoso a las Damas de Blanco? Una carta en la que mostraríamos nuestro
respeto por Orlando Zapata Tamayo, Guillermo Fariñas y todo aquel
dispuesto a morir defendiendo su dignidad de ser humano. Una carta en
la que solicitaríamos la condena a los policías responsables de la
muerte de 41 infelices, la mayor parte niños y mujeres, que huían de
Cuba en un barco en la madrugada del 13 de julio de 1994. Una carta en
la que los cubanos les pediríamos perdón a los somalíes por la matanza
de miles de personas llevada a cabo en 1977 y 78 por el ejército cubano
en la Guerra de Ogadén, cuando Cuba se alió a la dictadura etíope. Una
carta en la que se condenara la censura, el dogmatismo, el partido
único, la persecución a las personas por tratar de defender sus ideas
políticas, sus creencias religiosas, sus preferencias sexuales. Una
carta en la que les dijéramos a los hermanos Castro que 51 años es un
periodo demasiado prolongado para continuar imponiéndoles a los cubanos
un sistema fallido y cruel en el que ya casi nadie cree, comenzando por
ti, Silvio, y por tu talentoso hijo “Silvito”, músico, como tú, a quien
apodan “el Libre” para diferenciarlos, porque Silvito ha decidido
cantar y decir lo que piensa.
Voy a contestar por ti, Silvio: yo creo que la firmarías. Y creo que
la firmaría el 90% de los cubanos, hartos ya de esa vieja dictadura de
difuntos y flores. Y te diría más: es importante que todos los cubanos
interesados en salvar el futuro (porque el pasado lo hemos hecho añicos
irremediablemente), los de la oposición democrática y los reformistas
del régimen, como es tu caso, se encuentren en un punto medio para
buscar una salida a la trampa que nos van a legar los hermanos Castro
cuando decidan morirse y nos dejen como herencia un manicomio
empobrecido y sin ilusiones patrullado por una legión de policías
corruptos. Hace pocas fechas dijiste que a la palabra “revolución”
hay que quitarle la “r” para comenzar a evolucionar. De acuerdo. ¿Cómo
se hace ese prodigio? Se hace vaciando las cárceles de presos
políticos, permitiendo la libre expresión de las ideas y la asociación
espontánea y sin coacciones de las personas. No se trata de determinar
ahora hacia dónde debe ir el país. Lo que se impone en este momento es
abrir los cauces de participación para que los propios cubanos cambien
todo lo que haya que cambiar y decidan democráticamente el rumbo que
debe seguirse. Después, poco a poco, sin violencia, sin revanchas,
pacíficamente, elección tras elección, las piezas irán cayendo en su
lugar hasta que salgamos de la etapa actual y la sociedad, si así lo
decide libremente, redefina el Estado y el perfil de la convivencia.
¿Hacemos esa carta juntos? Atrévete.
Carlos Alberto Montaner
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