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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Perla  (Mensaje original) Enviado: 02/02/2010 04:01

Para ti, mujer …

¿Te consideras una mujer verdaderamente cristiana, que vive para agradar a Dios, sin olvidar que
aún estamos
pisando tierra? Aunque aún estamos en el mundo, el cual, cada día se torna más extraño y difícil de
habitar para las que nos hemos acostumbrado al ambiente sano y libre de aberraciones
que nos provee la convivencia diaria con el Admirable, todavía estamos en él, lo que nos obliga a guerrear
contra costumbres y estilos de vida que se nos quieren imponer.
“Esta es la
Victoria que ha vencido al mundo, nuestra FE.” 1 Juan 5:4

Por qué me dirijo especialmente a la mujer en este artículo?  Lo que voy a tratar es una
advertencia para la mujer de este tiempo que, sea o no cristiana, nos atañe a todas, nos guste o no, y/o,
le demos o no, la importancia que tiene.
Tema no muy bienvenido para algunas, por lo que siempre existe
la opción de considerarlo o rechazarlo. Dios nos ha dado libre albedrío para que acatemos su voluntad,
o hagamos caso omiso de la misma. Optemos por lo primero y seremos partícipes de las bendiciones
que El tiene para los que le obedecen.


¿Cuáles son los parámetros de los que te vales, o las especificaciones que tomas en cuenta, si algunas,
cuando sales a comprar la ropa que has de usar en las diferentes ocasiones? Varios factores se consideran
y otros se pasan por alto dependiendo de la escala de valores que cada cual haya establecido en las diferentes
áreas. Por lo general, una mayoría, no necesariamente en el orden que sigue, toma en cuenta los siguientes
factores cuando de comprar ropa se trata
: ocasión, precio, marca, calidad, estilo, material, instrucciones de limpieza,
lo que está en boga, lo que favorece, gusto, la opinión de otra persona, etc., ,

Pero, hay un factor que yo considero demasiado importante, y que me duele señalar por
ver que aún mujeres que se llaman cristianas, obvian … Esto es, ¿cuánto cubre tal o cual vestimenta,
el cuerpo, que es el templo del Espíritu Santo? ¿Cuánto
significa para ti el agradar a Dios y dar un testimonio limpio y puro ante todo el que te ve?
¿Cuánta satisfacción supone el presentar al mundo un estilo diferente que resalte el decoro, el pudor,
el respeto y valor dado a sí misma, y la  verdadera elegancia en el vestir?

Los que se dedican a establecer las modas, se han propuesto ignorar la razón de ser de la vestimenta.
No importa las nuevas  ideas y cambios que deseen implantar al respecto, es imposible que pasen por
alto el propósito para el cual la gente usa  ropa -simple y sencillamente: para cubrir el cuerpo. Estos personajes,
con toda premeditación y alevosía, como diría un  abogado, han tergiversado el propósito original,
ingeniándoselas para desvestir en vez de vestir

Estoy consciente que, en el comercio, cada día se hace más difícil conseguir ropa que abone a mantener la dignidad y alta
estima en la que debemos de permanecer las mujeres que nos apreciamos a sí mismas, pero, también tengo la certeza de
que nada ni nadie nos puede obligar a salir de los altos principios que hemos establecido por seguir la corriente de aquellos
que carecen de un fundamento seguro.
Puedes probarte el más hermoso y elegante vestido, el cual te pudiera hacer
lucir majestuosa, pero si tu busto no queda completamente cubierto, inmediatamente te debería asaltar el pensamiento:
“Yo no me vendo a ningún precio”,
y con firme voluntad y férrea determinación, descartar aquello que pudiera suponer una tentación.
Es asqueante y produce tristeza, el observar estas modas en tantas, cual competencia para adjudicar un premio a la que más
enseñe. En épocas pasadas había ciertas atrevidas buscando provocar a los incautos, pero, en este tiempo,
es ese el estilo que la mayoría ha adoptado sin recato ni decoro alguno, y esto, en cualquier ocasión y en todo lugar
, buscando
con dichos estilos
estar en “algo” e ignorando que lo contrario es lo que alcanzan … Estar en “NADA.”
¡Es lamentable ver
cómo y cuánto se sigue deteriorando la sociedad

Alerta, mujer cristiana, abre tus ojos y discierne el momento que nos ha tocado vivir; sé prudente y recatada en toda tu manera de
conducirte, incluyendo el vestir. No vayas a dañar tu testimonio por seguir el curso tambaleante y cuesta abajo que está
destinado para eso que llamamos, mundo.
Gózate en ser única y disponte a establecer tus propias reglas fundamentadas
en el mejor código de ética existente, el cual impide que te alcancen las influencias de personas sin escrúpulos, para los
que tú no cuentas, pues lo que persiguen  es lucrarse para su propio beneficio.
Aquellas que se han
dejado arrastrar, se han
proclamado amigas del mundo, y aunque intenten ignorarlo y/o se nieguen a aceptarlo, se han constituido en enemigas de Dios.
Santiago 4:4.
¡Cosa triste y alarmente para las  que se consideran, hijas de Dios! “El mundo pasa, y sus deseos; pero el
que
hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” 1 Juan 2:17

Desconozco el autor



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