Si 
viéramos uno de estos ópalos en el aparador de un joyero, preguntaríamos por qué 
estaba allí. Es opaco, sin lustre, y sin hermosura. Pero si lo colocamos por un 
instante en la mano, brillará exhibiendo todos los colores del arco iris. 
Necesita el calor de la mano humana para poder lucir su 
hermosura.
En el 
mundo hay muchas vidas que son sombrías, sin hermosura y sin cariño que están 
esperando el toque de una mano amiga y la simpatía de un corazón humano; esperan 
que las comuniquemos con Aquel que puede transformarlas hasta que brillen cual 
joyas en su corona eterna.
Vía 
Renuevo de Plenitud