|           DIURNO 
DOLIENTE
 
 De 
pasiòn sobrante y sueños de cenizaun pálido palio llevo, un cortejo 
evidente,
 un viento de metal que vive solo,
 un sirviente mortal vestido de 
hambre,
 y en lo fresco que baja del árbol, en la esencia del sol
 que su 
salud de astro implanta en las flores,
 cuando a mi piel parecida al oro llega 
el placer,
 tú, fantasma coral con pies de tigre,
 tú, ocasiòn funeral, 
reunión ígnea,
 acechando la patria en que sobrevivo
 con tus lanzas lunares 
que tiemblan un poco.
 
 Porque la ventana que el mediodía vacío 
atraviesa
 tiene un día cualquiera mayor aire en sus alas,
 el frenesí 
hincha el traje y el sueño al sombrero,
 una abeja extremada arde sin 
tregua.
 Ahora, qué imprevisto paso hace crujir los caminos?
 Qué vapor de 
estaciòn lúgubre, qué rostro de cristal,
 y aún más, qué sonido de carro 
viejo con espigas?
 Ay, una a una, la ola que llora y la sal que se 
triza,
 y el tiempo del amor celestial que pasa volando,
 han tenido voz 
de huéspedes y espacio en la espera.
 
 De distancias llevadas a cabo, de 
resentimientos infieles,
 de hereditarias esperanzas mezcladas con 
Sombra,
 de asistencias desgarradoramente dulces
 y días de transparente 
veta y estatua floral,
 qué subsiste en mi término escaso, en mi débil 
producto?
 De mi lecho amarillo y de mi substancia estrellada,
 quién no es 
vecino y ausente a la vez?
 Un esfuerzo que salta, una flecha de trigo 
tengo,
 y un arco en mi pecho manifiestamente espera,
 y un latido delgado, 
de agua y tenacidad,
 como algo que se quiebra perpetuamente,
 atraviesa 
hasta el fondo mis separaciones,
 apaga mi poder y propaga mi 
duelo.
 Pablo 
Neruda        
       
   
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