|  INTENTEMOS RECUPERAR...     Nos  pasa que de pronto un día miramos de reojo una vidriera y vemos una imagen  reflejada que no es la nuestra.Sucede que al mirarnos apuradas todas las  mañanas reconocemos que ya no somos las mismas y añoramos a esa mujer que perdía  horas preciosas inventando un nuevo peinado, o que soportaba una crema en el  cabello y lo envolvía en una toalla para que luego tuviera un brillo  destacable...
 Máscaras que nos hacían lucir espléndidas, maquillajes intensos  que nos mostraban a una mujer sensual y atractiva, escotes, pantalones ceñidos,  tacos que endurecían nuestras piernas al andar... Un día nos encontramos  recordando a aquella mujer y sentimos que la fuimos sepultando lentamente.  Presenciamos su lenta agonía y no hicimos nada para revivirla.
 La pareja, la  familia, los niños... El gato, el perro, el canario... La casa, las compras, el  trabajo... El auto, la limpieza, las camas bien tendidas, el orden... Y allí  debajo una mujer que grita: ¡Socorro!, que se mueve con amor, con sensibilidad,  con vocación, pero que dejó lentamente que todo la supere y se quedó ahí, en ese  lugar viendo pasar la vida de los otros y se olvidó de sí misma.
 Tenemos que  revivir a esa mujer y hacer que diga: ¡Presente! todos los días.
 Primero yo,  y eso no significa que soy egoísta...
 Primero yo, y eso  importa.
 Intentemos recuperar a esa mujer bella que nos hacia sentir seguras,  desterremos las culpas y si el desayuno, el almuerzo, la merienda o la cena se  demoran un poquito porque estamos poniéndonos lindas pensemos que ese cuidado de  nosotras mismas, esa dedicación, ese amor serán la medicina mágica que hará que  nuestra autoestima crezca.
 Si nuestra autoestima no está bien, nada está bien  en nuestra vida, y por ello dejamos que otros nos desvaloricen o nos  desprecien.
 Primero yo...
 Mi vida es una piedra preciosa, soy la única que  puede hacer que se destaque su brillo o dejar que se apague para  siempre.
 ©  Graciela De Filippis        
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