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    LA FALSA HUMILDAD    Al Maestro  le divertía sobremanera esa falsa autoestima que intenta pasar por  humildad.
 Y ésta es la parábola que  en cierta ocasión contó a sus discípulos:
 Dos hombres, un sacerdote y un sacristán, acudieron a  una iglesia a orar. El sacerdote, dándose golpes de pecho, exclamaba  fuera de sí: .
 -«¡Señor, soy el más  vil de los hombres y el más indigno de tu gracia! ¡Soy un desastre y una  nulidad! ¡Ten compasión de mí!»
 No  lejos del sacerdote, el sacristán también se daba golpes de pecho y  gritaba lleno de fervor:
 -«¡Ten  compasión de mí, Señor, que soy un pecador y un miserable !»
 El sacerdote, al oírlo, se volvió arrogante hacia él y  dijo:
 -«¡Lo que faltaba: mira quién se  atreve a decir que es un miserable ... !»
 D/A      
   
 
   
 
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