Cuando  en sesiones dulces y calladas
hago  comparecer a los recuerdos,
suspiro  por lo mucho que he deseado
y  lloro el bello tiempo que he perdido, 
la  aridez de los ojos se me inunda
por  los que envuelve la infinita noche
y  renuevo el plañir de amores muertos
y  gimo por imágenes borradas.
Así,  afligido por remotas penas,
puedo  de mis dolores ya sufridos
la  cuenta rehacer, uno por uno, 
y  volver a pagar lo ya pagado.
Pero  si entonces pienso en ti, mis pérdidas
se  compensan, y cede mi amargura.
Versión  de Alejandro Araoz Fraser