Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

AMNESIA la burbuja de ESKARLATA
¡ Feliz Cumpleaños angelvioleta1 !
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 DEBATE 
 
 
  Herramientas
 
CULTO Y CULTURA: AARON CIECHANOVER "Cada nuevo saber crea nueva ignorancia"
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: ESKARLATA  (Mensaje original) Enviado: 16/06/2009 16:52
AARON CIECHANOVER · PREMIO NOBEL DE QUÍMICA 2004
"Cada nuevo saber crea nueva ignorancia"
 
LLUÍS AMIGUET - 13/09/2007

Tengo 55 años: la edad, para la ciencia, también es relativa. Nací en Haifa, soy un producto genuinamente israelí. Soy ateo, pero judío por tradición y cultura. Un político se improvisa en unos meses: un científico serio necesita 30 años de formación rigurosa. Investigo el envejecimiento: viviremos lo suficiente para tener nuevas enfermedades

Tiene usted 55 años: dicen que los grandes descubrimientos son cosa de juventud.

- ¿Joven? ¿Viejo? Son categorías relativas.

- Ojalá lo fueran más.

- Precisamente mi trabajo de investigador biomacromolecular consiste en explicar por qué el cuerpo humano envejece.

- Esa sería una buena pregunta.

- Porque somos criaturas frágiles en constante cambio, formadas por moléculas, como las proteínas, motor de la vida, que se degradan cada instante por la mera luz del sol, las toxinas y otros agentes. He estudiado cómo el cuerpo sustituye y reemplaza esas proteínas que lo forman: eso es envejecer.

- ¿Y qué ha descubierto?

- Para empezar, que ese proceso se puede comprender, y por lo tanto también se puede modificar. Así que la vejez no es una maldición bíblica: es un proceso biomolecular estudiable y en el que podemos intervenir.

- Eso son buenas noticias.

- No tanto, porque así hemos descubierto también que no tenemos ni idea de muchas cosas y de enfermedades que antes no sabíamos ni que existían y que plantean riesgos hasta ahora inéditos. Parece que Dios juegue con nosotros al escondite: esconde la verdad y enciende y apaga la luz.

- ¡Por fin! ¡Un científico creyente!

- No lo soy, pero tendría motivos para serlo. Muchos de mis colegas dicen que son ateos porque Dios no está en el laboratorio; a mí, en cambio, me cuesta ser ateo, porque cada día tengo la impresión de que Dios se burla de nosotros los científicos y de toda la humanidad de paso.

- ¿En qué sentido?

- Dios, si existe, nos engaña haciéndonos creer que progresamos, pero sólo nos deja avanzar por la calle del conocimiento hasta la siguiente esquina de la ignorancia.

- Hoy vivimos más para comprobarlo.

- Buen ejemplo. Vivimos más, para descubrir que somos capaces de sufrir enfermedades, como el alzheimer o nuevos cánceres, que antaño no eran un problema y nos preguntamos cómo evitar que esos años de más que no gozaron nuestros abuelos no sean tan sólo un doloroso tránsito de dolor en dolor.

- Si vives, el resto es mal menor.

- Debemos aceptar que el progreso tiene algo de interminable vuelta a la manzana. De niños nos hacían creer que la medicina vencería algún día a todos los virus y bacterias, y ¿qué descubrimos? Que cada nueva curación abre el camino a nuevas enfermedades y a riegos que no sospechábamos.

- Goza usted de un curioso optimismo.

- Al cabo, estoy convencido de que la humanidad es consecuencia de un despiste virológico insólito y remediable: el virus que debía haber controlado nuestra proliferación se durmió o por algún motivo no hizo su trabajo. Así que hemos medrado hasta convertirnos en una amenaza para todo el universo.

- Unos lo amenazan más que otros.

-... Pero algún día ese virus antihumano despertará y acabará por fin su tarea y entonces ni nosotros los científicos ni nadie podrá hacer nada. La humanidad será devuelta a la nada o a su antiguo origen primate.

- Tal vez el pasado no sea tan mal futuro.

- Mire el avión: transporta medicinas, pero también transporta virus. A eso me refiero: el progreso es el éxito de la humanidad, pero también su fracaso.

- ¿Alguna otra buena noticia?

- A partir de nuestro estudio de las proteínas y cómo las sustituimos, ya se ha patentado un medicamento contra el cáncer, pero habrá otros muchos: trabajamos sobre los mecanismos del alzheimer.

- Israel es una potencia en el estudio de las proteínas.

- Somos un pequeño país. Yo trato de ayudar a construirlo desde mi laboratorio. Allí no nos estorba la política.

- Eso suena muy cómodo.

- Un político se forma en unos meses: tiene ambición, aprende a mentir sin que se note, se vende primero a su partido y luego al votante, y va cambiando de mensaje para venderse mejor. Lograr un científico serio cuesta treinta años de formación con durísimo, oscuro y caro estudio diario. Y la mayor parte de las veces a nadie parece importarle.

- Usted ganó el Nobel.

- En el 2004: por un trabajo que llevé a cabo 25 años antes. Tuve suerte de que me dejaran tranquilo todo un cuarto de siglo.

- ¿Cómo elige a sus colaboradores?

- Los elegimos entre todos los del equipo y todos tienen derecho a veto: así nadie se puede quejar después de que el nuevo no rinde.

- Usted estudió Medicina y le han dado el Nobel de Química.

- Esas divisiones: química, medicina, física... ¡Bah! Tal vez sirvan a los burócratas y sus necesidades de clasificar y asignar presupuestos y cargos, pero la realidad -y, por lo tanto, la ciencia- es una y a tratar de comprenderla me dedico. Aunque no me hago ilusiones: como mucho soy otro turista más.

- ¿Hace usted mucho turismo?

- Me refiero a que los científicos somos como turistas en el templo de la realidad: curioseamos; nos hacemos algunas preguntas, tal vez incluso hallamos alguna respuesta, pero al final el guía levanta la banderita y le seguimos, como todos, hasta la tumba. Y la visita siempre resulta breve para saber de verdad.

- ¡Cuánto jovial optimismo, doctor!

- Lo que lamento es no haberme dedicado más a enfermedades infecciosas, como la malaria, donde sí hay un progreso para millones de personas de países pobres que vivirán poco y mal, porque los laboratorios farmacéuticos no pueden ganar dinero con ellos.

--------------------------------------------------------------------

DAR VUELTAS

Es fácil dejarse  llevar por el entusiasmo al leer noticias médicas (sobre todo si las financian los laboratorios): "¡Nueva cura contra el alzheimer!"; "¡Se descubre el proceso de envejecimiento!"; "¡Llegaremos a vivir 120 años!"... Pero el escepticismo de Ciechanover, autoridad mundial en envejecimiento, nos devuelve a la realidad: más que la vía hacia la inmortalidad, el progreso médico es un tren de la bruja, que dará más o menos vueltas, pero en el que no pararemos nunca de recibir escobazos. Para acabar de rebajarnos la euforia de la feria, Ciechanover defiende con autoridad en el Forum de la Excelencia la teoría del virus que debería haber puesto a raya a esa amenaza para el planeta que es la humanidad y –¡qué miedo!– sólo está de vacaciones.



Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados