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Respuesta  Mensaje 1 de 64 en el tema 
De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 08/06/2017 08:46
13/08/2013 14:59·14 comentariosLecturas:

Fidel con boina. diciembre 7 de 1961. Foto: Liborio Noval

NACIÓ DEL PUEBLO

“Porque él nació del pueblo y en medio del pueblo permanece, y por eso su grandeza es la del pueblo cubano. Todo lo que ha hecho, todas sus acciones, son la plasmación de las más altas aspiraciones de la patria de José Martí. La paz en la que yo creo no está ni estará divorciada de la justicia, de la libertad, de la esperanza de un mundo mejor y todo eso lo encarna Fidel.”

Jorge Amado, Escritor brasileño

(Entrevista realizada por Winston Orrillo para Prensa Latina, 1986-12-11)

_

 

SUS IDEAS NO ENVEJECEN

Las ideas como las que Fidel Castro defiende no envejecen nunca. Sigo reteniendo del líder cubano la imagen de un heroico homérico, tanto por sus incontables combates pletóricos de juventud como por su impresionante personalidad. Fidel es la esperanzada luz de un futuro más solidario y más justo.

Rafael Alberti, Poeta español

(Mensaje a Fidel, 1996-08-13)

Fidel Castro en enero de 1959. Foto: Archivo de Asuntos Históricos del Consejo de Estado

CREE QUE ES POSIBLE EL CIELO EN LA TIERRA

Fidel Castro es un hombre privilegiado por su formación cristiana, su opción marxista y la asimilación de la prédica martiana. Es una persona tímida, que casi pide permiso para ser quien es… A pesar de toda su genialidad, de toda la historia que encarna, consigue hacernos sentir su hermano.

Fidel es un hombre que pone su vida en función de la utopía, es un hombre que jamás en esta vida encontrará su plenitud porque Fidel cree que es posible el cielo en la tierra

Frei Betto, Teólogo brasileño

(“Absuelto por la Historia”. Editorial Ciencias Sociales., 2002)

Con Fidel y Teófilo Stevenson. La Habana, 1996.

EL MÁS GRANDE QUE CONOCIÓ

Fidel Castro es el hombre más grande que he conocido en mi vida. He conocido montones de gentes, grandes músicos, grandes literatos, grandes políticos… Jamás nadie me dio la impresión de una cosa íntegra, de un personaje total, en todos sus aspectos, en cada una de sus frases, como Fidel. El pueblo está al lado de Fidel de una forma absoluta, el pueblo de Cuba dice que ojalá Fidel sea eterno. El pensamiento generalizado en América Latina es que Cuba es la realización de todos los pueblos que aspiran a ser; es nuestra esperanza.

Oswaldo Guayasamín, pintor, escultor, muralista ecuatoriano.

(Revista Tiempo, España., 1991-11-18)

Foto que se exhibe en el museo del Paralelo 17. Ningún líder extranjero llegó más profundamente al campo de batalla y al corazón del pueblo vietnamita que Fidel. Su frase, cumplida en hechos, sobre la disposición de Cuba de dar hasta la propia sangre por el heroico pueblo, es recordada en los encuentros con los visitantes cubanos, que siempre somos, sin duda, objeto de la más cálida hospitalidad. Foto: Luu Hai/Cubadebate

JAMÁS OLVIDAREMOS

Los cubanos, con el compañero Fidel al frente, han sido muy solidarios con nuestro pueblo y con nuestra lucha. Los vietnamitas jamás olvidaremos ese apoyo.

Ho Chi Minh, Líder vietnamita

(Periodicos Revolución y Hoy, 1965-07-29)

Fidel con los intelectuales. Foto: Roberto Chile

SERÍAMOS BORRADOS

La República de Cuba ha sido restaurada y el deber de todos los hombres de América es defenderla.

El lenguaje de Cuba es el de la verdad, es el lenguaje de Martí, de O´Higgins, de Bolívar. Cuba representa el pensamiento de Sarmiento. Cuba es en estos momentos la esperanza de todo un siglo de falsa independencia y esperamos conquiste e implante su propia justicia.

El que no esté con Cuba, con su revolución, con Fidel Castro está del otro lado, de la ignominia y de la traición. Si la Revolución Cubana se extinguiera seríamos borrados de la pizarra del mundo.

Pablo Neruda, Poeta chileno, Premio Nobel de Literatura

(Periódico Revolución, 1960-01-04)

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MAESTRO DE HUMANISMO

Desde que yo era niño lo vi como a un maestro de humanismo. Todavía lo veo de esa forma.

Silvio Rodríguez, Cantautor cubano

Fidel y Malcom X

ES UNA INSPIRACIÓN

“Es una secuoya, viejo árbol gigante que mientras otros han sido segados, él sigue en pie y están desesperados para hacer el corte final. Y entonces no tendremos a nadie, como él. Tendremos a otras personas maravillosas y nosotros mismos, seremos los que tengamos que ser, pero él es una inspiración.”

Alice Walker, Escritora norteamericana

(Documental “Fidel” de la realizadora Estela Bravo, )

Fidel Castro en Mesa Redonda. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

SE EQUIVOCARON CON FIDEL

Fidel Castro no ha caído del cielo. El encarna el último episodio de un proceso político que va en ascenso.

América latina ha dado tres genios políticos: Toussaint Louverture, Simón Bolívar y Fidel Castro; y debo decir que es mucho dar, porque los genios políticos no surgen así por así. Humboldt había previsto parte de eso cuando a principios del siglo XIX, después de un recorrido por América, comentó que los dos lugares mas politizados eran Caracas y La Habana, es decir Venezuela y Cuba.

Estamos en medio de una ruptura histórica, de cambio de una sociedad por otra, como pasó cuando el capitalismo sustituyó al feudalismo; cuando el feudalismo sustituyó a la esclavitud. Debido a que estamos en esa ruptura histórica los norteamericanos se equivocaron con Fidel; también se equivocaron con Ho Chi Minh y se seguirán equivocando más, más y más.

Juan Bosch, Escritor, político, ex presidente de la República Dominicana

(Camino de la Victoria, Casa de las Américas, 1978)

Fidel Castro en enero de 1959. Foto: Archivo de Asuntos Históricos del Consejo de Estado

ESCULTOR DE LA REVOLUCIÓN

Fidel es un hombre que plasma la Revolución en sí misma como tal: como dirección, orientación, fisonomía. Es evidente que para el conjunto del pueblo cubano, al margen de sus cualidades, de su eficacia como dirigente, es ya un símbolo que adquiere un valor fuera de lo humano, fuera de lo cotidiano. Cuando se oye la palabra Fidel en la boca de un niño, de un adulto, además del valor directo, tiene una serie de resonancias como en la música de armónica que toca las fibras de la sensibilidad, de la conciencia. Fidel es el escultor de la Revolución Cubana.

Julio Cortazar, intelectual argentino
(“A dos manos”, Ediciones Unión, 1982)

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OFRECIENDO SU CORAZÓN

“El pueblo cubano y Fidel Castro nos están ofreciendo su corazón, su vida, todo, y yo creo que esto es un ejemplo maravilloso de vida, entereza, y tenemos que seguir unidos y seguir luchando, porque la lucha no ha terminado.”

Adolfo Pérez Esquivel, Argentino, Premio Nóbel de la Paz

(Intervención en Tribuna Abierta Internacionalista, La Habana, 2000-05-03)

Fidel, Raul, y Nemesia, en la clausura del VI Congreso del PCC

Fidel y Raúl en Cinco Palmas.

ADMIRO SU DIRECCIÓN

Yo había estado interesado en Fidel Castro durante muchos años. Leí todo lo que escribió Herbert Matthews acerca de él y había leído mucho de la otra literatura que sé habia escrito sobre la Revolución Cubana, de manera que aunque no estoy de acuerdo con todo lo que ha hecho y personalmente no soy comunista, no obstante admiro su dirección y considero que es uno de los lideres más importantes del mundo de hoy.

Cierta prensa internacional ha tratado de desfigurar la imagen de Fidel, pero no siempre creo todo lo que dice la prensa internacional. También a Ho Chi Minh se le vituperó mucho por parte de la prensa. Una vez que conocí al Presidente Castro, mi opinión sobre su capacidad, realmente se alzó mucho.

George McGovern, Político norteamericano, ex senador por el Partido Demócrata.

(Luis Báez: A dos manos, Ediciones Unión, La Habana, 1982-01-01)

Fidel y Chávez en el acto por el 10mo aniversario de su encuentro. Chávez recibe la Orden Carlos Manuel de Céspedes.14 de diciembre de 2004 Foto: Estudios Revolución/Cubadebate

FIDEL NO LE PERTENECE SOLO A CUBA

“Fidel no le pertenece solo a Cuba, les pertenece a este mundo nuestro, a esta América nuestra. Después de casi medio siglo de lucha, Fidel les puede mostrar la cara con integridad plena y con moral absoluta, no solo al pueblo cubano, sino a todos los pueblos del mundo.”

Hugo Chávez Frías

(Palabras pronunciadas por Hugo Chávez en homenaje al 75 aniversario de Fidel celebrado en Venezuela. 13 de agosto de 2001, 2001-08-13)

La estrella de Fidel 2010. Foto: Roberto Chile



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Respuesta  Mensaje 5 de 64 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 08/06/2017 08:52

La siembra de Fidel

Las 166 fotos agrupadas en Exequias, tomadas por los fotógrafos Vicente González Díaz, Fernando Medina, Alcides Carlos González Díaz, Juvenal Balán, Omelio Borroto, Juan Carlos Palomo, Miguel Rubiera y Jesús Vicente González Portuondo, reflejan uno de los momentos más dolorosos vividos por el pueblo cubano

Pedro de la Hoz
Pedro de la Hoz 
digital@juventudrebelde.cu
20 de Mayo del 2017 21:23:59 CDT
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Aunque sin lugar a dudas resultó emotiva la entrega editorial que cerró en Santiago de Cuba, y en todo el país, la Feria Internacional del Libro 2017, no era esa la imagen que hubieran querido la inmensa mayoría de nuestros compatriotas y los muchísimos amigos que en el mundo nos acompañan y alientan en la batalla por hacer posible la utopía revolucionaria.

Las 166 fotos agrupadas en Exequias, tomadas por los fotógrafos Vicente González Díaz, Fernando Medina, Alcides Carlos González Díaz, Juvenal Balán, Omelio Borroto, Juan Carlos Palomo, Miguel Rubiera y Jesús Vicente González Portuondo, reflejan uno de los momentos más dolorosos vividos por el pueblo cubano en lo que va de siglo —las honras fúnebres del Comandante en Jefe Fidel Castro y el itinerario del cortejo que lo llevó al sobrio e impresionante peñón donde reposa en Santa Ifigenia—, pero también confirman la voluntad popular de continuar su obra.

A Fidel lo necesitamos activo y vigente en ejemplos e ideas. De ahí que desde mucho antes, anticipándose a la celebración de sus nueve décadas de vida en agosto pasado, el sistema editorial concibió una colección que comprendió una treintena de títulos, entre reimpresiones, nuevas ediciones y volúmenes puestos en circulación por primera vez.

Los lectores de hoy y mañana cuentan con una obra de ineludible valor testimonial, Fidel Castro: Guerrillero del tiempo (tomos I y II), de Katiuska Blanco, recorrido biográfico que revela al ser humano que convive con la figura histórica, desde su niñez, juventud y toma de conciencia hasta la entrada triunfal de los rebeldes en La Habana.

Al investigador Abel Enrique González se debe la compilación Fidel Castro y los Estados Unidos, 90 discursos, intervenciones y reflexiones, calificada por el poeta Miguel Barnet como «decantado compendio, en el cual los temas nacionales e internacionales están expuestos en profundidad y con esa óptica de visión meridiana».

Complemento de esa aproximación, Las crisis en América Latina, diagnósticos y soluciones, a cargo de Luis Suárez Salazar, condensa las principales reflexiones de Fidel acerca de esa problemática y la responsabilidad que en ella ha tenido el imperialismo norteamericano.

En Fidel Castro ¿Qué se encontró al triunfo de la Revolución?, el escritor y editor Juan Carlos Rodríguez, mediante documentos gráficos y referencias textuales, expone la grave situación de la Cuba neocolonial y dependiente, y las acciones emprendidas por la vanguardia revolucionaria por transformar radicalmente esa realidad.

De suma utilidad es la consulta del Diccionario del pensamiento de Fidel Castro, de Salomón Susy Sarfati, contentivo de 979 conceptos y 3 020 pensamientos sobre los más variados temas.

Inéditas vivencias aporta Desde el aire... memorias de un piloto ejecutivo, de Pilar Quesada González, quien registró la memoria de los 30 años de servicio de Claudio Rey Moriña a cargo de la transportación aérea del Comandante. El mismo Fidel escribió la introducción.

También en el orden testimonial se inscribe Y en eso llegó Fidel, de José Antonio Fulgueiras. Aunque breves, no hay pequeñas historias en este libro. Cada vivencia es un relámpago en la memoria de sus protagonistas, huella indeleble en la que se agiganta una huella mayor, la que dejó Fidel Castro en las vidas de mujeres y hombres que alguna, varias, muchas veces encontraron al jefe militar, al estadista, al guía, al consejero, al amigo, al ser humano.

Lo perdurable es el pueblo, de Nayda Orozco, analiza la relación de Fidel con el ejercicio transparente y orientador de la opinión pública, libro que en buena medida se conecta con la nueva edición de Fidel periodista, el cual ofrece inicialmente una antología realizada por Ana Núñez Machín de artículos, declaraciones y pronunciamientos del líder antes de 1959, seguida por los textos de conferencias impartidas una década atrás en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí por Ernesto Vera, Marta Rojas, Tubal Páez, Juan Marrero y Katiuska Blanco.

La colección de historietas Fidel el rebelde, con guion de Ángel Velazco, y Tiempo de cocuyos, con textos de Omar Felipe Mauri, ilustra una manera atractiva de contar la historia, a partir del talento de distintos dibujantes cubanos.

Del internacionalismo del Comandante, su entrañable relación con el líder de la Revolución Bolivariana, y los valores humanistas compartidos por ambos, trata Dios, Chávez y Fidel, de Elson Concepción y María Elena Ruiz.

La cercanía con que Nicolás Guillén trató y comprendió tempranamente el significado de la irrupción del jefe revolucionario en la vida política cubana a partir del triunfo de enero de 1959 se halla recogida en los textos de Buenos días, Fidel, aporte de la fundación que lleva el nombre del poeta.

Estos y otros títulos, y seguramente los que vendrán, se nos presentan como fuentes imprescindibles para que los conceptos y las ideas de Fidel continúen germinando


Respuesta  Mensaje 6 de 64 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 08/06/2017 08:53

No hay futuro sin pasado

La única y definitiva independencia que celebramos los cubanos es la alcanzada el 1 de enero de 1959, con el invicto liderazgo del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz

Alguien o algunos no le han dicho la verdad al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien este sábado 20 de mayo felicitó al pueblo de Cuba por el día de la independencia.

Y debe dársele el beneficio de la duda al jefe de la administración norteamericana, pues evidentemente ha sido mal asesorado o solo escuchó a aquellos que añoran el pasado colonial. Solo así podría evocar el 115 aniversario de aquel quinto mes del año 1902 y al propio tiempo enviar un mensaje de felicitación a los cubanos.

Cuba, su pueblo y su gobierno, ha manifestado la disposición de conversar sobre cualquier tema con Estados Unidos y mantener relaciones civilizadas, respetando las diferencias. Es en ese ánimo en el que también podríamos conversar sobre ese 20 de mayo, que en esta Isla soberana e independiente no se celebra, pero sobre el que sí conocemos bien.

Hace 115 años no hubo un acto de independencia. El cuento es un poquito más largo.

En 1898 el Ejército Libertador Cubano tenía la guerra contra España prácticamente ganada. Las huestes peninsulares estaban vencidas, agotadas física y moralmente. En ese escenario ve la luz una Resolución del Congreso de Estados Unidos para intervenir en el conflicto, con el objetivo de garantizar la libertad de Cuba. Pero los jefes mambises desconocían la carta del subsecretario de guerra estadounidense: «Debemos destruir todo lo que esté dentro del radio de acción de nuestros cañones. Debemos concentrar el bloqueo de modo que el hambre y su eterna compañera, la peste, minen a la población civil y diezmen al ejército cubano. [...] debemos crear dificultades al gobierno independiente y estas y la falta de medios para cumplir con nuestras demandas y las obligaciones creadas por nosotros, los gastos de guerra y la organización del nuevo país, tendrán que ser confrontadas por ellos [...]. Resumiendo: nuestra política debe ser siempre apoyar al más débil contra el más fuerte hasta que hayamos obtenido el exterminio de ambos a fin de anexarnos la Perla de las Antillas».

Ojo, concentrar el bloqueo de modo que el hambre… Cualquier semejanza con el bloqueo que sufrimos hace más de 55 años no es pura coincidencia. Esa es la antesala del 20 de mayo de 1902 ¿Se puede celebrar así la independencia o recibir una felicitación?

El episodio había tenido como antecedente la explosión en la bahía habanera del acorazado Maine el 15 de febrero de 1898 y aunque el propio William McKinley, vigesimoquinto presidente de Estados Unidos, reconoció que la comisión investigadora creada para aclarar el suceso no había podido concretar responsabilidades en la voladura, expresó: «Pero la verdadera cuestión se centra en que la destrucción nos muestra que España ni siquiera puede garantizar la seguridad de un buque norteamericano que visita La Habana en una legítima misión de paz». Era el pretexto para declarar la guerra a España, en un boceto que dibujaría aquel 20 de mayo. Al decir de Vladimir Ilich Lenín, comenzaba la primera guerra imperialista de la época moderna.

Pero no era todo. En la ruta hacia mayo de 1902 apareció el ruin y mezquino 10 de diciembre de 1898. En esa fecha, el Tratado de París decretaba el fin del colonialismo español sobre la Mayor de las Antillas, cometiéndose un colosal agravio a la dignidad de los cubanos al ser apartados de esa conversación.  Estados Unidos “arregló” una libertad que ni ganó ni sufrió en los cruentos combates en la manigua y España renunciaba, si es que cabe el término —realmente lo que hacía era entregarse— a un derecho que había perdido en los campos de batalla.

A aquel 20 de mayo se llegó tras la celebración de elecciones en junio de 1900, que cercenaron el derecho de los cubanos. Las mujeres no podían votar, solo podían hacerlo los mayores de 21 años de edad. Y ese día le iba a dejar a Cuba una constitución, en la cual se atentaba justamente contra la independencia y la soberanía de la Isla. La Enmienda Platt, impuesta por  Estados Unidos como apéndice constitucional, estableció, de facto, una República neocolonial.

En el tercer punto, de ocho que contenía aquel documento usurpador  se establecía: «Que el Gobierno de Cuba consiente que los Estados Unidos puedan ejercitar el derecho de intervenir para la preservación de la Independencia y  el sostenimiento de un gobierno adecuado a la protección de la vida, la propiedad y la libertad individual, y al cumplimiento de las obligaciones con respecto a Cuba, impuestas a los Estados Unidos por el tratado de París».

En un enjundioso artículo en estas mismas páginas el pasado 2 de noviembre de 2016, el investigador Ernesto Limia nos hacía leer: «Estados Unidos propuso incluir la En­mienda Platt como apéndice a la Cons­titución cubana y condicionó a ello la retirada de su contingente militar. Conse­guido su propósito, accedió a que el 20 de mayo de 1902 la Isla se diera una Re­pública que para nacer debió someterse a la tutela yanqui. Ese año, en su discurso sobre el estado de la Unión, el presidente Theodore Roo­se­velt abundó al respecto: Cuba queda a nuestras puertas y cualquier acontecimiento que le ocasione beneficios o perjuicios, también nos afecta a nosotros. Tanto lo ha comprendido así nuestro pueblo, que en la Enmienda Platt hemos establecido la base, de una manera definitiva, por la que en lo sucesivo Cuba tiene que mantener con nosotros relaciones políticas mucho más es­tre­chas que con ninguna otra nación […]».

No hay dudas de que el presidente Trump ha estado mal asesorado. Quienes le ayudan o le aconsejan deben haberle leído también mal a Martí, sino no lo “viste” de empresario o no lo invoca en su mensaje de felicitación para decirnos  que «el despotismo cruel no puede extinguir la llama de la libertad en los corazones de los cubanos, y que la persecución injusta no puede alterar los sueños de los cubanos para sus hijos de vivir libres sin opresión». Nadie como el apóstol de la independencia de Cuba para advertir del peligro de la potencia del norte. Lo dejó bien claro en la carta a su amigo Manuel Mercado, el 18 de mayo de 1895: «ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso».

Nueve años después, otro 20 de mayo, pero de 1904 el presidente estadounidense Theodore Roosevelt anunció al Senado que extendería a Centroamérica y el Caribe los preceptos de la Enmienda Platt. Martí conoció como pocos a Estados Unidos en los 14 años que vivió allí y le arrancó del fondo de su alma patriótica la frase «viví en el monstruo y conozco sus entrañas». Al 20 de mayo de 1902 se llegó con la disolución del Partido Revolucionario Cubano fundado por Martí para emprender la guerra necesaria por la verdadera libertad de los cubanos. Esa decisión, tomada por quien fuera el primer presidente de aquella República, Tomás Estrada Palma, sucesor del apóstol como delegado del Partido, sucedió justo 11 días después de haberse firmado el Tratado de París, entre España y Estados Unidos, en el cual  Cuba fue tratada como botín de guerra.

La única y definitiva independencia que celebramos los cubanos es la alcanzada el 1 de enero de 1959, con el invicto liderazgo del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

Sobre lo ocurrido hace 115 años nos quedamos con la sentencia siempre aleccionadora de Eusebio Leal Spengler, a quien le escuche decir en mayo del 2001,  a propósito de la fecha: «No vamos a festejar el 20 de mayo de 1902, pero lo vamos a conmemorar, vamos a hacer memoria. La república tenemos que analizarla con profundidad para entender esta Revolución que tenemos. No hay futuro sin pasado».


Respuesta  Mensaje 7 de 64 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 08/06/2017 08:54
Orígenes y vigencia del pensamiento político de Fidel
 | +

Fidel brinda un gran caudal de enseñanzas, tanto para el individuo como para las luchas políticas y sociales. Puede aportarnos mucho conocer mejor sus creaciones y sus ideas, las razones que lo condujeron a sus victorias, cómo enfrentó Fidel las dificultades y los reveses, su capacidad de identificar lo esencial de cada situación y los problemas principales, plantear bien la estrategia y la táctica, tomar decisiones y actuar con determinación y firmeza. Si lo hacemos, será más grande su legado.


Respuesta  Mensaje 8 de 64 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 08/06/2017 08:55
“Comandante”, exposición fotográfica dedicada a Fidel en Canadá“Comandante”, exposición fotográfica dedicada a Fidel en Canadá“Comandante”, exposición fotográfica dedicada a Fidel en Canadá“Comandante”, exposición fotográfica dedicada a Fidel en Canadá“Comandante”, exposición fotográfica dedicada a Fidel en Canadá“Comandante”, exposición fotográfica dedicada a Fidel en Canadá“Comandante”, exposición fotográfica dedicada a Fidel en Canadá“Comandante”, exposición fotográfica dedicada a Fidel en Canadá“Comandante”, exposición fotográfica dedicada a Fidel en Canadá“Comandante”, exposición fotográfica dedicada a Fidel en Canadá
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En el salón de actividades de la Embajada de Cuba en Ottawa será inaugurada este viernes 26 de mayo la muestra fotográfica “Comandante”, que reúne fotografías del Comandante en Jefe Fidel Castro, líder histórico de la Revolución Cubana. En un total de 31 instantáneas, este homenaje póstumo abarca diferentes facetas de la vida de Fidel, en imágenes tomadas por los fotógrafos cubanos Alberto Korda, Liborio Noval y Roberto Chile, éste último presente en Canadá para la inauguración.


Respuesta  Mensaje 9 de 64 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 08/06/2017 08:56

Enviado: 01/06/2017 13:53

¿YA NO ESTÁ FIDEL?

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Luis Sexto - @Sexto_Luis

De pronto, salgo de mi concentración de periodista o de escritor que se aplica a  escribir o a leer libros ajenos, y me pregunto, más bien siento: ¿Ya no está Fidel?  ¿!Cómo, cómo que ya no está Fidel?!  Cierto. Ya no está Fidel. Y uno reconoce que  la vida no será igual. Faltará, faltará, digo, la referencia, el espíritu, el vigía, el hombre y el nombre barbados, allí presente, entre su familia pequeña, y rodeado ancha, apretadamente por sus compatriotas, incluso por el más reacio que ante Fidel bajaba la cabeza y deponía sus quejas o sus decepciones sobre el pavimento…

   Desde hace sesenta años exactos comencé a oír  hablar de Fidel. Pero uno puede oír llover, y nada pasa, tal vez, le guste la lluvia y la observe, la disfrute desde el balcón, colgada de un fondo grisáceo, opaco. Y después, cuando cese, ya sólo recordaremos la lluvia por los charcos dispersos en la calle, hasta el próximo aguacero.

   Ah, pero Fidel… Qué haremos sin Fidel. Cómo viviremos sin saber que su nombre podía respondernos en cualquier momento, desde una foto en el periódico o en la Tv. O en algún texto  con su firma invariable, que uno leerá, para percibirlo todavía soldado a sus compromisos con Cuba, a la servidumbre de su liderazgo apostólico nunca envejecido.

   Ya no está Fidel. ¿Será posible, dicta la retórica? Será posible si desde hace sesenta años uno creía que Fidel más que un hombre era un símil, un símbolo, extraño a la muerte.

¡Ah, muerte! El 25 de noviembre de 1956, Fidel abordó un barquichuelo, un yate de recreo, dispuesto para una veintena de personas, y que  él, como taumaturgo, le habilitó espacio para ochentaidós combatientes.

Desatracó el Granma bajo el temporal. La  línea de flotación se sumergía  por el peso. Y  la nave, navecita, danzaba sobre las olas del golfo de México. Ocho días, tantos días en riesgo de naufragar, el Granma navegó entre tumbos. Y al cabo llegó a las costas del sur oriental, para calafatearse de un carisma histórico.  

   Desde el  asalto al cuartel Moncada, la Historia protegió a Fidel. El único hombre que  no lo asesinaría dormido, y lo defendería como a prisionero de excepción, el capitán Sarría, lo halló en los bosques que rodean a Santiago…Qué dicha, Sarría, negro, símbolo de la unidad de la nación, qué dicha que hayas sido tú quien hallaras a Fidel fatigado, cansado, acuciado por el revés táctico que él había previsto como  triunfo. Lo sabemos, también estabas marcado, capitán Sarría, estabas marcado por los duendes de nuestra Historia  para que  tú no permitieras el asesinato de Fidel, para ti un hombre articulado  de  ideas, de empeños solidarios.

   De ahí en lo adelante, todo proyecta a Fidel como un predestinado. No, la Historia no puede recluirse en leyendas y sagas líricas. Pero tampoco hemos de  juzgarla sólo como una ciencia, un acontecer regido por sustancias económicas. También veamos la Historia de Cuba, como un acto de creación en que la casualidad alcanza por momentos el deslumbramiento del símbolo.

   Ya no está Fidel. Y uno mira este día 26 de noviembre, y lo nota demacrado, triste. Uno empieza a notar dentro de sí, y fuera, en la gente y las cosas, el vacío. El vacío. Ayer 25, murió Fidel. Sesenta años exactos después de haber zarpado en el Granma desde Tuxpan. Sí, cálmate corazón. Lee el símbolo..Fidel volvió al futuro. Ocupó su puesto en el yate. Viene erguido en la proa. Cuidando a sus hombres. Avizorando y alertando sobre lo que podrá advenir en estos días con él lejos. Ha muerto. ¿Y acaso no dijo Martí, el padre de Fidel, y nuestro padre, que la muerte no es verdad si se ha cumplido bien la obra de la vida?

   Las coincidencias, los símbolos que llenan de avisos la vida de Fidel, nos advierten: estén atentos. Fidel se irá definitivamente si lo olvidamos, y echamos al rincón sus ideas de justicia y solidaridad humanas, su culto a la independencia de la república. Fue un hombre Fidel. Sí. Pero como él no habrá otro hombre. Y él seguirá siendo el mismo, si lo respiramos como polvo nutricio, y relámpago en medio del temporal que nunca a dejado quieto al Granma de nuestra patria.


Respuesta  Mensaje 10 de 64 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 08/06/2017 08:58

Hermano de sueños

Fidel y Raúl: hermanos de sangre, hermanos de empeño

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Juventud Rebelde 
digital@juventudrebelde.cu
3 de Junio del 2017 22:43:17 CDT

Si tengo un hermano, hermano que arde,

hermano mestizo, hermano de hambre,

empapo mis himnos con luz de su aire,

tiño mi bandera también de su sangre,

si tengo un hermano, si tengo un hermano.

Si tengo un hermano, hermano de suerte,

hermano de vida, de historia y de muerte,

no mido sus años, su poca fortuna,

no mido su facha, ni mido su altura,

si tengo un hermano, si tengo un hermano.

Si tengo un hermano, hermano de sueños,

hermano de bala, hermano de empeño,

le entrego mis libros, le entrego mis manos

sin un humillante recibo de pagos,

si tengo un hermano, si tengo un hermano.

Unidos en la victoria.

Reencuentro en Cinco Palmas.

La compañía imprescindible.

Siempre compartieron los momentos cruciales de la Revolución.

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Respuesta  Mensaje 11 de 64 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 08/06/2017 09:03

«Pues venga». Así respondías al solícito deseo de tu gente de tener­te cerca, de tocarte, de agarrar tus ma­­nos y besarlas como acaso se ve­ne­ra a un santo. O quizá sí lo eras, o al menos para nosotros, que te creíamos con ese raro don de la ubicuidad. Aparecías cuando me­nos se te esperaba, en cualquier lugar, lo mis­­mo en los altos de la Sie­rra Maestra que en una escuela en plena obra de construcción. Siem­pre preguntando, queriendo saberlo todo.

Para compartir ese mundo de historias diluidas en la cotidianidad y en la oralidad del pueblo, Granma dispuso el correo electrónico tuhistoria@granma.cu y la plataforma de comentarios en su página web.

A continuación les dejamos al­gunas de ellas.

Ramón Esquivel Fernández

La primera vez que tuve la oportunidad de estar con Fidel fue en el 1959, en su visita de la Caravana de la Libertad a Cárdenas, Matanzas, a la tumba de José Antonio Eche­ve­rría; en esa ocasión tenía nueve años, acompañado con mi difunto padre, miembro del Partido So­cia­lista Po­pular en la localidad.

La segunda ocasión en que es­tuve junto a nuestro Comandante en Jefe, fue en la República de Gui­nea, en ocasión de su primera visita a Áfri­ca, antes de participar en la Cum­bre de los Países No Alineados en Ar­gelia, donde me encontraba cumpliendo misión internaciona­lista en Guinea y Guinea Bissau. Esta vez te­nía 20 años, y tuvimos va­rios en­cuentros con él; en la primera oportunidad que lo saludé me abrazó y me preguntó la edad, si tenía comunicación con la familia y si tenía algún problema en la casa. Recuerdo que le dijo al Co­man­dan­te Raúl Díaz Argüelles (caído posteriormente en Angola), jefe de las misiones en la República de Gui­nea, que cuidara a la juventud porque era el futuro de la Revolución.

La tercera vez fue en ocasión del III Congreso de los CDR, donde participaba como delegado de la entonces Ciudad de La Habana, en el Pa­lacio de Convenciones.

Al día siguiente, al concluir la primera sección de la mañana en el re­ceso, todos los delegados fueron a merendar, y yo me quede en mi asien­to leyendo el periódico Ju­ven­tud Rebelde. Enorme fue mi sorpresa al ver llegar al Comandante en Je­fe, que había bajado de la presiden­cia para ir hasta donde yo es­taba.

Al verme vestido de uniforme de gala de las FAR, me preguntó de don­de me conocía con anterioridad, expresándole que fue en la Re­pú­blica de Guinea en su visita en 1973, me volvió abrazar y me dijo: «Rau­li­to —se refería al Coman­dan­te Raúl Díaz Argüelles—cumplió con lo que le dije en Guinea. Me agra­da que hoy cumplas con la mi­sión de trabajar con el pueblo».

Ramón Cuétara López, profesor de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona,La Habana

Como alumno fundador del Pe­dagógico Varona, en enero de 1964 y, a partir de 1968, como profesor durante todos estos años, he parti­cipado en numerosas actividades. Par­ticularmente memorable me re­sultan tres de ellas donde estuve muy cerca del Comandante en Jefe e intercambié con él.

Especialmente significativa me re­sultó la estancia en un trabajo productivo en 1969, en lo que después se­ría el Jardín Botánico Nacional. Este fue un plan que dirigió Celia Sán­chez, que incluía también la construcción del Zoológico Nacio­nal y el Parque Lenin. A 1969 se le llamó Año del Esfuerzo Decisivo, por cuan­to daba paso a 1970, donde es­perá­bamos producir diez millones de toneladas de azúcar. Fidel había solicitado al pueblo posponer los festejos de fin de año, para las vacaciones de julio, y esperar el 70 en tareas productivas. Como siempre ha sucedido, el Varona dio el paso al frente an­te este llamado, y sus alumnos y trabajadores se in­corporaron a diferentes tareas. Jun­to al profesor Hilario Santana, nos tocó la dirección de la actividad en el Jardín Botánico. Por ser esta una obra priorizada, el compañero Fidel la visitaba con relativa frecuencia.

Nunca olvidaré aquel viernes en que el profesor Santana se había trasladado hasta La Habana, y me en­contraba al frente del campamento, cuando los estudiantes vieron acercarse tres jeeps cuatro-puertas y en­seguida advirtieron la presencia del Comandante. El entusiasmo y la alegría que aquel hecho produjo, convirtió al Botánico en un verdadero ma­nicomio; después de algunas ad­vertencias de la escolta, los estudiantes se acercaron al Co­mandante, quien estableció con ellos un animado diálogo.

Después de preguntar acerca de la procedencia de los alumnos y fe­licitarnos por el trabajo que estábamos realizando, indagó por el jefe del campamento; el compañero Re­né Peralta, quien atendía la construcción del Botánico por el Go­bierno. Para mí la cosa no fue tan fácil que digamos, pues al saber que estaba al frente del trabajo, Fidel me preguntó cuántas plantas había­mos sembrado, cuántas había «mo­teadas», qué cantidad de huecos teníamos abiertos, en fin, todo lo que le interesó sa­ber en ese mo­men­to, pero gracias a la co­la­bo­ra­ción so­lidaria y de amistad de Pe­ralta, no salí tan mal en el «examen» a que me sometió.

Pero hoy, visto a la distancia, con­­sidero que es el examen más agradable que he hecho en mi vida, pues significó hablar con él, estar a su la­do, intercambiar, y que su bra­­zo de­re­cho estuviera todo el tiempo sobre mi hombro. Así es de grande Fidel. Muchos compañeros después hacían bromas y me decían que no lavara más la camisa que llevaba puesta, porque ahí había colocado su brazo el Comandante en Jefe.

Si hubiera tenido la perspectiva histórica que tengo hoy, realmente hubiera conservado esa camisa tal y como estaba. Ahora me conformo con guardar en mi corazón ese re­cuerdo.

Fidel en el central Antonio Guiteras de Las Tunas, en 1996, junto a Mayra Leyva. foto: cortesía de Mayra Leyva santiesteban 

Mayra Leyva Santisteban, municipio Puerto Padre, Las Tunas

Yo de niña siempre en mis sueños soñaba que conocía a Fidel, entonces un día mi sueño se hizo realidad.

En el año 1996 trabaja en la di­rección de economía de la empresa azucarera Antonio Guiteras Hol­mes, de Las Tunas. Recuerdo que me encontraba con la presión baja y estaba to­mando café, cuando mis compañeros de trabajo conociendo el anhelo que tenía de conocer al Coman­dan­te, me dijeron: «Mayra por ahí pasó Fidel en una máqui­­na negra para el central». Yo corrí de emoción hacia allá y el Co­man­dante caminaba por las áreas del central de aquí para allá como él era de intranquilo.

La última área que visitó fue los basculadores y mo­linos y yo tanto caminé que que­dé parada delante de él. Fidel comenzó a conversar con el director y yo le digo a mi compañera que estaba al lado mío, «mi amiga como yo había anhelado este momento». En­ton­ces, él levantando su mano fina me dijo: «¿Cómo usted dice?». Y yo respondo que ha­bía anhelado mucho ese mo­men­to de verlo frente a mí y darle un abrazo.

Fidel me dijo: «Pues venga». Nos dimos un abrazo y le di tres besos en su cara y cuando me separé de él le dije: «Ahora me puedo morir tran­quila». Y él se echó a reír.

Gisela Sigler Ramírez

Como maestra primaria siempre asistí a todas las actividades relacionadas con mi trabajo y, por supuesto, en muchas de ellas estuvo presente Fidel.

Recuerdo que en agosto del 2012 nos encontrábamos trabajando en la construcción de una nueva es­cue­la que se llamaría Antonio Ba­chiller y Morales en el Cerro, para dar cumplimiento a la disposición recién tomada por el Ministerio de 20 alumnos por aula.

Todas las maestras habíamos re­nunciado a las vacaciones para ayudar en lo que hiciera falta: cernir are­na, alcanzar bloques, sacar clavos, sirviendo alimentos a la brigada de trabajadores, a contar y rechequear todos los materiales que se entregaban así como protegerlos de la lluvia, vientos, etc. Teníamos un doble turno alternando de 7:00 a.m. a 7:00 p.m., y luego de 7:00 a.m. a 7:00 p.m., días muy complicados sobre todo para nosotras, las mujeres, que éramos la mayoría.

El 15 de agosto me tocó el turno de la noche, otras compañeras y yo estábamos pintando la biblioteca y los demás trabajadores ponían lo que sería el piso del salón de la en­trada, cuando de pronto se apagaron todas las luces, y nosotras, mu­jeres al fin, dimos al unísono un fuerte grito, pero automáticamente llegó la luz. Y entonces, si gritamos más fuerte, pero esta vez fue de gran alegría y cariño pues al frente de nosotras se encontraba la gallarda figura de nuestro Fidel.

Él se dirigió hacia nosotras, nos pasó las manos por las cabezas, nos abrazó y enseguida entabló un diálogo que solo acertábamos a balbucear de la emoción. Fidel nos preguntó cómo nos sentíamos, si estábamos cansadas, si habíamos co­mido, qué decían nuestros esposos por pasar la noche fuera de la casa, y por último, nos preguntó (pues había observado que todavía faltaba mucho para terminar la obra): «¿Creen ustedes que la escuela esté lista para iniciar el curso el 1ro. de septiembre?». Todas, a una sola vez, dijimos: «¡Claro que sí Coman­dan­te, cuente con ello!».

Al final pidió que nos tomáramos unas fotos todos juntos.

Días más tardes la pusieron en el mural de la escuela y con gran orgullo la mostrábamos a todos los pioneros y visitas que llegaban. Quedó como un recuerdo infinito de nuestro líder y su preocupación por la educación de su pueblo.

He tenido la costumbre que en el libro que leo y tengo en mi cabecera anoto algo emotivo que me pasó o algo curioso. Ahora, ante esta pérdida, busqué qué libro sería el que estaba leyendo en esos días, me acordé y releo: ¡Nunca imaginé que llegara el día mi Comandante de verte tan cerca!, y un sollozo mientras leo se me ahoga en el pecho.

Elpidio Morales Velázquez

Como humilde soldado de la pa­tria, en las gloriosas filas del Mi­nisterio del Interior, tuve la inolvidable oportunidad de cumplir algunas tareas para la protección de la integridad física de nuestro querido Co­mandante supremo Fidel.

En ocasión de la inauguración de la textilera Celia Sánchez Manduley en Manzanillo, provincia de Gran­ma, fui ubicado en la carretera que enlaza los límites de Las Tunas con Man­zanillo; esta vía aún no estaba completamente concluida y presentaba varios baches que podían provocar algún tropiezo en conductores desconocedores de la zona.

Mi tarea era impedir que cualquier curioso o intruso fuera a en­torpecer el paso de nuestro líder que inauguraría el mencionado centro textil, solo eso. Pero al percatarme de la situación de la vía y la velocidad en que se acercaban los vehículos donde por lógica venía mi querido Fidel, no pude más que salir de mi discreción, darme a la luz y gesticular con señales de mano para que se disminuyera la velocidad y evitar el más mínimo incidente.

Experimenté una amalgama de emociones y sentimientos: el orgullo de ver frente a mí al líder de la Sie­rra Maestra, sentado, con espejuelos, su gorra, traje verde olivo, do­cumentos en las manos y leyendo; me hizo gesto de saludo militar, todo en fracciones de segundos el carro continúa suavemente para so­brepasar el bache sin dificultad.

Junto a la alegría también sentí la sensación de miedo al verme rodea­do de su escolta personal que me preguntaban el porque de mi ac­to... Tomaron los respectivos vehículos y se alejaron. Yo quedé alegre y triste a la vez; lo tuve muy cerca y lo protegí pero no sabía si mi jefe me halaría las orejas por lo que hice. No recuerdo como mi jefe se enteró, lo que si recuerdo es que se me otorgó un estímulo moral y un reconocimiento que nunca olvidaré.


Respuesta  Mensaje 12 de 64 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 08/06/2017 09:05

No era que hablaras. Era que el solo hecho de hacerlo bastaba para volver certeza el argumento. Nadie como tú para convencer (nos), a golpe de razones. Y eso te hacía cada vez más grande. Y la complicidad de entender al otro, del consejo certero, caló hondo en tu pueblo. Hoy salen a la luz tus miles de encuentros.

Para compartir ese mundo de historias diluidas en la cotidianidad y en la oralidad del pueblo, Granma dispuso el correo electrónico tuhistoria@granma.cu y la plataforma de comentarios en su página web.

A continuación les dejamos algunas de ellas.

A diario, los noveles realizadores desandan los lomeríos en busca de historias. Foto: cortesía

Viviana Cristina Sánchez Muñoz

Siendo pionera José Martí, con 11 años formé parte de la Segunda Caravana Pioneril de la Victoria, que reeditara en enero de 1989 la entrada triunfante a Ciudad Libertad. Y Fidel estuvo presente. Sin embargo, no pude obsequiarle el poema que aprendiera, en un día, solo para él: Marcha Triunfal del Ejército Rebelde.

No obstante, la vida me regaló el privilegio en su 63 cumpleaños, celebrado en la Brigada 13 del Contingente Blas Roca Calderío, de hacer realidad mi sueño, del que conservo fotos no publicadas y que ahora comparto con toda Cuba.

Abrazarlo fue sentir sus manos, recibir su aliento y consagrar una vivencia única, de la que dieron cobertura los periódicos Granma y Trabajadores del 14 y 15 de agosto de 1989. Por entonces, yo recitaba los más sentidos poemas dedicados a la Patria, al Che, Celia, la Revolución y su pueblo, a Fidel y tuve la suerte infinita de ser escogida para declamar los versos inéditos del Indio Naborí, Bienve­nidos, en el recibimiento a los últimos combatientes de Cuba en Angola, que puso fin a la Operación Carlota. Otra vez fui testigo de la grandeza de Fidel.

Hoy soy jurista y solo me queda seguir, contigo siempre presente, ¡Gracias, Fidel!

Juan José Bosque Ledesma, metodólogo provincial de Física en Pinar del Río.

Tres veces he estado cerca de Fidel. La primera, en 1971, siendo estudiante del Varo­na. Recuerdo que realizábamos una actividad productiva y pasó cerca de nosotros su pe­queña caravana…, el Comandante iba manejando el jeep, con su invencible uniforme verde olivo como siempre, y todos nos sentimos muy orgullosos solo con verlo pasar. También pude tenerlo cerca cuando visitó el IPVCE Federico Engels, acompañado, en aquel entonces, del Secretario General del Partido Comunista de Vietnam.

Pero la vez que más me impactó fue en 1986, cuando estábamos reunidos en el Mi­nisterio de Educación todos los jefes de cátedra de ciencias de las escuelas vocacionales del país que, por iniciativa de él, se convertirían en IPVCE.
Cuando nos dijeron que la actividad terminaría reunidos con Fidel, en el teatro del Ministerio, un compañero y yo nos sentamos en la segunda fila. Alguien vino y nos dijo: «Ustedes, de la tercera fila hacia atrás» y yo le contesté: «de aquí no me levanta nadie». Imagínate el tono de mi respuesta que nos dejaron allí, cerquita de Fidel, como queríamos estar.

Esa reunión era importante, pues existía preocupación por el cambio que suponía la creación de los IPVCE. Pero desde que Fidel dijera aquella célebre frase de que Cuba sería un país de hombres de ciencias, él soñó y logró hacer realidad ese sueño. Recuerdo que, al comenzar la reunión, José Ramón Fernández, ministro en­tonces, inició y preguntó qué criterios teníamos de aquello. Alguien propuso que a los alumnos de los IPVCE se les otorgara cinco puntos de más en el escalafón, pues iban a recibir muchas clases, incluso 12 turnos de docencia directa diarios y mucha profundización en los contenidos, lo cual afectaría el índice académico y estarían en desventaja con el resto. Y así siguieron los criterios y fueron varias las tendencias. Todo terminó cuando Fidel le preguntó al que intervenía en aquel momento que quién le había dicho que el que más estudia tiene desventajas.

Hasta ahí llegó la discusión. Como dice la canción de Carlos Puebla: llegó el Co­man­dante y mandó a parar. Su poder de convencimiento, sus atinadas reflexiones de lo que sucedería acabó con dudas y tendencias; con aquella luz larga que lo caracteriza, la vida le dio, como siempre, la razón.

Los alumnos de los IPVCE, donde quiera que estén, saben que su mano, su pensamiento, sus ideas, su presencia, los hizo, los preparó y los ha hecho triunfar. Eso es Fidel: la guía que te prepara para triunfar.

Antolín

Recuerdo muy vívidamente los multitudinarios actos de masas que se celebraron al triunfo de la Revolución. Fueron verdaderos acontecimientos aglutinadores, forjadores de unidad y de esperanzas. Maravillas que duraban brevísimas horas, pero que conquistaron la eternidad: ni se olvidan ni se marchitan en la memoria. Y en el centro focal de ellos la figura de Fidel.

La Asamblea General del pueblo de Cuba tuvo lugar el 4 de febrero de 1962, en horas de la tarde noche y en esta se aprobó la II De­claración de La Habana. Era mi segunda visita a la Plaza.

Ese día, y es el recuerdo principal de la jornada, fui copartícipe y testigo de algo que después interiorizaría con gran nitidez, gracias a la magnífica e insuperable observación del Che: «…algo así como el diálogo de dos diapasones cuyas vibraciones provocan otras nuevas en el interlocutor». No puedo dejar de advertir sensatez, providencia y hasta magia indescifrable en lo que hacía posible el diálogo entre Fidel y un millón de personas. ¡Qué poder de convocatoria y comunicación a puro sentimiento! A pesar de que hizo un tiempo ventoso que arrastraba su voz, ya difícil de escuchar por momentos a causa de los ecos que producían los sistemas de altavoces de la época; a pesar de las largas horas de pie y las limitaciones de la iluminación, porque el acto concluyó entrada la noche; a pesar de cualquier otro pesar, los participantes no se movían de sus lugares más de lo imprescindible y seguían con gran atención lo que Fidel decía, asintiendo con una inclinación de cabeza o respondiendo, a veces a coro, a sus interpelaciones, como suele suceder en una conversación entre amigos en la sala o en el patio de la casa. Una experiencia única, muy difícil de entender y aquilatar si no se ha vivido.

La otra vez ocurrió en compañía de mis compañeros de albergue. Una noche de abril de 1962, primero común y corriente y después más que especial, el azar nos había deparado, justamente esa noche, algo tremendo, inimaginable. Asistimos a una presentación en la sala Hubert de Blanck y, al salir, supimos que los choferes de nuestras guaguas escolares habían ido a echar combustible. Alguien sugirió cruzar la calle y llegarnos hasta el cercano Hotel Riviera para conocer el lugar; propuesta de los capitalinos que, de inmediato, fue ma­yoritariamente secundada por los «del interior». Dejamos noticia a los choferes de donde estaríamos y partimos raudos y veloces. El Riviera no lo conocía ni de oídas. Por supuesto que me deslumbraron sus candilejas, lujo y esplendor. Estaba abstraído mirando las fotos de una exposición relacionada con América Latina cuando de súbito me pasó rápidamente por al lado Fidel.

Sí, sin lugar a dudas, era Fidel. En toda su legendaria estatura, con su larga zancada, que avanzaba parapetado tras un inmenso y humeante tabaco, seguido de cuatro miembros de su escolta que, a duras penas, lograban seguirle el paso. Cuando se percató por los uniformes de la presencia de un grupo de becados, se detuvo en seco. Mis pies comenzaron a moverse por sí mismos, empujándome hacia adelante, hasta que llegué a su lado y me quedé mirándolo de arriba a abajo. Sin proponérmelo, asumí la posición de firme, como en una ceremonia marcial.

Fidel nos preguntó qué hacíamos allí a aquella hora. Nos quedamos boquiabiertos, perplejos, sin poder pronunciar palabra, petrificados. No logré articular ni un monosílabo, aunque mis ojos hablaban fuerte y claro. A pesar de que en multitud de ocasiones, en momentos de efímera fantasía, me había trazado el posible escenario de mi primer encuentro con Fidel y había pensado hasta en lo que me gustaría decirle o preguntarle, por más que lo intenté no pude sobreponerme a la mudez y solo atiné a mirarle fijamente a los ojos. Ojos algo achinados, siempre chispeantes y ubicuos, capaces de pe­netrar y leer hasta los más hondos pensamientos y, lo que es más impactante: imposibles de olvidar.

Estaba allí, a su lado, pero al mismo tiempo me sentía en otra galaxia. Alguien logró articular de manera inteligible un par de oraciones y decirle quiénes éramos, lo que nos había pasado y que «habíamos aprovechado para ir a ver la exposición». Ya yo me veía de vuelta en Placetas, sin beca, sin haber aprendido ruso y, para colmo de males, expulsado de la escuela nada más y nada menos que por el mismísimo Primer Ministro. Hizo varias preguntas sobre la situación en la escuela; unos, los que con mayor celeridad se recuperaron del impacto inicial, le respondieron, otros lo hicieron atropelladamente a coro.

Fidel, sin reproches, nos escuchaba sonriente y asentía con cierto aire conspirador. Solo se limitó a convocarnos a la disciplina y a estudiar con ahínco. Al verlo, se acercaron los visitantes extranjeros que lo estaban esperando. En eso llegaron nuestros choferes y se unieron al ya extenso corro que rodeó al Comandante; no me separé de él ni un milímetro.

Allí estuvimos varios minutos, disfrutando la posibilidad de estar al lado de Fidel, en el sentido más literal de la expresión, en vivo y en directo, hasta que se desplazaron a otro local.

No es necesario decir de qué se habló en aquella ocasión, durante el trayecto de regreso, ni por qué las luces del dormitorio permanecieron encendidas hasta más allá del horario habitual. El destino nos concedió aquella noche el premio gordo, un recuerdo inextinguible en el tiempo.

No sería hasta diciembre de 1975, durante el I Congreso del PCC, donde trabajé como traductor, que tuve de nuevo, y por última vez, la oportunidad de estar en un par de ocasiones al lado de Fidel.

En todos los casos experimenté la nada común sensación de que había estado junto a una persona irrepetible; un ser que, además de otras diversas cualidades sobresalientes, tiene el raro instinto de anticiparse al futuro, de poder escuchar cómo crece la hierba al doblar de la esquina, el singularísimo talento de saber poner a todo el mundo de acuerdo y, a mi muy modesto juicio, el mayúsculo —sobrehumano— co­raje de no dejarse atraer nunca, bajo ninguna circunstancia, por la acera de la sombra.

Idarmis Fernández

Hoy puedo contar que tuve mi pedacito de Fidel hace muchos años; exactamente cuando se celebró la Asamblea Pioneril 25 Aniversario, en Tarará, allá por el año 85/86 y yo cursaba el 9no.grado.

Era miembro de un círculo de interés de Salón que fue invitado para servir en las comisiones y, como permaneciamos la mayor parte del tiempo afuera de las salas donde se desarrollaban estas, eso nos proporcionó el infinito privilegio de ser los primeros en saludar al Comandante en Jefe, cuando pasó por allí.

Un muchacho del grupo anunció: ¡Llegó Fidel! y nosotros de ingenuos no le creíamos, porque no habíamos escuchado los carros. Pero, por las dudas, nos lanzamos a las escaleras y no hubo tiempo para nada; ya Fidel estaba ahí y me pasaba el brazo por los hombros, nos saludó y entró directamente a una sala. Nunca olvidaré la magia que, de pronto, se apoderó de aquel lugar; todos los muchachos de pie, aplaudiendo por casi cinco minutos y todos los ojitos, brillando por obra y gracia de las lágrimas.

Mis amigos, mi familia, incluso mis conocidos, me han escuchado decir toda la vida que el día que muriera Fidel a mí había que darme el pésame y, en efecto, con un pésame me dio la noticia mi hija en la mañana del sábado más triste de toda la historia cubana. Hasta luego, Comandante.


Respuesta  Mensaje 13 de 64 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 08/06/2017 09:06

No era que hablaras. Era que el solo hecho de hacerlo bastaba para volver certeza el argumento. Nadie como tú para convencer (nos), a golpe de razones. Y eso te hacía cada vez más grande. Y la complicidad de entender al otro, del consejo certero, caló hondo en tu pueblo. Hoy salen a la luz tus miles de encuentros.

Para compartir ese mundo de historias diluidas en la cotidianidad y en la oralidad del pueblo, Granma dispuso el correo electrónico tuhistoria@granma.cu y la plataforma de comentarios en su página web.

A continuación les dejamos algunas de ellas.

A diario, los noveles realizadores desandan los lomeríos en busca de historias. Foto: cortesía

Viviana Cristina Sánchez Muñoz

Siendo pionera José Martí, con 11 años formé parte de la Segunda Caravana Pioneril de la Victoria, que reeditara en enero de 1989 la entrada triunfante a Ciudad Libertad. Y Fidel estuvo presente. Sin embargo, no pude obsequiarle el poema que aprendiera, en un día, solo para él: Marcha Triunfal del Ejército Rebelde.

No obstante, la vida me regaló el privilegio en su 63 cumpleaños, celebrado en la Brigada 13 del Contingente Blas Roca Calderío, de hacer realidad mi sueño, del que conservo fotos no publicadas y que ahora comparto con toda Cuba.

Abrazarlo fue sentir sus manos, recibir su aliento y consagrar una vivencia única, de la que dieron cobertura los periódicos Granma y Trabajadores del 14 y 15 de agosto de 1989. Por entonces, yo recitaba los más sentidos poemas dedicados a la Patria, al Che, Celia, la Revolución y su pueblo, a Fidel y tuve la suerte infinita de ser escogida para declamar los versos inéditos del Indio Naborí, Bienve­nidos, en el recibimiento a los últimos combatientes de Cuba en Angola, que puso fin a la Operación Carlota. Otra vez fui testigo de la grandeza de Fidel.

Hoy soy jurista y solo me queda seguir, contigo siempre presente, ¡Gracias, Fidel!

Juan José Bosque Ledesma, metodólogo provincial de Física en Pinar del Río.

Tres veces he estado cerca de Fidel. La primera, en 1971, siendo estudiante del Varo­na. Recuerdo que realizábamos una actividad productiva y pasó cerca de nosotros su pe­queña caravana…, el Comandante iba manejando el jeep, con su invencible uniforme verde olivo como siempre, y todos nos sentimos muy orgullosos solo con verlo pasar. También pude tenerlo cerca cuando visitó el IPVCE Federico Engels, acompañado, en aquel entonces, del Secretario General del Partido Comunista de Vietnam.

Pero la vez que más me impactó fue en 1986, cuando estábamos reunidos en el Mi­nisterio de Educación todos los jefes de cátedra de ciencias de las escuelas vocacionales del país que, por iniciativa de él, se convertirían en IPVCE.
Cuando nos dijeron que la actividad terminaría reunidos con Fidel, en el teatro del Ministerio, un compañero y yo nos sentamos en la segunda fila. Alguien vino y nos dijo: «Ustedes, de la tercera fila hacia atrás» y yo le contesté: «de aquí no me levanta nadie». Imagínate el tono de mi respuesta que nos dejaron allí, cerquita de Fidel, como queríamos estar.

Esa reunión era importante, pues existía preocupación por el cambio que suponía la creación de los IPVCE. Pero desde que Fidel dijera aquella célebre frase de que Cuba sería un país de hombres de ciencias, él soñó y logró hacer realidad ese sueño. Recuerdo que, al comenzar la reunión, José Ramón Fernández, ministro en­tonces, inició y preguntó qué criterios teníamos de aquello. Alguien propuso que a los alumnos de los IPVCE se les otorgara cinco puntos de más en el escalafón, pues iban a recibir muchas clases, incluso 12 turnos de docencia directa diarios y mucha profundización en los contenidos, lo cual afectaría el índice académico y estarían en desventaja con el resto. Y así siguieron los criterios y fueron varias las tendencias. Todo terminó cuando Fidel le preguntó al que intervenía en aquel momento que quién le había dicho que el que más estudia tiene desventajas.

Hasta ahí llegó la discusión. Como dice la canción de Carlos Puebla: llegó el Co­man­dante y mandó a parar. Su poder de convencimiento, sus atinadas reflexiones de lo que sucedería acabó con dudas y tendencias; con aquella luz larga que lo caracteriza, la vida le dio, como siempre, la razón.

Los alumnos de los IPVCE, donde quiera que estén, saben que su mano, su pensamiento, sus ideas, su presencia, los hizo, los preparó y los ha hecho triunfar. Eso es Fidel: la guía que te prepara para triunfar.

Antolín

Recuerdo muy vívidamente los multitudinarios actos de masas que se celebraron al triunfo de la Revolución. Fueron verdaderos acontecimientos aglutinadores, forjadores de unidad y de esperanzas. Maravillas que duraban brevísimas horas, pero que conquistaron la eternidad: ni se olvidan ni se marchitan en la memoria. Y en el centro focal de ellos la figura de Fidel.

La Asamblea General del pueblo de Cuba tuvo lugar el 4 de febrero de 1962, en horas de la tarde noche y en esta se aprobó la II De­claración de La Habana. Era mi segunda visita a la Plaza.

Ese día, y es el recuerdo principal de la jornada, fui copartícipe y testigo de algo que después interiorizaría con gran nitidez, gracias a la magnífica e insuperable observación del Che: «…algo así como el diálogo de dos diapasones cuyas vibraciones provocan otras nuevas en el interlocutor». No puedo dejar de advertir sensatez, providencia y hasta magia indescifrable en lo que hacía posible el diálogo entre Fidel y un millón de personas. ¡Qué poder de convocatoria y comunicación a puro sentimiento! A pesar de que hizo un tiempo ventoso que arrastraba su voz, ya difícil de escuchar por momentos a causa de los ecos que producían los sistemas de altavoces de la época; a pesar de las largas horas de pie y las limitaciones de la iluminación, porque el acto concluyó entrada la noche; a pesar de cualquier otro pesar, los participantes no se movían de sus lugares más de lo imprescindible y seguían con gran atención lo que Fidel decía, asintiendo con una inclinación de cabeza o respondiendo, a veces a coro, a sus interpelaciones, como suele suceder en una conversación entre amigos en la sala o en el patio de la casa. Una experiencia única, muy difícil de entender y aquilatar si no se ha vivido.

La otra vez ocurrió en compañía de mis compañeros de albergue. Una noche de abril de 1962, primero común y corriente y después más que especial, el azar nos había deparado, justamente esa noche, algo tremendo, inimaginable. Asistimos a una presentación en la sala Hubert de Blanck y, al salir, supimos que los choferes de nuestras guaguas escolares habían ido a echar combustible. Alguien sugirió cruzar la calle y llegarnos hasta el cercano Hotel Riviera para conocer el lugar; propuesta de los capitalinos que, de inmediato, fue ma­yoritariamente secundada por los «del interior». Dejamos noticia a los choferes de donde estaríamos y partimos raudos y veloces. El Riviera no lo conocía ni de oídas. Por supuesto que me deslumbraron sus candilejas, lujo y esplendor. Estaba abstraído mirando las fotos de una exposición relacionada con América Latina cuando de súbito me pasó rápidamente por al lado Fidel.

Sí, sin lugar a dudas, era Fidel. En toda su legendaria estatura, con su larga zancada, que avanzaba parapetado tras un inmenso y humeante tabaco, seguido de cuatro miembros de su escolta que, a duras penas, lograban seguirle el paso. Cuando se percató por los uniformes de la presencia de un grupo de becados, se detuvo en seco. Mis pies comenzaron a moverse por sí mismos, empujándome hacia adelante, hasta que llegué a su lado y me quedé mirándolo de arriba a abajo. Sin proponérmelo, asumí la posición de firme, como en una ceremonia marcial.

Fidel nos preguntó qué hacíamos allí a aquella hora. Nos quedamos boquiabiertos, perplejos, sin poder pronunciar palabra, petrificados. No logré articular ni un monosílabo, aunque mis ojos hablaban fuerte y claro. A pesar de que en multitud de ocasiones, en momentos de efímera fantasía, me había trazado el posible escenario de mi primer encuentro con Fidel y había pensado hasta en lo que me gustaría decirle o preguntarle, por más que lo intenté no pude sobreponerme a la mudez y solo atiné a mirarle fijamente a los ojos. Ojos algo achinados, siempre chispeantes y ubicuos, capaces de pe­netrar y leer hasta los más hondos pensamientos y, lo que es más impactante: imposibles de olvidar.

Estaba allí, a su lado, pero al mismo tiempo me sentía en otra galaxia. Alguien logró articular de manera inteligible un par de oraciones y decirle quiénes éramos, lo que nos había pasado y que «habíamos aprovechado para ir a ver la exposición». Ya yo me veía de vuelta en Placetas, sin beca, sin haber aprendido ruso y, para colmo de males, expulsado de la escuela nada más y nada menos que por el mismísimo Primer Ministro. Hizo varias preguntas sobre la situación en la escuela; unos, los que con mayor celeridad se recuperaron del impacto inicial, le respondieron, otros lo hicieron atropelladamente a coro.

Fidel, sin reproches, nos escuchaba sonriente y asentía con cierto aire conspirador. Solo se limitó a convocarnos a la disciplina y a estudiar con ahínco. Al verlo, se acercaron los visitantes extranjeros que lo estaban esperando. En eso llegaron nuestros choferes y se unieron al ya extenso corro que rodeó al Comandante; no me separé de él ni un milímetro.

Allí estuvimos varios minutos, disfrutando la posibilidad de estar al lado de Fidel, en el sentido más literal de la expresión, en vivo y en directo, hasta que se desplazaron a otro local.

No es necesario decir de qué se habló en aquella ocasión, durante el trayecto de regreso, ni por qué las luces del dormitorio permanecieron encendidas hasta más allá del horario habitual. El destino nos concedió aquella noche el premio gordo, un recuerdo inextinguible en el tiempo.

No sería hasta diciembre de 1975, durante el I Congreso del PCC, donde trabajé como traductor, que tuve de nuevo, y por última vez, la oportunidad de estar en un par de ocasiones al lado de Fidel.

En todos los casos experimenté la nada común sensación de que había estado junto a una persona irrepetible; un ser que, además de otras diversas cualidades sobresalientes, tiene el raro instinto de anticiparse al futuro, de poder escuchar cómo crece la hierba al doblar de la esquina, el singularísimo talento de saber poner a todo el mundo de acuerdo y, a mi muy modesto juicio, el mayúsculo —sobrehumano— co­raje de no dejarse atraer nunca, bajo ninguna circunstancia, por la acera de la sombra.

Idarmis Fernández

Hoy puedo contar que tuve mi pedacito de Fidel hace muchos años; exactamente cuando se celebró la Asamblea Pioneril 25 Aniversario, en Tarará, allá por el año 85/86 y yo cursaba el 9no.grado.

Era miembro de un círculo de interés de Salón que fue invitado para servir en las comisiones y, como permaneciamos la mayor parte del tiempo afuera de las salas donde se desarrollaban estas, eso nos proporcionó el infinito privilegio de ser los primeros en saludar al Comandante en Jefe, cuando pasó por allí.

Un muchacho del grupo anunció: ¡Llegó Fidel! y nosotros de ingenuos no le creíamos, porque no habíamos escuchado los carros. Pero, por las dudas, nos lanzamos a las escaleras y no hubo tiempo para nada; ya Fidel estaba ahí y me pasaba el brazo por los hombros, nos saludó y entró directamente a una sala. Nunca olvidaré la magia que, de pronto, se apoderó de aquel lugar; todos los muchachos de pie, aplaudiendo por casi cinco minutos y todos los ojitos, brillando por obra y gracia de las lágrimas.

Mis amigos, mi familia, incluso mis conocidos, me han escuchado decir toda la vida que el día que muriera Fidel a mí había que darme el pésame y, en efecto, con un pésame me dio la noticia mi hija en la mañana del sábado más triste de toda la historia cubana. Hasta luego, Comandante.


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De: Ruben1919 Enviado: 08/06/2017 09:09
Foto: Estudios Revolución

Birán fue el punto de partida. A Birán volvió este martes el General de Ejército Raúl Castro Ruz junto a otros familiares para depositar las cenizas de sus hermanos Angelita y Ramón, en el panteón que se yergue a la sombra de los mismos árboles donde comenzara a escribirse la historia del Comandante en Jefe de la Revolución cubana.

«Angelita, la mayor de las hembras y la mayor de todos, fue hija fiel y amorosa de sus padres; Ramón, fue el único llamado a conservarse como el guardián de la tierra hasta el final de sus días», así resume el Doctor Eusebio Leal Spengler la vida de estos hermanos durante la solemne ceremonia de inhumación.

De Ramón sobresalen además, su cooperación con el Movimiento 26 de Julio y su quehacer en la organización de una de las redes de suministros que abastecían al II Frente Oriental Frank País. Después del triunfo de la Revolución de­sempeñó disímiles actividades a diferentes niveles en el sector agropecuario, fundamentalmente en la rama cañera y ganadera.

Por todo ello mereció diferentes reconocimientos, entre otros, el título de Héroe del Trabajo de la República de Cuba.
Los familiares que cargan las urnas se ubican delante del panteón; detrás Raúl y la hermana Enma; luego lo hace el resto de la familia allí reunida. Se llevan las cenizas hasta el lugar de reposo; se escucha un toque de silencio y resuenan las notas del Himno Nacional. En un íntimo adiós los seres queridos van dejando rosas blancas junto a los nichos.

Al decir de Eusebio Leal, Birán fue el fruto del trabajo infinito, de años de faena y empeño, «aquí vive el espíritu de la familia y aquí vendrán millones de personas de todas partes del mundo, porque hace unas pocas horas hemos dejado en una piedra al más importante de todos los que aquí nacieron, a aquel que estuvo llamado a hacer un destino».

Por decisión familiar, los restos de los hermanos —An­gelita, fallecida en febrero del 2012 y Ramón en fe­brero del 2016— fueron trasladados a este sitio que, a juicio del Doc­tor Leal, marcó un punto de inflexión, hizo la diferencia, porque en ninguna otra hacienda cubana de esa naturaleza existía «un aula escolar donde se formaban los niños y aprendían a tener sentimientos de amor patrio».

De allí salieron Fidel y Raúl un día. Allí habremos de ir los cubanos todos, porque en Birán también está nuestra raíz, nuestra historia.


Respuesta  Mensaje 15 de 64 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 08/06/2017 09:12

La cálida despedida de Cristina Kirchner a Fidel Castro

La ex mandataria se refirió al fallecimiento del líder de la revolución cubana con un emotivo mensaje.

26 de noviembre 2016
La ex mandataria Cristina Kirchner se despidió del líder de la revolución cubana Fidel Castro a través de las redes sociales, donde compartió un sentido mensaje expresando sus condolencias y enviándole sus saludos a la familia.

A través de su cuenta de Twitter y pasado el mediodía, Cristina Kirchner expresó: "Fidel y Cuba ingresando definitivamente en la Historia Grande. Junto a su pueblo, ejemplo de dignidad y soberanía"; junto a una foto de Castro con una bandera de Cuba.

Apenas unos segundos después, la ex jefa de Estado agregó: "Fuerte abrazo a Dalia, su compañera. A sus hijos y nietos. A su hermano Raúl".

Respuesta  Mensaje 16 de 64 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 08/06/2017 09:15

Volver sobre los pasos de Fidel

Una cátedra para el estudio del pensamiento y la obra del líder histórico fue inaugurada en la Universidad de La Habana, la casa de altos estudios donde se hizo revolucionario

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Enio Echezábal Acosta 
13 de Abril del 2017 0:33:44 CDT

De joven estuvo siempre como estudiante y líder entre sus compañeros. Luego, con la barba larga y la historia a cuestas, se convirtió en asiduo visitante del lugar, en donde, según dijera él mismo, se hizo revolucionario. Así fue como se tejió la relación del líder histórico de la Revolución, Fidel Castro Ruz, con la Universidad de La Habana (UH), sitio en que este miércoles se inauguró una Cátedra Honorífica dedicada por entero al estudio de su pensamiento y de su obra.

«La vida del Comandante en Jefe es una expresión de relevante trayectoria revolucionaria comprometida con la independencia, la justicia social, la solidaridad y el enfrentamiento a los principales dilemas que afectaron a la humanidad», aseveró el Doctor Gustavo Cobreiro Suárez, rector de la UH, al dejar oficialmente constituida la Cátedra, en acto efectuado en el Aula Magna del recinto universitario.

Este espacio tendrá también como objetivo incentivar la participación estudiantil en la divulgación de la trayectoria del líder histórico de la Revolución dentro y fuera de los predios universitarios, la promoción de relaciones de trabajo con profesionales de organismos y centros dedicados a estudios afines, la convocatoria de eventos científicos y la publicación de artículos y libros.

La cátedra, presidida por la Doctora Francisca López Civeira, está integrada por un consejo asesor de 56 miembros, entre quienes se destacan intelectuales como Armando Hart Dávalos, Abel Prieto, René González Barrios, Agustín Lage, Eusebio Leal Spengler, Juan Vela y María Dolores Ortiz.

Al acto asistieron también José Ramón Fernández, asesor del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y la Doctora Rita Rial Blanco, vicerrectora de la UH.

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Fidel llegó a la Universidad de La Habana, y nunca se fue de allí.Foto: Archivo de JR


Respuesta  Mensaje 17 de 64 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 08/06/2017 09:16

Con la eterna presencia de Fidel

El compromiso de mantener el legado de Fidel será enarbolado durante el desfile por el 1ro. de Mayo, acontecimiento que causa especial animación en los centros laborales del territorio.
 
Es lógico que sea así, comentó el secretario general de la Central de Trabajadores en la provincia, George Batista. «El líder de la Revolución estará presente en todas nuestras acciones. A su capacidad y genio político-militar se debe la victoria de Playa Girón, hecho que honraremos en la marcha unida que también festejará la proclamación del Socialismo en Cuba y el cumpleaños 55 de la creación de la UJC, organización en la que tanto confió».
 
Al tiempo que se recordará la caída en combate del Che, suceso que cumplirá cinco décadas este año, las voces de los holguineros que acudan a la cita –se espera que sean más de 500 000 en toda la provincia– reclamarán la devolución del territorio que ocupa la ilegal base naval de Estados Unidos en Guantánamo, así como exigirán al gobierno de esa nación el cese de las agresiones a la hermana Venezuela, dijo el dirigente.
 
Las jornadas previas a la celebración de la gran fiesta obrera están dirigidas a impulsar el cumplimiento de los planes productivos y la ejecución de los presupuestos. Sobre todo se aprecia, puntualizó, en la zafra azucarera, a partir de las posibilidades reales de alcanzar la cantidad de azúcar programada.
 
«Ese anhelo puede materializarse días después del 1ro. de Mayo. Pero los campos de caña y los centrales son hoy un verdadero escenario de batalla. En estos días se han reportado incrementos en los cortes y las molidas. Por eso los azucareros encabezarán el desfile».
 
Las marchas tendrán por escenario las 13 cabeceras municipales, así como 53 consejos populares. Los trabajadores del sector agrícola también estarán en los primeros bloques porque en sentido general han logrado incrementar la producción de alimentos, añadió.     
 
En el activo comportamiento de la masa obrera han influido las comisiones creadas en los centros de trabajo, espacios también de mítines matutinos y vespertinos, talleres, conferencias y encuentros con jóvenes, organizados para destacar el rol de la clase obrera en la Revolución.

Fuente: 
Periódico Granma
Fecha: 
22/04/2017


Respuesta  Mensaje 18 de 64 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 11/06/2017 12:17
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Fidel Castro. Foto: Archivo.

El intelectual español Ignacio Ramonet resaltó hoy en la Unesco la amplia obra revolucionaria de Fidel Castro, quien impulsó profundas trasformaciones en Cuba y también en países de otros continentes. Como parte de la Semana de América Latina y el Caribe, que se celebra por estos días en la sede parisina de esa organización de Naciones Unidas, el periodista y escritor radicado en Francia ofreció un coloquio sobre el líder histórico de la Revolución Cubana, ante un numeroso público.


Respuesta  Mensaje 19 de 64 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 11/06/2017 12:19
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Foto: Leila Macor/AFP.

El cubano Antonio Veciana fue un espía de la CIA que dedicó su vida a intentar matar a Fidel Castro y desestabilizar al gobierno cubano. A sus 88 años, dice que la suya "es la historia de un fracaso". Y la cuenta con rabia y sin arrepentimientos. "Yo era un terrorista improbable. Era delgado, asmático y estaba lleno de inseguridades", dice en su libro, "Trained To Kill" (entrenado para matar).



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