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General: SOBRE EL RENACIMIENTO
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Alcoseri  (Mensaje original) Enviado: 20/09/2011 13:22
 
SOBRE EL RENACIMIENTO
 
Gurdieff dijo en una oportunidad que en los Evangelios aparecen muchas cosas que se refieren a la enseñanza interior sobre la naturaleza y las posibilidades del Hombre, pero que por lo general los puntos esenciales han sido dejados de lado. O se omiten o se dan de un modo desordenado -y aparecen sin conexión alguna. En el extracto de las charlas de Gurdieff una oportunidad que en los Evangelios aparecen muchas cosas que se refieren a la enseñanza interior sobre la naturaleza y las posibilidades del Hombre, pero que por lo general los puntos esenciales han sido una oportunidad que en los Evangelios aparecen muchas cosas que se refieren a la enseñanza interior sobre la naturaleza y las posibilidades del Hombre, pero que por lo general los puntos esenciales han sido. que ahora voy a citar, se habla de tres ideas principales: muerte, nacimiento y sueño.
 
Todos saben que el Nuevo Testamento dice que un hombre puede renacer, o nacer otra vez, o nacer nuevamente o nacer desde arriba (interpretación literal). Cristo dice a Nicodemo: "Que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios." (Juan, III 3.) Quiere decir en el lenguaje del Trabajo que un hombre no puede entrar en el Círculo Consciente de la Humanidad a menos que nazca de nuevo o nazca desde el Trabajo. En rigor de verdad, el Trabajo debería decir: "A menos que nazca", porque el nacimiento físico no es nacer en el sentido esotérico. Cuando un hombre deja de ser un hombre mecánico, cuando se vuelve consciente, cuando el "Yo" Real aparece en él, entonces es un Hombre.
 
En las 7 categorías de hombres dadas por el Trabajo, los hombres Nos 1, 2 y 3, que comprenden a la mayor parte de la humanidad, pertenecen al círculo de los hombres mecánicos, al círculo de la confusión de las lenguas, de Babel, donde nadie puede estar de acuerdo ni comprender a otra persona. Cabe decir que aquellos que han nacido están de acuerdo y se comprenden los unos a los otros, porque las dos cosas son iguales. Entre los hombres de la Humanidad Consciente hay comprensión. En este Trabajo buscamos aprender un lenguaje común con el fin de comprendernos mejor unos a otros. Por último buscamos nacer, pero para nacer es preciso morir, y para morir es preciso primero despertar. Cristo, en las palabras que se le atribuyen, dijo sencillamente: "Que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios." En otro lugar dice: ""Es preciso despertar (traducido por 'estar alerta') y orar." En otro lugar Cristo dice: "Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo... (Juan, XII 24)." Han de ver en lo que sigue cómo las cosas fueron dispuestas de un modo equivocado, por cierto como si la gente que lo hizo no hubiese comprendido lo que había oído. Supongamos que la enseñanza de los Evangelios hubiera sido comprendida en el sentido de que un hombre debía despertar antes de poder hacer algo y que en ello está implícito el llegar a tener conciencia de lo que se es realmente.
 
Cabe imaginarse que en este caso todo el curso del Cristianismo esotérico habría sido diferente. Basta pensarlo para darse cuenta de la imposibilidad de morir para sí mismo a menos de despertar para sí mismo, por más penoso que sea el despertar. Agregaré otra cosa aquí. Recuerden que ya hemos dicho que las influencias C, que proceden directamente de la Humanidad Consciente, siempre se convierten en influencias B cuando entran en la vida. De las escuelas que estaban en relaciones con Cristo nada emergió a la vida exterior por lo menos durante medio siglo. Únicamente en la atmósfera de una escuela pueden ser verdaderamente preservadas las influencias C. Sin esta atmósfera, la gente las adapta a sí misma y a su nivel de comprensión y a lo que creen que es justo o injusto. Como consecuencia de ello no reparan en los puntos esenciales, las cosas no se disponen bien, todas las verdades desagradables se descartan, y todo cuanto parece increíble desde el punto de vista de la vida también se omite. Además, todo es falseado por los prejuicios generales, las costumbres y los puntos de vista morales de la época. Luego es preciso recordar que en aquellos días todos los manuscritos eran copiados a mano y que los escribas alteraban naturalmente las oraciones con las cuales no estaban de acuerdo o que no comprendían, del mismo modo que insertaban ideas que creían necesarias, etc. Las influencias C no pueden existir en la vida y siempre se convierten en influencias B. La mente del Hombre, que se fundamenta en los sentidos, debe ser elevada a tal punto que ya no pueda —para dar un ejemplo — seguir pensando en términos de Sí o de No acerca de todas las cosas. Ahora les leeré algo que G. dijo hace muchos años: "Muchas veces me hacen preguntas en relación con los diversos textos, parábolas, etcétera de los Evangelios. Según mi parecer no ha llegado aún el momento de hablar sobre los Evangelios. Esto exige un mayor conocimiento. Pero de vez en cuando nos remitiremos a ciertos textos de los Evangelios y nos servirán de punto de partida para nuestras discusiones. Esto les enseñará a discurrir sobre ellos de un modo correcto y, sobre todo, a darse cuenta de que en los textos conocidos por nosotros, por lo general faltan los puntos esenciales." Para empezar, examinemos el muy conocido texto sobre la semilla que debe morir con el fin de nacer: 'De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.' * Este texto tiene distintos significados y muchas veces nos remitiremos a él. Pero ante todo es necesario conocer el principio contenido en el texto en la más amplia medida y aplicarlo al hombre. Hay un libro de aforismos que nunca fue publicado. Ya he mencionado antes ese libro en relación con el significado del conocimiento, y entonces cité un aforismo de dicho libro. Con referencia a lo que ahora estamos explicando, este libro dice lo siguiente: 'Un hombre puede nacer, pero para que pueda nacer, es preciso que mueran? No quieren morir. En este punto es donde la posibilidad despierte.' En otro lugar dice: 'Cuando un hombre despierta puede morir; cuando muere puede nacer.' Es preciso descubrir lo que esto significa. 'Despertar', 'Morir', 'Nacer', estas son 3 etapas sucesivas.
 
Si estudian los Evangelios atentamente verán que muchas veces los textos se refieren a la posibilidad de 'nacer' a la necesidad de 'morir'; y otras a la necesidad de 'despertar….' 'Estad alertas, porque aún no conocéis la hora...', etc. Pero estas tres posibilidades del hombre, despertar, morir y nacer, no están enunciadas en relación de la una con la otra. No obstante, en ello estriba todo. Si un hombre muere sin haber despertado, no puede nacer. Si un hombre nace sin haber muerto, no llega a convertirse en una 'cosa inmortal'. Así el hecho de no haber 'muerto' le impide al hombre 'nacer'; el hecho de no haber 'despertado' le impide 'morir'; y si hubiera nacido sin haber 'muerto', esto le impediría 'ser'. Ya hemos hablado bastante sobre el significado de hacer 'nacido'; esto se relaciona con el comienzo de un nuevo crecimiento de la esencia, el comienzo de la formación de la individualidad, el comienzo de la aparición de un 'Yo' indivisible. Con el fin de ser capaz de lograrlo, o al menos de empezar a lograrlo, un hombre debe morir, es decir, es preciso que se libere de mil apegos mezquinos y de la identificación que lo mantiene en la posición en la cual está. Tiene apego a todo en su vida, apego a su imaginación, apego a su estupidez, apego a sus sufrimientos más que a cualquier otra cosa. Es preciso que se libere de este apego. El apego a las cosas, la identificación con ellas, mantienen vivos a mil 'Yoes' inútiles en el hombre. Estos 'Yoes' deben morir para que pueda nacer el gran 'Yo'. ¿Pero qué hay que hacer para mueran? No quieren morir. En este punto es donde la posibilidad de despertar acude para salvarlo. Despertar significa darse cuenta de la propia nadidad, darse cuenta de su completa y absoluta mecanicidad e impotencia. Y no basta darse cuenta de ello filosóficamente en palabras. Es preciso que el hombre se dé cuenta de ello mediante hechos claros, sencillos y concretos, mediante sus propios hechos. Cuando un hombre empieza a conocerse un poco, verá en sí mismo muchas cosas capaces de horrorizarlo. Mientras un hombre no se horrorice de sí, no sabe nada acerca de sí mismo. Resuelve arrojarlo fuera de sí, detenerlo, ponerle fin. Pero por más esfuerzo que haga, siente que no puede lograrlo, que todo permanece tal como estaba. Aquí verá su impotencia, su incapacidad y su nadidad. Cuando comienza a conocerse a sí mismo, un hombre ve que no tiene nada que sea suyo, es decir, que todo cuanto ha considerado como suyo, sus gustos, puntos de vista, convicciones, hábitos, hasta sus defectos y vicios, todo ello no es suyo, sino que fue tomado en préstamo de algún lugar. Al sentirlo, un hombre comprende su nadidad. Y al sentir su nadidad, un hombre se ve tal como es realmente, no por un segundo, no por un momento, sino constantemente, sin olvidarlo nunca. Esta continua conciencia de su nadidad y de su incapacidad dará eventualmente al hombre el valor de 'morir', es decir, 'morir' no sólo mentalmente, o en su conciencia, sino 'morir' de hecho y renunciar realmente y para siempre a aquellos aspectos de sí que son innecesarios desde el punto de vista de su crecimiento interior, o que lo obstaculizan. Estos aspectos son, ante todo el 'Falso Yo', y luego todas las ideas fantásticas acerca de su 'individualidad', 'voluntad', 'conciencia', 'capacidad de hacer', poderes, iniciativa, determinación, etcétera.
 
NOTA Me parece conveniente subrayar que en este Trabajo no tratamos de seguir siendo tal como somos, sino que tratamos de cambiar. Todo cambio es interior y tiene su punto de partida en la interioridad, su comienzo es ver lo que se es. Nadie puede ver lo que es y no cambiar. Los límites, las actitudes, las imágenes de sí, el comportamiento mecánico, las formas características de consideración interior, la justificación en base a los otros, nuestras ideas sobre la vida, nuestras maneras de pensar, las formas de auto-' estimación, y sobre todo, los modos de identificación, todas esas cosas deben cambiar en nosotros si queremos cambiar. No se puede, mientras se siga apegado a las limitaciones e impregnado de la misma manera de considerar y juzgar las cosas, de la auto-estimación y de las reacciones características, llegar a cambiar en sí mismo, aun cuando uno vaya a un desierto y viva alimentándose con un vaso de agua por día. Para cambiar es preciso que la gente trabaje sobre sí y trate de separarse de lo que es, y que se observe a sí misma, con arreglo a lo que dice el Trabajo.
 

MAURICE NICOLL

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