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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Rubi29  (Mensaje original) Enviado: 26/09/2012 13:14

GRANDES PROFECIAS



Nostradamus: Explicaciones de la Profecía del Asesinato del Papa


Antes de que estalle la tercera guerra mundial y caiga el telón de acero (tal podría ser el significado de «el gran muro» que traen algunas ediciones) Italia será invadida y el Papa asesinado. De este modo la nave de Pedro, huérfana de guía, quedará a merced de los dramáticos acontecimientos que seguirán a esta muerte, no excluida la posibilidad de un cisma; entonces el clero, simbólica tripulación de la simbólica nave, la abandonará, echándose al mar como medio para salvar la vida.
Junto al río (que podría ser el Tíber, si se toma Roma como sede del papado), la tierra se teñirá de sangre.

Esta profecía se completaría con la contenida en la cuarteta noventa y nueve, de la Centuria VIII:

Por el poder de los tres Reyes temporales,
A otro lugar será transferida la Santa Sede,
Donde la sustancia del espíritu corpóreo,
Sera repuesta y recibida por verdadera sede.

La guerra que se desencadenará entre tres grandes potencias afectará igualmente al jefe de la cristiandad y el pontífice que habrá sucedido al Papa muerto correrá a su vez un peligro may grave, no sólo en su incolumidad , sino también por la estabilidad de su propio apostolado: la Santa Sede, es decir, la cátedra de San Pedro será trasladada a otro lugar y sólo al final del conflicto podrá el Santo Padre volver a Roma, la verdadera sede destinada a albergar al representante del Señor en la Tierra.

Y la profecía continúa en la cuarteta ochenta y tres de la Centuria V:

Los que tengan em resa subvertir,
Inigualable reino, fúerte a invencible:
Obrarán, con fraude, noches tres advertir,
Cuando el mayor en la mesa lea la Biblia.

Quienes se habían propuesto la obra de subversión y destrucción de la Iglesia recurrirán al fraude y al engaño y a cualquier otro medio para poder sorprender al Papa. Lo cual sucederá en cierta ocasión estando el Papa sentado en la mesa leyendo la Biblia. Tres serán los encargados de capturar al Papa, mediante un engaño.

Sigue, a continuación, la Centuria IV, cuarteta treinta y tres, que explica quiénes serán los que tiendan la trampa al Papa y por consiguiente a la misma Iglesia:

Júpiter unido más a Venus que a la Luna
Apareciendo de plenitud blanca:
Venus escondida bajo la blancura de Neptuno,
Por Marte golpeada con la grande rama.

El lenguaje es completamente metafórico: Nostradamus dice que cuando Júpiter aparezca con plenitud blanca y esté más próximo a Venus que a la Luna, y Venus se esconda bajo la blancura de Neptuno, entonces Marte la golpeará con la blanca rama.

Procuremos explicar el simbolismo: cuando el pontífice aparezca más indinado o decidido a fijar su atención más en las naciones protestantes que en las católicas y se esfuerce en poner en práctica el precepto de la caridad, entonces los protestantes serán maltratados y perseguidos (juntamente con el pontífice) por una muchedumbre de enemigos (que en este caso quizá podemos identificar con los comunistas).

Dice la Centuria IX, en la noventa y nueve cuarteta:

Viento Aquilón hará partir la sede,
Por muros echar cenizas, cal y polvo:
Por lluvia luego que les causará más daño,
Último socorro llegar desde su frontera.

El viento de Aquilón, es decir, el que obligará al pontífice, inmediatamente después de su elección, a dejar Roma, vendrá del Norte. Los habitantes de Roma defenderán su ciudad, echando desde las murallas sustancias agresivas (podría evidentemente tratarse de nuevas sustancias químicas, empleadas como armas defensivas), pero de poco servirán sus esfuerzos, porque el atacante, a su vez, los acometerá con una verdadera lluvia de bombas que les causarán mucho más daño que el anteriormente experimentado.
Siguen unas cuartetas que explican y declaran el desconcierto general que se producirá según vayan desarrollándose los hechos.
Un personaje de gran lustre, destinado a ser muy pronto emperador, fingirá someterse al pontífice para simular así su apoyo en el cisma que habrá tenido lugar en el seno de la Iglesia y ayudar a algunos países del Este en su lucha contra la opresión comunista. Pero luego, la rebelión de este simulador y falsario causará gravísimo daño a la Iglesia y provocará enconadas luchas entre sus seguidores.

Los rojos, que podemos identificar como fuerzas enemigas del papado y de la cristiandad, se echarán sobre Roma so pretexto de que van a restablecer el pontificado (la gran Capa), esclavo de la anarquía y sometida al cisma. Entonces el estrago, la carnicería y la venganza serán tales que prácticamente no habrá familia que no llore la muerte de alguno de sus miembros, y los rojos asesinarán a un purpurado (probablemente uno de los papas cismáticos). En esta coyuntura, desde la ciudad de Roma se transmitirá un falso mensaje para comunicar otra elección papal, también falsa. Los cristianos perderán totalmente la esperanza de ver volver al verdadero Papa y aceptarán como auténtica la versión de quienes dicen que ha muerto; se cometerá un delito en una capilla y el anti papa superviviente triunfará y coronará a su autor como jefe supremo.

«La gran estrella arderá durante siete días»: esta frase puede interpretarse en el sentido de que una nueva arma vendrá a sembrar la destrucción y la ruina entre los hombres; y de esta nueva tempestad (que bien podría ser una guerra) nacerán dos nuevos personajes de gran prestigio.
Y cuando un gran pontífice logre extender sus dominios sobre nuevos territorios, entonces los pueblos del Oriente Medio reaccionarán violentamente.

Después de la victoria de la predicación de un engañamundos, estallará otra revuelta en Alemania; dos ejércitos se unirán en uno solo y el jefe y su hijo serán asesinados, en tanto que sobre algunas regiones italianas se abatirán la violencia y el terror como represalia.


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De: Rubi29 Enviado: 26/09/2012 13:17
Explicaciones de la Profecía del Holocausto Nuclear


Dicen las cuartetas sexta y séptima de la Centuria III:

En el templo cerrado el rayo penetrará,
Los ciudadanos extenuados en sus fuertes:
Caballos, bueyes, hombres la onda los, tocará
Con hambre, sed los más débiles armados.
Sobre las picas de los fugitivos fuego del cielo,
Conflicto próximo de los cuervos jugueteando,
Desde tierra se implora ayuda socorro del cielo,
Cuando junto a los muros estarán los combatientes.

Creemos que se trata de un arma tan extraordinariamente mortífera que podría pulverizar cualquier edificio por sólido que fuese (hoy construye ya el hombre refugios antiatómicos que podrían asegurarle la supervivencia en caso de ataques con armas nucleares) y la palabra «templos» puede entenderse en sentido estrictamente religioso, o en sentido metafórico. Además, el infernal mecanismo profetizado por Nostradamus podría destruir seguramente las armas de los enemigos en fuga; lo cual produciría una trágica oleada de muerte, a la que seguiría una igualmente trágica carestía: ésta será, dice el profeta, la única miserable arma que va a quedar a los más débiles que sobrevivan.

La nación de la hoz creerá haber eliminado toda resistencia contra ella, pero en realidad la satisfacción por la victoria obtenida contra todo el mundo durará poco. Precisamente cuando se crea que todo está perdido, entonces, «in extremis», las naciones de Occidente se tomarán el más completo desquite. Un sabio inventor descubrirá y pondrá a punto una novísima arma terriblé, cuyos efectos producirán indefectiblemente gran consternación y luto entre los hombres. La potencia y el radio de acción de este «dardo del cielo» serán tales que abarcarán una vastísima extensión de nuestro planeta y, por consiguiente, no habrá para los enemigos ninguna posibilidad de salvarse.

Estando reunidos los jefes para hallar un remedio y una solución para prevenir o alejar el grave eligro que les amenaza, se abatirá sore ellos la nueva arma y los destruirá. En consecuencia, las tropas, sin sus adalides y caudillos, huirán a la desbandada y el caos político y militar desbarajustará el orden anterior de la nación de la hoz. Será como si se hubiese llevado a cabo una masiva ejecución de los jerifaltes enemigos.

En fin, contra las sectas de los rojos, es decir, contra los varios gobiernos de régimen comunista, se alinearán todas las demás naciones que se esforzarán en devolver la paz y la tranquilidad al mundo tan duramente probado a través de tantas y tan terribles guerras. Después de haber barrido el mundo con un huracán de hierro y de fuego, no habrá salvación posible para los supervivientes, de forma que muchos morirán por juicios sumarísimos y cuantos maquinaron contra la verdadera libertad morirán despiadadamente, a excepción de uno escribe el gran profeta , que más que cualquier otro causará al mundo lutos, desolación y ruinas.
Esta precisión tiene caracteres de especial importancia, porque permite determinar una lógica sucesión cronológica entre las cuartetas que se refieren a futuros acontecimientos, estableciendo una fundamental distinción entre las predicciones que dicen relación con el próximo conflicto (la tercera guerra mundial, de la que hemos ya hablado) y las concretan los sucesos que señalarán el fin de los tiempos.

Este temido Anticristo, a quien se cita muchas veces en las cuartetas de Nostradamus y asimismo en predicciones de otros varios videntes que vivieron en distintas épocas, escapará al merecido castigoy saltará de nuevo a la escena del mundo sólo cuando suene la tremenda hora del fin, preludio del segundo advenimiento de Cristo sobre la Tierra.
Veamos ahora los acontecimientos que seguirán a la definitiva derrota de los «Bárbaros», reconstruyéndolos a través de algunas cuartetas que transcribimos:



Cuanto más esté el grande en falso sueño
La inquietud vendrá a tomar reposo:
Levantad falange de oro, de azul y rojo,
Subyugar África, roerla hasta los huesos.
(CENTURIA V, CUARTETA LXIX)



Selín monarca pacificador Italia,
Reinos unidos, rey cristiano del mundo,
Muriendo querrá reposar en Tierra Santa,
Después de haber barrido del mar a los piratas.
(CENTURIA IV, CUARTETA LXXVII)

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Rubi29 Enviado: 26/09/2012 13:18
Explicaciones de la Profecía de los Tiempos de Paz

Europa, tan duramente probada, podrá, al fin, gozar de un poco de paz. El gran monarca, que tan hábil se habrá mostrado para conseguir la victoria sobre los enemigos de Occidente, se mostrará también activo y eficaz en la consolación y robustecimiento de esta paz tan difíalmente conseguida; y, gracias a su gestión, el ansia y la inquietud que habían tan vivamente atormentado a los hombres hasta llevarlos al borde de la más grave ruina cesarán y la paz dominará en el mundo. Y añade todavía el profeta que el advenimiento de esta esperada y feliz Era no impedirá la explotación de las inmensas reservas ocultas en el continente africano que serán aprovechadas y explotadas al máximo, para conseguir así que todas las naciones reciban de ello beneficios comunes.

Nostradamus escribe aquí un nombre en cuyo esclarecimiento han trabajado afanosa a inútilmente muchos sabios comentaristas: Selin Monarca. No sabemos quién pueda ser este esclarecido Monarca, y son válidas aquí todas las hipótesis, ya sea que con este nombre haya querido indicar el vidente el lugar de origen del monarca, ya se trate de un anagrama del nombre verdadero. Este gran soberano (y la palabra «soberano» puede admitir una más amplia interpretación, sin necesidad de que se tome al pie de la letra, y así podría muy bien significar el lefe supremo de una hegemonía, no necesariamente monárquica), conseguida ya la pacificación de Italia y unificados bajo su real mando todos los Estados, será el representante cristiano del mundo, y después de haber limpiado los mares de los últimos piratas, es decir, de los restos de la flota enemiga, supervivientes después de la gran errota, deseará ser enterrado en Tierra Santa, como homenaje a la tradición cristiana.

Y comenzará entonces un nuevo estado de cosas, una nueva ordenación social, como indican algunas cuartetas (Centuria III, cuarteta XL y Centuria X, cuarteta XL).

La guerra, maldición de los hombres, será finalmente sometida por la feliz unión de los Estados; su impotencia para estallar asegurará la paz.






Nostradamus: Explicaciones de la Profecía de las Naciones que Caerán


Pero los dulces y tranquilos años de paz verán pronto su fin, si hemos de dar crédito a lo que se dice en la cuarteta cuarenta y seis de la Centuria II.

El primer verso dice con claridad que, después de una gran discordia entre los hombres, se aproxima otra mucho mayor todavía. Del cielo caerán bombas tan abundantes como gotas de lluvia que esparcirán mucha sangre inocente, y otra vez la Humanidad será azotada por crueles desventuras que causarán lutos, dolores y pestilencias irreprimibles, incluso por parte de la más avanzada ciencia médica. Esto acontecerá, precisa Nostradamus, cuando en el cielo, por enésima vez, aparezcan las estelas luminosas de los misiles.

Algunos comentaristas han interpretado esta cuarteta como si fuese una profecía cumplida ya en la Segunda Guerra Mundial, cuando la V1 y la V2 alemanas surcaron el cielo de Europa y sembraron, a su paso, desolación, muerte y ruina. Pero si bien no faltaron durante aquella contienda violentísimos episodios que afectaron a muchos inocentes y a muchos pueblos indefensos, es preciso tener en cuenta las palabras que se refieren al gran motor que renueva los siglos y la alusión que se hace a la epidemia, que en realidad no se declaró durante el anterior conflicto. La alusión al fin del mundo, la referencia al ciclo histórico en el que actualmente vivimos hace posible afirmar que este martirio de la Humanidad, aún no ha sucedido. Al término de la predicción, el mundo, dividido en facciones y lacerado por graves cismas, se hallará inmerso en el más negro y trágico caos.
Las mayores capitales del mundo serán destruidas.
La ciudad que se indica en la cuarteta ochenta y cuatro de la Centuria III, es, indudablemente, París, cuya destrucción ha sido también vaticinada por otros videntes, entre los cuales está San Juan Bosco, quien en una carta dirigida al entonces Papa Pío IX, dice: «El Creador se dará a conocer y visitará París tres veces con la vara de su enojo». Después de haber exhortado a los parisienses a que no desprecien sus consejos, concluye el Santo de esta manera a propósito del destino que les aguarda: «Caerás, durante la tercera visita, en manos extranjeras y tus enemigos mirarán desde lejos cómo arden tus palacios, reducidas tus moradas a un montón de ruinas y rociadas con la sangre de tus prohombres que ya no existen...».

Como puede verse, concuerdan los vaticinios, puesto que Nostradamus afirma que la ciudad de París quedará completamente desolada y sólo podrán habitarla contados supervivientes.
Se derrumbarán los edificios y la población será exterminada con hierro y fuego y nadie se apiadará de los inermes y de los pequeños; hasta los templos serán violados por la furia demoledora que implacablemente se abatirá sobre ellos. Y quienes se libren de las armas, morirán víctimas de la epidemia que caerá sobre la desgraciada metrópoli.

Por lo que respecta a Londres, capital de la nación que poseyó en su día el más vasto de los imperios coloniales, Nostradamus predice trescientos años de dominio absoluto y de próspero comercio marítimo que disgustará a los portugueses. Éstos habrán de ceder a Albión el predominio y la supremacía de las Indias.

Y llegamos por fin a la profecía que se refiere, seguramente, a la ciudad de Nueva York, la «gran ciudad nueva» que sera atacada por un incendio que podría estar localizado en la zona de 40° de latitud. Esta súbita llama envolverá totalmente la ciudad que saltará por el aire, hecha añicos; lo cual sucederá cuando se piense someter a dura prueba a la gente del norte de Europa, probablemente los alemanes. Hoy conocida y afirmada profecía que data del 11 de Septiembre de 2001 en el cual el Atentado a las Torres Gemelas es un hecho histórico de gran pérdida humana.

También Roma, la ciudad eterna, se incluye entre las ciudades que van a ser destruidas. Leemos en la cuarteta cien de la VI Centuria:

Hija de la Aurora, asilo del malsano,
Donde hasta el cielo se ve el anfiteatro:
Prodigio visto, tu mal está muy próximo,
Serás cautiva y veces más de cuatro.

Esta profecía, en la que el vidente llama a Roma «hija de la Aurora», ciudad que levanta hacia el cielo el anfiteatro del coliseo, aconseja tener en cuenta los próximos desgraciados acontecimientos que se avecinan: la ciudad será asediada más de cuatro veces.

Para Roma, pues, el destino no es el mismo que el reservado a otras grandes ciudades: no los hombres, sino las fuerzas de la Naturaleza, darán cuenta de ella y de su perversidad que consistirá muy especialmente en haber violado las mismas leyes naturales.

Desde Sicilia, es decir, desde aquel mismo lugar donde Jasón hizo construir sus naves, vendrá un espantoso y súbito diluvio del que nadie podrá escapar. El terrible cataclismo hinchará hasta tal exceso las alborotadas aguas del mar que éstas llegarán a sumergir toda la parte meridional de la península italiana y la furia de los desatados elementos sólo se detendrá al pie de las colinas donde están los restos del teatro romano de Fiesole, en Toscana.

En este punto, la profecía de Nostradamus sobre el futuro que nos aguarda parece decir que el mal triunfará inconteniblemente sobre la tierra; por fortuna no será así porque será de escasa duración su apoteosis. Se vislumbra ya la última y definitiva lucha entre los hijos de las tinieblas, mandados por el Anticristo y los hijos de la Luz, guiados por el Mesías.

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Rubi29 Enviado: 26/09/2012 13:21

Nostradamus: Explicaciones de la Profecía del Triunfo de la Gran Verdad


Dice Nostradamus que cuando el sol llegue al 20° del Toro, es decir, el día once de mayo, la Tierra temblará y tragará a todos los espectadores; mientras tanto el aire se oscurecerá y caerán sobre la Tierra las más densas tinieblas y Dios, con sus legiones de ángeles y de santos, arrollará y arrumbará totalmente a la demoníaca criatura que había querido escalar el cielo. Acometido y atacado por el rayo celeste, el Anticristo se desplomará en la arena a incapaz de llevar a cabo las maravillas de las que había osado resumir, se abismará en las entrañas de la tierra, vencido y derrotado. La justicia de Dios se abatirá entonces sobre los secuaces de Satanás y causará entre los hombres una terrible carnicería. De esta manera el gran nieto, es decir, el Anticristo descendiente de Satanás, será constreñido a dejar la Tierra para nunca jamás volver a ella.

Entonces triunfará María, Madre de Dios (a la que Nostradamus indica como una curiosa perífrasis, siendo «maría» el plural del nombre latino «mare»), de la cual se ha dicho que «las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella».

El Anticristo, descendiente de la tribu (o califato) de Dan y su inspirador, Satanás, temblarán ante el juicio que les espera.

Nostradamus ratifica y sanciona la fecha dé cuando va a suceder todo esto: transcurridos veinte años santos o jubilares, lo cual equivale a decir después de veinte siglos de la fundación de la Iglesia (indicada por el vidente, como de costumbre, con el nombre de Luna, ya que Cristo es el verdadero Sol que ilumina con su luz a la Iglesia, como el caso de nuestro satélite), o sea en el año siete mil del calendario judío, calculado a partir de la expulsión de Adán y Eva del paraíso. Aquel año, otro retendrá la monarquía; lo cual significa que el sol dejará de iluminar a la Tierra; mi profecía entonces añade Nostradamus se habrá cumplido.

En aquel período próximo al acabamiento del segundo milenio, los muertos que estarán en sus tumbas se presentarán de nuevo ante la presencia de Dios y las espantosas hecatombes que tanto habrán afligido y atormentado al mundo aparecerán como uno de los medios purificadores de los que Dios se ha valido para realizar sus propios designios y no ya como una tragedia de la Humanidad, salvada y redimida.

Un gran juez juzgará los tiempos pasados, lo mismo que el presente, y pronunciará su sentencia para los vivos y para los muertos, y todos aquellos que no comprendieron la palabra de Dios serán por Él repudiados.

Finalmente Nostradamus, después de precisar que, conscientes de lo que les aguarda, los hombres considerarán. El día de su muerte no ya como algo triste, sino como un momento de gran regocijo y como un nacimiento a la vida espiritual, concluye diciendo que el Espíritu Santo llenará de gozo y de felicidad a aquellas almas que, por la victoria tan meritoriamente alcanzada, tendrán derecho a contemplar en toda su plenitud el esplendor del Verbo.


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