Prioridades del Concilio para Pablo VI[editar]
En su discurso de reapertura del Concilio Vaticano II el 29 de septiembre de 1963, Pablo VI señaló cuatro prioridades:
- Una mejor comprensión de la Iglesia católica, es decir, una definición más completa de su naturaleza y del papel del obispo;
- La renovación de la Iglesia;
- La restauración de la unidad de los cristianos;
- El comienzo del diálogo con el mundo contemporáneo.4825
Recordó a los padres conciliares que sólo unos pocos años antes, el papa Pío XII había publicado la encíclica Mystici Corporis Christi, sobre el cuerpo místico de Cristo. Él les pidió que no se repitiera o crearan nuevas definiciones dogmáticas. Agradeció a los representantes de otras comunidades cristianas su asistencia y les pidió su perdón si es que la Iglesia Católica era la responsable de las separaciones. También recordó a los padres conciliares que muchos obispos del este no habían podido asistir ya que los gobiernos comunistas no permitían sus viajes.49
El Concilio debatió sobre los textos de la Iglesia, sobre el ecumenismo y la liturgia. Pablo VI afirmó a los padres reunidos que tenía la intención de visitar Tierra Santa, dónde ningún otro papa había estado desde San Pedro.
Orientación ecuménica[editar]
Durante el Concilio Vaticano II, los padres conciliares evitaban realizar declaraciones que pudieran herir a cristianos de otras confesiones.50 El cardenal Augustin Bea, presidente del Secretariado para la Promoción de la Unidad de los Cristianos —una comisión preparatoria al Concilio, creada por el papa Juan XXIII, que más tarde recibiría el nombre de Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos—, había contado siempre con el pleno apoyo de Pablo VI en su intento de garantizar que el texto del Concilio fuera amistoso y abierto a la sensibilidad de las iglesias protestantes y ortodoxas, a quienes había invitado a todas las sesiones a petición del papa Juan XXIII. Bea también participó activamente en la confección del documento Nostra aetate, que regulaba la relación de la Iglesia católica con el judaísmo y con los creyentes de otras religiones, y que finalmente fue aprobado por 2221 votos contra 88, el 28 de octubre de 1965.51
Diálogo con el mundo[editar]
Después de su elección como papa, Pablo VI se reunió primero con los sacerdotes de su nueva diócesis. Les dijo que en Milán había comenzado un diálogo con el mundo moderno y les pidió que buscaran el contacto con todas las personas de todos los sectores sociales. Seis días después de su elección anunció que continuaría el Concilio Vaticano II y convocó a su reapertura para el 29 de septiembre de 1963.25 En su discurso radial de reapertura, Pablo VI recordó la singularidad de sus predecesores, la fuerza de Pío XI, la sabiduría e inteligencia de Pío XII y el amor de Juan XXIII. Como sus «metas pontificias» se encontraban la continuación y finalización del Concilio Vaticano II, la reforma al Derecho canónico, y la búsqueda de la paz social y la justicia en el mundo. La unidad del cristianismo sería fundamental para sus actividades.25
Últimas sesiones del Concilio[editar]
Pablo VI abrió la tercera sesión del Concilio el 14 de septiembre de 1964, diciendo a los padres conciliares, que él veía el texto sobre la Iglesia como el documento más importante para finalizar el Concilio. A medida que el Concilio había debatido el papel de los obispos en el papado, Pablo VI emitió una nota explicativa que confirmaba la primacía del papado, un paso que fue visto por algunos como una intromisión en los asuntos del Concilio de los obispos.52 Los estadounidenses presionaron para lograr una pronta resolución sobre la libertad religiosa, pero Pablo VI insistió en que esto sería aprobado junto con otros textos relacionados, tales como el ecumenismo.53 El papa finalizó el tercer período de sesiones el 21 de noviembre de 1964, con el pronunciamiento oficial de María como «madre de la Iglesia».53
Entre las sesiones tercera y cuarta, el papa anunció reformas en los ámbitos de la Curia Romana, la revisión del derecho canónico, la reglamentación para los matrimonios mixtos con participantes de varios credos, y las cuestiones del control de la natalidad. La última y final sesión del Concilio, fue concelebrada con los obispos de países donde la Iglesia era perseguida. Varios textos propuestos para su aprobación debieron ser cambiados, siendo finalmente todos aprobados. El Concilio concluyó el 8 de diciembre de 1965, en la fiesta de la Inmaculada Concepción.53