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¿Que es el Espíritu Santo?
(Edición 2.0 20021102-20061227)
El Espíritu Santo es un poder de Dios y no un ser o persona separada. Es el medio por el cual podemos conocer al Único Dios Verdadero y a su Hijo Jesucristo. Entonces también es el medio por el cual nos hacemos hijos de Dios a partir de la resurrección de los muertos.
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Cuál es el Espíritu Santo
Para entender lo que es el Espíritu Santo debemos conocer al Único Dios Verdadero (Eloah) y a Su hijo Jesucristo. De la Biblia veremos como el Padre y el Hijo están relacionados o conectados a través del Espíritu Santo. Veremos que Dios da Su Espíritu también a los humanos.
El Espíritu no es una persona o un ser separado. Unos dicen que Dios está formado de tres partes. Se dice que estas partes son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. A esto se le llama la doctrina de la Trinidad. Esta enseñanza está equivocada y es completamente falsa. Las Escrituras revelan que Dios es UNO y no tres (Deut. 6:4; Efesios 4:6). El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios (Rom. 8:14). Dios nos da Su Espíritu de modo que nosotros podamos conocerlo y crecer para parecernos más a Él (2Pedro 1:3-4).
A veces se piensa del Espíritu Santo que es un como un espíritu. Esto suena como que es algo de lo que nos podríamos asustar. Pero el Espíritu Santo no vendrá atravesando las paredes para atraparnos o a hacer ruidos por la noche. No anda por ahí con una sábana blanca encima para asustarnos. Él trabaja en nuestros corazones y mentes. No es nada a lo que debemos tener miedo. Dios no nos da un espíritu de miedo, si no de poder y amor (2Timoteo 1:7).
El Espíritu Santo es llamado al ayudante (consolador)(Juan 15:26). Nos ayuda a entender la Biblia y las cosas de Dios. Nos enseña la verdad (Juan 14:16-17, 26; 16:13; 1Juan 4:6; 5:6). Sabe todas las cosas (1Cor. 2:10-11). El Espíritu Santo es el medio por el cual nos hacemos hijos de Dios (Gálatas 4:6-7; Romanos 8:14). Cristo nos ayuda, nos enseña y nos consuela a través del Espíritu Santo. Es realmente el poder de Dios que vive en nosotros y en Cristo. Viene de Dios y luego a nosotros a través de Cristo. Es como una fuerza que nos mueve hacia Dios a través de Cristo (Hebreos 7:25). Es invisible.
El Espíritu hablará por nosotros cuando estamos en problemas. Pondrá pensamientos en nuestra mente y palabras en nuestra boca. El Espíritu es capaz de hablar a través de nosotros (Mateo 10:19-20).
Dios da el Espíritu Santo a aquellos que lo piden (Lucas 11:9-13). Pero nosotros debemos de obedecerle a Él. El Espíritu vive en aquellos que guardan los mandamientos de Dios (1Juan 3:24; Hechos 5:32).
Cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y somos bautizados, recibimos el Espíritu Santo en nosotros (Mateo 28:19; Hechos 2:38). Para mostrarnos que esto pasa, uno de los ministros de Dios pone las manos sobre la cabeza de la persona bautizada. Las manos del ministro no nos dan el Espíritu. Él es un hombre y no tiene ningún poder propio para hacer esto. Sólo significa que él le pide a Dios que le dé a aquella persona el Espíritu. A partir del bautismo comenzamos un nuevo viaje viviendo del modo que Cristo lo hizo.
Como cristianos, debemos vivir del modo que Cristo y los apóstoles vivieron. Sabemos que ellos guardaron el Sábado y las Fiestas (Hechos 2:1, 20:6, 27:9; Colosenses 2:16). No sólo es suficiente saber lo que Dios dice en la Biblia, si no que debemos hacer todo lo que Dios manda. Cuando tenemos el Espíritu de Dios y vivimos del modo que Él manda, comenzamos a mostrar los frutos del Espíritu Santo. Podemos leer sobre esto en Gálatas 5:22-23. El amor es el fruto principal, pero todo esto comienza con la verdad (1Corintios 13:13).
No recibimos el Espíritu por hacer buenas obras. Sin embargo, nosotros todavía tenemos que hacer buenas obras y obedecer las Leyes de Dios aún con el Espíritu Santo presente en nosotros (Santiago 2:14-18). De hecho con el Espíritu Santo en nosotros querremos hacer buenas obras y obedecer Dios. Si somos demasiado jóvenes para ser bautizados, todavía el Espíritu Santo cuidará de nosotros hasta que seamos adultos, si es que tenemos padres creyentes. Pero debemos obedecer a nuestros padres en el Señor (Efesios 6:1-2).
Cristo dijo que él estaba en Dios y Dios en él (Juan 17:21-23). Éste puede pasar únicamente con el Espíritu Santo de Dios. Así es que cuando tenemos al Espíritu Santo, Dios está en nosotros y Cristo está en nosotros (1Juan 4:13). Esto es la forma que Dios estará todo en todos, algún día (Efesios 4:6; 1Corintios 15:28). Pero para entonces todos seremos seres espirituales y ya no gente de carne y hueso.
El Espíritu Santo es el eslabón que nos une a todos nosotros. Recuerde, el Espíritu Santo no es algo que nosotros podemos sentir o tocar con nuestras manos. Sabemos si está presente o no, de lo que pasa en nuestras mentes y por la forma cómo nos comportamos (Gálatas 5:16-18).
Tener el Espíritu significa que podemos hablar con Dios a través de la oración. Cuando oramos, deberíamos orar al Padre, pero siempre pidiendo por cosas en el nombre de Su hijo Jesucristo (Mateo 6:6, 9-13; Lucas 11:12). Podemos ir ahora y hablar con Dios el Padre directamente a través del Espíritu Santo. Debemos rendir culto a Dios en espíritu y en verdad (Juan 4:24).
Si no sabemos por qué orar, el Espíritu Santo nos ayuda orando por nosotros. Es hecho con tal sentimiento que no hay palabras para describirlo (Romanos 8:26). Dios siempre sabe lo que está dentro de nuestros corazones y mentes, entonces Él sabe lo que el Espíritu está diciendo por nosotros. Sólo pedirá las cosas que están en armonía con la voluntad de Dios (Romanos 8:27).
Cristo refleja cómo es el Padre. Él actúa y habla por Dios porque él tiene al Espíritu Santo de Dios morando dentro de él (Juan 3:34). Pero él no es el mismo ser que el Único Dios Verdadero. Él es un ser separado y fue creado por el Padre y enviado aquí para ser hombre durante un corto tiempo (Juan 5:23). Tanto el Padre como el hijo existen como seres separados, pero se dice que ellos son uno porque ellos comparten la misma naturaleza a través del Espíritu Santo. Cristo dijo: "si me han visto, han visto al Padre" (Juan 14:9).
El Espíritu Santo nos reúne a todos juntos para formar el Templo de Dios (1Corintios 3:16; 6:19). Dios nos llama dentro del Reino de Dios para trabajar. No es porque somos especiales o buenos. El Espíritu nos da a todos un regalo especial o talento, para que podamos trabajar juntos como un cuerpo. Un cuerpo está formado de muchas partes. Cada parte del cuerpo como los brazos, las piernas, los ojos y los oídos, todas trabajan juntas. Nada trabaja independientemente. Entonces tenemos que ayudarnos el uno al otro en el trabajo de la iglesia con amor y poder del Espíritu Santo.
No podemos entrar en el reino de Dios a menos que nazcamos otra vez. Esto pasa cuando somos bautizados y recibimos el Espíritu Santo. Entonces nacemos del espíritu y se dice que nuestro anterior estilo de vida está muerto (Juan 3:3-6). Aquellos que se quedan en la carne no pueden complacer a Dios. Entonces si tenemos el Espíritu Santo en nosotros, pertenecemos a Cristo y él vive en nosotros y Dios vive en nosotros de la misma manera (Romanos 8:8-10).
Entonces el Espíritu nos da una nueva vida. Somos todavía humanos, pero constantemente estamos siendo cambiados para mejor. Nos estamos pareciendo a la imagen de Cristo, que es la imagen de Dios. Estamos siendo transformados a través del Espíritu Santo para ser más perfectos y santos como Dios. Después del bautismo, no debemos volver a nuestro antiguo estilo de vida (Efesios 4:17-24).
El Espíritu Santo nos dirige mostrándonos lo que Dios quiere de nosotros. Luego nos ayuda a lograrlo. Queremos complacer a Dios. Es así que nos da un nuevo corazón y una nueva mente. Nuestros cuerpos todavía se ven iguales, pero nuestros pensamientos y acciones cambian.
El Espíritu nos abandonará si volvemos a pecar. Cuando se nos da el Espíritu, comenzamos a saber más sobre el Único Dios Verdadero y Su plan para nosotros. Pero si comenzamos a pecar, empezamos a perder algunas de las cosas maravillosas que ya conocíamos (2Timoteo 1:13-14). Cuando pensamos y hacemos cosas que a Dios no le gustarían, sabemos que el Espíritu se retira de nosotros. Dios dijo que Él nunca nos abandonaría o nos olvidaría (Deut. 31:8; 1Reyes 6:13; Isaías 42:16; Hebreos 13:5) pero el Espíritu se puede apagar o puede afligirse (1Tes. 5:19; Efesios 4:30).
El Espíritu es el medio por el cual adoramos a Dios (Filipenses 3:3). Por lo tanto, el Espíritu no es Dios y no adoramos al Espíritu. Tampoco adoramos a Jesucristo orándole a él. Si sabemos que Jesús es el Hijo de Dios, Dios está en nosotros y estamos en Él a través de Su Espíritu (1Juan 4:15).
La gente del Antiguo Testamento también conocía al Espíritu de Dios. Ellos tenían la presencia del Ángel de Yahovah. Sabían que el Ángel no era el Único Dios Verdadero que les habló directamente y a quien ellos vieron. Como sabemos, este Ángel de la Presencia de Dios, que estaba con Moisés e Israel en el Desierto, nació después como el ser humano Jesús (vea el artículo ¿Quién es Jesús? [CB2>).
A todos los Profetas los visitó el Espíritu de Dios en sueños o visiones, o les habló el Espíritu, a través del Ángel de Yahovah. El Señor vino a Abraham en una visión (Génesis 15:1); el Señor llamó Aarón y Miriam (Números 12:6); el Espíritu de Dios vino hacia Balaam (Números 24:2); el Señor llamó a Samuel (1Samuel, capítulo 3). Isaías vio una visión (Isaías 1:1). La palabra del Señor vino a Jeremías (Jeremías 14:14). Ezequiel vio visiones de Dios (Ezequiel 1:1). Daniel recibió una visión (Daniel 2:19) y así fue con todos los profetas del antiguo (ver también Hebreos 1:1-2; 2Pedro 20:20-21).
La Biblia también habla de otro espíritu en el hombre. Éste es un espíritu diferente al Espíritu de Dios. Se parece a nuestro aliento. Es un regalo de vida que nos da Dios (Zacarías 12:1). Pertenece a Dios (Génesis 6:3; Job 11:11, 27:3; Proverbios 20:27). Cuando morimos, el espíritu del hombre nos abandona (Salmo 146:4). Se vuelve a Dios (Ecl. 12:7). Cuando Dios hizo a Adán Él respiró en sus ventanas de nariz el aliento de la vida;Y el hombre se convirtió en un ser viviente (Génesis 2:7; 1Corintios 15:45).
Entonces este espíritu en el hombre no es un alma que vive en el cielo después de que morimos. La Biblia dice que el hombre se convirtió en un alma viviente o una persona. Este alma puede morir (Ezequiel 20:18). Cuando la Biblia habla del alma, realmente está hablando de la vida del cuerpo. El alma puede significar una criatura, o un hombre o la vida. Ambos, animales y hombre, mueren la misma muerte, pero el hombre vivirá otra vez. De tal forma, el espíritu del hombre es lo que nos hace diferentes a los animales.
No podemos ver el espíritu del hombre más de lo que podemos ver nuestro aliento. Pero podemos sentir nuestro aliento si soplamos a nuestra mano. Del mismo modo, no podemos ver el Espíritu de Dios, pero sentimos su presencia en nosotros, porque queremos obedecer Dios. El Espíritu de Dios se parece a la brisa o al viento (Juan 3:8). Del mismo modo es como el aliento.
Piense en la manera como el viento llena las velas de un barco de vela. Esto ayuda a empujar el barco en la dirección correcta. Podríamos decir también que cuando nuestros corazones y mentes se llenan del Espíritu Santo también somos empujados en la dirección correcta. El Espíritu Santo es la fuerza impulsora que nos ayuda a vivir el camino de Dios.
Cuando Jesús moría sobre la estaca, él llamó a su Padre en el cielo: "Padre en sus manos cometo mi espíritu". Cuando él dijo esto, respiró su último aliento y murió (Lucas 23:46). Entonces éste sería el mismo espíritu que todo ser humano tiene, el cual vuelve a Dios al morir. Él ponía su vida en las manos de su Padre. Jesús sabía que si él fuera a vivir otra vez después de su muerte humana, sólo el Padre podría darle la nueva vida. Entonces, por el Espíritu Santo, Dios levantó a Jesús de entre los muertos (Hechos 3:32-33). Del mismo modo, nosotros seremos levantados o resucitados de entre los muertos para vivir otra vez (Romanos 8:11).
Jesús hizo lo que el Padre quiso que él hiciera (Lucas 2:49). Él dijo que él no podría hacer nada sin el Padre (Juan 5:30). Él fue como la presencia de Dios porque él habló por Dios y llevó la autoridad de Dios. Por la sabiduría del Espíritu Santo, Cristo fue capaz de enseñar a sus discípulos muchas cosas sobre Dios y sobre cosas que pasarían en el futuro. Pero sin el Espíritu Santo, los discípulos de Cristo y nosotros hoy no podríamos completamente entender estas cosas.
El Espíritu Santo es el poder de Dios, que Cristo prometió enviarnos (Juan 16:7). Antes de que Jesús dejase a sus apóstoles por última vez para volver a su Padre (Hechos 1:10-11), él les dijo que no dejen Jerusalén, hasta esperar la promesa del Padre. Él oró al Padre para darles otro Ayudante (Juan 14:16-17). Él les estaba diciendo que ellos recibirían el Espíritu Santo del Padre (Juan 15:26).Éste era su modo de decir que él estaría todavía con ellos porque ellos tendrían al Espíritu de Dios como él lo tuvo.
Entonces, cuando ellos se reunieron para la Fiesta de Pentecostés, la cosa más asombrosa pasó. Había un sonido como de viento fuerte y una lengua de fuego se posó sobre cada uno de ellos. Ellos se llenaron del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en muchas lenguas diferentes (Hechos 2:1-4). Éste sólo era un símbolo del poder que ahora tenían. El fuego no les hizo daño.
El Espíritu les enseñaría sobre las cosas en el futuro, justo como Cristo lo hizo cuando estuvo con ellos en persona (Juan 14:26; 16:13). Por el Espíritu Santo, Cristo les ayudaría a ser fuertes en la fe y a establecer la Iglesia de Dios. Ahora tenemos que seguir con este trabajo hasta que Cristo vuelva para poner en orden nuevamente este planeta. Entonces todos nosotros estaremos obedeciendo las Leyes de Dios.
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Los Frutos del Espíritu Santo [146>
Después del estudio titulado El Espíritu Santo [117>, seguimos desarrollando los conceptos del artículo del Espíritu Santo y su relación dentro de la Divinidad. Desde la comprensión de esta posición, se hace posible comprender más correctamente, a partir del texto bíblico, su propósito y, desde ahí, su producto acabado en los elegidos.
Para comprender al Espíritu Santo es preciso comprender a Dios y a Cristo y las relaciones implicadas. Este texto simplifica, en parte, el estudio El Espíritu Santo [117>. Varios estudios han sido escritos sobre quiénes son Dios y Cristo que deben ser estudiados. Brevemente, Dios el Padre:
· es la Deidad Suprema del Universo.
· Él es el Todopoderoso, el Creador y el Proveedor del cielo, de la tierra, y de todo lo que comprenden (Génesis 1:1; Nehemías 9:6; Salmo 124:8; Isaías 40:26,28; 44:24; Hechos 14:15; 17:24-25; Apo. 14:7).
· sólo Él es inmortal (1Timoteo 6:16).
· es nuestro Dios y nuestro Padre y el Dios y el Padre de Jesucristo (Juan 20:17).
· es el Dios Altísimo (Génesis 14:18; Números 24:16; Deut. 32:8; Marcos 5:7) y
· es el Único Dios Verdadero (Juan 17:3; 1Juan 5:20).
Jesús, el Hijo de Dios:
· es el primer ser engendrado (prototokos) de la creación (Colosenses 1:15)
· de ahí, es el comienzo (arche) de la creación de Dios (Apo. 3:14).
· es el único (monogene) Hijo de Dios nacido (Mateo 3:17; Juan 1:18; 1Juan 4:9), concebido del Espíritu Santo y nacido de la virgen, Mariam o María (Lucas 1:26-25).
· es Cristo o el Mesías (Mateo 16:16; Juan 1:14).
· fue enviado por Dios para ser nuestro Salvador y Redentor (Mateo 14:33; Juan 8:42; Efesios 1:7; Tito 2:14).
· es llamado el Hijo de Dios el Altísimo (Marcos 5:7).
El Espíritu Santo:
· es esta esencia o poder de Dios que Cristo prometió enviar a los elegidos (Juan 16:7).
· es la extensión de la potencia vivificadora de Dios, el medio por el cual participamos de la Naturaleza Divina (2Pedro 1:4), siendo llenos del Espíritu Santo (Hechos 9:17; Efesios 5:18) y, de ahí, todos somos Hijos de Dios (Job 38:7; Romanos 8:14; 1Juan 3:1-2) y coherederos con Cristo (Romanos 8:17; Gálatas 3:29, Tito 3:7; Hebreos 1:14; 6:17; 11:9; Santiago 2:5; 1Pedro 3:7).
· Dios lo entrega a los que lo piden (Lucas 11:9-13) y a los que Le obedecen, residiendo en aquellos que observan Sus mandamientos. (1Juan 3:24; Hechos 5:32).
· es él que consuela y que conduce a los servidores de Dios a toda la verdad (Juan 14:16-17,26).
· confiere el poder de testificar (Hechos 1:8).
· administra los dones enumerados en 1Corintios 12:7-11.
· tiene los frutos descritos en Gálatas 5:22-23.
· se da sin medida (Juan 3:34; Romanos 12:6).
· es el medio por el que Dios puede finalmente volverse todo en todos (1Corintios 15:28; Efesios 4:6).
· obra antes del bautismo y nos atrae hacia Dios a través de Cristo (Hebreos 7:25).
Estas Escrituras deben estudiarse cuidadosamente. Sin una comprensión clara del Dios que adoramos, es imposible comprender plenamente Su voluntad. Sin la comprensión de la voluntad de Dios, es imposible satisfacerle y seríamos por eso incapaces de entrar en el Reino de Dios en la primera resurrección. El Espíritu Santo es el medio por el que somos capaces de comprender la Biblia y, en la Biblia, Dios revela Sus directivas y Sus planes para nosotros.
Dios es espíritu y Él ha existido siempre. Sólo Dios es inmortal (1Timoteo 6:16). En Apo. 3:14, Cristo dice que él es el principio de la creación de Dios. Cristo fue la primera actividad de la creación de Dios de su generación y, luego, toda la creación tuvo nacimiento en él y fue hecha por él. El concepto del tiempo comenzó con la relación entre dos seres, por eso, Cristo es el principio de los elohim. La generación de los elohim inició el tiempo. Jesucristo no era el único Hijo de Dios antes de la fundación del mundo, había varios (Job 1:6; 2:1; 38:7). Satanás era uno de los hijos de Dios. Igual que los otros hijos de Dios, Satanás tenía acceso inmediato al trono de Dios. La Biblia es completamente clara en que Satanás estaba presente en el proceso de Job en la cámara del trono de Dios.
Cristo no era tampoco la única Estrella de la Mañana; había varias de ellas. Eran todos hijos de Dios, por y a través del Espíritu Santo (Lucas 11:9-13). El Espíritu Santo es la potencia o la esencia por la que Dios obra. Cuando Cristo dijo que estaba en Dios y Dios en él (Juan 17:21-23), era posible por medio del Espíritu Santo. Del mismo modo, cuando recibimos el Espíritu Santo en el bautismo, Dios está en nosotros y Cristo está en nosotros y, así, Dios se convierte en todo en todos (Efesios 4:4-6).
Es muy importante que comprendamos que hay un solo Dios y Padre de todos.
Las Etapas para recibir al Espíritu Santo
Antes del bautismo, el Espíritu Santo actúa con nosotros, atrayéndonos hacia Dios a través de Cristo (Hebreos 7:25). Cuando nos arrepentimos y nos bautizamos, recibimos el Espíritu Santo en nosotros mismos, por medio de la imposición de manos de uno de los ministros de Dios. La imposición de las manos no confiere por sí misma una autoridad. El proceso significa simplemente que un oficial de la iglesia aprueba la petición del individuo para recibir al Espíritu. El anciano no tiene ningún poder intrínseco por y en él mismo. El anciano pide simplemente que el Espíritu actúe. El Espíritu ayuda entonces al individuo a ponerse a obrar. Esto representa el comienzo real de nuestra formación. Por el bautismo y la llegada del Espíritu Santo, nos calificamos para el comienzo de nuestra formación. Recibimos el armamento real inicial con él que podemos convertirnos en soldados de Dios. Dicho de otro modo, recibimos nuestro fusil o el sistema con él que debemos funcionar. Varios creyeron, particularmente en el siglo XX, que su salvación se asegura, una vez que se bautizan y que forman parte de la iglesia. Piensan simplemente que no tienen otra cosa que hacer. De hecho, varios se decepcionan de estudiar y probar todas las cosas. Nos damos cuenta ahora que esto no es así. Nosotros recibimos el Reino de Dios a través del Espíritu Santo por la gracia, no por los méritos o las obras. Sin embargo, no conservamos el Reino de Dios sin esfuerzo o sin obras de obediencia. Ésta es una distinción crítica y generalmente mal comprendida. A partir de este punto, nos obligamos a estudiar la Biblia y a aprender todo lo que podemos. Cristo dijo que su alimento era cumplir la voluntad de Dios y acabar Su obra (Juan 4:34); debe ser así también para nosotros. Cristo dijo también que debemos vivir de toda palabra de Dios (Mateo 4:4). La Biblia se convierte por eso en nuestro manual de instrucción, un oráculo vivo, que puede ser comprendido solamente mediante el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo nos lleva a toda la verdad (Juan 14:17; 16:13; 1Juan 4:6; 5:6) y, al decir la verdad en todas las cosas, nos criamos a la imagen de Cristo, nuestro ejemplo y líder en todas las cosas. El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios (Romanos 8:14), el Espíritu de la fe (2Corintios 4:13) que observa todas las cosas y conoce todas las cosas (1Corintios 2:10-11; 12:3 y siguientes) y él es el medio por el que nos convertimos en hijos de Dios (o sea elohim). A través de Jesucristo, nuestro mediador, permite a Cristo que nos ayude, nos enseñe y nos consuele, permitiéndonos ejercer el poder de Dios y concediéndonos los dones del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23). Hemos sido juntados, cada uno con sus habilidades y características particulares, para realizar Su obra que no podemos llevar a cabo eficazmente solos (1Corintios 12:7-31). Somos bautizados en el Cuerpo de Cristo (siendo Cristo la cabeza), y no en cualquier denominación o secta. Cristo es la cabeza, nosotros somos el cuerpo. El Espíritu Santo es la sangre que mantiene vivo el cuerpo y la cabeza y que le permite funcionar como un todo. Del mismo modo que Israel siguió la columna de fuego y la nube (el Ángel de Yahovah o Jéhovah) en el desierto, debemos también seguir a Cristo por todas partes por las que nos guíe. Él es el elohim a nuestra cabeza (Zacarías 12:8). Si la iglesia a la que pertenecemos no predica según la ley y los profetas, Cristo no estará allí, y tenemos la responsabilidad de buscarlo y de seguir sólo a él. Somos llamados desde fuera del mundo a una vida de servicio y de dedicación. Muchos son los llamados pero pocos los elegidos (Mateo 20:16; 22:14). Los elegidos (los que observan todos los mandamientos de Dios) han sido escogidos, del mismo modo que Cristo fue elegido por Dios (Lucas 23:35).
Los elegidos son escogidos por Cristo (Juan 6:70; 15:16,19) bajo la dirección de Dios (1Pedro 2:4). Por lo tanto, Dios nos da a Cristo; y entonces, se nos conceden los misterios de Dios y el Reino de Dios (Marcos 4:11).
El Espíritu da a conocer la voluntad de Dios, siendo el mecanismo por el que podemos hablar a Dios, por medio de la oración a través de Cristo. Él inicia nuestra comprensión a la Palabra de Dios y, por la fe, nos permite convertirnos en elohim, lo mismo que es Cristo a nuestra cabeza (Zacarías 12:8).
Los Frutos del Espíritu Santo
El Espíritu no es simplemente un ser, como lo sugieren varios que se llaman Cristianos. En el momento que decimos que es una tercera persona de la Divinidad, rechazamos su acción en nosotros. Lo divorciamos en un cierto tipo de Dios y nos colocamos en un artículo subalterno de Jesucristo de tal manera que somos diferentes de, y nunca podemos conseguir, la posición de hijos de Dios, lo que no es correcto. El Espíritu Santo es una potencia y un atributo de Dios que nos proporciona poder. Dios nos concede Su Espíritu a fin de que podamos participar de Su naturaleza (2Pedro 1:3-4).
Pedro dice que:
2Pedro 1:3-4 3 Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia; 4 por medio de estas cosas nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas lleguéis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de las pasiones. (RV)
En consecuencia, Dios nos ha llamado para Su propia gloria y excelencia haciéndonos participantes de Su Espíritu para que podamos conocerlo. El Espíritu nos permite asimismo participar en todas las cosas que se refieren a la vida y a la piedad. De la misma manera, fue el Espíritu Santo quien concedió a Cristo su don de piedad. El Espíritu nos empuja a actuar. En consecuencia, el Espíritu Santo debe poseer frutos. Estos frutos son dignos de arrepentimiento (Lucas 3:8). Son los frutos o el fruto de la justicia (Filipenses 1:11). Como dijo Pablo, un atleta no es coronado, a menos que rivalice según las reglas. Existen reglas para la retención del Espíritu Santo. No podemos obtener esta corona a menos que sigamos estas reglas.
2Timoteo 1:6-14 6 Por eso te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos, 7 porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. 8 Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios. 9 Él nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos...
El hecho es que Dios nos llama a Su Reino para Su propio fin y no por lo que somos. Somos llamados para trabajar. Dios nos coloca en el cuerpo para hacer un trabajo. Respetamos los términos del acuerdo, y garantizamos que formaremos parte de la primera resurrección por medio del trabajo, una vez que hayamos sido llamados y hayamos recibido el Espíritu Santo. Pero es también necesario producir los frutos de la justicia en el Espíritu Santo observando los mandamientos de Dios y manteniendo el testimonio de la fe de Jesucristo. Así es como nos calificamos. La gracia de Dios fue concedida a Jesucristo. Él no poseía la gracia de Dios intrínsecamente por sí mismo.
10pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio...
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Sólo Dios es inmortal pero fue Cristo quien abolió la muerte con sus actos y que manifestó la inmortalidad. Podemos adquirir la inmortalidad a causa de Cristo. Cristo se calificó y recibió la inmortalidad que del mismo modo también se nos ofrece a todos nosotros.
11De este evangelio yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles, 12 por lo cual asimismo padezco esto. Pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído y estoy seguro de que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día...
Dicho de otro modo, el Espíritu Santo guarda los misterios de Dios hasta el Día del Señor. Lo que fue confiado a Pablo no morirá. Será guardado por el Espíritu Santo, y ya está sellado en la Biblia. Nadie puede destruir la Biblia. Es una orden de Dios. Nosotros tenemos la palabra inspirada de Dios.
13Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. 14 Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros. (RV)
En consecuencia, el primer fruto del Espíritu Santo es la conservación de la verdad. Es el fin y el objetivo primario. El Espíritu Santo es un espíritu de poder, de amor y de maestría por sí mismo. Por lo tanto, los frutos evidentes, según este texto, se conceden para el primer fin del elegido, que es la preservación de la verdad como primer aspecto de la justicia. Otro fruto, que veremos más tarde, es la Misericordia (Santiago 3:17). Los elegidos adoran al Padre en Espíritu y en Verdad (Juan 4:23-24). La verdad es central en la adoración de Dios. No podemos adorar a Dios a menos que Lo adoremos en el Espíritu Santo en la verdad. El Espíritu Santo es el medio por el que conservamos la verdad. El fruto central es nuestra capacidad, en primer lugar, de adorar al Único Dios Verdadero. La capacidad de adorar a Dios el Padre confiere al Espíritu Santo la capacidad de mostrar sus frutos. Debemos pues conservar nuestra capacidad de trabajar y de adorar para conservar la verdad. El testimonio del espíritu y de los profetas y, por consecuencia, de los elegidos es la verdad (Juan 5:33). Sólo la verdad nos puede liberar (Juan 8:32). Satanás cayó porque no vivía en la verdad (Juan 8:40).
Juan 8:31-4731 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. 33 Le respondieron: Descendientes de Abraham somos y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: "Seréis libres"? 34 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo que todo aquel que practica el pecado, esclavo es del pecado. 35 Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. 36 Así que, si el Hijo os liberta, seréis verdaderamente libres. 37 Sé que sois descendientes de Abraham; sin embargo intentáis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. 38 Yo hablo lo que he visto estando junto al Padre, y vosotros hacéis lo que habéis oído junto a vuestro padre. 39 Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fuerais hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. 40 Pero ahora intentáis matarme a mí, que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios. No hizo esto Abraham. 41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: ¡Nosotros no hemos nacido de fornicación! ¡Un padre tenemos: Dios! 42 Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuera Dios, entonces me amaríais, porque yo de Dios he salido y he venido, pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. 43 ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. 44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, pues es mentiroso y padre de mentira. 45 Pero a mí, que digo la verdad, no me creéis. 46 ¿Quién de vosotros puede acusarme de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? 47 El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios. (RV)
El mundo resiste la verdad de Dios. Mataron a Cristo e intentan matar a sus discípulos y simpatizantes. Es así porque el espíritu carnal es hostil hacia Dios (Romanos 8:7).
Romanos 8:1-81 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu, 2 porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3 Lo que era imposible para la Ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne, 4 para que la justicia de la Ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 5 Los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6 El ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz, 7 por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios, porque no se sujetan a la Ley de Dios, ni tampoco pueden; 8 y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. (RV)
La ley se debilita por la carne. La ley sólo puede observarse por medio del Espíritu Santo. El Espíritu Santo no debilita la ley sino que la refuerza. La ley se observa en espíritu y en verdad. La búsqueda de las cosas del Espíritu procura la vida y la paz. El espíritu que busca las cosas físicas es hostil a Dios y a Su ley. El espíritu físico no convertido puede identificarse por la afirmación de que las leyes de Dios no tienen que ser observadas. Las falsas religiones de este mundo tratan de aminorar la intención y el poder de la ley.
La cólera de Dios se manifiesta desde el cielo contra toda impiedad y toda injusticia de los hombres que impiden injustamente la verdad (Romanos 1:18).
Pablo dice que estas personas no han guardado la verdad y se equivocaron sobre la Divinidad. La Naturaleza de Dios era la base del error en la Iglesia de Roma y es allí donde esta doctrina se adoptó. Suprimieron el Sábado y adoptaron esta estructura Modalista. Fue la presión del sistema romano la que llevó a los griegos a colocar a Jesucristo en pie de igualdad con Dios y fueron ellos los que crearon este proceso idólatra.
La idea principal del capítulo 1 de Romanos es la defensa contra la falsa religión que trata de atacar a la divinidad y cambiar la verdad de Dios. Por esa razón se entregaron a pasiones infames (Romanos 1:25-27). Esta herejía ya era endémica en Roma.
Sabemos que el Padre dice y es la verdad y que nos vuelve más fuertes por el Espíritu de la Verdad (Juan 14:17; 15:26; 16:13). El Espíritu de la verdad nos guía hacia toda la verdad (Juan 16:13). Somos santificados por la verdad (Juan 17:17-19). Cristo dio testimonio de la verdad y los que pertenecen a la verdad comprenden su voz (Juan 18:37).
La persona que no ama la verdad, miente pero ningún mentiroso es admitido en el Reino de Dios (Apo. 21:8). Todos son mentirosos (Salmo 116:11). Nosotros somos pues llamados para arrepentirnos de esta locura. En consecuencia, es primordial que nos acojamos a la verdad y que desarrollemos los misterios de Dios, siendo empujados por la verdad. La verdad no es sólo un concepto. La verdad debe dirigir nuestros actos. Si no nos movemos por la lógica de lo que leemos en la Biblia, es que no pertenecemos a la verdad.
Todos nosotros hemos pecado pero el arrepentimiento es una exigencia a fin de que conservemos el Espíritu. Para conocer a Dios, debemos guardar los Mandamientos; de otra manera, mentimos y la verdad no está en nosotros.
1Juan 2:4-5 4 El que dice: Yo lo conozco, pero no guarda sus mandamientos, él tal es mentiroso y la verdad no está en él. 5 Pero el que guarda su palabra, en ese verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. (RV)
En consecuencia, la observancia de los mandamientos es esencial para mantener la verdad, y de ahí, el primer objetivo del Espíritu Santo. El Espíritu Santo requiere la acción tras esta comprensión de la verdad. Estudiar la palabra de Dios y no inclinarse a actuar según la verdad es pues indicativo de un religioso de pasatiempo. Un religioso de pasatiempo es alguien que oye la palabra de Dios pero que no se siente obligado por ella, tratándola más bien como un ejercicio académico. Cristo obra en cualquier lugar del planeta. Todos nosotros tenemos la obligación de identificar lo que pertenece al Espíritu de la verdad y de obrar para esta verdad.
Debemos reunirnos y trabajar para apoyar la obra de Dios. Esta obra se identifica por la verdad. Cada uno de nosotros debe hacerse esta pregunta primordial: ¿Cristo aprobaría lo que yo hago y es que yo hago bastante para difundir el evangelio del Reino de Dios? Si no apoyamos una obra que hemos identificado como que es la más próxima a la verdad, estamos en serio peligro de ser religiosos de pasatiempo, y así no entraremos en el Reino de Dios.
Le siguiente fruto del Espíritu Santo es el Amor
El concepto entero de trasgresión de la ley y de expiación por el pecado se contemplaba en el Antiguo Testamento. Sin expiación, no se puede recibir el Espíritu Santo. Esta expiación debía venir del Ejército angélico, según se ve en Job 33:19-30.
Job 33:19-3019 También en su cama es castigado el hombre con fuerte dolor en sus huesos. 20 Entonces su vida aborrece el pan y su alma la comida suave. 21 Su carne desfallece y desaparece a la vista, y sus huesos, que antes no se veían, aparecen. 22 Su alma se acerca al sepulcro y su vida a los que causan la muerte. 23 Pero si el hombre tiene a su lado algún elocuente mediador, muy escogido, para anunciarle su deber 24 y decirle que Dios tiene de él misericordia, que lo libra de descender al sepulcro, que hay redención para él, 25 entonces su carne será más tierna que la de un niño y volverá a los días de su juventud. 26 Entonces orará a Dios y obtendrá su favor. Verá su faz con júbilo, y él restaurará al hombre su justicia. 27 Porque él mira sobre los hombres, y si uno dice: "He pecado y he pervertido lo recto, pero de nada me ha aprovechado", 28 Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro, y su vida se verá en luz. 29 Todas estas cosas hace Dios dos y tres veces con el hombre, 30 para apartar su alma del sepulcro y para iluminarlo con la luz de los vivientes. (RV)
El mediador para el hombre es un ángel, uno entre mil. Esto indica un ángel de la administración central. El mediador que dio su vida y su poder, fue Cristo. Esta reducción de rango y esta expiación fue anotada ya en el libro de Job. Se convirtió en el segundo gran acto de amor y esto indicaba el fruto del Espíritu Santo en la ejecución del Plan de Dios. El primer gran acto de amor fue la creación de los elohim obene elohim, los Hijos de Dios, por Dios, para que se reprodujera. Uno de entre ellos debió morir para salvar a la humanidad y reconciliar al Ejército con Dios.
La Redención de la humanidad es continua y vemos aquí que no se limita a una ocasión. Se produjo dos o tres veces. Dios admite pues la debilidad de los hombres en la Redención del Ejército. Nuestro mediador es el Mesías que obró por amor a Dios y a sus hermanos.
La cuestión entera del amor se basa en el amor a Dios, es decir, en el Primer Gran Mandamiento. En consecuencia, los cuatro primeros de los diez Mandamientos constituyen una clave necesaria en la comprensión del amor a la humanidad. La verdad es pues esencial, no solamente para la comprensión de la fe, sino también para una comprensión de Dios mismo y, así, la retención del Espíritu Santo. No es suficiente de reconocer a Jesucristo como el señor. A menos que cumplamos la voluntad del Padre en el cielo, no entraremos en Su Reino (Mateo 7:21). Si cumplimos la voluntad del Padre, viviremos para siempre (1Juan 2:17). Los santos son los que observan los mandamientos de Dios y que guardan el testimonio de Jesús, el Mesías (Apo. 12:17). Los 144.000 no tienen ninguna mentira en la boca (Apo. 14:5). Estos y los elegidos son los santos que observan los mandamientos de Dios y guardan la fe de Jesús (Apo. 14:12). Los que lavan sus ropas (RV) (los que observan los mandamientos de Dios (KJV)) tienen derecho (están autorizados) al Árbol de la Vida y a entrar en la Ciudad de Dios. Entre los que se quedan fuera, están los que aman la mentira y la practican (Apo. 22:14-15).
La Ciudad de Dios es un edificio espiritual. En la descripción de la ciudad se simbolizan los frutos y la acción del Espíritu en el Ejército. Las piedras preciosas y los metales representan los aspectos del Espíritu. Las perlas de gran valor están bajo el control de los doce jueces de Israel. En consecuencia, la sabiduría del Espíritu, que tiene su origen en la verdad, es central para la entrada en la Ciudad de Dios (Apo. 21:10 hasta 22:5 y el estudio La Ciudad de Dios [180>).
El Amor como fruto del Espíritu Santo
El producto del amor en el Espíritu Santo tiene varios subproductos que lo identifican.
1Corintios13 Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe...
Aquí, la simple profesión de fe no es suficiente. No es suficiente nombrar a Cristo como Señor. Debe acompañarse con obras. Con nuestras obras, mostramos nuestra fe (Santiago 2:18). Sin las obras, la fe está muerta (Santiago 2:26). La fe se perfecciona con las obras (Santiago 2:20,22). Las obras, que perfeccionan la fe, se basan en el amor.
2Y si tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve...
La fe, que conoce todo y que es capaz de mover montañas, no tiene ninguna utilidad por sí misma. Incluso entregar su vida por malas razones y no por amor, sino para elevarse a sí mismo, no sirve para nada.
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4El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta...
La paciencia y la bondad, que ilustran al Espíritu Santo, no demuestran arrogancia o rudeza hacia los otros. Dios actúa a través de nosotros por el Espíritu Santo. Las personas ven lo que es Dios al mirar lo que nosotros hacemos y entonces tienen una idea de los que Dios quiere que sean. Por eso, el mundo en general, juzga las acciones del Espíritu Santo y, esencialmente, el amor de Dios. El amor, en el contexto del Espíritu Santo, debe ser el tipo de amor a través del que puede mostrarse Dios. El amor no se impone. No es irritable tampoco o lleno de resentimientos. Es necesario tener un respeto verdadero hacia la otra persona para demostrar esas características de paciencia y bondad.
Al contrario, unas características negativas tales como la arrogancia, la rudeza, la irritación y el hecho de estar lleno de resentimientos no demuestran tal respeto. El concepto de alegrase por el derecho es el tipo de triunfo demostrado cuando un amigo tiene éxito en alguna cosa. El elegido puede pues demostrar placer verdadero cuando otro ha tenido éxito. Cuando alguien sale del error, hay una gran alegría en el cielo; debe ser lo mismo entre nosotros. Por esta razón, nosotros soportamos todo, esperamos todo y creemos todo. Soportamos todas las cosas para la gran gloria de Dios, porque estamos dedicados a Dios y a nuestro prójimo en el amor. Si no amamos al prójimo que hemos visto, ¿cómo podemos amar a Dios a quien no hemos visto? Demuestren con un aspecto el potencial y la realidad del otro aspecto. Por amor, sirvan y amen a su prójimo como a sí mismos (Gálatas 5:13-14). Amen también la verdad y se salvarán (2 Tesalonicenses 2:10).
8El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, cesarán las lenguas y el conocimiento se acabará. 9 En parte conocemos y en parte profetizamos; 10 pero cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; pero cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido. 13 Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. (RV)
La naturaleza incesante de nuestro amor por Dios es exactamente igual al don de la vida eterna. Por eso sin la continuidad del uno no se puede tener la continuidad del otro. El concepto del fin de la profecía está unido a la unión y al conocimiento perfecto, que se deben a la participación en el Espíritu Santo. Desde este aspecto, compartimos la Divina Presencia. Por eso, los elegidos compartirán finalmente el conocimiento anticipado perfecto con Dios. A partir de ahí, la profecía cesará. La comunión perfecta, que proviene de la naturaleza divina, deja a las lenguas y a la palabra sin utilidad. Se nos concederá una lengua enteramente nueva. Las lenguas acabarán porque se nos dará una lengua para comunicarnos y será a un nivel espiritual. Las lenguas acabarán pero nuestro amor por Dios será central para lo que seremos, después de que las profecías, el conocimiento y las lenguas hayan acabado. El conocimiento perfecto eliminará el concepto de no saber y, de ahí, el conocimiento como término, que implica asimismo ausencia, cesará. Conoceremos igual que somos conocidos (1Corintios 13:12). Nuestro conocimiento y nuestra comprensión son imperfectos e inmaduros. En la primera resurrección, veremos a Dios cara a cara, en términos espirituales. El mundo espiritual se expondrá en todo su poder. Solo puede verse y compartirse en el amor. Sin amor, el individuo está destinado a la segunda resurrección para que vuelva a aprender y a formarse y así poder participar de ello.
La comprensión perfecta está pues fundada en el amor a Dios. Por el Espíritu Santo, somos capaces de desarrollar el amor verdadero y perfecto que se nos exige. Este amor se demuestra por la fe bajo la adversidad. En consecuencia, los aspectos de la fe, de la esperanza y del amor son aspectos estrechamente ligados al Espíritu Santo, pero el amor es el mayor de estos aspectos.
Los frutos del Espíritu de Gálatas
Gálatas 5:22-2322 Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. (RV)
Gálatas 5:22-23 22 Pero el fruto del Espíritu es el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la amabilidad, la fidelidad,23 la dulzura, el dominio de sí mismo. La Ley no condena tales cosas.(BDS-IBS)
Del amor fluye la siguiente serie de frutos del Espíritu Santo.
La Alegría
La alegría se deriva del cumplimiento de un aspecto del Plan de Dios, experimentado por el individuo, sea por la comunión con Dios o a través de las obras de un individuo en comunión con Dios. La verdadera alegría no puede ser experimentada más que a través del amor. La alegría que proviene de la autosatisfacción es transitoria, siendo física.
La Paz
La paz proviene de la relación perfecta que se deriva del amor de Dios y de la esperanza y la fe que se fundan en Él. A partir del amor a Dios, experimentamos el amor a nuestro prójimo, que es el Segundo Gran Mandamiento.
Los que aman al Señor tienen una gran paz. Dios es un Dios de Paz (Romanos 16:20; Filipenses 4:9). Dios nos llama a la paz (1Corintios 7:15). Él destruye a Satanás; nosotros no necesitamos hacerlo. La inclinación espiritual procura la vida y la paz (Romanos 8:6). La paz viene de Dios, nuestro Padre (Romanos 1:7; 1Corintios 1:3; Gálatas 1:3; Colosenses 1:2; 1 Tesalonicenses 1:1; 2Tes. 1:2; Tito 1:4; Filemón 1:3). Los que no obedecen a Dios son por eso incapaces de tener paz. La paz es un atributo de la obediencia. No hay ninguna paz para el malvado, dice mi Dios (Isaías 57:21). Por eso, la paz que no se base en la palabra de Dios, fracasará. Declaran la paz pero el desastre vendrá sobre ellos irremisiblemente. El texto de Isaías 57:19-21 está unido a toda la cuestión de las Bendiciones y de las Maldiciones del Deuteronomio 28 (ver el estudio Las Bendiciones y las Maldiciones [075>).
Isaías 57:19-21 19 Produciré fruto de labios: Paz, paz para el que está lejos y para el que está cerca, dice Jehová. Yo lo sanaré. 20 Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto y sus aguas arrojan cieno y lodo. 21 ¡No hay paz para los impíos, ha dicho mi Dios. (RV)
Nosotros hemos sido llamados asimismo a tener matrimonios pacíficos. En tanto que nuestros cónyuges consienten en vivir con nosotros, deberíamos esforzarnos en crear la paz en nuestras casas. A menudo, esto es muy difícil, pero no hay ninguna prueba que no seamos capaces de soportar o algo de lo que Dios no nos salva.
La Paciencia
La paciencia es esencial para dar fruto del Espíritu Santo. Cristo abordó este problema en la parábola del Sembrador.
Lucas 8:15-18 15 Pero la que cayó en buena tierra son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia. 16 Nadie enciende una luz para después cubrirla con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entren vean la luz. 17 Así nada hay oculto que no haya de ser descubierto, ni escondido que no haya de ser conocido y de salir a la luz. 18Mirad, pues, cómo oís, porque a todo el que tiene, se le dará, y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará. (RV)
Lo que dice es que, cuando trabajamos y estudiamos con el Espíritu Santo, cada vez tenemos más. Si no trabajamos, no estudiamos y no desarrollamos el Espíritu Santo, cada vez tendremos menos. La paciencia se nos escapa. Por eso debemos orar, estudiar, ayunar y trabajar para el Reino de Dios para conservar el Espíritu Santo y crecer con lo que hacemos.
Escuchar la palabra es previo a guardar la palabra. La palabra constituye los mandamientos de Dios y el testimonio de Cristo. A partir de la comprensión de la palabra y de su adhesión, se manifiesta el fruto del Espíritu Santo. En consecuencia, la actividad, que resulta de escuchar y de cumplir la palabra de Dios, declara el Espíritu. Toda acción, tanto buena como mala, se hace manifiesta por el Espíritu. Los que no obran según la palabra de Dios, con el tiempo pierden la poca comprensión que poseen.
Por nuestra perseverancia, salvaremos nuestras almas (Lucas 21:19). Aprendemos la paciencia a través de las pruebas y, por medio del sufrimiento, desarrollamos la resistencia. Este proceso se desarrolla por medio de la justificación por la fe, gracias a Cristo y al amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo.
Romanos 5:1-5 1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, 2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. 3 Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; 5 y la esperanza no nos defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. (RV)
Romanos 5:1-5 1 Como hemos sido declarados justos por causa de nuestra fe, estamos en paz con Dios gracias a nuestro Señor Jesucristo. 2 Por él, hemos tenido acceso, por medio de la fe, a este don gratuito de Dios en el que ya estamos establecidos; y nuestro orgullo se funda en la esperanza de formar parte de la gloria de Dios. 3 ¡Todavía mejor! Tenemos orgullo incluso en nuestras penas, ya que sabemos que la pena produce la perseverancia, 4 la perseverancia conduce a la victoria, y la victoria en la prueba alimenta la esperanza. 5 O, nuestra esperanza no se teme a ser vencida, ya que Dios ha vertido su amor en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha concedido. (BDS-IBS)
Las pruebas producen pues la paciencia o la resistencia que, a su vez, produce la experiencia llamada carácter. De la experiencia o el carácter obtenemos la esperanza. No nos avergonzamos de nuestra esperanza ya que se nos ha concedido el Espíritu Santo por el amor de Dios.
La Bondad o la Amabilidad
La palabra hebrea para bondad es chesed. Implícitamente, significa la piedad cuando se dirige hacia Dios. Significa raramente (por oposición) el reproche o la belleza. De ahí, tiene el sentido complicado de favor, buena acción, con bondad, bondad, misericordioso, misericordia, piedad, reproche, o una mala cosa. El sentido siguiente de DHS 2619 es también el favor, como el nombre hebreo Hesed.
El término, utilizado en Gálatas 5:22-23 y traducido por bondad en la RV y por amabilidad en la BDS-IBS, es la palabra griega DGS 5544 chrestotes que se deriva de DGS 5543 chrestos que significa la utilidad, o sea la excelencia moral en el carácter o el comportamiento y de ahí, la dulzura, la bondad, la amabilidad. El sentido es pues una piedad y una dulzura natural que son, en consecuencia, capaz de utilizarse para la obra de Dios. Corresponde a una bondad intrínseca del carácter.
La Bondad
El sentido de la bondad es simple aquí. Se deriva de la palabra griega DGS 19 agathosune que significa la bondad como virtud.
La Fidelidad o la Fe
La palabra aquí es DGS 4102 pistis, que se deriva de DGS 3982 persuasión, o sea creencia. Moralmente, significa la convicción de la verdad religiosa o la veracidad de Dios o de un maestro religioso.
Tiene el significado especial de dependencia de Cristo para la salvación. En abstracto, significa la constancia en una determinada profesión. Por extensión, significa la confianza en el sistema mismo de la verdad religiosa. En consecuencia, tiene el significado de seguridad, de creencia, de creer, y a partir de ahí, de la fe y la fidelidad.
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Por eso, uno de los frutos del Espíritu Santo es la fe en la verdad bíblica y en la palabra de Dios. La adhesión a la fe entregada una vez para todas se busca con diligencia y convicción. La negación de la inspiración de los textos bíblicos es por esto indicativa de un problema del individuo con el Espíritu Santo.
La Humildad
DGS 4236 se deriva de DGS 4235 sosiego. Implícitamente significa humildad.
El Control de Sí Mismo o la Moderación
La palabra DGS 1466 egkrateia [pronunciada engkratiah> se deriva de DGS 1468 egkrates [pr. engkratace> que significa ser fuerte en una cosa o magistral y, de ahí, significa el control en el apetito y la moderación. El significado de este derivado es el control de sí mismo y, particularmente, la castidad, que implica la retención del apetito sexual (ver el Oxford Universal Dictionary).
Hemos visto los tres pilares, el amor, la fe y la esperanza, pero el amor es el más grande. A partir del amor, desarrollamos a continuación estos otros frutos. Todo se basa o agarre conjuntamente por medio de la verdad. La verdad es el sello global del Espíritu Santo. A partir de la verdad, obtenemos estos otros conceptos de la alegría, la paz, la paciencia, la bondad o la amabilidad, de la fidelidad o de la fe, de la humildad y del control de sí mismo o de la moderación.
Estos elementos se siguen uno tras otro para unirse a la suma de las partes, que demuestran la obra del poder de Dios en el individuo. Cada uno de los elegidos sufre a través de las pruebas y tribulaciones en el desarrollo del carácter de Dios. El hecho de superar estos aspectos demuestra el desarrollo del Espíritu Santo en el individuo.
Podemos juzgarnos y juzgar a los otros por los frutos del Espíritu Santo. La sociedad nos juzga por los frutos del Espíritu Santo – lo que hacemos, lo que sale de nuestra boca y como actuamos con los otros. El fruto del Espíritu Santo es el poder real de nuestra fe y el centro de este amor se basa en la verdad. Si no tenemos amor, no tenemos nada. Es el fruto principal pero la verdad es el objetivo central ya que nuestro Dios es un Dios de la verdad. Todo está unido por la verdad pero el fruto del Espíritu Santo es ciertamente, primordialmente, una función del amor.
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Shalom/Saludos Gustavo
Por tu pregunta se nota que no has recibido el Aliento de Dios Santo
El Aliento de Dios Santo lo recibi a finales de los 90s, en la explanada de la FIL (feria Internacional del libro en Guadalajara) cuando el cantor de la shul de GDL estuvo cantando salmos en hebreo, y cuando comenzo a entonar el nombre poderoso de Dios, la HOLAM contenida en su glorioso nombre hizo que mi cuerpo recibiera el Aliento de Dios Santo, activando mi neshama, mi ruaj y mi nefesh, entonces experimente en carne propia lo que signfica el temor reverencial a Dios, pues su poder es semejante a un teremoto oscilatorio y trepitatorio durante una tormenta electrica quedando al final solamente un dulce y suave viento.
Y testifico por Yehowéh mi Elohím, que todo pagano que dice que el Aliento de Dios Santo es una persona, ese tal no lo ha recibido ni experimentado.
Aún no tengo la dicha de recibir la inmersion de la lengua de fuego.
Asi es mi amigo, la Biblia fue escrita en lenguaje sagrado (Lashon haQodesh, Safáh Beruráh), y asi esta profetizado por el profeta Tzenfanyah 3:9 que los gentiles que sobrevivan al juicio de fuego hasta ese entonces se les enseñara a que hablen la lengua sagrada para que puedan servir a Dios.
Esperad, palabra de Yehowéh, el día que levantaré para apresarlos, Porque mi sentencia es reunir a los gentiles, juntar sus reinos, Para derramar sobre ellos mi indignación con todo mi furor, Porque en el fuego de mi celo abrazador, toda la tierra será devorada.
Hasta entonces se convertirá a los pueblos al lenguaje sagrado, Para que todos ellos puedan hablar en nombre de Yehowéh, Y le puedan servir bajo un mismo yugo, hombro con hombro.
Tzefanyah/Sof 3:8-9
Atte Richard Sabino (Kawil)
http://grupos.emagister.com/debate/si_jesucristo_es_dios_a_quien_oraba_en_el_huerto___/1555-777864/p2
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¿Y tu giovanni a que secta cristiana perteneces?
porque el mismo cristianismo primitivo era una secta,llamada la secta de los nazarenos, por eso está escrito en el NT que Pavlo era el principe de la secta judia de los nazarenos ¿O es que nunca has leido ese versiculo?
Necio! Hombre fatuo que cree en la blasfemica trinidad catolica que no entiende las escrituras aunque las lea, pues queda en la misma ignorancia delos escribas que discutian con Yehoshúa el Mesías.
el espiritu o aliento santo no es ninguna persona, sino una fuerza eolica expedida por la boca de YeHowéh Elohím al hombre en sus fosas nazales a través de un soplido mencionado en bereshit/genesis 2:7
Lo mismo hace Yehoshúa en Juan 20:21-22 donde se dice que el espirtu santual es un soplido:
Entonces Yehoshúa les dijo otra vez: ¡Shalom Alejem! Asi como me envió el Padre, Así también yo los envío a ustedes. Y Habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: ¡Recibid el Aliento Santo!.
Jn 20: 21-22
¿Verdad que la Biblia es clara?
Lo mismo sucede en Mateo 3:16 donde se dice que el espiritu o aliento santo procede de Dios mismo:
"He aqui que los cielos se abrieron, y Yohannan vio el aliento de Dios descendiendo como paloma, viniendo sobre Yehoshúa"
Mt 3:16
¿Verdad que la Biblia es clara?
¡Ya dejen esa ridicules blasfemica de la trinidad catolica, que solo los aleja de la verdad!
Escrito por Richard Sabino(kawil) Efraimi B'galut el 3 de Marzo
BERESHIT 1:2
Y la tierra estaba inanimada y vacia y oscura sobre la superfice del oceano, y el aliento de D-ios soplaba sobre la superficie de las aguas.
----traduccion literal de Gn 1:2
והארץ חיתה -vehaaretz haytah -y la tierra estaba
תהו ובהו וחשך -tohu vabohu vejoshekh -inanimada y vacia y oscura
על־פני תהום - 'al-peney tehom -sobre la superfice del oceano
ורוח אלהים מרחפת -veruaj elohim merajefet -y el aliento de D-ios soplaba
על־פני המים׃ - 'al-peney hammaim. - sobre la superfice de las aguas.
¿Por que D-ios estaba soplando, agitando, moviendo la superficie del oceano con su aliento?
Para quitarle la inanimación (tohu) en que se encontraban las aguas.
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Shalom/Salve in nomine Yeshúa.
NO; NO NO;
El espiritu en Hechos 10:19 y 1era de Corintios 12:11 no es una persona, el espiritu es el ALIENTO QUE PROCEDE DE LA BOCA DEL QUE ES SANTO POR SIEMPRE, DIOS EL PADRE.
del vocablo griego Pneuma Tou Hagiou, que se traduce como espiritu santo, cuando en realidad es Espiritu Santual, dicho en otras palabras el Aliento del Santo, el cual es Elohim (Dios).
Pues asi esta escrito en Genesis 1:2 el espiritu o Aliento de Elohim hacía fluctuar la superficie de las aguas Bereshit/Genesis 1:2
ese mismo espiritu o aliento del Santo, el cual es elohim, sopló en las fozas nazales del primer hombre (Genesis 2:7) para que este tuviera vida en un cuerpo animal o animico, llamado en hebreo Néfesh.
Y ha formado YeHowéh Elohím al hombre del barro de la tierra, y ha soplado en sus fosas nazales un Alma (Neshamá) de vida, y llegó a estar el hombre en un cuerpo animal (néfesh) viviente.
Yehoshua es sumergido en el Jordan para RENACER, y hasta ese momento es reconocido como Barbelohím (hijo de Dios) cuando sale de la inmersion en el Jordan, pues en el Jordan Yehoshúa no solo recibe la inmersion en agua sino también la inmersion en el espiritu o aliento santo que proviene de Dios mismo:
"He aqui que los cielos se abrieron, y Yohannan vio el aliento de Dios descendiendo como paloma, viniendo sobre Yehoshua" (Mateo 3:16)
Por eso Pavlo dice:
Asi se escribio que el primer Adám estuvo en un cuerpo animal viviente, pero el segundo Adám está en un cuerpo espiritual vivificante, porque no es primero el cuerpo espiritual, sino el cuerpo animal, despues viene el cuerpo espiritual.
Una vez resucitado Yehoshua el Mesías, les entrega a sus discipulos el poder (eksusía), o la fuerza (dynamis), o la energia eolica, del Aliento Santo, el Aliento del Santo que descendió sobre Yehoshúa en el Jordan:
Entonces Yehoshúa les dijo otra vez: ¡Shalom Alejem! Asi como me envió el Padre, Así también yo los envío a ustedes. Y Habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: ¡Recibid el Aliento Santo!.
(Jn 20: 21-22)
Porque los discipulos hicieron dos tipos de bautismo, el del Juan Bautista cuando Jesus mismo estaba vivo, y posteriormente el del agua con el espiritu de Dios cuando Jesus resucitado les entrego esa dadiva o don al insuflarlos.
http://grupos.emagister.com/debate/jesus_el_cristo_dios_hijo_de_dios_o_hijo_de_hombre_/1555-703894/p2
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Y ADONÁI iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos.” (Be Reshít13:21)
”CÓMO NOS GUÍA ELOHÍM”
¿Cómo nos guía Elohím ahora, que estamos en el desierto que es nuestra vida?
En primer lugar, debemos seguir lo que está claramente revelado. La mayoría de las cosas que Él quiere que hagamos ya están escritas en la Torá. El rabino Shául dice: “Todo en la Escritura es la Palabra inspirada de Elohím. Todo es útil para la enseñanza y para ayudar a la gente, y para corregirla y mostrarles cómo vivir”. (2ª Tim. 3:16). La Torá está llena de instrucciones (por algo significa exactamente eso: “Instrucciones”, “Enseñanza”) de cómo desea Elohím que vivamos. Habla de nuestra relación con Elohím mismo, el lugar que tiene que tener la oración en nuestra vida y Su Palabra, y cómo crecer en nuestra relación con Él. Habla de relaciones en el hogar, con otros judíos mesiánicos, cómo debemos tratar a nuestros enemigos, con nuestro jefe y compañeros de trabajo, qué hacer con los regalos espirituales/matanót/”dones” que Elohím nos ha regalado, qué virtudes debemos estar buscando tener en nuestro carácter, cuál debe ser nuestra actitud frente a las posesiones materiales, cómo deberíamos ver esta vida en relación con la próxima, etcétera.
No necesitamos mucha guía para encontrar la voluntad de Elohím acerca de estas cosas. Todo lo que tenemos que hacer es leer la Torá regularmente, aunque más no sea unos versículos por día y meditar en ellos, pedir revelación a Elohím acerca de ellos, y obedecer lo que Elohím nos ordena hacer en ellos. Mucho de lo que Él desea de nosotros está bien claro, no es fácil de obedecer, pero esa es la parte que nos toca a nosotros desarrollar: la obediencia a Su Torá. Elohím nos da Su Rúaj ha Kódesh justamente para ayudarnos a obedecer Su Voluntad.
Sin embargo, aunque la Torá está llena de principios generales de comportamiento, no nos da instrucciones específicas para muchas situaciones de nuestra vida. Enfrentamos decisiones continuamente para las cuales la Torá no nos da específicamente soluciones. Pero, si hacemos un esfuerzo genuino para aplicar la Torá y Sus Mandamientos en nuestras vidas en lo que sí está revelado, podemos esperar confiadamente en Él para guiarnos en temas más específicos.
Elohím puede usar métodos milagrosos para guiarnos cuando es necesario, pero no debemos esperarlos cuando la Torá y nuestro juicio santificado por Su Rúaj son suficientes.
El escritor de Mishléi/Comparaciones/”Prov.” 3:5 dice: “Confía en Elohím con todo tu corazón y no te inclines hacia tu propia comprensión; reconócelo en todos tus caminos y Él va a dirigir todos tus senderos”.
Hay pocas cosas más valiosas que podemos hacer para Elohím que confiar en Él. Quizás no sepamos adónde somos guiados, pero si lo amamos y lo conocemos, todo va a ser para bien. Debemos tener fe/emunáh en Él y todo estará bien. Ya lo dijo Yeshúa: “Que de acuerdo a tu fe te sea hecho”.
Frecuentemente, sólo cuando miramos para atrás veremos lo que Elohím ha hecho por nosotros y para nosotros.
Elohím espera que usemos nuestro juicio inspirado por Él para caminar en el sendero correcto. Nunca debemos apartarnos de preguntar cada cosa a Elohím, antes de hacerla, porque nuestro juicio puede estar equivocado, o nuestro criterio no ser el de Elohím. Cuanto más confiemos en Él, más tendremos un juicio correcto de lo que debemos hacer en cada tarea, sea ésta insignificante o extremadamente importante.
Claro que, con los años de experiencia de ser guiados por Elohím, nuestro juicio se perfecciona y ya podemos decidir por nuestra cuenta cuál es Su Voluntad, y hacerla, pero igual debemos confirmar nuestro “feeling” con alguna señal de Elohím, para no errar en lo que estamos por hacer. Es lo mismo que sucede con los niños: cuando lo somos, necesitamos que nuestro padre nos guíe en todo, porque no sabemos ni entendemos nada, pero con la adultez, llega la experiencia y el buen criterio, si hemos sido bien adiestrados por nuestro padre. De nuestro Padre Celestial, podemos estar seguros de que recibiremos un buen entrenamiento.
No importa cuánto nos gustaría saber lo que nos sucederá en el futuro, no hay necesidad de saberlo. Elohím quiere que nosotros confiemos en Él para abrir las puertas correctas en el momento correcto. Y si llegamos a la puerta y ésta no se abre, quizás lo que Elohím desea es que esperemos un poco, ya que tiene algo que desea que hagamos mientras tanto. O quizás nos está llevando en otra dirección. No debemos mirar tanto la puerta que está cerrada, ya que podemos perder de vista la que se abrió. Nuestra tarea es seguir y confiar. Es Su responsabilidad el abrir puertas para nosotros.
Es bueno a veces pedirle que nos dé una señal. Cómo guiarnos es Su responsabilidad. La nuestra es escuchar, para saber lo que debemos hacer.
¿Qué guías podemos usar para saber si estamos en el camino correcto?
Podemos escuchar Su Voz, que es la mejor de las guías, ya que es extremadamente precisa. Él nos dice exactamente lo que desea que hagamos. Esto es especial para Shabat, cuando es nuestra obligación hacer Su voluntad y no la nuestra. Pero no todos tenemos el regalo/matanáh de la profecía.
Para los que no gozamos de ese regalo, podemos usar la Torá para guiarnos en un tema. Elohím puede hacer que leamos lo que exactamente estábamos buscando saber y no es tan raro como suena. Si oramos y pedimos Su dirección, no nos debe sorprender el que la encontremos.
¿Tengo shalóm/Paz en mi mente sobre alguna decisión? El Rabino Shául en Col. 3:15 dice: “Que el shalóm/Paz que viene del Mashíaj controle sus pensamientos”. El shalóm/Paz de Elohím debería ser la influencia decisiva en nuestras vidas. ¿Me siento realmente bien con algo que debo hacer? Hay veces cuando necesitamos hacer algo, pero si no tenemos shalóm/Paz en nuestra psiquis sobre algo, es mejor esperar. Se cometen más errores por apurarse, que por dejarse estar un poco.
Es un error el apurarse o el impacientarse con Elohím. Le tomó dos mil años para traer a Avrahám, a partir de Adám; otros dos mil años más para venir Él mismo como Yeshúa, y ahora otros dos mil años para venir por segunda vez, muy pronto, para reinar con nosotros desde Yrushaláim. Le toma cuarenta años hacer de una persona un ser maduro. Por lo tanto, si tenemos que tomar una decisión para una cierta fecha, tenemos que tomarla. Pero si no, y el camino es incierto, es más sabio esperar.
Podemos confiar en Elohím para ordenar las circunstancias en las cuales nos encontramos. Podemos reconocer Su mano en hechos que otros llaman “coincidencias”. Frecuentemente, la única manera de saber que Elohím nos está guiando va a ser cómo salen las cosas.
Podemos guiarnos a veces por el consejo de los demás, especialmente de aquellas personas que sabemos que están con Elohím en forma cercana a Él. Tenemos que confiar que Elohím le va a dar sabiduría a ciertas personas y por lo tanto, podemos confiar en sus consejos.
Esta es la parte que le toca a Elohím. Pero hay una parte que nos toca a nosotros. Es decir, Elohím es el que nos da la enseñanza, pero nosotros tenemos que afinar el aprendizaje. Son dos etapas y las dos son esenciales para aprender, no sólo el enseñar, sino el saber aprender.
Nuestro deber es llegar a tener humildad, para entender que nada es obra nuestra, sino de Él, de modo de no enorgullecernos, sino de exhibir la humildad que Él nos pide en Su Torá, tanto externa como internamente.
La obediencia es la continuación de este aprendizaje eficiente. Sin obediencia no hay nada con Elohím. Toda su enseñanza no sirve si nosotros no le obedecemos al pie de la letra.
Por último, la sumisión. Hay cosas que no nos gustan hacer personalmente, pero Elohím desea que las hagamos. La respuesta está en la sumisión. Él es el Amo y nosotros debemos ser Sus esclavos.
Si actuamos así, este proceso de enseñanza-aprendizaje va a dar muy buenos frutos, que es lo principal que Elohím desea de nosotros.
Con todas estas pautas que hemos brindado, y sólo siguiéndolas, Elohím va a ser nuestra columna de nube durante el día y nuestra columna de fuego durante la noche, como lo fue para Su Pueblo, el Pueblo Judío.
¡Jésed ve Shalóm lajé/ Que tengan la Misericordia (de Elohím) y (Su) Shalóm/Paz en esta semana les desea, el Rébe Julio Dam, su familia y sinagoga mesiánica renovada
http://www.adoradores.com/node/749
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PRUEBAS BÍBLICAS CONTUNDENTES QUE DEMUESTRAN CLARAMENTE QUE EL ESPÍRITU SANTO NO ES UNA PERSONA
1. Entonces, Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló y les dijo: Recibid el espíritu santo (Juan 20:21-22). Aquí podemos ver claramente que el espíritu santo no es una persona, sino el soplo divino que procede de Jesús.
2. Juan dijo: Yo a la verdad los bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; el los bautizará en espíritu santo y fuego (Lucas 3:16). De tal manera que, así como el agua y el fuego no son personas, el espíritu santo tampoco es una persona.
3. No se embriaguen con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sean llenos del espíritu (Efesios 5:18). Entonces, así como el vino no es una persona tampoco el espíritu santo es una persona.
4. Y tres son los que dan testimonio: el espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan (1 Juan 5:6-7). Así como el agua y la sangre no son personas, el espíritu santo tampoco es una persona.
5. Y los discípulos estaban llenos de gozo y de espíritu santo (Hechos 13:52). Así como el gozo no es una persona sino una cualidad, el espíritu santo tampoco es una persona sino una cualidad de la cual se debe llenar todo cristiano.
6. "en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en espíritu santo, en amor sincero" (2 Corintios 6:6). Aquí se menciona al espíritu santo entre varias cualidades. Expresiones como esas no serían tan comunes si el espíritu santo fuera en realidad una persona.
7. “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados; y recibiréis el don del espíritu santo” (Hechos 2:38). Aquí se muestra claramente que el espritu santo no es una persona sino un don de Dios.
Algunos trinitarios dirán: ¿Luego la Biblia no le atribuye al espíritu Santo acciones que corresponden a personas tales como: enseña, intercede, habla, oye, se entristece, se alegra, se compadece, ora, se aflige y da testimonio?
Sí, es cierto. Pero la Biblia tiende a personificar cosas. Por ejemplo:
Dice que la sabiduría tiene hijos (Lucas 7:35). ¿Es la sabiduría una persona? Claro que no. La escritura también dice que el agua y la sangre son testigos (1 Juan 5:6-7). ¿El agua y la sangre son personas? Por supuesto que no.
También dice que la muerte y el pecado son reyes (Romanos 5:14.21). ¿El pecado y la muerte son personas? No lo son.
Jesucristo dijo que las piedras clamarían (Lucas 19:40). ¿Las piedras son personas? Claro que no.
Así como la Biblia personifica cosas, cualidades, dones etc, también personifica al espíritu santo, pero esto no significa que sea una persona celestial.
Aunque algunos textos dicen que el espíritu santo habló, otros pasajes dejan ver claramente que esto se hizo mediante ángeles o seres humanos (Hechos 4:24-25; Hechos 28:25; Mateo 10:19-20, compárese Hechos 20:23 con Hechos 21:10-11).
Todo esto armoniza con el hecho de que en general la Biblia se refiere al espíritu santo de manera impersonal, como al compararlo con agua y fuego (Mateo 3:11; Marcos 1:8). Una comparación de textos bíblicos que se refieren al espíritu santo revela que las personas pueden llenarse de él; pueden ser bautizadas en él; y pueden ser ungidas con él. (Lucas 1:41, Mateo 3:11, Hechos 10:38). Ninguna de estas expresiones sería apropiada si el espíritu santo fuera una persona.
www.apologista.wordpress.com
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Pregunta: Uds. creen en el espiritu Santo y le adoran. Porque si o prque no
Hugo F. País: Desconocido
Deben incluir en todos sus mensajes para nosotros su nombre y apellidos completos, edad, profesión o actividad, el nombre de la ciudad y país donde vive. Si falta alguno de estos datos, probablemente su email no sea respondido de ningún modo. Presten atención a las REGLAS, gracias.)
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Shalom. Gracias por participar.
Me queda una duda. Cuando usted escribe "ustedes", ¿he de suponer que usted se está refiriendo a los judíos en su conjunto?
Como no me queda claro, le responderé suponiendo que "ustedes" está referido a TODA persona que es fiel a Dios, pues Le sirve del modo que Él ordena que se haga. (Es decir, vale tanto para judíos como para gentiles justos, que su vida se construye por medio del cumplimiento asiduo y cabal de los mandamientos que Dios nos ordena que cumplamos).
Al único que hay que adorar, es al Eterno. En lo único que se puede depositar la creencia religiosa, es en Dios.
Creer en algo o alguien, adorar a algo o alguien, que no sea exclusivamente Dios es caer en el espantoso pecado de la idolatría.
Cualquiera que cree en un "espíritu santo" como se debe creer en Dios, o que venere o adore a este "espíritu" está actuando como un idólatra.
Si somos precisos, "espíritu santo" no existe. El ruaj hakodesh, que algunos erróneamente traducen como "espíritu santo", es en verdad la inspiración que viene de parte de Dios. En ocasiones esta divina inspiración brindaba a su receptor la capacidad para percibir visiones o mensajes de un inferior rango profético. En otras oportunidades dotaba de un gran carisma o fuerza de voluntad. Y a veces servía para dar al receptor una apreciación más profunda o vasta de algunas cosas. Cuando esta inspiración no se queda en sensaciones, pensamientos o sentimientos, sino que mueve a realizar obras de total adhesión a Dios, de acatamiento manifiesto a Sus preceptos, es que se le llama también: "espíritu de santidad", tal como David cantara:
"No me eches de Tu presencia, ni quites de mí Tu espíritu de santidad." (Tehilim / Salmos 51:13)
¿Por qué alguien fiel a Dios, y conocedor de Su perfecta e inmutable Torá habría de adorar o creer en esta inspiración? ¿Acaso esta fuerza o capacidad instilada por Dios al interior de la persona, es Dios? Indudablemente que NO lo es... entonces...
Quedo a sus órdenes.
Shaná Tová, y le deseo lo mejor, y le recuerdo que nuestro sitio se mantiene gracias a la colaboración de los generosos visitantes.
Que el Uno y Único Dios bendiga a quienes le son fieles servidores, y que sepamos construir Shalom, Iebarejejá H'.
Yehuda Ribco
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Febrero 2, 2010 – 4:07 am

Si el Espíritu Santo es la 3 ª persona de la Trinidad, veamos lo que obtenemos si reemplazamos la frase “el Espíritu Santo” por la locución ”La Tercera Persona de la Trinidad” en los siguientes versículos:
“Ahora el Señor habló a Moisés, diciendo: “Mira, te he llamado por su nombre Betzalel, hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá.” Lo he llenado con [la Tercera Persona de la Trinidad] en sabiduría, en entendimiento, en conocimiento” (Éxodo 31:1-3).
“No me eches de tu presencia y no quites tu [tercera persona de la Trinidad] de mí” (Salmo 51:11).“He aquí mi siervo a quien sostengo, mi elegido en quien mi alma se deleita. He puesto mi [tercera persona de la Trinidad] sobre él, él traerá justicia a las naciones” (Isaías 42:1).
“Ni esconderé más de ellos mi rostro; porque habré derramado de mi [Tercera persona de la Trinidad] sobre la casa de Israel, dice Jehová el Señor” (Ezequiel 39:29).
“Y después de esto derramaré mi [Tercera Persona de la Trinidad] sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones” (Joel 2:28).
“Y pensando él en esto, he aquí el ángel del Señor le aparece en sueños, diciendo: José, hijo de David, no temas de recibir á María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, de [la Tercera Persona de la Trinidad] es…Y el nacimiento de Jesucristo fué así: Que siendo María su madre desposada con José, antes que se juntasen, se halló haber concebido de la [Tercera Persona de la Trinidad] (Mateo 1:18,20) .
“En cuanto a mí, yo te bautizo con agua para arrepentimiento, pero el que viene después de mí es más poderoso que yo, y yo no soy digno de quitar sus sandalias, Él os bautizará con [la Tercera Persona de la Trinidad] y fuego” (Mateo 3:11).
“Jesús, lleno de [la tercera persona de la Trinidad], volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu en el desierto” (Lucas 4:1).
“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará [la Tercera Persona de la Trinidad] a los que le pidan”? (Lucas 11:13).
“Porque el que Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque Él da [la tercera persona de la Trinidad] sin medida” (Juan 3:34).
“Así que, exaltado a la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa de [la tercera persona de la Trinidad], ha derramado esto que vosotros veis y oís” (Hechos 2:33).
“Ahora cuando los apóstoles en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, les envió a Pedro ya Juan, que bajaron y oraron por ellos para que puedan recibir [la Tercera Persona de la Trinidad] porque [la tercera persona de la Trinidad] aún no había caído en ninguno de ellos … Luego pusieron sus manos sobre ellos y recibieron [la tercera persona de la Trinidad] … Ahora, cuando Simón vio que [la tercera persona de la Trinidad] fue dada a través de la imposición de las manos de los apóstoles, les ofreció dinero” (Hechos 8:14-15).
“Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, la [Tercera Persona de la Trinidad] cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don de la [Tercera Persona de la Trinidad]. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido la [Tercera Persona de la Trinidad] también como nosotros?” (Hechos 10:43-47).
“Pero en mi opinión es más feliz si se queda como está, y creo que también yo tengo [la tercera persona de la Trinidad]” (1 Corintios 7:40).
“¿Habéis recibido [la tercera persona de la Trinidad] de las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? Habiendo comenzado en [la Tercera Persona de la Trinidad], ¿están siendo perfeccionado por la carne?” (Gálatas 3:2-3).
“Yo á la verdad os he bautizado con agua; mas él os bautizará con [La Tercera Persona de la Trinidad] (Marcos 1:8).
“En castidad, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en[La Tercera Persona de la Trinidad], en amor no fingido” ( 2 Cor. 6:6).
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7 PREGUNTAS PUNTUALES SOBRE EL ESPÍRITU SANTO

1.- ¿Por qué no aparece el Espíritu Santo entronizado con el Hijo y el Padre en el cielo?
2.- ¿Por qué el Espíritu Santo no tiene un nombre propio?
3.- ¿Por qué al Espiritu Santo nunca se le llama DIOS de manera directa?
4.- ¿Por qué el Espíritu Santo está siempre en género neutro si es una persona?
5.- ¿Por qué Jesús nunca dijo que el Padre, él, y el Espíritu Santo son uno?
6.- ¿Por qué Jesús nunca dijo que quien lo ha visto a él ha visto al Padre y al Espíritu Santo?
7.- ¿Por qué el Espíritu Santo no está incluido en los saludos INTRODUCTORIOS apostólicos, especialmente en los de Pablo?
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EL ESPÍRITU SANTO… ¿QUÉ ES EXACTAMENTE?
¡Una Explicación clara!
Por Apolos (Ex Gerardo bloomerfield)
La doctrina de la trinidad está presente en todas las iglesias cristianas. Incluso las más reformistas, como por ejemplo, los Adventistas. Pese a su iluminación inicial que les llevó a entender correctamente cuestiones como la condición de los muertos y la segunda venida literal y visible de Jesús, en cuanto a la trinidad, en la década del 30 claudicaron ante la presión del Concilio Mundial de Iglesias y la abrazaron como un credo central.
De hecho los adventistas están entre los trinitarios más acérrimos que conozco. Ni siquiera los evangélicos suelen defender la trinidad con tanta saña como los adventistas.
La trinidad es una hipótesis que afirma resolver algunas cuestiones planteadas en la Biblia. Básicamente, el hecho de que a Jesús se le llame Dios un par de veces siendo que por otra parte la escritura afirma que Solo hay UN DIOS. Como explicación, los trinitarios ofrecen que dado que Jesús es llamado Dios y su Padre también, Jesús y su Padre son los dos Dioses. Pero no pueden ser dos, porque si no habría dos dioses. Entonces dicen que en realidad son uno. Y para rematar, añadieron al espíritu santo, punto sobre el cual nos referiremos aquí.
Para simplificar, está claro para cualquiera que lea las escrituras, que no sólo Jesús es llamado Dios en la Biblia. Moisés, los príncipes de Israel, e incluso el Diablo son llamados DIOS en los textos sagrados. Esto no es nada raro. Porque Dios es un título, y la propia Biblia en la 1 carta de Pablo a los Corintios, capítulo 8, aclara perfecta y claramente la diferencia entre aquellos que “son llamados dioses” y el “único que realmente es Dios, es decir el Padre”. En otras palabras, los cristianos reconocemos que muchos (incluyendo a Jesús) tienen el título de “Dios”. En el caso de Jesús, es legítimo, y es un título otorgado por Su Padre, el Único Dios por naturaleza, el Supremo. Jesús siendo hombre, siendo humano, a pesar de ello es llamado Dios, es NUESTRO Dios en el sentido que es nuestro gobernante en contraposición al mundo que tiene por Dios al Diablo, el “dios de este mundo” como gobernante. En el caso del diablo y otros, el título de “Dios” es ilegítimo. Ellos se hacen llamar así o sus seguidores así los llaman.
Ahora bien… ¿qué sucede con el espíritu santo? Para los trinitarios “espíritu santo” es un nombre propio al parecer. El nombre de una tercera persona de una deidad compuesta de tres personas. Afirman que el espíritu santo es Dios en el sentido que tiene plenipotencia, omnisciencia y coeternidad igual que el Padre y que el Hijo. La cosa se complica más, porque Jesús es una persona, igual que su Padre, Yahweh. Pero en el caso del espíritu santo, si leemos las escrituras notaremos algo extraño: el espíritu santo no es una persona. Figurativamente se dice que gime, que se contrista, y que hace muchas cosas. Pero también dice la Biblia que la sangre de Jesús “habla” y la sangre de Jesús no es una persona. Así que la personalización, como recurso literario en algunas ocasiones no debe ser tomada como literal. La idea de que el espíritu santo era un ser separado del
Padre era ajena al pensamiento judío y cristiano del primer siglo.
No hay UN SOLO TEXTO QUE DIGA QUE EL ESPIRITU SANTO ES DIOS. ¿No es esto extraño? De hecho, búsquenlo en la Biblia. Si encuentran un texto que diga que “el espíritu santo es Dios”, me lo envían y con gusto a quien me lo envíe le daré una recompensa de 10.000 dólares en efectivo. Me comprometo públicamente a pagar por ese texto, sea del Antiguo o Nuevo testamento. Debe ser claro y afirmar sin rodeos que existe un Dios llamado espíritu santo. Debe decir que el espíritu santo es Dios .
No lo van a encontrar. Pero acá es donde los trinitarios me citan el viejo caso de Ananías y Zafira… antes que se apresuren por el dinero, les quiero pedir que lean bien el episodio del libro de Hechos. Jamás se dice que el espíritu santo es Dios. Se dice que Ananías y Zafira mintieron al espíritu santo y en otro texto se dice que engañaron, no a los hombres, sino a Dios. Es decir, lo que afirma el episodio no es que ambos conceptos sean lo mismo. Lo que afirman es que LA ACCIÓN ES LA MISMA. Es decir: la analogía es que MENTIRLE AL ESPIRITU SANTO es lo mismo que MENTIRLE A DIOS. Los trinitarios parecen no tener la menor noción de literatura.
Si yo mando a mi hijo a hacer un mandado, y el almacenero le miente, me miente a mí. Le está mintiendo a mi hijo, claro. Pero en realidad es lo mismo que si me mintiera a mí. Pero en el caso del espíritu santo, ni siquiera hay involucrada una persona. El espíritu santo, no es una persona: es la energía de Dios. Es la fuerza de Dios. Es parte de Dios, es una parte de su naturaleza. Dios tiene una mente, tiene sentimientos, tiene sabiduría, amor y tiene un espíritu que lo anima y cuyo poder llega a todo el Universo. Ese espíritu es lo que la Biblia llama “el espíritu santo”. Es muy claro.
Entonces… ¿mentirle al espíritu santo es mentirle a Dios?
Vamos a ver un caso común. Yo soy Apolos. Tengo una mano derecha. Con esa mano hago cosas, muevo cosas, creo cosas. Mi mano no es una persona. Es una parte de mí. Mi mano no piensa: el que piensa soy yo. Pero si alguien me pegara en la mano… ¿acaso no podría decir “le pegaron a Apolos”? Claro. Pegarle a mi mano, es pegarme a mí.
De hecho, al ser mi mano, una parte de mi, podría decirse de mi mano “éste es Apolos”, es decir, es parte de mi.
Con el espíritu santo sucede exactamente lo mismo: si Dios mediante su espíritu santo (pues es impensable que lo haga él personalmente) dirige a una persona, y alguien le miente a esa persona, le está mintiendo al espíritu santo. Y por tanto le está mintiendo a Dios.
Si alguien blasfema contra el espíritu santo (un pecado imperdonable), esa persona blasfema contra Dios, porque el espíritu santo es de EL, del Padre. De hecho, en las escrituras aparecen los términos “espíritu de Dios”, “espíritu de Yahweh” y “espíritu santo”, así como “dedo de Dios” y significan lo mismo: no una persona, sino una fuerza que proviene de Dios.
Así que el famoso cuento de Ananías y Zafira, el único argumento en toda la Biblia que tienen los trinitarios para afirmar que el espíritu santo es Dios, es totalmente falso. En ninguna parte ese texto afirma cosa semejante: repito, lo que el texto compara es la acción de mentir al espíritu de Dios y a Dios mismo. Dice que mentirle al espíritu de Dios es lo mismo que mentirle a Dios. Esa es la lección. Punto. No hay ninguna doctrina de la trinidad y afirmar que en ese episodio se deja establecida la deidad de una tercera persona, es afirmar que Dios dejó una parte central de la revelación oculta en un oscuro pasaje que sólo puede ser entendido retorciendo todas las normas literarias conocidas.
Si alguien me pisa… en realidad pisa mi pie. Pero yo digo “me pisaste a mí”. Pisar mi pie, es lo mismo que pisarme a mí.
Si alguien le miente a mi secretaria para llevarse algo de mi oficina… le mintió a mi secretaria. Pero es lo mismo que mentirme a mí en ese caso, pues se llevó algo de mi oficina. Me lo hizo a mí, no a mi secretaria. Mi secretaria era el agente entre yo y la persona que le mintió.
El caso es claro para el que lo quiere ver hermanos.
No hay trinidad en la Biblia. No hay una tercera persona de la deidad en la Biblia. Hay la maravillosa e interminable fuerza de Dios que creó el universo, su Espíritu Santo.
Shalom!
www.elevangeliodelreino.org
www.yeshuahamashiaj.org |
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EL ESPÍRITU SANTO ES COMPARADO CON:
Vestiduras (Lucas 24:49):
Porque nos reviste con poder de lo alto. Una paloma (Mateo 3:16): Porque una paloma es símbolo de pureza, paz, y vuela en los cielos y fue usada como sacrificio por los pobres. Una promesa, dinero empeñado (2 Corintios 1:22): Porque El es la promesa y el Adelanto de nuestra herencia.
Un sello (Efesios 1:13):
Porque un sello protege, asegura y demuestra propiedad.
Fuego (Hechos 2:3):
Porque el fuego separa las partes impuras de las puras, limpia y purifica.
Aceite (Hechos 10:38):
Porque el aceite se usó para unción, sanidad, alimento y ardió para dar luz.
Agua (Juan 7:38):
Porque el agua es simple y sin embargo misteriosa. Es insípida, incolora, transparente y boyante. Puede sostener un gran barco. Se usa como transporte. El Espíritu Santo nos sostiene y transporta a través de este mundo hasta el Mundo Venidero. El agua limpia y refresca. Con agua hay vida, crecimiento y fructificación. Sin agua hay desierto.
Viento (Juan 3:8):
Porque no podemos ver el viento pero podemos ver sus resultados. Así como el viento sopla donde quiere, así el Espíritu de Dios. Da dones como quiere. El viento puede ser poderoso como un tornado o huracán, o ser una brisa refrescante.
Aliento: (Juan 20:22).
Sin aliento morimos. El aliento de Dios nos da vida. Tenemos vida e intimidad con Dios por Su Espíritu que habita en nosotros.
Vino:
Porque no debemos embriagarnos con vino, sino ser llenos del Espíritu Santo. (Efesios 5:18).
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¿QUIÉN PODRÍA SER REALMENTE EL ESPÍRITU SANTO?

El Espíritu Santo
Dijo Jesús: “Si me amáis, guardad mis mandamientos, y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que este con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” (Juan 14:15-17) Jesús manifestó, con toda claridad, que vendría otro Consolador para reconfortar a Su pueblo luego de Su partida.
Primeramente, leamos un versículo diferente, donde también se emplea el término otro. “Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre.… Aconteció luego, al volver él la espalda para apartarse de Samuel, le mudó Dios su corazón; y todas estas señales acontecieron en aquel día.” (1 Sam. 10:6-9) Saul se convirtió en otro hombre, aún cuando físicamente era la misma persona, la experiencia lo hizo ser otro hombre.
Jesús no concluyó su conversación en el versículo 17 de Juan 14. En el versículo inmediato siguiente, dice: “No os dejaré huérfanos, vendré a vosotros.” (Juan 14:18) Jesús dijo a Sus discípulos que vendría como otro Consolador. Esto es bien entendible, puesto que la Escritúra nos dice quien es ese Consolador. El término griego parakletoV (parakletos) traducido como “Consolador,” se emplea cinco veces en la Biblia. En cuatro oportunidades el término se traduce como “Consolador,” y la quinta vez como “abogado.” “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis: y si alguno hubiere pecado, abogado (parakletos = Consolador) tiene para con el Padre, a Jesucristo el justo.” (1 Juan 2:1) Dios, claramente ha revelado que Jesucristo es nuestro Consolador.
El Señor es ese Espíritu
Espere un momento, ¿no dice la Biblia que el Consolador es el Espíritu Santo? (Vea Juan 14:26). Ciertamente es así. ¿Quién es el Espíritu Santo? La inspiración declara: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.” (2 Cor. 3:17) El Señor es ese Espíritu, sin embargo, ¿quién es el Señor?
“Para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y vosotros en él; y un Señor Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.” (1 Cor. 8:6) Esto lo podríamos explicar mediante una serie de fórmulas matemáticas.
Jesucristo = el Señor.
El Señor = ese Espíritu
Por lo tanto, por carácter transitivo,
Jesucristo = ese Espíritu.
Efesios 4:4 nos dice que, “hay un cuerpo y un Espíritu.” Sólo hay un Espíritu y la Biblia nos informa que ese Espíritu es nuestro Señor Jesucristo, o más específicamente el Espíritu de nuestro Señor Jesucristo, que lo recibió de Su Padre. “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de Su Hijo el cual clama: ¡Abba, Padre!” (Gal. 4:6)
¿Qué exactamente es un Espíritu? De acuerdo con la concordancia de Strong, junto con muchos otros de origen griego, un espíritu es una “mente.” Cuando Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de Su Hijo, enviaba a nuestros corazones la mente o el pensar de Su Hijo. Dios nos pide que: “Haya, pues, en vosotros esta misma mente que había también en Cristo Jesús.” (Fil. 2:5) La mente o el Espíritu que tuvo Cristo, era el Espíritu de Su Padre. “Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla, pues Dios no da el Espíritu por medida.” (Juan 3:34) Estudiemos lo que la Biblia tiene que decir acerca de un espíritu.
El concepto bíblico de “Espíritu”
“Y conociendo luego Jesús en su espíritu que convenían de esta manera, les dijo: ¿Porqué cavilan así en vuestros corazones?” (Mar. 2:8) Jesús percibió [griego, , “conocer, es decir, comprender”] en su Espíritu. El Espíritu de Jesús es donde él conocía y comprendía las cosas. El Espíritu de Jesús es la mente de Jesús.
“Y vino sobre mí el Espíritu [hebreo, ruwach] de Jehová, y me dijo: Dí: Así ha dicho Jehová: Así habéis hablado, oh casa de Israel, y las cosas que suben a vuestra mente [ruwach], yo las he entendido” (Eze. 11:5) En este texto, ruwach ha sido traducido como “espíritu” en un lugar, y como “mente” en otro. Se puede ver claramente, que el espíritu de un individuo es la mente o pensamiento de ese individuo. (Ver además Isa. 40:13 y Rom 11:34)
“¿A quién has anunciado palabras, Y de quién es el Espíritu que de él procede?” (Job 26:4) Cuando anunciamos o pronunciamos palabras, estamos revelando de que Espíritu proceden. Tenemos el espíritu del mundo, o el Espíritu de Dios, el cual es el Espíritu Santo. “Y no contristéis el Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.” (Efe. 4:30)
Mucha gente sostiene que “el Espíritu Santo” y el “Espíritu de Dios” son dos cosas diferentes. Como se puede apreciar del versículo anterior, este no es el caso. La Biblia habla del “Espíritu Santo de Dios.” Dios Padre tiene Espíritu: “Porque no sois vosotros los que hablan, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.” (Mat. 10:20) Jesucristo tiene espíritu: “Porque sé que esto se me tornará a salud, por vuestra oración, y por la suministración del Espíritu de Jesucristo.” (Fil. 1:19) El Espíritu Santo, ¿tiene Espíritu? Algunos dicen que si, en tanto otros dicen que no. ¿Qué dice la Escritura? “El Espíritu Santo de Dios.” (Efe. 4:30) En ninguna parte de la Biblia se encuentra que diga “el Espíritu del Espíritu Santo.” ¿Por qué es así? ¿Será porque el Espíritu Santo es el Espíritu de Dios Padre y de Su unigénito Hijo? Como claramente establece la Escritura, el Padre tiene un Espíritu, y Su Hijo tiene un Espíritu, no obstante “hay un sólo Espíritu.” Evidentemente el Padre y Su Hijo comparten el mismo Espíritu en tanto son dos personas distintas. Esto es verdad, pues comparten un mismo pensar, un mismo objetivo, un mismo propósito.
El Padre ungió a Su Hijo con su propio Espíritu. De allí que comparten el mismo Espíritu. “Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros.” (Heb. 1:9) “Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habló; pues Dios no da el Espíritu por medida.” (Juan 3:34) Como se ha demostrado claramente, el Padre y el Hijo comparten un Espíritu. ¿Qué clase de Espíritu comparten? Con seguridad es el Santo Espíritu. La Biblia menciona diversos tipos de Espíritu. Leemos acerca de “espíritu impuro,” “espíritu de iniquidad,” “espíritu inmundo,” “espíritu mudo,” “espíritu excelente,” “espíritu humilde,” “espíritu herido,” “espíritu quebrantado,” “buen espíritu.” Todos estos espíritus se designan mediante un adjetivo que los describe. Sabemos que Dios Padre tiene un Espíritu, y puede ese Espíritu ¿ser algo menos que Santo? El término “Santo” es un adjetivo. “Santo Espíritu” no es un nombre propio, sino la descripción del Espíritu de Dios. Sabemos que Dios Padre tiene un nombre propio, que es “YHWH” conocido como Yahweh o Jehová, y el nombre propio de Su único unigénito Hijo es “Yahshua” o “Jesús.” Cabe preguntar, ¿cuál es el nombre propio del Espíritu Santo?
Nuestro Consolador
El tiempo y el espacio nos impiden abundar en detalle, pero el punto es, ¿quién es nuestro Consolador? La Biblia dice que nuestro Consolador es Jesucristo, quien nos puede confortar en todas nuestras tentaciones, pues él fue tentado en todo como tú y yo. “Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.” (Heb. 2:18) Es “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.” (Col. 1:27) “Porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” (1 Juan 4:4) Porque Jesús sufrió al ser tentado, y se allega a nosotros de modo diferente como lo hizo anteriormente. Ciertamente puede denominarse “otro Consolador.” Jesús dijo: “No los dejaré desamparados, vendré a vosotros.”
El Espíritu Santo habrá de venir y convencer al mundo de pecado. “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.” (Juan 16:8) “A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a Su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.” (Hech. 3:26) Es Jesús, luego de Su resurrección, quien se allega a nosotros para que volvamos del pecado. ¿Preferiría tener un Consolador que sabe por lo que atraviesa porque lo ha sufrido él mismo, o uno que no puede empatizar con usted?
Algunos podrían decir: “Jesús se refirió al Consolador como ‘él’, por lo tanto, debe ser otro.” No era inusual en los días de Jesús, hablar de uno mismo en tercera persona. En el Nuevo Testamento, encontramos este estilo de expresión. “Respondió entonces Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que él ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le, de modo que vosotros os maravilléis. Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que él quiere da vida. Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo.” (Juan 5:19-22) Jesús habló de sí mismo en tercera persona.
Salutaciones epistolares
Quince de los veintisiete libros del Nuevo Testamento, comienzan con una salutación similar al siguiente: “Sea con vosotros gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y en amor.” (2 Juan 3) Ninguna de todas las salutaciones, hacen mención a un tercer ser. Sólo se mencionan dos, el Padre y Su Hijo. De cierto que si hubiera otro tercer ser quien debía ser igualmente honrado, los autores del Nuevo Testamento lo hubieran incluido en estas salutaciones, pero no fue así. Jesús nos aclara con quien debemos tener relación.
Juan dice, “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión es verdaderamente con el Padre, y con Su Hijo Jesucristo.” (1 Juan 1:3) Ciertamente, si Juan hubiera tenido conocimiento de un tercer Dios, habría deseado que también tengamos comunión con él, pero no se hace mención de otro ser. Juan declara además: “Cualquiera que se extravía y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ese si tiene al Padre y al Hijo.” (2 Juan 9) Esto concuerda con lo dicho por Zacarías. “Y le hablarás diciendo: Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: El varón cuyo nombre es el RENUEVO, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado, y consejo de paz habrá entre ambos.” (Zac. 6:12, 13)
En conversación con los judíos, Jesús dijo: “Y en vuestra ley esta escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy el que doy testimonio de mi mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mi.” (Juan 8:17, 18) Si otro ser pudiera dar testimonio en su favor, Jesús lo habría incluido.
Pablo declara: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, y de Sus ángeles escogidos.” (1 Tim. 5:21) Pablo mencionó a los ángeles celestiales para testimoniar por el cargo dado a Timoteo. Hay que tener presente a quien llamó Pablo como testigo por él. Dios el Padre y el Señor Jesucristo son los primeros nombrados, pero Pablo no se detuvo allí. Nombró los ángeles de Dios también como testigos. Ciertamente si Pablo hubiese sabido de la existencia de un tercer ser, coigual con el Padre y Su Hijo, lo hubiera nombrado en éste versículo. Sin embargo, no hay indicio alguno de otro ser, lo que constituye clara evidencia que Pablo nada sabía acerca de un tercer dios.
La Escritura demuestra claramente que “hay un sólo Dios y Padre” y “un Señor Jesucristo.” (1 Cor. 8:6) y no un panteón de dioses formando la deidad.
La tema que estamos discutiendo es de importancia vital. Por favor toma el tiempo de examinarlo en mucho detalla. La única manera que un juez puede hacer un decisión justo es por examinar y pesar toda la evidencia. Les exhorto mucho que examinan toda la evidencia antes de hacer una decisión. “Al que responde antes de oír, le es insensatez y deshonra.” (Proverbios 18:13).
FUENTE:
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