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Resposta  Mensagem 1 de 33 no assunto 
De: BARILOCHENSE6999  (Mensagem original) Enviado: 06/06/2011 20:02

¿Que es el Espíritu Santo?

 

(Edición 2.0 20021102-20061227)

 

 

El Espíritu Santo es un poder de Dios y no un ser o persona separada. Es el medio por el cual podemos conocer al Único Dios Verdadero y a su Hijo Jesucristo. Entonces también es el medio por el cual nos hacemos hijos de Dios a partir de la resurrección de los muertos.

 

 

ChristianChurchesofGod

PO Box 369, WODEN ACT 2606, AUSTRALIA

 

Correo electrónico: secretary@ccg.org

 

 (Derechos de propiedad literariaã2002, 2006 CCG, ed.WadeCox)

 (Tr. 2005)

 

 

Este documento puede copiarse libremente y distribuirse con tal de que se copie en su totalidad sin alteraciones o tachaduras. Debe incluirse el nombre del editor y dirección y el aviso de derechos de propiedad literaria. Ningún cargo puede realizarse a los destinatarios de copias distribuidas. Las citas breves pueden ser incluidas en artículos críticos y revisiones sin interferir en los derechos de propiedad literaria.

 

 

Este documentose puede obtener desde los sitios internet:
http://www.logon.org/spanish/
y http://www.ccg.org/


 

 

Cuál es el Espíritu Santo

 


 

Para entender lo que es el Espíritu Santo debemos conocer al Único Dios Verdadero (Eloah) y a Su hijo Jesucristo. De la Biblia veremos como el Padre y el Hijo están relacionados o conectados a través del Espíritu Santo. Veremos que Dios da Su Espíritu también a los humanos.

 

El Espíritu no es una persona o un ser separado. Unos dicen que Dios está formado de tres partes. Se dice que estas partes son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. A esto se le llama la doctrina de la Trinidad. Esta enseñanza está equivocada y es completamente falsa. Las Escrituras revelan que Dios es UNO y no tres (Deut. 6:4; Efesios 4:6). El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios (Rom. 8:14). Dios nos da Su Espíritu de modo que nosotros podamos conocerlo y crecer para parecernos más a Él (2Pedro 1:3-4).

 

A veces se piensa del Espíritu Santo que es un como un espíritu. Esto suena como que es algo de lo que nos podríamos asustar. Pero el Espíritu Santo no vendrá atravesando las paredes para atraparnos o a hacer ruidos por la noche. No anda por ahí con una sábana blanca encima para asustarnos. Él trabaja en nuestros corazones y mentes. No es nada a lo que debemos tener miedo. Dios no nos da un espíritu de miedo, si no de poder y amor (2Timoteo 1:7).

 

El Espíritu Santo es llamado al ayudante (consolador)(Juan 15:26). Nos ayuda a entender la Biblia y las cosas de Dios. Nos enseña la verdad (Juan 14:16-17, 26; 16:13; 1Juan 4:6; 5:6). Sabe todas las cosas (1Cor. 2:10-11). El Espíritu Santo es el medio por el cual nos hacemos hijos de Dios (Gálatas 4:6-7; Romanos 8:14). Cristo nos ayuda, nos enseña y nos consuela a través del Espíritu Santo. Es realmente el poder de Dios que vive en nosotros y en Cristo. Viene de Dios y luego a nosotros a través de Cristo. Es como una fuerza que nos mueve hacia Dios a través de Cristo (Hebreos 7:25). Es invisible.

 

El Espíritu hablará por nosotros cuando estamos en problemas. Pondrá pensamientos en nuestra mente y palabras en nuestra boca. El Espíritu es capaz de hablar a través de nosotros (Mateo 10:19-20).

 

Dios da el Espíritu Santo a aquellos que lo piden (Lucas 11:9-13). Pero nosotros debemos de obedecerle a Él. El Espíritu vive en aquellos que guardan los mandamientos de Dios (1Juan 3:24; Hechos 5:32).

 

Cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y somos bautizados, recibimos el Espíritu Santo en nosotros (Mateo 28:19; Hechos 2:38). Para mostrarnos que esto pasa, uno de los ministros de Dios pone las manos sobre la cabeza de la persona bautizada. Las manos del ministro no nos dan el Espíritu. Él es un hombre y no tiene ningún poder propio para hacer esto. Sólo significa que él le pide a Dios que le dé a aquella persona el Espíritu. A partir del bautismo comenzamos un nuevo viaje viviendo del modo que Cristo lo hizo.

 

Como cristianos, debemos vivir del modo que Cristo y los apóstoles vivieron. Sabemos que ellos guardaron el Sábado y las Fiestas (Hechos 2:1, 20:6, 27:9; Colosenses 2:16). No sólo es suficiente saber lo que Dios dice en la Biblia, si no que debemos hacer todo lo que Dios manda. Cuando tenemos el Espíritu de Dios y vivimos del modo que Él manda, comenzamos a mostrar los frutos del Espíritu Santo. Podemos leer sobre esto en Gálatas 5:22-23. El amor es el fruto principal, pero todo esto comienza con la verdad (1Corintios 13:13).

 

No recibimos el Espíritu por hacer buenas obras. Sin embargo, nosotros todavía tenemos que hacer buenas obras y obedecer las Leyes de Dios aún con el Espíritu Santo presente en nosotros (Santiago 2:14-18). De hecho con el Espíritu Santo en nosotros querremos hacer buenas obras y obedecer Dios. Si somos demasiado jóvenes para ser bautizados, todavía el Espíritu Santo cuidará de nosotros hasta que seamos adultos, si es que tenemos padres creyentes. Pero debemos obedecer a nuestros padres en el Señor (Efesios 6:1-2).

 

Cristo dijo que él estaba en Dios y Dios en él (Juan 17:21-23). Éste puede pasar únicamente con el Espíritu Santo de Dios. Así es que cuando tenemos al Espíritu Santo, Dios está en nosotros y Cristo está en nosotros (1Juan 4:13). Esto es la forma que Dios estará todo en todos, algún día (Efesios 4:6; 1Corintios 15:28). Pero para entonces todos seremos seres espirituales y ya no gente de carne y hueso.

 

El Espíritu Santo es el eslabón que nos une a todos nosotros. Recuerde, el Espíritu Santo no es algo que nosotros podemos sentir o tocar con nuestras manos. Sabemos si está presente o no, de lo que pasa en nuestras mentes y por la forma cómo nos comportamos (Gálatas 5:16-18).

 

Tener el Espíritu significa que podemos hablar con Dios a través de la oración. Cuando oramos, deberíamos orar al Padre, pero siempre pidiendo por cosas en el nombre de Su hijo Jesucristo (Mateo 6:6, 9-13; Lucas 11:12). Podemos ir ahora y hablar con Dios el Padre directamente a través del Espíritu Santo. Debemos rendir culto a Dios en espíritu y en verdad (Juan 4:24).

 

Si no sabemos por qué orar, el Espíritu Santo nos ayuda orando por nosotros. Es hecho con tal sentimiento que no hay palabras para describirlo (Romanos 8:26). Dios siempre sabe lo que está dentro de nuestros corazones y mentes, entonces Él sabe lo que el Espíritu está diciendo por nosotros. Sólo pedirá las cosas que están en armonía con la voluntad de Dios (Romanos 8:27).

 

Cristo refleja cómo es el Padre. Él actúa y habla por Dios porque él tiene al Espíritu Santo de Dios morando dentro de él (Juan 3:34). Pero él no es el mismo ser que el Único Dios Verdadero. Él es un ser separado y fue creado por el Padre y enviado aquí para ser hombre durante un corto tiempo (Juan 5:23). Tanto el Padre como el hijo existen como seres separados, pero se dice que ellos son uno porque ellos comparten la misma naturaleza a través del Espíritu Santo. Cristo dijo: "si me han visto, han visto al Padre" (Juan 14:9).

 

El Espíritu Santo nos reúne a todos juntos para formar el Templo de Dios (1Corintios 3:16; 6:19). Dios nos llama dentro del Reino de Dios para trabajar. No es porque somos especiales o buenos. El Espíritu nos da a todos un regalo especial o talento, para que podamos trabajar juntos como un cuerpo. Un cuerpo está formado de muchas partes. Cada parte del cuerpo como los brazos, las piernas, los ojos y los oídos, todas trabajan juntas. Nada trabaja independientemente. Entonces tenemos que ayudarnos el uno al otro en el trabajo de la iglesia con amor y poder del Espíritu Santo.

 

No podemos entrar en el reino de Dios a menos que nazcamos otra vez. Esto pasa cuando somos bautizados y recibimos el Espíritu Santo. Entonces nacemos del espíritu y se dice que nuestro anterior estilo de vida está muerto (Juan 3:3-6). Aquellos que se quedan en la carne no pueden complacer a Dios. Entonces si tenemos el Espíritu Santo en nosotros, pertenecemos a Cristo y él vive en nosotros y Dios vive en nosotros de la misma manera (Romanos 8:8-10).

 

Entonces el Espíritu nos da una nueva vida. Somos todavía humanos, pero constantemente estamos siendo cambiados para mejor. Nos estamos pareciendo a la imagen de Cristo, que es la imagen de Dios. Estamos siendo transformados a través del Espíritu Santo para ser más perfectos y santos como Dios. Después del bautismo, no debemos volver a nuestro antiguo estilo de vida (Efesios 4:17-24).

 

El Espíritu Santo nos dirige mostrándonos lo que Dios quiere de nosotros. Luego nos ayuda a lograrlo. Queremos complacer a Dios. Es así que nos da un nuevo corazón y una nueva mente. Nuestros cuerpos todavía se ven iguales, pero nuestros pensamientos y acciones cambian.

 

El Espíritu nos abandonará si volvemos a pecar. Cuando se nos da el Espíritu, comenzamos a saber más sobre el Único Dios Verdadero y Su plan para nosotros. Pero si comenzamos a pecar, empezamos a perder algunas de las cosas maravillosas que ya conocíamos (2Timoteo 1:13-14). Cuando pensamos y hacemos cosas que a Dios no le gustarían, sabemos que el Espíritu se retira de nosotros. Dios dijo que Él nunca nos abandonaría o nos olvidaría (Deut. 31:8; 1Reyes 6:13; Isaías 42:16; Hebreos 13:5) pero el Espíritu se puede apagar o puede afligirse (1Tes. 5:19; Efesios 4:30).

 

El Espíritu es el medio por el cual adoramos a Dios (Filipenses 3:3). Por lo tanto, el Espíritu no es Dios y no adoramos al Espíritu. Tampoco adoramos a Jesucristo orándole a él. Si sabemos que Jesús es el Hijo de Dios, Dios está en nosotros y estamos en Él a través de Su Espíritu (1Juan 4:15).

 

La gente del Antiguo Testamento también conocía al Espíritu de Dios. Ellos tenían la presencia del Ángel de Yahovah. Sabían que el Ángel no era el Único Dios Verdadero que les habló directamente y a quien ellos vieron. Como sabemos, este Ángel de la Presencia de Dios, que estaba con Moisés e Israel en el Desierto, nació después como el ser humano Jesús (vea el artículo ¿Quién es Jesús? [CB2>).

 

A todos los Profetas los visitó el Espíritu de Dios en sueños o visiones, o les habló el Espíritu, a través del Ángel de Yahovah. El Señor vino a Abraham en una visión (Génesis 15:1); el Señor llamó Aarón y Miriam (Números 12:6); el Espíritu de Dios vino hacia Balaam (Números 24:2); el Señor llamó a Samuel (1Samuel, capítulo 3). Isaías vio una visión (Isaías 1:1). La palabra del Señor vino a Jeremías (Jeremías 14:14). Ezequiel vio visiones de Dios (Ezequiel 1:1). Daniel recibió una visión (Daniel 2:19) y así fue con todos los profetas del antiguo (ver también Hebreos 1:1-2; 2Pedro 20:20-21).

 

La Biblia también habla de otro espíritu en el hombre. Éste es un espíritu diferente al Espíritu de Dios. Se parece a nuestro aliento. Es un regalo de vida que nos da Dios (Zacarías 12:1). Pertenece a Dios (Génesis 6:3; Job 11:11, 27:3; Proverbios 20:27). Cuando morimos, el espíritu del hombre nos abandona (Salmo 146:4). Se vuelve a Dios (Ecl. 12:7). Cuando Dios hizo a Adán Él respiró en sus ventanas de nariz el aliento de la vida;Y el hombre se convirtió en un ser viviente (Génesis 2:7; 1Corintios 15:45).

 

Entonces este espíritu en el hombre no es un alma que vive en el cielo después de que morimos. La Biblia dice que el hombre se convirtió en un alma viviente o una persona. Este alma puede morir (Ezequiel 20:18). Cuando la Biblia habla del alma, realmente está hablando de la vida del cuerpo. El alma puede significar una criatura, o un hombre o la vida. Ambos, animales y hombre, mueren la misma muerte, pero el hombre vivirá otra vez. De tal forma, el espíritu del hombre es lo que nos hace diferentes a los animales.

 

No podemos ver el espíritu del hombre más de lo que podemos ver nuestro aliento. Pero podemos sentir nuestro aliento si soplamos a nuestra mano. Del mismo modo, no podemos ver el Espíritu de Dios, pero sentimos su presencia en nosotros, porque queremos obedecer Dios. El Espíritu de Dios se parece a la brisa o al viento (Juan 3:8). Del mismo modo es como el aliento.

 

Piense en la manera como el viento llena las velas de un barco de vela. Esto ayuda a empujar el barco en la dirección correcta. Podríamos decir también que cuando nuestros corazones y mentes se llenan del Espíritu Santo también somos empujados en la dirección correcta. El Espíritu Santo es la fuerza impulsora que nos ayuda a vivir el camino de Dios.

 

Cuando Jesús moría sobre la estaca, él llamó a su Padre en el cielo: "Padre en sus manos cometo mi espíritu". Cuando él dijo esto, respiró su último aliento y murió (Lucas 23:46). Entonces éste sería el mismo espíritu que todo ser humano tiene, el cual vuelve a Dios al morir. Él ponía su vida en las manos de su Padre. Jesús sabía que si él fuera a vivir otra vez después de su muerte humana, sólo el Padre podría darle la nueva vida. Entonces, por el Espíritu Santo, Dios levantó a Jesús de entre los muertos (Hechos 3:32-33). Del mismo modo, nosotros seremos levantados o resucitados de entre los muertos para vivir otra vez (Romanos 8:11).

 

Jesús hizo lo que el Padre quiso que él hiciera (Lucas 2:49). Él dijo que él no podría hacer nada sin el Padre (Juan 5:30). Él fue como la presencia de Dios porque él habló por Dios y llevó la autoridad de Dios. Por la sabiduría del Espíritu Santo, Cristo fue capaz de enseñar a sus discípulos muchas cosas sobre Dios y sobre cosas que pasarían en el futuro. Pero sin el Espíritu Santo, los discípulos de Cristo y nosotros hoy no podríamos completamente entender estas cosas.

 

El Espíritu Santo es el poder de Dios, que Cristo prometió enviarnos (Juan 16:7). Antes de que Jesús dejase a sus apóstoles por última vez para volver a su Padre (Hechos 1:10-11), él les dijo que no dejen Jerusalén, hasta esperar la promesa del Padre. Él oró al Padre para darles otro Ayudante (Juan 14:16-17). Él les estaba diciendo que ellos recibirían el Espíritu Santo del Padre (Juan 15:26).Éste era su modo de decir que él estaría todavía con ellos porque ellos tendrían al Espíritu de Dios como él lo tuvo.

 

Entonces, cuando ellos se reunieron para la Fiesta de Pentecostés, la cosa más asombrosa pasó. Había un sonido como de viento fuerte y una lengua de fuego se posó sobre cada uno de ellos. Ellos se llenaron del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en muchas lenguas diferentes (Hechos 2:1-4). Éste sólo era un símbolo del poder que ahora tenían. El fuego no les hizo daño.

 

El Espíritu les enseñaría sobre las cosas en el futuro, justo como Cristo lo hizo cuando estuvo con ellos en persona (Juan 14:26; 16:13). Por el Espíritu Santo, Cristo les ayudaría a ser fuertes en la fe y a establecer la Iglesia de Dios. Ahora tenemos que seguir con este trabajo hasta que Cristo vuelva para poner en orden nuevamente este planeta. Entonces todos nosotros estaremos obedeciendo las Leyes de Dios.

 


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Resposta  Mensagem 2 de 33 no assunto 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 06/06/2011 20:03

El Espíritu Santo (Hechos 2:4) es esa esencia o poder de Dios que Cristo  prometió enviar a los elegidos (Juan 16:7). No es una persona sino la extensión del poder viviente de Dios. Es el medio por el cual llegamos a ser partícipes de la naturaleza divina (2 Pedro 1:4), siendo llenos del Espíritu Santo (Hechos 9:17; Efe. 5:18) y por lo tanto todos Hijos de Dios (Job 38:7; Rom. 8:14; 1Juan 3:1-2) y coherederos con Cristo (Rom. 8:17; Gálatas 3:29; Tito 3:7; Heb. 1:14; 6:17; 11:9; San. 2:5; 1 Pedro 3:7).

 

El Espíritu es dado por Dios a aquellos que se lo pidan (Lucas 11:9-13) y Le obedezcan, morando en aquellos que observan los mandamientos de Dios (1Juan 3:24; Hechos 5:32). Los santos son aquellos que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo (Apo. 12:17, 14:12).

 

Según Job 38:7, había hijos de Dios antes de la fundación del mundo. Jesucristo no era el único hijo de Dios antes de la fundación del mundo. Había muchos de ellos. Él no era la única Estrella de la Mañana antes de la fundación del mundo - había muchas de ellas.

 

Muchos son llamados pero pocos son escogidos porque Dios promete que si usted se lo pide Él le dará Su Espíritu Santo. Él le ha dado su Espíritu Santo a millones. Muchos sencillamente fracasaron por haber sido llamados, pero no escogidos. La terminología es que como perros se volvieron a su vómito y pisoteando al Espíritu Santo. Esas personas vuelven a la segunda resurrección. Pero no son tenidas por culpables a causa de eso, porque era sabido que harían tal cosa (ver el artículo La Falacia de la Tercera Resurrección [166>. Ellos no fueron preordenados, no fueron predestinados. De acuerdo a Romanos 8:23, las primicias del Espíritu Santo no les fueron dadas. A ellos les fue dado el Espíritu, pero no pudieron mantener la fe.

 

El Espíritu Santo es el consolador que guía a los siervos de Dios a toda verdad (Juan 14:16, 17,26) (ver el artículo Verdad [168>). Nuestra capacidad para entender toda verdad depende de nuestra relación con Dios a través del Espíritu Santo. Es solo por el desarrollo de nuestra relación con Dios mediante el Espíritu Santo que podemos entender la Biblia. De otro modo es tan solo palabras. Muchas personas no la entienden porque su relación con el Espíritu Santo no está siendo desarrollada. No es solamente una cuestión de poder (y el Espíritu Santo es un poder). El Espíritu Santo es un Espíritu de poder, y esto será testimoniado en nosotros en los últimos días, como un poder, y de una mente sana, y de una comprensión de la verdad. Para muchas personas, la Biblia es solo palabras porque no son obedientes y no crecen en el Espíritu Santo.

 

Era solo por el Espíritu Santo que Pedro pudo decir lo que dijo. Es por eso que Cristo le dijo; Bendito eres Simón Bar-Jonah. Él lo entendió porque el Espíritu Santo le dio que lo entendiese. No podemos acusar a nadie por no tener el Espíritu de Dios. Es que algunas personas no son llamadas y no se les da, para que entiendan. Deberíamos orar por ellas. No les deberíamos culpar.

 

Los dones del Espíritu Santo están registrados en 1Cor. 12:7-11 y los frutos están descritos en Gálatas 5:22-23 (ver el artículo Los Frutos del Espíritu Santo [146>). No son dados por medida de acuerdo a Juan 3:34 y Rom. 12:6. Es el medio por el cual Dios finalmente será todo en todos, según 1Cor. 15:28 y Efe. 4:6. Los dones y frutos del Espíritu Santo no son a través de un ministerio y no están concentrados en una estructura jerárquica. Algunas personas tienen el poder de discernimiento del Espíritu, de entendimiento, de interpretaciones, de enseñanza. Algunas personas tienen dones de sanidades, algunas fe que mueve montañas, mucho más que cualquiera que haya sido puesto en cargos administrativos. Eso es algo que la Iglesia no ha entendido en los gobiernos jerárquicos. Un gobierno jerárquico destruye la capacidad de entender el modo de operar de Dios.

 

Los Trinitarios sostienen que el Espíritu Santo es una tercera persona de una Divinidad cerrada. Esto es falso. Esa enseñanza es para limitar la capacidad del Espíritu Santo de extenderse a nosotros, convirtiéndonos en elohim otheoi.

 

El Espíritu Santo opera desde antes del bautismo. El Espíritu Santo atrae a los elegidos hacia Dios por medio de Cristo (Hebreos 7:25). Las primicias del Espíritu son dadas al individuo al bautismo, según Rom. 8:23 que claramente afirma que la adopción no ocurre hasta laredención del cuerpo. Por lo tanto somos nacidos de nuevo pero continuamos creciendo en el Espíritu a diario en Cristo hasta que entremos a la gloria de Dios. El Espíritu Santo es el Espíritu de Verdad (1Juan 4:6; 5:6) y, diciendo la Verdad en todo, crecemos en Cristo nuestra cabeza en todo respecto (Efe. 4:15). No tenemos que decir toda la verdad en todas las cosas. A veces es ser considerado no decir toda la verdad en todas las cosas; por ejemplo, si no le agrada algo de alguna persona, no necesariamente debe usted decírselo. Deberíamos guardarnos algunas cosas para nosotros mismos. Puede que sea verdad no obstante, pero gentilmente calladas. Eso no es mentir por omisión; es sentido común. Hay una diferencia entre mentir por omisión y ser cortés. Si no decimos nada cuando efectivamente deberíamos haber hablado, entonces estamos mintiendo, porque hemos omitido testimoniar. Hemos por lo tanto dado un falso testimonio con nuestro silencio. Eso es importante. El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios (Rom. 8:14) y el Espíritu de fe (2Cor. 4:13) el cual escudriña todas las cosas y conoce todas las cosas (1Cor. 2:10-11; 12:3).

 

Por lo tanto el Espíritu Santo no es un aspecto independiente del Dios trino sino el medio por el cual nos convertimos en elohim. No nos convertimos en Eloah. Dios es singular, como Eloah. Seremos elohim otheoi por medio del Espíritu Santo. Ésta es una distinción necesaria porque las personas generalmente, a causa del adoctrinamiento trinitario, no comprenden que hay un solo Dios, Eloah, y que hay una familia de elohim (vea el artículo  Salmo 8 [014>). Creen que es una blasfemia decir que seremos elohim porque no entienden qué son los elohim. Nos convertiremos en elohim (Zac. 12:8). El Espíritu transmite a Dios un conocimiento de nuestros pensamientos y ser real y en cambio nos da a nosotros los atributos y la naturaleza de Dios Mismo.

 

Juan 10:34-35 34 Jesús les respondió:  ¿No está escrito en vuestra Ley: "Yo dije, dioses sois"? 35 Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada)... (RV)

 

Habiendo sido encaminados a través de Cristo Jesús como nuestro mediador y elohim intermediario, el Espíritu Santo le permite a Cristo ayudarnos, enseñarnos, consolarnos y capacitarnos para ejercitar el poder de Dios. El Espíritu le da a cada persona los atributos que Dios desea para que beneficie al cuerpo tal como están enumerados en 1Cor. 12: 7-11. Dios nos da a todos aspectos diferentes y nos junta para el beneficio de todos. Dios puso a cada persona entre los elegidos con una fortaleza particular, que los otros no necesariamente poseen. Todos estamos desarrollando tareas que nos fueron dadas por Dios para llevar a cabo. Nos han sido dadas personas con dones y talentos variados y Dios lo hace para la mayor gloria de todos nosotros. El cuerpo se beneficia por la actividad de cada uno de nosotros, pero podemos apagar la actividad del Espíritu Santo. Si no sumamos nuestras fuerzas individualmente, podemos apagar al Espíritu Santo. Influimos el uno sobre el otro porque somos un cuerpo. Por lo tanto, si no oramos, ayunamos y trabajamos, disminuimos nuestro poder y no es el poder del individuo, es el poder de Jesucristo. No era Moisés que estaba allí sentado con sus brazos en alto, él tenía a Aarón y Hur juntos sosteniendo sus brazos en alto. No es Cristo que hace solo esta tarea. Son todos nosotros que sostienen en alto sus brazos, y él es el Moisés que vendrá. Debemos trabajar. Si no trabajamos, no lograremos tanto como podríamos lograr y menor cantidad de personas será expuesta a la verdad. Más personas serán afectadas adversamente y nuestro trabajo será mas duro en la segunda resurrección. Más personas serán dañadas y todo nuestro trabajo será más difícil. A los demonios también necesariamente les será dada una sentencia más liviana, porque no trabajamos, y no por nuestra misericordia. Si finalmente fracasamos, entonces los demonios serán justificados plenamente. De esto se trata la batalla - por la justificación de los demonios, pues ellos blasfemaron el Espíritu Santo.

 

El Espíritu puede ser apagado (1Tes. 5:19) por ser olvidado o apenado (Efe. 4:30) y por lo tanto da lugar a ganancia y pérdida en los elegidos. Por lo tanto, el Espíritu nos puede ser dado, podemos crecer en Él, y luego comenzar  prácticas, o pecados, los cuales limiten nuestra capacidad para tratar con estos conceptos. Estos pecados limitan nuestra capacidad de crecimiento, y pecando, disminuimos y acongojamos al Espíritu. El Espíritu nos deja en pecado. A cada uno de nosotros se nos ha dejado pasar por estos procesos donde sabemos que hemos perdido poder en el Espíritu por lo que ocurre en nuestras mentes.

 

El fruto del Espíritu Santo es el amor, según Gálatas 5:22. Éste es el aspecto principal del Espíritu Santo. Por eso, si no nos amamos unos a otros, el Espíritu Santo no es evidente. Ese es de qué modo el Espíritu Santo se manifiesta. El fruto es el amor, porque esa es la naturaleza de Dios. Es una cosa positiva y eso daña nada. Viene de la naturaleza de Dios. Los elegidos tienen este amor por otros, y esto se convierte en amor ágape.

 

Del artículo Cantar de los Cantares [145>, hemos visto que los griegos no comprendieron y quizás filosóficamente no pudieron comprender el amor ágape. No era un concepto griego. Ellos tenían amor erótico y filial. No pudieron entender las estructuras fraternales, porque ágape no es un concepto griego. Viene del Cantar de los Cantares. Es una transliteración de la palabra hebrea 'ahab (awhab'). De allí es de donde sacaron ágape. Es sencillamente una transliteración. Los griegos, ni aún hoy lo entienden en sus términos filosóficos, porque siguen apoyándose en estructuras Platónicas y neo-Platónicas, y su sistema religioso tiene dificultades con esto porque recurren a su filosofía para interpretar la Biblia.

 

El Espíritu es el medio por el cual adoramos a Dios, tal como se afirma en Filipenses 3:3. Por lo tanto no puede ser Dios como un objeto de adoración y por ende igual a Dios el Padre. Si es el medio por el cual adoramos a Dios el Padre, como puede ser el objeto de adoración? Ese es un simple proceso de lógica. El Espíritu Santo no puede ser el medio para adorar algo y ser ese algo por derecho propio. No puede ligarnos a ese algo, y ser el medio por el cual llevamos a cabo la adoración e interacción con algo y ser ese algo él mismo, como una persona en sentido absoluto, separada e igual. Es lógicamente absurdo sostener que ese sea el caso. Deberíamos estar adorando el medio por el cual estamos adorando al objeto. Se convierte en el medio y el objeto. En realidad es una fuerza que da poder y autoridad a Cristo.

 

Dios hace a Cristo un Padre eterno (Isaías 9:6; vea el artículo Isaías 9:6 [224>) del cual hay muchas patrias en el cielo y en la tierra (Efe. 3:15). Todas estas patrias o familias sonnombradas de Dios el Padre, la cual es la razón por la que nos inclinamos ante Dios el Padre adorándole (Efe. 3:14-15).

 

Podemos observar este concepto en Salmo 89:25. El Salmo 89 habla sobre David Su siervo donde éste ha sido ungido. A partir del versículo 20, Hallé a David mi siervo; lo ungí con mi santa unción. Versículo 24 y en mi nombre será exaltado. El Salmo 89 habla sobre el concilio de los Santos. Desde el versículo 25 Asimismo pondré su mano sobre el mar, y sobre los ríos su diestra, 26 Él me clamará: Mi padre eres tú, Mi Dios y la roca de mi salvación, 27 Yo también le pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra. El concepto de Dios el Padre era conocido en el Antiguo Testamento, pero éste es otro concepto donde Dios el Padre era tanto Dios como Padre de Cristo y esto se extiende a Cristo; ver Isaías 9:6. Hay muchas patrias en el cielo y la tierra (Efe. 3:14-15). Hacemos esto por medio del Espíritu Santo.

 

Cristo fue el primer nacido o primogénito de la creación. Para él todas las cosas fueron creadas en el cielo y la tierra, visibles e invisibles, ya fuesen tronos o dominios, potestades o principados, todas las cosas fueron creadas a través de él y para él. Cristo es antes que todas las cosas y en él todas las cosas subsisten (Col. 1:16-17). Pero fue Dios quien lo generó y quien tuvo la voluntad de que existiese y subsista la creación en Cristo. Por eso, Cristo no es Dios en ningún sentido en que Dios el Padre es Dios y quien solo es inmortal (Tim. 6:16) existiendo en imperecedera perpetuidad. No fueron las entidades las que fueron creadas por Cristo (ver los artículos El Propósito de la Creación y del Sacrificio de Cristo [160>yEl Gobierno de Dios [174>). Dios crea por voluntad y Cristo organiza la estructura.

 

Los elegidos fueron llamados a salir de este mundo a una vida de servicio y dedicación. Muchos fueron llamados pero pocos fueron escogidos (Mateo 20:16; 22:14). Los elegidos fueron los escogidos, como Cristo fue el escogido de Dios (Lucas 23:35). Los elegidos fueron escogidos por Cristo (Juan 6:70; 15:16, 19) bajo la dirección del Padre (1Pedro 2:4).

 

Dios nos entrega a Jesucristo. Jesucristo no perderá a ninguno de los que le fueron entregados por Dios el Padre, pero es Dios el Padre que nos entrega a Cristo, no es Cristo quien nos selecciona. Él nos saca bajo dirección del Padre.

 

Para ayudarlos, a los elegidos les ha sido dado la comprensión de los misterios de Dios. El Espíritu Santo era el mecanismo por el cual les fue dado comprender los misterios de Dios y los misterios del Reino de Dios (Marcos 4:11). Porque la sabiduría de Dios es hablada en un misterio (1Cor. 2:7) que es explicada por los siervos de Dios (1Cor. 2:7; 15:51). Porque la voluntad de Dios es explicada como un misterio (Efesios 1:9), el cual Dios dio a Sus siervos en revelación. Más aun, el misterio está en la administración de Cristo a través de los elegidos. Pablo escribió:

 

Efesios 3:2-6 2si es que habéis oído de la administración de  la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros; 3 que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, 4 leyendo lo cuál podéis entender cuál sea mi conocimiento en Cristo, 5 misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de hombres, como ahora es revelado a los santos apóstoles y profetas por el Espíritu; 6 que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio. (RV)

 

Por lo tanto es el Espíritu que hace conocer los misterios de Dios y de Cristo y lleva a los Gentiles a entrar. Mas no es la ley. La ley se hace manifiesta por el Espíritu.

 

El Espíritu dentro del Trinitarianismo

 

Los Trinitarios separaron la teología de la llamada economía de salvación en la encarnación de Jesucristo. La palabra economía básicamente significa, la encarnación de Cristo y cómo Dios se manifestó a Sí Mismo por medio de la encarnación de Jesucristo. La teología era la lógica involucrada en la metafísica de la encarnación y la metafísica de la actividad de Dios, esto es, la estructura de ser (o la existencia de Dios). Tal como fue notado en el artículo El Desarrollo del Modelo Neo-Platónico [017>, en el tratamiento del desarrollo de la doctrina de la Trinidad y la separación de la teología del Plan de Salvación (o soteriología), tal como es revelada en la encarnación de Cristo, LaCugna (GOD FOR US: The Trinity and Christian Life (Dios por Nosotros: la Trinidad y la vida Cristiana), Harper, San Francisco, 1991) observa que los Capadocios dirigían la teología en una dirección que contribuía aún más a la separación de la teología y la economía. Esta trayectoria, por supuesto, llevó a la:

 

Vía negativa del Seudo-Dionisio y, finalmente, a la teología de Gregorio de Palamas (Cap. 6).

 

En el occidente Latino, en el período inmediato después de Nicea, teólogos tales como Hilario de Poitiers y quizás hasta cierto extremo Marcelo de Ancira, retuvieron la conexión entre la hipostásis divina y la economía de salvación. Agustín inauguró un punto de vista completamente novedoso. Su punto de partida ya no era la monarquía del Padre, sino la sustancia divina compartida igualmente por las tres personas [Énfasis agregado>. En lugar de inquirir en la naturaleza de la teología, tal como es revelada en la encarnación de Cristo y su deificación por el Espíritu [énfasis añadido>,Agustín inquiriría en las trazas de la Trinidad, por hallar en el alma de cada ser humano. La búsqueda de Agustín de hallar una analogía sicológica para las relaciones intra trinitarias significarían que la doctrina trinitaria en lo subsiguiente se ocuparía de las relaciones 'internas' de la divinidad, separado de lo que conocemos de Dios por medio de Cristo en el Espíritu (LaCugna, p. 44).

 

Esto lleva al Misticismo (ver el artículo Misticismo Capítulo 1 Esparciendo los Misterios Babilónicos [B7_1>).

 

El Espíritu es el medio por el cual usted se convierte en Dios (elohim). El Espíritu es el medio por el cual Cristo se convirtió en Dios (elohim). Los Trinitarios están comprometidos a la doctrina del Alma porque buscan a la divinidad en el alma y tratan de ser iguales a Dios el Padre, lo que no son ni serán jamás, ni nadie de nosotros podrá jamás ser. Según Filipenses 2:6, no tratamos de asir la igualdad con el Padre, así como Cristo no trató de asir igualdad alguna.

 

Filipenses2:6 el cual siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse. (RV)

 

La teología Medieval Latina siguió a Agustín y la separación de la teología de la economía o soteriología (soteriología simplemente significa plan de salvación). Toda la estructura se vio embrollada en el neo-Platonismo y Misticismo.

 

Los puntos importantes que LaCugna señala son que, a partir de Agustín, la monarquía del Padre ya no era primordial. La Trinidad asumía la igualdad. Éste era el segundo paso que se tomaba después de la falsa aseveración de la co-eternidad. Los Binitarios / Trinitarios tienen que sostener la co-eternidad - luego afirman la co-igualdad entre dos seres. El Espíritu Santo es insertado en algún lugar por allí, en la forma que se desee y luego se convierte en el Trinitarianismo en todo su esplendor. La premisa correcta era el concepto de la manifestación de la divinidad en cada individuo, a saber la operación del Padre por medio del Espíritu Santo, el cual emanaba de Él a través de Jesucristo. Esto es lo único que no malinterpretaron. Esta dirección a través de Jesucristo le hacía posible a Cristo monitorear y dirigir al individuo de acuerdo a la voluntad de Dios quien vivía en cada uno de los elegidos. Cristo no era el origen del Espíritu Santo. Él era el monitor intermediario. Él actuaba por Dios como siempre había actuado por Dios y de conformidad con la voluntad de Dios. Pero él no era el Dios. Los Trinitarios perdieron de vista este hecho, si es que en realidad alguna vez entendieron el hecho. Tal como LaCugna sostiene:

 


Resposta  Mensagem 3 de 33 no assunto 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 06/06/2011 20:03

La teología del Dios trino parecía haber sido agregado a la consideración del Dios único (pág. 44).

 

Los teólogos griegos impusieron la teología de un Dios trino. Esto es el sistema de la antigüedad, y nada que ver con la Biblia o el Cristianismo. Ellos le agregaron esta teología. La teología fundamentalmente malinterpretaba al Espíritu Santo y destruía o limitaba nuestra capacidad para comprender las operaciones del Espíritu Santo.

 

Esto afectó especialmente el modo en que los Cristianos oraban. No se podía usar al Espíritu Santo del mismo modo, como un medio de adorar a Dios, porque se tiene al Espíritu Santo ahí, como un objeto de adoración. Se convierte él mismo en un objeto de adoración. ¿Cómo se puede adorar a algo que está dentro de uno? Es lógicamente un absurdo. Se convierte en narcisismo. Es una auto-adoración, porque el Espíritu Santo está en cada uno de nosotros. Esto es, ya no oraban al Padre solo, en el nombre del Hijo, tal como la Biblia enseña (ver Mateo 6:6,9; Lucas 11:12) adorando al Padre (Juan 4:23) sino que al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Esa es la diferencia fundamental. Los Trinitarios están comprometidos a decir “pedimos esto en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. No oran como Cristo nos enseñó a orar - Cualquier cosa que pidáis al Padre en mi nombre será dado a usted¨. Nosotros oramos al Padre. Nuestra relación es de persona a persona con el Padre.  Es por medio del Espíritu Santo que pedimos en el nombre de nuestro Maestro, nuestro Señor, nuestro Amo, nuestro Déspota, pero no le oramos a él, no lo adoramos a él, y no es impío no hacerlo.

 

Además, los eruditos desarrollaron de la teología misma, una metafísica. Pero toda la construcción fue construida sin consideración o con manipulación de la Biblia. Esa es la razón por la cual los Trinitarios nunca citan todos los textos bíblicos sobre un tema, y traducen mal o citan erróneamente otros textos claves e ignoran los que no pueden alterar. Pero su sistema está basado en el Misticismo y Platonismo. LaCugna sostiene que:

 

Los Capadocios (y también Agustín) fueron considerablemente más allá de la comprensión de las escrituras de la economía al ubicar la relación de Dios con el Hijo (y el Espíritu) en un nivel intra-divino (pág. 54).

 

El Dios único existía como una ousia en tres hipóstasis distintas. Hemos visto que el término Platónico ousia y el término Estoico hipóstasis significan esencialmente la misma cosa (ver los artículosEl Arche de la Creación de Dios como Alfa y Omega [229>yLos Elegidos como Elohim [001>).

 

Al relegar al Espíritu Santo a operar en un nivel intra-divino significa que los elegidos nunca podrán participar de la naturaleza de Dios, como Cristo participa en esa naturaleza. Esta afirmación es contraria a las Escrituras. Los elegidos participan de la naturaleza divina (1Pedro 1:4). La razón por la cual esto es afirmado es que es una decepción Satánica. Es hecha para cortar nuestra relación con Dios y evitar que desarrollemos nuestra relación con Dios en el mismo modo que Cristo tuvo su relación con Dios a través del Espíritu Santo, para impedir que lleguemos a ser coherederos con Cristo. Si no tenemos la misma relación con Dios por medio del Espíritu Santo como Cristo tuvo, no podremos ser coherederos con él. Coherederos significa que se hereda la misma cosa. ¿Cómo se podría ser coheredero con alguien que es de una estructura de ser enteramente diferente? ¿Cómo se puede ser coheredero con nuestro Dios? Es una locura. Este pensamiento ha llegado a un punto en el siglo veinte, donde el modalismo del siglo segundo ha retornado aún entre las iglesias que observan el Sábado, al extremo de que se declara que Jesús es Dios - como El Ser. Eso proviene del dios Attis.

 

En Efesios 1:20-22,  Dios pone a todas las cosas bajo los pies de Cristo y lo hace cabeza de todas las cosas para la Iglesia (esto es para nosotros). Dios resucitó a Cristo:

 

Efesios 1:2020 resucitándole de los muertos y sentándolo a su diestra, en los lugares celestiales, 21 sobre todo principado y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo, sino también en el venidero; 22 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la Iglesia, la cuál es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. (RV)

 

De este modo a Cristo le es dada autoridad por sobre todo nombre, ya que el nombre mismo constituye autoridad. A él le es dada autoridad sobre todas las cosas para que la iglesia pueda tomar posesión de su herencia a través de Cristo en quien toda la plenitud de la Deidad moraba corporalmente (Col. 2:9). Esta palabra traducida Deidad acá estheotetos que significa deidad o el estado de ser Dios. Thayer dice que la deidad (theot) difiere de la divinidad (Theiot), como la esencia difiere de la cualidad o el atributo (Thayer, p. 288).

 

El significado aquí es que la plenitud de la esencia de Dios moraba corporalmente en Cristo. Es esta plenitud de esencia que nos es dada a nosotros para que todo hombre se vista de la nueva naturaleza de Dios (Col. 3:10). No nos podemos vestir la nueva naturaleza de Dios a menos que ese mecanismo nos permita ser Dios. No serán ni judíos ni griegos sino que todos son Cristo porque él es en todos (Col. 3:11). Él desarrolla a los hombres, por medio del poder del Espíritu Santo, para que finalmente Dios sea todo en todos (1Cor. 15:28).

 

Cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos (panta en pasin) (ver también Col. 3:11 (panta kai en pasin)).

 

Los Trinitarios han comenzado a traducir este texto como todo a cada uno para evitar la lógica extensión de Dios como esencia extendiéndose a todos los hombre, tal como lo hizo con Cristo según estos textos. Es Cristo quien nos llena con la plenitud de Dios (Efe. 3:19) - la plenitud de Cristo siendo una imagen del Padre (Efe. 4:13).

 

Así nos convertimos en una imagen o eikon del Padre, tal como lo fue Cristo, y de ese modo somos hijos de Dios y coherederos del Reino de Dios con Cristo (Rom. 8:17; San. 2:5), herederos conforme a la promesa (Gálatas 3:29) de salvación (Heb. 1:1) y herederos conjuntamente de la gracia (1Pedro 3:7). Somos herederos junto con Cristo de la gracia. Por lo tanto la gracia no procede de Cristo. Procede de Dios. ¡Esto es fundamental!

 

El Hijo de Dios a su vez se convierte en un Padre Eterno (Isaías 9:6) siendo la cabeza de la patria de la Hueste humana que así tomará su lugar junto a las otras patrias en el cielo de las cuales hay muchas.

 

Efesios 3:14  Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,  de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra. (RV)

 

La palabra familia aquí es patria o paternidad. Por lo tanto el título “padre” ya sea de familias o de la familia de Dios, es un título delegado, demostrando la última responsabilidad de cada líder de cada unidad hasta llegar a las familias.

 

De este modo, el orden es de Dios a Cristo y después a la cabeza masculina de la familia (1Cor. 11:3) quien debe descargar su responsabilidad tal como Dios lo hace con Cristo y los otros hijos de Dios, que son elohim y el modo en que estos a su vez descargan su responsabilidad en aquellos que están por debajo de ellos. Todo esto es hecho por el Espíritu Santo. La responsabilidad de cada uno, como individuo, es directamente hacia Jesucristo, y no hacia hombre alguno sobre este planeta. El Espíritu Santo es el poder y la fuerza por la cual nosotros podemos tratar directamente con Dios a través de Jesucristo.

 

El Espíritu Santo es el mecanismo que ata a todas las entidades al uno con el otro y le confiere la capacidad de ser elohim a cada uno de la Hueste. Es fuera de toda cuestión que el Espíritu Santo sea en sentido alguno Dios que lo haga distinto del individuo y confinado a una relación intra-divina entre tres entidades. Todos son hijos de Dios y, por lo tanto, coherederos con Cristo en el mismo sentido. La adoración del Espíritu Santo sería, en cierto sentido, la de auto-adoración, ya que es el medio por el cual Dios es todo en todos. Por ende, su adoración es lógicamente prohibida como auto-adoración en el sentido de que es parte del individuo. Es con propiedad un poder o atributo conferido y no Dios mismo. El Espíritu Santo nos confiere la habilidad de ser elohim otheoi.

 

De este modo también nos volvemos consubstanciales con el Padre, tal como lo es Cristo. Esto se examina en el artículo Consubstancial con el Padre [081>.

 

El concepto del Espíritu Santo como hipóstasis de Dios es un concepto griego, el cual es examinado en el artículo El Uso del Término Hipóstasis [230>. Sin el Espíritu Santo no podemos convertirnos en hijos de Dios.

 


 
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